OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (616)

La presentación de Jesús en el templo

1050-1056

Sacramental

Normandía, Francia

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué

Homilía XI: La campaña contra los cinco reyes (Jos 10,1 ss.). Cómo se detuvieron el sol y la luna (Jos 10,12 ss.)

Introducción

La huida de los reyes vencidos es interpretada como signo del combate contra el Maligno. Pero esta lucha se entabla de modo diverso para los perfectos y para los débiles o imperfectos (§ 4.1-2). En estos últimos se trata sobre todo de una lucha “carnal”, un trabajo de conversión, de ordenamiento de los sentidos corporales (§§ 4.3—5.1).

Cuando son “convertidos” los sentidos corpóreos se establece en el ser humano el reinado de Jesucristo (§ 5.1.). Y, por la victoria de Cristo en la cruz, el alma deviene morada – templo del Señor (§ 5.2). Dejamos de ser esclavos del pecado (§ 5.3).

En el cierre de la homilía, Orígenes refuta la lectura errónea de Jos 10,26 que hacen los herejes. No es cuestión de aplastar seres humanos, sino al demonio y sus secuaces. A una lectura que se queda solo en la letra se le opone una lectio espiritual (§ 6).

Texto

Dos clases de combates

4.1. Veamos asimismo qué es aquello que se dice sobre los cinco reyes y su huida a las cavernas (cf. Jos 10,16).

4.2. Con frecuencia hemos dicho que el combate de los cristianos es doble. Para los perfectos, tales como Pablo y los efesios, como lo dice el mismo Apóstol, no era su “lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas y contra los espíritus malvados (que habitan) en las regiones celestiales” (Ef 6,12). En cambio, para los más débiles y todavía imperfectos, el combate aún se libra contra la carne y la sangre, porque todavía son combatidos por los vicios y las debilidades carnales.

La lucha contra los cinco reyes

4.3. Pienso que también eso es lo que se indica en este pasaje. Pues dijimos que cinco reyes habían declarado la guerra a los gabaonitas, sobre quienes se dijo que son figura de los cristianos imperfectos. Estos, por tanto, son combatidos por cinco reyes. Y los cinco reyes significan los cinco sentidos corpóreos: vista, oído, gusto, tacto y olfato. Por alguno de estos cinco necesariamente se cae en el pecado. Y se comparan los cinco reyes con los cinco sentidos que combaten a los gabaonitas, es decir, a los hombres carnales.

Huir a las cavernas

4.4. Lo que se dice sobre que huyeron a las cavernas -y la caverna es un lugar excavado en lo profundo de la tierra- tal vez pude indicar esto: si esos sentidos, sobre los que antes hablamos, que están en el cuerpo, se sumergen en acciones terrenas y no en la obra de Dios, sino que se entregan completamente al servicio del cuerpo, se dice que huyen a las cavernas.

La conversión de los sentidos corporales

5.1. Sin embargo, hay que saber que esos mismos reinos, de los cuales ahora sus reyes son vencidos por Jesús y huyen a las cavernas, después entran en la heredad de los santos y son llamados herencia del Señor, como los reinos de Jerusalén, de Laquis y de Hebrón[1]. Con lo cual considero que se indica que también estos cinco sentidos, sobre los que ya hablamos, que están en el cuerpo, cuando son vencidos por Jesús, de modo que infidelidad y la incredulidad sean expulsadas, y cuando mueran al pecado en ellos, dejando de servir al pecado, esos mismos sentidos, a continuación, devienen servidores del alma para obrar la justicia de Dios. Y así, Jerusalén, en la que antes reinaba un rey malvado y pésimo, después reinaron en ella David, el de mano poderosa, y el pacífico Salomón.

La victoria de la cruz

5.2. Asediados, por tanto, esos cinco sentidos corporales del hombre, sobre los que ya hablamos, las potencias malignas los solicitan para los malos deseos y para prestar servicios abominables para el alma. Pero si la fe en Cristo vence las malvadas potencias y son suspendidas sobre el madero de la cruz, de modo que Cristo triunfa sobre ellas en el madero de la cruz (cf. Col 2,14-15), las destruye y las expulsa de su reino, entonces el alma se transforma en herencia de Dios, Jerusalén se convierte en el reino de Dios y se construye en ella un templo para el Señor.

Éramos esclavos de nuestros pecados

5.3. ¿No era esto lo que pensaba sobre sí mismo aquel que decía: “En otro tiempo éramos insensatos, incrédulos, extraviados, servidores de nuestros deseos y de toda suerte de concupiscencias” (Tt 3,3)? Porque no otra cosa está escrita sino que Jerusalén en otro tiempo estaba bajo el rey Adonibezec (cf. Jc 1,5-7) y las otras ciudades bajo otros reyes.

Servidores de la justicia de Dios

6.1. Pero mientras tanto Jesús mató a los enemigos (cf. Jos 10,26), no para enseñar la crueldad, como piensan los herejes, sino mostrando que en esas acciones se realizaban los futuros misterios; para que, habiendo aniquilado a los reyes que mantienen el reino del pecado en nosotros, podamos cumplir aquello que dice el Apóstol: “Como exhibimos en nuestros miembros el servicio a la iniquidad para la injusticia, así ahora exhibamos en nuestros miembros el servicio de la justicia en la santificación” (Rm 6,19).

Debemos pisotear al Maligno

6.2. Por tanto, ¿cuál es esa acusación de crueldad que, en este pasaje, (formulan) los herejes? Esto, dicen, es lo que está escrito: “Pongan sus pies sobre el cuello de ellos, y mátenlos” (Jos 10,24. 26). Pero no se trata de una señal de crueldad, sino de humanidad y benignidad.

6.3. Ojalá que también tú fueras así, que “pusieras tus pies sobre las serpientes, los escorpiones y todo poder del enemigo” (Lc 10,19); y “pisotees al dragón y al basilisco” (Sal 90 [91],13), al reyezuelo que, cuando reinaba en ti, tenía en ti el reino del pecado; para que, destruidos todos aquellos que reinaban en ti por obra del pecado, solo reine en ti nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén (cf. 1 P 4,11).



[1] Lachis y Chebron en el texto latino.