OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (770)

San Juan Bautista

1383-1384

Misal

Westminster Abbey, Londres

Orígenes, Homilías griegas sobre los Salmos

Homilía sobre el Salmo 74 (75)

Introducción

El cáliz de vino puro lo beberemos solo en el reino eterno. En la vida presente solemos mezclar buenas acciones y palabras con otras que no son de idéntica naturaleza. Por eso el cáliz que nosotros preparamos ofrece un vino “con mixtura” (§ 5.1).

Mientras caminamos en la vida presente, el vino no es puro por completo, sino mezclado. Es decir, no poseemos un vino exento de mezcla, carente de faltas. El Maligno, por el contrario, bebe el vino puro de maldad (§ 5.2).

En un final conciso, Orígenes afirma que Jesucristo destrozó con su poder “los cuernos”, es decir, las fuerzas, de los pecadores, pero elevó el poder de los justos (§ 6).

Texto

“Una mixtura pura”

5.1. Por tanto, “En la mano del Señor está un cáliz de vino puro, lleno de mixtura, y lo ha versado a uno y otro lado” (Sal 74 [75],9). Porque es necesario que no solo recibamos el cáliz de los males, sino que se verse de este cáliz en aquel otro, para que nosotros, que somos pecadores, lo bebamos “lleno de mixtura”. Alguien, antes que nosotros, se ha preguntado: si hay mixtura, ¿cómo es puro? Y si es puro, ¿cómo es que hay mixtura? Mira si es posible comprender las palabras de la siguiente forma: también nosotros, hablando de nuestro cáliz sensible solemos decir: “Has mezclado de una manera más pura”; “has mezclado de una manera más pura”, puesto que alguien ha versado un poco de agua, pero mucho más vino y es posible encontrar vino puro lleno de mixtura. Entre quienes beben, algunos mezclan de una manera más pura, otros no lo hacen así. Por consiguiente, todos aquellos que son pecadores, dado que a veces han hecho cosas buenas, no beben simplemente vino puro, sino que beben una mixtura pura; en cambio, aquellos que han realizado acciones buenas en una cantidad mayor, si beben el cáliz de su pecado, lo beben como un vino puro lleno de mixtura, sino, si puedo expresarme así, como un cáliz de vino bien mezclado o con poca mixtura. Sin embargo, la mezcla deriva solo de las acciones. Y como los fármacos se mezclan unos con otros, en proporción a la cantidad y a la cualidad del empleo de los medicamentos se combina todo juntamente y resulta una medicina compuesta con sus diversas cualidades, así también es necesario que en el cáliz que deberemos beber se ponga la especie de cada pecado, e incluso de toda palabra vana. En efecto, también la palabra vana llegará a ser absolutamente juzgada (cf. Mt 12,36)[1], al igual que la maledicencia, la injuria y cualquier otra cosa que hayamos hecho. 

“El vino puro de la maldad”

5.2. “En la mano del Señor está un cáliz de vino puro, lleno de mixtura, y lo ha versado a uno y otro lado, pero su sedimento no ha sido vaciado” (Sal 74 [75],9). En efecto, no se nos ha dado en heredad la ira del Señor: si no pecamos, no hay sedimento. “Lo beben todos los pecadores de la tierra” (Sal 74 [75],9)[2], no algunos sí y otros no, sino “todos los pecadores”. ¿Qué sentido tienen aquí las palabras “de la tierra”? Porque no ha dicho simplemente: “Lo beben todos los pecadores”, sino “lo beben todos los pecadores de la tierra”. Tal vez, entonces, “los pecadores de la tierra” beben del “cáliz de vino puro, lleno de mixtura”, pues ninguno de aquellos que están sobre la tierra lo tiene puro, no mezclado con algo. Pero la potestad enemiga no bebe del “vino puro, lleno de mixtura”, sino que bebe el vino puro de la maldad.

Conclusión

6. “Pero yo proclamaré para siempre, cantaré al Dios de Jacob” (Sal 74 [75],10), nuestro Maestro y Señor posee tantas enseñanzas para proclamarlas no por diez años, como hace el gramático y que después no tiene más que enseñar, y tampoco como el filósofo que transmite la tradición y nada nuevo tiene para decir. En cambio, las enseñanzas de Cristo son tan abundantes que Él las proclama por toda la eternidad. Y comprende las palabras “para siempre” también respecto de lo que sigue: “Y quebraré todos los cuernos de los pecadores” (Sal 74 [75],11). ¿Y qué haré?: “Quebraré todos los cuernos de los pecadores”. Por esto, entonces, “no eleven su cuerno” (Sal 74 [75],6). Porque nuestro Señor Jesucristo “quebrará los cuernos de los pecadores, pero levantará los cuernos de sus justos” (Sal 74 [75],11) mediante la gracia de Dios omnipotente en Cristo Jesús, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

 


[1] El texto de Mateo se refiere a toda palabra mala, que calumnia sin fundamento. Argos logos: palabra ociosa.

[2] O: “bebieron todos los pecadores de la tierra” (cf. La Biblia griega Septuaginta, p. 111).