OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (642)

Jesús predicando en la sinagoga

Siglo XIX

Francia

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué

Homilía XXV: Sobre las ciudades dadas a los levitas y sus suertes (Jos 21,1 ss.)

Introducción

La homilía comienza recordando el diezmo que correspondía a los levitas, conforme al mandato del Señor. Pues a ellos solo Dios les bastaba (§ 1.1).

Para recordar la orden del Señor, los levitas presentan su petición de las ciudades para habitar y los predios para su ganado (§ 1.2).

La distribución de los respectivos lotes para los levitas se debía realizar asimismo echando suertes. Pero de una forma especial o peculiar: según “una ley interna”, para repartir esas heredades dentro de las tribus mismas de Israel (§ 1.3).

En el § 1.5, comienza el desarrollo sobre los rangos u orden de importancia en la tribu de Leví. Lo cual es confirmado y completado mediante el recurso al Libro de los Números (§ 1.6). Así se constata el orden y encadenamiento admirables de las Escrituras Sagradas (§ 1.7).

Texto

La heredad de los levitas

1.1. Todos los hijos de Israel recibieron sus lotes en la tierra; pero a los levitas solo Dios les basta como heredad (cf. Jos 13,14. 33; Nm 18,20-24; Dt 18,2). Sin embargo, puesto que los levitas recibieron de los hijos de Israel el diezmo y las primicias de los frutos de la tierra, según el precepto de Dios, les faltaba recibir igualmente, si puedo expresarme así, el diezmo de los habitáculos del país. Por eso recibieron el diezmo de todo (cf. Gn 14,20; Hb 7,2)

La petición de los levitas

1.2. Y por eso «los principales varones entre los hijos de los levitas se presentaron al sacerdote Eleazar, a Jesús, hijo de Nave, y a los príncipes de las tribus de los hijos de Israel en Silo (Selon), en el país de Canaán, y les dijeron: “El Señor ha ordenado por medio de Moisés que se nos dieran ciudades para habitar y campos próximos a las ciudades para nuestros animales”» (Jos 21,1-2).

Características especiales de la distribución de los lotes para los levitas

1.3. Era necesario echar la suerte también sobre los campos próximos a las ciudades y sobre las ciudades, para que la división realizada entre los levitas no se viera sin ningún discernimiento y fortuita. Por tanto, debía ser como el echar a suerte practicado entre los hijos de Israel; es decir, una suerte de ley interna que atribuyera los lotes según el mérito de cada uno -tema que hemos tratado, en la medida de nuestras fuerzas, hace algún tiempo[1]; y también hablamos de quienes recibieron la herencia de manos de Moisés al otro lado del Jordán, y de los que la recibieron de Jesús en la tierra prometida-. El primer lote se concedió a Benjamín (cf. Jos 18,11), después cada uno recibió su parte hasta Dan, que fue el último (cf. Jos 19,40). Así, era necesario que, de la misma manera, hubiera una suerte de ley interna en la distribución de los lotes para los sacerdotes y levitas, para dirigir las suertes y que cada uno se viera recibir un lugar según su rango; primero, segundo, tercero.

El orden de importancia en la tribu de Leví

1.5. Nos dice la Escritura: “Los hijos de Leví eran Gersón, Chaat y Merarí” (Gn 46,11). Y nos muestra que el primer honor lo tenía Chaat, porque sus hijos eran Amrán, Moisés, Aarón y María (cf. Ex 6,19-20 LXX)[2]. Por eso de Chaat que surgió en el pueblo (el orden) sacerdotal, es decir, Aarón y sus hijos. Pero Moisés puede ser colocado en el orden sacerdotal; o bien, si hubiera un rango más alto, por encima de los sacerdotes; mas diversa es la situación de sus hijos. Los otros hijos de Chaat, que proceden de Isacar, Chebron y Oziel (cf. Ex 6,18)[3], ocuparon un lugar conforme a su rango en la tribu de Leví (cf. Jos 21,4-5).

El testimonio del Libro de los Números

1.6. Esta diferencia entre el primer y segundo orden, y entre el tercero y el cuarto, ya antes la observamos en el libro de los Números[4]. Puesto que, después que las doce tribus fueron distribuidas por las cuatro partes del orbe de la tierra para custodiar el arca de la alianza del Señor, y tres fueron colocadas al Oriente, tres del lado de África o meridiano, tres hacia el costado del mar, es decir, al Occidente, y tres hacia el Aquilón, que es el lado septentrional (cf. Nm 2,2 ss.); así también los levitas fueron repartidos en el mismo orden según los cuatro puntos cardinales. Y al Oriente, donde se hallaba la tribu de Judá, que era la primera entre todas, se colocaron Aarón y sus hijos (cf. Nm 3,38). En cambio, los demás hijos de Chaat fueron establecidos para llevar sobre sus hombros el arca de la alianza del Señor (cf. Nm 4,15); y para tocar la trompeta, de modo que “con los primeros sonidos de la trompeta, se movieran los campamentos que estaban al oriente; con el segundo, los que estaban en el meridiano se levantaran; con el tercero, los de occidente, con el cuarto, los del aquilón” (Nm 10,3 ss. LXX).

El orden las Sagradas Escrituras

1.7. Ves el orden y encadenamiento admirables que conservan las santas Escrituras. Nada se gesta sin motivo, razón y orden. Penetra diligentemente y en toda la Escritura hallarás este mismo orden. Pero si para ti es difícil recorrer con el ojo atento del corazón todos los libros (de la Escritura), al menos en este pasaje entrégate a un más profundo estudio del relato.



[1] Cf. Hom. XXIII.

[2] Amrán fue hijo de Chaat; y Aarón, Moisés y María fueron hijos de Amrán (cf. Ex. 6,20).

[3] Según la LXX: Isaar, Chebron y Oziel (o: Isar, Hebrón y Uziel).

[4] Cf. Homilías sobre el libro de los Números, IV,1.4: «Cuando los hijos de Leví se dividieron en tres órdenes, y cada orden fue censado bajo los nombres de los tres jefes, también en estas realidades se añaden algunas diversidades no exentas de misterios. Porque se considera el primer orden, y con razón, el de los hijos de Caath (cf. Nm 4,2); puesto que de él descienden Moisés y Aarón, a los cuales se confía el sumo sacerdocio. “Porque de aquél nació Amrán, y de Amrán (nacieron) Moisés y Aarón” (cf. Nm 26,59). El segundo orden es el de Gersón, sin duda (es) el primero en el nacimiento, pero se considera el segundo en rango, puesto que así dice la Escritura: “Los hijos de Leví: Gersón, Caath y Merarí” (Nm 3,17). Pero de los hijos de Caath salen otros dos órdenes: los que descienden de Aarón, ejercen el sacerdocio (cf. Nm 3,4), en cambio la parte restante se ordena a servir a los sacerdotes (cf. Nm 3,6 ss.); de ahí que los oficios de los levitas se dividan en cuatro partes: para ejercer el sacerdocio, Aarón y sus hijos (cf. Nm 3,3); los restantes del pueblo de Caath, para que lleven en sus hombros al Santo de los santos (cf. Nm 4,4; 7,9); los hijos de Gersón procuran las cosas que pertenecen al tabernáculo del testimonio o a sus atrios, y las pieles o también los velos y cualquier cosa que sea menos sólida y más ligera de peso (cf. Nm 4,24-28); en cambio las columnas del tabernáculo, sus bases y cerrojos las llevarán los hijos de Merarí (cf. Nm 4,29-33). Por eso también la Escritura, al referirse a ellos, los recuerda expresamente, para que se reconozca la fuerza de Merarí, porque se requiere fuerza para llevar de ese modo tales cargas».