OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (840)

Jesús Resucitado saliendo del sepulcro

Hacia 1440

Rouen, Francia

Orígenes: Homilías sobre el libro del profeta Ezequiel

Homilía I

Regresa el predicador al tema de la visión celestial que tuvo el profeta. Y afirma que Ezequiel es figura (tipo) de Cristo (§ 4.1).

La visión de Ezequiel

4.1. Si quieres oír a Ezequiel, “hijo de hombre” (Ez 2,1), predicando en el cautiverio, y él, que era figura[1] de Cristo, dice: “Y sucedió, dice [el profeta], en el trigésimo año, en el cuarto mes, en el quinto día del mes, que yo estaba en medio de los cautivos junto al río Quebar[2], y se abrieron los cielos” (Ez 1,1). Junto al río Quebar, Ezequiel, cuando tenía treinta años, vio los cielos abiertos. Y el Señor Jesucristo tenía alrededor de treinta años[3], junto al río Jordán, y se le abrieron los cielos (cf. Lc 3,21. 23). Y a lo largo de toda la profecía a Ezequiel se le dice: “Hijo de hombre”. 

Fragmentos griegos: Ezequiel es figura de Cristo en muchos aspectos, y empezarás a ver esto en las partes introductorias de su profecía.

Dice: “Sucedió en el trigésimo año, en el cuarto mes, el día el quinto del mes, y yo estaba en medio del cautiverio, junto al río Quebar, que los cielos se abrieron”. También se ha escrito sobre Cristo, cuando estaba en este mundo, en este “cautiverio”, junto al río Jordán, cuando “Jesús, al comenzar, tenía unos treinta años y [fue] cuando se le abrieron los cielos. Según el sentido literal, los treinta años mencionados en la profecía son la edad del profeta, y el quinto año de la cautividad, desde que salió [de la tierra santa]. Pero, por un lado, por su nombre, Ezequiel tiene también un símbolo de Cristo: Ezequiel se traduce como “el poder de gobierno de Dios”. Y la frase “hijo del hombre” es también una referencia al que fue llamado “Hijo del Hombre”.

«El apelativo “hijo de hombre”, común a Ezequiel y a Cristo, que confirma el tema de Ezequiel typus Christi, le permite a Orígenes afirmar sin ambigüedad la naturaleza humana de Cristo, en clara polémica con el docetismo de los valentinianos y marcionitas, que vaciaban el valor histórico del nacimiento de Cristo, reduciéndolo a una apariencia… Orígenes refuta enérgicamente la posibilidad de negar el nacimiento de Cristo como hombre y el hecho de que él haya podido hablar, moverse y morir en la cruz…[4]» (§ 4.2).

El nacimiento del Emmanuel 

4.2. ¿Quién, pues, es hijo del hombre como mi Señor Jesucristo? Respondan los herejes, quienes reducen su nacimiento a una apariencia: ¿por qué se le llama hijo del hombre a Cristo? Yo afirmo que él fue hijo de hombre. Porque quien asumió los sufrimientos humanos, es necesario que antes de la pasión asumiera el nacimiento. No podría haber aceptado los afectos, las palabras, las costumbres, la cruz y la muerte de los seres humanos, si no hubiera recibido el principio de la naturaleza humana. Y era consecuente para aquellos, al quitar su nacimiento, también quitar la pasión y simplemente decir: No fue crucificado Jesús. Ahora bien, confiesas la cruz y no te avergüenzas de predicar al crucificado “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” (cf. 1 Co 1,23), ¿y te ruboriza confesar su nacimiento, que es menos escandaloso que la pasión y o la muerte? Ciertamente, es más escandaloso que Jesús haya nacido que haber muerto. Pero si la fe cristiana no teme al escándalo, ¿por qué temes afirmar lo menor, tú que has confesado lo mayor? Especialmente cuando no se cree que su nacimiento fue de la semilla de un hombre y de una mujer compañera del sueño (cf. Sb 7,2), sino conforme al oráculo del profeta que dice: “He aquí, la virgen concebirá en su seno y dará a luz un hijo, y le darás el nombre de Emmanuel” (Is 7,14)[5]. Decir “Emmanuel” no es pronunciar un nombre vano, sino que significa algo: al venir efectivamente Jesús, decimos: “Dios con nosotros” (cf. Mt 1,23).

En tono polémico se les recuerda a los auditores del predicador, que nuestro Creador es también el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que se hizo hombre, murió y resucitó por nuestra salvación (§ 4.3).

Palabras como clavos

4.3. No es en vano, por lo tanto, que Ezequiel profetiza en el trigésimo año, pues su nombre también es figura de Cristo. Ezequiel se interpreta como “poder supremo[6] de Dios”; pero el poder supremo de Dios no es otro que Cristo el Señor. También está escrito: “el hijo de Buzi” (cf. Ez 1,2), que se interpreta como “el despreciado”[7]. Y si te acercas a los herejes y los escuchas despreciar y considerar al Creador como nada, y que incluso lo acusan, verás según ellos al Hijo del Creador, nuestro Señor Jesucristo, muy despreciable. Pero si alguien se resiste y no quiere aceptar lo que exponemos como una profecía, le preguntaré por qué está escrito que en el trigésimo año de la vida de Ezequiel se abrieron los cielos y él vio esas visiones que se contienen en su libro (cf. Ez 1,1). ¿De qué me sirve el número de años, sino para aprender que en el trigésimo año tanto al Salvador como al profeta se les abrieron los cielos y, comparando las realidades espirituales con realidades espirituales (cf. 1 Co 2,13), conocer que todo lo que está escrito es la palabra misma de Dios? Ciertamente, “las palabras de los sabios son como estímulos y clavos clavados en profundidad[8], que fueron dadas por un solo pastor” (Qo 12,11 LXX)[9]. 

En el siguiente pasaje nos encontramos con un notable ejemplo de la exégesis “aritmética” a la que recurre Orígenes en algunas ocasiones. “Aquí le permite establecer dos relaciones, pues el 4, además de aludir a los cuatro elementos del mundo [aire, agua, tierra, fuego] que forman el cuerpo asumido por Cristo, alude también al bautismo de Cristo, que tuvo lugar justamente en el cuarto mes del nuevo año, según el cómputo hebreo…”[10] (§ 4.4).

El cuarto mes

4.4. Yo, investigando de acuerdo con la capacidad de mi entendimiento, también esto que se dice: “En el cuarto mes, el quinto día del mes” (Ez 1,1), ruego a Dios que pueda entender lo que corresponde a la intención de las Escrituras. El nuevo año ya está por llegar para los judíos y su primer mes se cuenta desde el inicio del nuevo año (cf. Nm 28,16) -sin embargo, hay un segundo inicio de año contando desde la Pascua: “Este mes será para ustedes el principio de los meses, el primer mes del año” (Ex 12,2)-. A partir de este año, cuenta el cuarto mes y comprende que Jesús fue bautizado en el cuarto mes del nuevo año. Porque en ese mes, que se llama enero entre los romanos, sabemos que tuvo lugar el bautismo del Señor, que es el cuarto mes del nuevo año según el cálculo de los hebreos[11]. Y como Él había asumido un cuerpo formado por los cuatro elementos del mundo, también recibió los sentidos humanos, por eso quizás también en el cuarto mes y en el quinto día del mes contempló la visión.


[1] Et iste typus erat Christi.

[2] Chobar, se lee en el texto latino.

[3] Lit.: “Como de treinta años”, según el texto griego.

[4] OO 8, p. 106, nota 45.

[5] “La maternidad virginal de María contribuye, en efecto, a demostrar el carácter excepcional del nacimiento de Cristo” (OO 8, p. 107, nota 46).

[6] Imperium.

[7] Por medio de la doble interpretación del nombre de Ezequiel, Orígenes realiza un tipo de exégesis que le permite efectuar una interpretación cristológica, por una parte, y por la otra, señalar el desprecio de los herejes que para nada consideran la grandeza del Creador y lo calumnian (cf. OO 8, p. 107, notas 48 y 49).

[8] O: “como clavos hincados”.

[9] El texto de la LXX lee: “que desde las colecciones fueron reunidas por un solo pastor” (trad. de La Biblia griega III, p. 380). Orígenes por medio de esta cita señala que los sabios corresponden a los autores individuales de los libros bíblicos; y el solo pastor es el único Dios que habla a través de todos ellos (cf. ATT 2, p. 31, nota 85). Así pone de relieve la unidad de los dos Testamentos en neta oposición a los gnósticos (cf. OO 2, p. 108, nota 51).

[10] OO 8, p. 109, nota 54.

[11] Cf. Clemente de Alejandría, Stromata, I,21,146; Fuentes Patrísticas (= FP) 7, pp. 346-347: “Los discípulos de Basílides festejan el día del bautismo [de Jesucristo], y pasan la noche anterior leyendo (en público). Afirman que aquel bautismo sucedió el año décimo de Tiberio César, el 15 del mes Tybí (10 de enero); en cambio, otros dicen que tuvo lugar el día undécimo del mismo mes (6 de enero)”.