OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (629)

La Resurrección de Cristo

1460-1470

Gradual

Brescia, Italia

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué

Homilía XIX: Sobre los límites de la tribu de Judá (Jos 15,1 ss.)

Introducción 

La presente homilía comienza con la interpretación espiritual del texto: “cesó la guerra”. Para poder obtener la heredad que Jesús distribuye, “la carne de nuestra tierra” debe estar en paz, sin guerras, sin luchas (§ 1).

Orígenes advierte ciertas dificultades para la interpretar la división de la heredad, pues solo se mencionan dos fronteras o límites (§ 2.1).

Las traducciones de los nombres de Idumea y Sin indican las realidades terrenas y las tentaciones respectivamente (§2.2).

La extensión de las fronteras recuerda la necesidad de atravesar diversas regiones para llegar hasta el lote de la tribu real, la de Judá, del la cual salió el Señor (§ 3.1).

La continuación del tema de los límites le permite a Orígenes desarrollar un verdadero itinerario de vida espiritual, valiéndose de los nombres de los lugares que presenta la Sagrada Escritura. Así, partiendo de los terrestre o terrenal, pasando por las tentaciones, pisando y evadiendo los escorpiones se arriba a la santificación (§ 3.2-4).

Texto

Cesó la guerra en el país

1. Moisés distribuyó la heredad, y Jesús repartió también la heredad. Pero no está escrito en la división de la heredad por Moisés que “cesó la guerra en el país”; en cambio, la distribución de Jesús es presentada por un preámbulo: “Y cesó, dice (la Escritura), la guerra en la tierra” (Jos 14,15). Por tanto, si tú también quieres se digno de obtener de Jesús la heredad y recibir de él tu parte, es necesario que primero termines todas las guerras y te establezcas en la paz, para que también de la carne de tu tierra se diga que “cesó en la tierra la guerra”.

Las dos fronteras

2.1. En seguida, aunque la costumbre de las Santas Escrituras es nombrar las cuatro partes del orbe de la tierra, que se denominan límites o puntos cardinales, en la descripción de los límites de la tribu de Judá, sin embargo, se nombran solo dos y se silencian los otros. Pues así está escrito: “Y se establecieron los límites de los hijos de la tribu de Judá según sus familias, desde los confines de Idumea, desde el desierto de Sin hacia el occidente” (Jos 15,1). Y cuando describió los límites hacia el occidente, entonces nuevamente dice: “Y desde el oriente, afirma (la Escritura), todo el Mar Salado (Jos 15,5), y calla las otras dos partes, es decir, el septentrión y el meridiano[1]. Ves, por tanto, que están llenas de misterio estas palabras. Aunque no podemos entenderlas o explicarlas a cada una de ellas, tratemos de examinarlas a cada una según lo que el Señor se digne proveernos y lo que logremos entender.

Las cosas terrenas y las tentaciones

2.2. “Fueron, dice (la Escritura), constituidos los límites de Judá, según sus familias, desde los confines de Idumea hasta el desierto de Sin hacia el occidente” (Jos 15,1). Por consiguiente, los confines de Judea están próximos a los límites de Idumea. Pero Idumea, como ya a menudo lo dijimos, se traduce por terrestres. Por ende, después de las realidades terrenas siguen inmediatamente los confines de Judea. Pero, dice (la Escritura): “Hasta el desierto de Sin”. Y Sin se traduce por tentaciones[2]. Después de las tentaciones se alcanzan los confines de los límites de la heredad de Judea. Se nombran Oriente y Occidente, y los lugares vecinos que antes dijimos que son limítrofes. Pero también el valle de Egipto (cf. Jos 15,4), que se designa vecino de las regiones occidentales, que se encuentra desde el desierto hacia occidente. En cambio, hacia el Oriente los límites están rodeados del Mar Salado.

Salió de Judá

3.1. Después de esto dice (la Escritura): “Desde las colinas que se extienden hacia occidente; y desde allí se asciende hacia occidente hasta Cadés Barnea” (Barne; cf. Jos 15,2-3). Y así se extiende desde el occidente hacia el occidente de Cadés. Estas son las fronteras, desde la parte de África, y desde allí se extienden hasta el valle de Egipto. ¿Ves cómo en esas partes occidentales habla de Africus, Egipto y el ocaso? Sin duda para esto: que cada uno sepa que debe pasar y atravesar (esas regiones) para así después llegar a la tribu real, sobre la cual dice el Apóstol: “Es cierto que nuestro Señor salió de la tribu de Judá” (Hb 7,14).

Atravesar el desierto de las tentaciones. Escorpiones y santificación

3.2. En los confines de Idumea (cf. Jos 15,1) está el desierto de Sin. Poco antes dijimos que Sin significa tentaciones, y por es necesario para nosotros atravesar el eremo de las tentaciones para así llegar a la heredad de los hijos de Judá.

3.3.  Pero también debemos ascender las colinas de Acrabin (cf. Jos 15,7), que se traduce por escorpiones. Por tanto, tenemos que atravesar y también pisar los escorpiones, aquellos sin duda sobre los cuales el Salvador dice: “He aquí que les he dado poder para pisar serpientes y escorpiones” (Lc 10,19). Por tanto, quien desea y anhela ingresar en la heredad de las tribus de Judá, debe ascender por esas subidas, pisar y evadir los escorpiones que se interponen. Por lo cual consideró que este camino lo recorrió también el profeta Ezequiel (cuando) el Señor le dijo: “Hijo de hombre, tú habitas en medio de escorpiones” (Ez 2,6).

3.4. “Y los límites van, dice (la Escritura), hasta los confines de Cadés” (Jos 15,1). Cadés se traduce por santo o santificación. Por ende, los límites de Judá se extienden hasta la santificación.



[1] O: el Norte y el Mediodía.

[2] Cf. Orígenes, Homilías sobre el libro de los Números, 27,11.2: «“Y salieron del Mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin” (Nm 33,11). Sin se traduce por zarza o por tentación».