OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (703)

Parábolas de la construcción de la torre

y del rey que sale a combate

1450-1475

París (?)

Orígenes, Homilías griegas sobre los Salmos

Homilía II sobre el Salmo 36 (37)

Introducción

En el inicio del sexto párrafo, Orígenes presenta una de sus tesis fundamentales contra los gnósticos y los marcionitas: no hay “antítesis” entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino que es un mismo y único Espíritu el inspirador de ambos. En consecuencia, las palabras del Evangelio se encuentran, en una cierta medida, ya anticipadas en el Salterio, que además, en el caso presente, agrega el nexo entre mansedumbre y paz[1] (§ 6.1).

Para recibir la heredad  que el Señor Jesús nos ha prometido, el cristiano necesariamente debe hacer una opción radical para vivir en la auténtica mansedumbre, la que Cristo enseñó con sus palabras y su vida; y, al mismo tiempo, tendrá que abandonar definitivamente la ira (§ 6.2).

Texto

Deleitarse en la abundancia de paz

6.1. “Pero los mansos heredarán la tierra” (Sal 36 [37],11). Contra los valentinianos y otros herejes, que piensan que el Salvador haga afirmaciones que no están dichas en las antiguas Escrituras, hemos aprendido de uno de los ancianos a presentar ese texto para refutar la enseñanza de ellos. Porque lo dicho en el Evangelio: “Bienaventurados los mansos” (Mt 5,5), fue dicho antes por David bajo la acción del mismo Espíritu que también estaba en Cristo. En efecto, el Espíritu Santo estaba en el pasado y ahora en nuestro Salvador. “Los mansos, dice (el Evangelio), heredarán la tierra” (Mt 5,5). La profecía hace un agregado a lo que dice el Evangelio; pues no solo “los mansos heredarán la tierra”, sino que también “se deleitarán en abundancia de paz” (Sal 36 [37],11). Por tanto, los hombres corpóreos, terrenos y carnales, que se deleiten con lo que procura la embriaguez, que se deleiten con los alimentos que perecen[2], no queriendo abstenerse todavía del vientre que perece (cf. 1 Co 6,13). En cambio, los santos, en vez de estas delicias, que han despreciado, se deleitan en la abundancia de paz.

6.1. “Pero los mansos poseerán la tierra” (Sal 36 [37],11). Contra los valentinianos y los otros herejes que piensan que mi Salvador dice en el Evangelio cosas que no se encuentran en las Escrituras antiguas[3], lo que este versículo manifiesta, como también nosotros lo aprendimos de un cierto presbítero, hay que presentarlo para convencerlos. En efecto, lo que se dice en el Evangelio: “Felices los mansos porque ellos poseerán la tierra” (Mt 5,5), mira cómo ya antes el Espíritu Santo lo dijo por David, más bien es Cristo mismo quien ahora dice en los Evangelios: “Felices los mansos, porque poseerán la tierra en herencia” (Mt 5,5). El profeta en verdad agrega asimismo algo más que lo que leemos en el Evangelio, diciendo: “Y se deleitarán en la abundancia de paz” (Sal 36 [37],11). Aquí el griego utiliza la misma palabra sobre la que hablamos antes[4]: katatryphesoysin, es decir, “tomarán sus delicias”, más bien que “se deleitarán”. Por consiguiente, “los mansos tomarán sus delicias -o se deleitarán- en una abundancia de paz” (Sal 36 [37],11). Si quienes son hombres carnales se deleitan en los alimentos que serán destruidos con su vientre, como también dice el Apóstol: “Los alimentos son para el vientre y el vientre para los alimentos, pero los destruirá a ambos” (1 Co 6,13)”; los santos, en cambio, desprecian estas delicias y las rechazan: tienen sus delicias en la abundancia de paz.

“Los mansos heredarán la tierra”

6.2. La paz, en efecto, es una delicia[5] y no poca paz, sino abundancia de paz, aquella paz que, como promete la Palabra, habrá en los días de Cristo. Pues “una abundancia de paz habrá” en los días de Cristo, “hasta que no haya luna[6]” (Sal 71 [72],7). Y entonces “se deleitarán en la abundancia de paz” (Sal 36 [37],11) los que hayan escuchado las palabras: “Detén la ira y abandona el furor” (Sal 36 [37],8). Porque “los mansos heredarán la tierra y se deleitarán en abundancia de paz” (Sal 36 [37],11). Y es necesario saber que la mansedumbre y la ira se oponen diametralmente entre sí. Donde hay ira, de ninguna manera puede haber paz; donde hay mansedumbre de ningún modo puede haber ira. Por tanto, donde hay mansedumbre, allí está la delicia de la abundancia de paz. Pues los mansos se deleitarán heredando la paz, y “los mansos se deleitarán, recibiendo en herencia la tierra, en la abundancia de paz” (Sal 36 [37],11)[7].

6.2. Y abundancia de paz habrá, se dice, en los días de Cristo. Pues así está escrito: “Y habrá mucha paz en sus días hasta que la luna sea quitada” (Sal 71 [72],7). Por tanto, quien “pone fin a la ira y abandona la indignación” (Sal 36 [37],8), y su alma no se irrita con ira, ni utiliza palabras iracundas; y no solo externamente, sino también en su interior está totalmente en paz, y no cede ante quien provoca a la iracundia, y no se la provoca él mismo a otros, sino que conserva la paz en sí mismo y con los demás; si, tal vez, hay quienes están en desacuerdo, quien los exhorta a amar la mansedumbre, es custodio de la paz y todo lo modera para que ella sea muy estable, éste “toma sus delicias, o se deleita, en una abundancia de paz” (Sal 36 [37],11).



[1] Origene, p. 257, nota 14.

[2] O: que se destruyen.

[3] Antiquis Litteris.

[4] Cf. Homilía sobre el salmo 36,I,4.2.

[5] O: un deleite (tryphe)

[6] Otras traducciones: hasta que se desvanezca la luna; o más literal: mientras la luna no sea removida.

[7] Cf. Orígenes, Homilías sobre el libro de los Jueces, I,1.2: «Escucha lo que el profeta predijo sobre los días de nuestro Señor Jesucristo: “En sus días brotarán la justicia y la abundancia de la paz hasta que no haya más luna” (Sal 71 [72],7). Si aceptamos que los días en que el Salvador habitó en la tierra fueron días de justicia y día de paz, ¿cómo probaremos que brotaron días de justicia para aquellos que lo crucificaron y no acogieron su advenimiento y la fe? ¿O cómo la abundancia de paz en esos días habrá podido existir entre quienes lo entregaron a la muerte con acusaciones falsas? ¿Cómo aparecerá que brotaron días de justicia y días de paz en aquellos cuyos espíritus se hallaban en las tinieblas de la injusticia y del furor? E incluso, si se relaciona con los días que el Salvador vivió en la carne lo que está escrito: “En esos días brotarán la justicia y la abundancia de paz” (Sal 71 [72],7), puesto que ahora aquellos días no existen, luego, ni brota su justicia y la abundancia de paz de Cristo no se encuentra entre quienes tenían fe y religión. Más bien, cada uno, por sus actos y su género de vida adquiere para sí días, bien de injusticia y guerra, bien de justicia y paz».