OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (791)

Ascensión de nuestro Señor Jesucristo

Siglo IX

Salterio

Reims, Francia

Orígenes, Homilías griegas sobre los Salmos

Homilía I sobre el Salmo 77 (78)[1]

Introducción 

La presente homilía “atestigua preliminarmente la adhesión a un método definido para la exégesis de los salmos que contempla, en primer lugar, la explicación del título y del autor; y, en segundo lugar, la identificación de la persona del que habla”[2]. A su vez, la cita del salmo en Mt 13,35, le permite afirmar a Orígenes que se trata de una paráfrasis efectuada por el evangelista[3] (§ 1.1).

El Maligno por medio de una artimaña astuta y malvada introduce la confusión en nuestra lectura de la Sagrada Escritura. Es una estratagema muy hábil, a la que Orígenes opone el esfuerzo que él mismo ha dedicado a mejorar las diversas ediciones del texto bíblico (§ 1.2).

Se trata de una notable exigencia, pero necesaria. Es imprescindible revisar las ediciones del texto griego de la Escritura confrontándolas con el hebreo, para así corregir los posibles errores de transcripción (§ 1.3)[4].

“Marción es el modelo negativo de cómo no se debe tratar ‘la disonancia’ (diaphonía) textual en la Palabra inspirada, procediendo a realizar correcciones arbitrarias y apresuradas en los manuscritos”[5] (§ 1.4).

La correcta lectura de la Sagrada Escritura siempre se debe efectuar a partir de nuestra fe en Jesucristo y en la Iglesia. Tenemos que partir de esta fe para llegar a una lectio divina que no malinterprete el texto bíblico (§ 1.5).

“La reflexión sobre el mejor modo de entablar la confrontación con los marcionitas, a primera vista puede sorprender, puesto que parece implicar la redimensión de la prueba basada en la Sagrada Escritura en favor de aquella cosmológica. Pero la preferencia por esta segunda se coloca dentro de una estrategia apologética que consienta hallar un campo común para convencer al adversario”[6] (§ 1.6-7).

Así cierra Orígenes la explicación del texto de Mateo que había citado al comienzo del evangelio (§ 1.8; cf. 1.1).

Texto

La inscripción del Salmo

1.1. A menudo decimos que los salmos intitulados: “de comprensión”[7], por causa de su título, impulsan[8] a quien escucha a preguntarse sobre lo que se dice en el salmo, como solicitando una interpretación y una explicación. Todo salmo, en efecto, en que está escrito: “de comprensión”, contiene palabras oscuras, enigmas y parábolas (cf. Pr 1,6). Esto se comprueba también aquí, porque está intitulado: “De la comprensión, de Asaf” (Sal 77 [78],1), y en seguida se dice en él: “Abriré mi boca en parábolas, enunciaré problemas desde el inicio” (Sal 77 [78],2). Y es necesario saber que Mateo se acordó de esta palabra. Puesto que, cuando escribe que el Salvador hablaba con parábolas, dice: «Para que se cumplan las palabras: “Abriré mi boca en parábolas, enunciaré problemas desde el inicio”» (Mt 13,35; Sal 77 [78],2), o bien: “desde la creación del mundo” (Mt 13,35). Mientras Mateo ha parafraseado la sentencia con las expresiones que aquí se dicen, en las copias del evangelio se produjo un error del copista, pues dice: «Para que se cumpliera lo dicho por Isaías: “Abriré mi boca en palabras”» (Mt 13,35; Sal 77 [78],2)[9]. Es verosímil que uno de los copistas antiguos, sin saber que Asaf es un profeta, y hallando las palabras: “Para que se cumplan las palabras dichas por Asaf”, haya supuesto que se trataba de un error de transcripción y, por la escasa familiaridad con el nombre del profeta, haya osado cambiarlo por el de Isaías en vez del de Asaf.

El demonio intenta ponernos obstáculos en nuestra lectura de la Escritura

1.2. Sin embargo, en general, también se debe decir que el diablo tiene insidias a los vivientes y quiere dispersar las Iglesias, mientras día tras día inventa[10] herejías y cismas, e incluso suscita numerosos escándalos entre los hombres. No hay que maravillarse si también maquina acechanzas contra las Escrituras; puesto que, en efecto, nuestra salvación es por medio de ellas, él se imagina producir un desacuerdo[11] en las Escrituras, para que se produzca un escándalo en quienes las leen: ¿qué se debe aceptar esto o aquello? Cuánto nos hemos esforzado, con la fuerza de Dios y de su gracia, confrontando los textos hebreos con las ediciones[12] para verificar la corrección de los errores, [Dios] lo sabe. Cuanto queremos hacer sobre lo que falta, Él lo conducirá por buen camino.

El trabajo necesario sobre el texto bíblico

1.3. En verdad, es necesario saber esto: aunque se presente como una contradicción alguna cosa tomada de la Escritura, no debemos pensar que sea así, sabiendo que o bien nosotros no lo comprendemos, o bien que se ha producido un error de transcripción. Por ejemplo, hemos constatado un contraste evidente en el tercer libro de los Reyes; en efecto, está escrito: “Roboam llegó a ser rey a la edad dieciséis años y reinó doce años sobre Jerusalén” (1 R 12,24ª LXX)[13]; y de nuevo: “Llegó a ser rey a la edad de cuarenta y un años y reinó diecisiete años sobre Jerusalén” (1 R 14,21 LXX). Ahora bien, es imposible que haya recibido el reino a la edad de dieciséis años y haya reinado por diecisiete años. Y si no hubiéramos hecho una cuidadosa investigación confrontando estas páginas con el resto de las ediciones, habríamos arriesgado pensar que hay un contraste en lo que está escrito, pero hemos encontrado que uno y otro fueron escritos de forma errónea.

El diablo conduce por caminos errados a quienes se atreven a corregir arbitrariamente las Escrituras

1.4. Por tanto, el diablo arma acechanzas también con las Escrituras, pero no por esto debemos precipitarnos a corregirlas. Incluso Marción se ha dejado llevar por semejante impulso y suponiendo que las Escrituras tuviesen errores y si hubiesen producido transcripciones erradas por obra del diablo, se ha permitido corregir la Escritura. Tomándose esta licencia, él quitó los elementos indispensables de los evangelios -el nacimiento del Salvador y también muchos otros como las visiones y las profecías-, y los elementos indispensables del Apóstol.

Leemos las Escrituras a partir de nuestra fe en Jesucristo y la Iglesia 

1.5. Por este motivo es más sensato que quien tiene fe -no solo por medio de las Escrituras cuanto por medio del mundo y del orden que en él hay-, en Aquel que ha creado el cielo y la tierra y todo lo que hay en estos, y cree en Jesucristo, no tanto a partir de los textos cuanto más bien por la evidencia de la fuerza propia de las Iglesias, de la abundancia de su fuerza que domina el mundo, llegue en un segundo momento a las Escrituras y después de esto pida de nuevo a Dios la gracia para no interpretar mal las Escrituras. 

La creación

1.6. Porque con el pretexto de las Escrituras ha penetrado muerte en abundancia en las almas. Todas las herejías toman sus propias ideas impías de las Escrituras y se esfuerzan por argumentar en base a ellas: a partir de los Evangelios, a partir de los Apóstoles, algunas herejías incluso a partir de la Ley, de los Profetas. No digo esto para acusar a las Escrituras, sino porque quisiera que la fe nazca en primer término no tanto en relación con las Escrituras cuanto en relación con la prueba más evidente que la Escritura: la prueba más evidente que la Escritura son el cielo, la tierra y cuanto en ellos se contiene.

La contemplación de las obras de Dios en la creación

1.7. Discutiendo con los secuaces de Marción recuerdo haber dicho: “Dado que tenemos delante dos opciones -creer en la Escritura, como ustedes dicen creer en el Padre, o bien creer en el Creador en virtud del cosmos y su orden-, ¿qué conviene hacer? Porque también si la Escritura no contiene esto, tornándose hacia el mundo y viendo su orden, sería más sensato creer en el Creador, antes que formular conjeturas sobre Dios como aquellas que tienen ustedes”. Y realmente estas palabras, según mi opinión, son capaces de impresionar a quien va en búsqueda de una prueba más evidente respecto a una menos eficaz. Es una prueba más evidente contemplar el cielo, las estrellas, el sol, la luna, los astros, la tierra y los animales de la tierra, el hombre que es su rey, y ornado así de tan grandes artes, admirar al ha hecho estas cosas y recibir al mensajero de esta enseñanza: Jesucristo, nuestro Salvador. 

Concluye la explicación del texto del evangelio según san Mateo

1.8. Y esto sea dicho como justificación, en virtud de las palabras que han sido escritas en el evangelio según Mateo: «Para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: “Abriré mi boca en parábolas, enunciaré problemas desde el inicio”» (Mt 13,35; Sal 77 [78],2).



[1] Origene. Omelie sui Salmi. Volume II. Omelie sui Salmi 76, 77, 80, 81. Introduzione, testo critico ridevuto, traduzione e note a cura di Lorenzo Perrone, Roma, Città Nuova Editrice, 2021, pp. 168-203 (Opere di Origene, IX/3b), en adelante: Origene. Cf. asimismo Origenes Werke Dreizehnter Band. Die neuen Psalmenhomilien. Eine kritische Edition des Codex Monacensis Graecus 314. Herausgegeben von Lorenzo Perrone in Zusammenarbeit mit Marina Molin Pradel, Emanuela Prinzivalli und Antonio Cacciari, Berlin/München/Boston, De Gruyter, 2015, pp. 351-366 (Die Griechischen Christlichen Schriftsteller der ersten Jahrhunderte [GCS] Neue Folge. Band 19). La subdivisión de los párrafos al igual que los subtítulos son un agregado nuestro.

[2] Origene, p. 168, nota 1.

[3] Cf. ibid., p. 170, nota 2.

[4] Cf. ibid., pp. 172-173, nota 3.

[5] Ibid., p. 174, nota 4.

[6] Ibid., p. 176, nota 5.

[7] Cf. Sal 31 (32),1; 51 (52),1; 52 (53),1; 53 (54),1; 54 (55),1; 73 (74),1; 87 (88),1; 88 (89),1; 141 (142),1.

[8] Lit.: hacen volver.

[9] En nuestras ediciones del Nuevo Testamento leemos: Para que así se cumpliera lo dicho por medio del profeta diciendo: “Abriré mi boca en parábolas, proferiré cosas que han estado escondidas desde la creación (o fundación) del mundo” (Mt 13,35).

[10] O: imagina, concibe (epinoeo).

[11] O: discrepancia (diaphonia).

[12] Es decir, las versiones del hebreo al griego.

[13] La LXX inserta después del v. 24 una larga adición, que comienza con este texto que cita Orígenes.