OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (679)

Parábola de la higuera

Hacia 1430

La Haya, Países Bajos

Orígenes, Homilías sobre el primer libro de Samuel

Homilía V: De Orígenes sobre el primer libro de los Reinos (1 S 28,3 ss.)

Introducción

Orígenes, siguiendo de cerca el texto bíblico, señala que Saúl conoció (o: comprendió) que era Samuel mismo quien se le había aparecido. Y este lo interroga queriendo saber por qué lo ha evocado por medio de la nigromante, para terminar recordándole que Dios se ha apartado de él, Dios ha abandonado a Saúl (§ 4.5-6).

El texto sobre la nigromante, sostiene Orígenes, exige un atento examen de la historia misma, para saber también qué le espera al cristiano después de su muerte y de su partida de este mundo. Y afirma que ninguna de las dos tesis examinadas se presenta completamente satisfactoria: la que niega que no se trate en verdad de Samuel subiendo desde el Hades; y la que sostiene que sí es Samuel mismo quien habla con Saúl. Pero esta última se va perfilando como la más aceptable (§ 4.7).

Para demostrar que realmente fue Samuel quien subió del Hades, se pone en evidencia la magnitud, la importancia, de las afirmaciones que el profeta le transmite al rey. Todo lo que le anuncia es imposible que lo supiera un pequeño demonio (§ 5.1-3).

Texto

Saúl conoció

4.5. “Saúl conoció[1] que era Samuel” (1 S 28,14b). Si no era Samuel debiera estar escrito: “Saúl supuso que era Samuel”, pero está escrito: “Saúl conoció”. Nadie conoce lo que no existe.

Samuel respondió

4.6. “Saúl, por tanto, conoció que era Samuel, y cayó rostro en tierra y se prosternó” (1 S 28,14b). Después, de nuevo, (dice) el que habla en las Escrituras[2]: «Dijo Samuel: “¿Por qué has turbado mi reposo haciéndome subir?”» (1 S 28,15a). “Samuel dijo”, es la Escritura la que lo afirma, a la cual es necesario creerle. «Samuel dice: “¿Por qué has turbado mi reposo haciéndome subir?”». Después Saúl responde: “Estoy muy atribulado. Los filisteos combaten contra mí, y Dios se alejó de mí, ya no me responde ni por medio de los profetas, ni en los sueños. Te he llamado para que me muestres qué debo hacer” (1 S 28,15b). De nuevo la Escritura no dice otra cosa sino que Samuel mismo afirmó: “¿Y para qué consultarme? El Señor se ha alejado de ti” (1 S 28,16). Diciendo esto, ¿dice la verdad o miente?

Nuestro éxodo de esta tierra

4.7. “El Señor se ha alejado de ti y se ha vuelto contra ti, y ha elegido a otro, como lo ha dicho por mi intermedio, y arrancará el reino de tu mano” (1 S 28,17). ¿Un pequeño demonio  profetiza sobre el reino de Israel[3]? ¿Qué dice la tesis contraria? Miren qué dificultades presenta la palabra de Dios. Dificultades que necesitan oyentes que puedan escuchar enseñanzas santas grandes e indecibles sobre la partida de aquí abajo[4]. En el tema que ahora estamos las objeciones se acumulan contra la tesis precedente, y la segunda no está suficientemente clara. Pero no hemos terminado el examen del texto. Por eso digo que son necesarios el sentido histórico y su examen, a fin de ver qué nos espera después de la partida de aquí abajo.

¿Qué puede saber un pequeño demonio?

5.1. “El Señor ha hablado por mi intermedio. Él arrancará de tu mano el reino y se lo dará a tu vecino, a David” (1 S 28,17). Un pequeño demonio no podía saber que David había sido consagrado rey por el Señor (cf. 1 S 16,1-13). “Porque no has escuchado la voz del Señor, no has ejecutado la indignación de su ira sobre Amalec” (1 S 28,18a). ¿Estas palabras no son de Dios? ¿No son verdaderas? Ciertamente Saúl no hizo la voluntad del Señor, sino que rodeó de cuidados al rey Amalec, dejándolo con vida (cf. 1 S 15,9), como Samuel se lo reprochó a Saúl antes de su muerte y en el momento mismo en que este iba a morir (cf. 1 S 15,16-23; 28,16-19).

5.2. “Y por ello el Señor ha dado esta sentencia contra ti en este día; y el Señor entregará a Israel a los filisteos” (1 S 28,18-19). ¿Puede un pequeño demonio profetizar sobre el entero pueblo de Dios y decir que el Señor tiene la intención de entregar a Israel?

5.3. “Ciertamente, el Señor entregará el ejército de Israel a los filisteos. Apresúrate, Saúl, mañana tú y tus hijos estarán conmigo” (1 S 28,19). ¿Esto es algo que un pequeño demonio pueda saber, que David había recibido la unción con el aceite profético, que mañana Saúl iba a dejar esta vida y con él sus hijos: “Mañana tú y tus hijos estarán conmigo”?



[1] O: comprendió (egno).

[2] Lit.: “el personaje (o: el rostro) de la Escritura”, que designa al narrador, que en la Sagrada Escritura es el Espíritu Santo (cf. SCh 328, nota 1, p. 183).

[3] “Las palabras de la nigromante son atribuidas al demonio que reside en ella y habla por medio de su voz (por eso la LXX la llama eggastrimythos, es decir, ventrílocua). Esta concepción deriva de las ideas griegas sobre los oráculos, y especialmente sobre la Pitonisa” (SCh 328, p. 184, nota 1). Cf. Orígenes, Contra Celso VII,3: “Aceptemos no ser invenciones ni pretensiones de gentes que pretenden estar inspirados de Dios los oráculos de la Pitia y demás; pues veamos si, aun concedido eso, nos pueden demostrar quienes con amor a la verdad examinan las cosas que, aun quien acepte la realidad de esos oráculos, no tiene por qué aceptar que hay en ellos dioses de ninguna especie; sí, por lo contrario, ciertos démones malos y espíritus hostiles al género humano que impiden la ascensión del alma y su progreso en la virtud y el establecimiento de la verdadera piedad para con Dios...”. Y también, ibid. IV,92: “Según nuestra explicación, hay ciertos démones malos, de raza, por decirlo así, titánica o gigantea, que fueron impíos con la verdadera divinidad y los ángeles del cielo, cayeron de él y se revuelcan ahora sobre la tierra entre los cuerpos más gruesos e impuros. Tienen alguna penetración de lo futuro, como desnudos que están de los. cuerpos terrenos, y a obra como ésa se entregan con intento de apartar del Dios verdadero al género humano; para ello entran en los más rapaces y feroces de entre los animales y también en otros más astutos, y los mueven a lo que quieren y a donde quieren; o bien impulsan la fantasía de ellos a tales vuelos o movimientos. El fin que en ello persiguen es que los hombres, cautivos por la virtud mántica que pueda darse en los animales irracionales, dejen de buscar al Dios que lo abarca todo, ni traten de inquirir la religión pura, sino que caigan con su razón a la tierra, a las aves y serpientes y hasta a zorras y lobos...”.

[4] Lit.: éxodo.