OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (685)

Jesucristo resucitado se aparece a sus discípulos

en el lago de Tiberíades

Hacia 1230-1250

Biblia

Oxford, Inglaterra

Orígenes, Homilías griegas sobre los Salmos

Homilía I sobre el Salmo 15 (16)

Introducción

La primera parte del párrafo sexto es una lectura cristológica del versículo tres del salmo quince. Una lectio realizada en clave de historia de salvación: las maravillas que Dios realizó en favor del pueblo de Israel en Egipto y en el desierto, son superadas ampliamente por las que hizo Jesús-Josué en la Tierra Santa, y estas últimas son, a su vez, figura de las que realizó Jesucristo para conducirnos a la Tierra prometida (§ 6.1-4).

La segunda parte del mismo párrafo nos entrega una lectura eclesiológica. Para este aporte Orígenes recurre a una explicación alegórica de la última parte del versículo tres del Salmo: “las voluntades de Dios”. Señalando que dicha afirmación se refiere a quienes están en la Iglesia (§ 6.5-6). Pero, al mismo tiempo, no omite decir que la primera explicación, la que denominamos cristológica, es “más elevada”. Porque nos permite comprender, en esperanza (parcialmente), lo que sucederá cuando se manifiesten plenamente “todas las voluntades de Dios” (§ 6.6).

Texto

Las maravillas de Dios

6.1. Si por una hipótesis tuvieses necesidad de mis bienes, considera las palabras que siguen: “Ha hecho maravillas a favor de los santos que están en su tierra” (Sal 15 [16],3). No a todos el Padre manifiesta las maravillas, sino solo a los santos, y a estos no cuando están fuera de su tierra, sino cuando se hallan en su tierra. Si puedes ascender a la tierra verdadera, la que Dios ha prometido, aquella de la cual es símbolo sobre la tierra (la tierra) de Judá, sube a ella y comprobarás que, hasta que no hayas llegado a la tierra que es verdadera tierra, a la tierra que es realmente abundante, a la tierra que verdaderamente mana leche y miel (cf. Ex 3,8), hasta que no hayas llegado a la heredad de los pacientes, conforme a las palabras del Señor: “Bienaventurados los pacientes, porque heredarán la tierra” (Mt 5,5), todavía no ves las maravillas de Dios. Aunque si te parece ver tales maravillas como aquellos que las vieron con Moisés, o como las vio Moisés mismo, tú ves maravillas fuera de la tierra de Dios, maravillas por medio de un espejo y en enigma, y no las maravillas cara a cara (cf. 1 Co 13,12).

Ver las maravillas de Dios en la tierra

6.2. Esfuérzate por ver los bienes de Dios. ¿Quién puede llegar a la tierra de Dios, sino el que ha salido de la tierra de Egipto, y ha merecido que sus miembros no cayesen en el desierto (cf. Hb 3,17; Nm 14,29), porque no ha cometido los pecados que cometieron quienes salieron de la tierra de Egipto antes de llegar a la Tierra Santa? Si quieres llegar a la Tierra Santa y ver las maravillas de Dios, hazte como Caleb, hijo de Iefún (cf. Nm 13,6); hazte como Jesús, hijo de Nun (cf. Jos 1,1); hazte como el sacerdote Eleazar (cf. Ex 28,1); hazte como Finees el zelote, hijo del sacerdote Eleazar (cf. Ex 6,25; Nm 25,7-13). Así llegarás a ver las maravillas de Dios en la tierra.

Las maravillas de Dios en Egipto, en el desierto y en la tierra prometida

6.3. La palabra está para devenir audaz, y muy audaz, capaz de escandalizar a quien no está dispuesto para un cuidadoso examen de la entera visión de los bienes. El pueblo ha visto las maravillas de Dios en la llanura de Tanis (cf. Sal 77 [78],12. 43), entonces, ¿cómo pueden ser verdaderas las palabras: “Ha hecho maravillas para los santos que están sobre la tierra?” (Sal 15 [16],3). El pueblo ha visto las maravillas de Dios en la tierra del desierto, aquellas transcritas en el Éxodo, en el Levítico, en los Números. ¿Cómo puede ser verdad, como si fuera algo extraordinario, que Dios ha hecho maravillas para los santos que están sobre la tierra? Pero si comparas las maravillas realizadas por medio de Jesús (Josué) cuando llegó a la Tierra Santa, pero todavía no la tenía en heredad, verás que no hay comparación entre las maravillas en la Tierra Santa y las maravillas en Egipto, en la llanura de Tanis, o las maravillas en el desierto. ¿Qué hay el desierto o en Egipto semejante al milagro realizado por Jesús (Josué) con las palabras: “Que se detenga el sol junto a Gabaón y la luna junto al valle de Ailón” (Jos 10,12)? ¿Qué milagro tan grandioso es la separación de las aguas del Mar Rojo en comparación con la separación de las aguas del Jordán, que además son aguas dulces? Y si eres capaz de comparar entre ellas todas las maravillas, aquellas realizadas por Moisés y las realizadas por Jesús (Josué), verás que son verdaderas las palabras: “Ha hecho maravillas para los santos que están sobre la tierra” (Sal 15 [16],3). 

La heredad por medio de Moisés y por medio de Josué

6.4. De la misma manera, si comparas heredad con heredad, aquella (recibida) por medio de Moisés y la (recibida) por medio de Jesús (Josué), esta es mucho mayor y más divina que aquella (recibida) por medio de Moisés. La heredad (recibida) por medio de Moisés se hizo efectiva más aquí y de este lado del Jordán, y se cumplió para aquellos que poseían muchos animales, es decir, la tribu de Rubén, la tribu de Gad y la mitad de la tribu de Manasés (cf. Jos 13,8). Estos no recibieron la heredad por medio de Jesús (Josué). En cambio, la (recepción) de la heredad por medio de Jesús (Josué; cf. Jos 14,1) se realizó para la tribu real de Judá (cf. Jos 15,1), para la tribu de Efraím (cf. Jos 16,5), para las otras tribus y para la tribu de Benjamín, donde está el templo de Dios (cf. Jos 18,11-20). Como una heredad confrontada con la otra difiere mucho, del mismo modo “ha hecho maravillas para los santos que están sobre la tierra” (Sal 15 [16],3).

Las “voluntades” de Dios

6.5. Sin embargo, si quieres comprender de manera diferente de qué modo Dios ha hecho maravillas para los que están sobre la tierra, en tanto que no las hace para quienes están fuera de la tierra, comprende en sentido alegórico la tierra de Dios como la Iglesia. Si te hallas dentro de los límites de la Iglesia, gozas de las maravillas de Dios. En cambio, si sales fuera de los límites de la Iglesia, y lo haces cada vez que pecas, no gustas de las maravillas de Dios. Por eso se ha dicho: “El Señor ha hecho maravillas para los santos que están sobre la tierra, todas sus voluntades están en ellos” (Sal 15 [16],3). ¿Quiénes son estos? “Los que están en la tierra de Dios; pero sin que ninguna de mis voluntades (estén) en ellos o en otros, no están (mis voluntades) en ellos”.

“Mis voluntades estarán en ellos”

6.6. Co la segunda explicación, todas las voluntades de Dios están en aquellos que se hallan en la Iglesia, o bien con la primera y más elevada, todas las voluntades de Dios están en aquellos que llegan a la Tierra Santa, donde el Señor ha hecho maravillas con sus voluntades. Ahora, de hecho, todas las voluntades de Dios no están todavía en ellos de forma plena y exacta. Escucha, en efecto, por qué motivos no todas las voluntades de Dios están ya aquí antes de llegar a la Tierra Santa: porque “nosotros conocemos parcialmente y profetizamos parcialmente” (1 Co 13,9). ¿Cómo es posible, por consiguiente, que todas las voluntades de Dios estén el aquel que solo conoce parcialmente? Todas las voluntades de Dios se manifestarán “cuando llegue lo que es perfecto y lo que en parte será destruido” (1 Co 13,10). Por eso “ha hecho maravillas para los santos que están en su tierra y, dice, todas mis voluntades estarán en ellos” (Sal 15 [16],3).