OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (602)

La parábola de los viñadores (o: del dueño de la viña)

1030-1050

Evangeliario

Echternach, Luxemburgo

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué

Homilía VII: La destrucción de Jericó (Jos 6,20 ss.; 7,1 ss.)

Introducción

La predicación aparece limitada cuando no logra comprender suficientemente los gritos de júbilo (§ 3.1). Mientras que el entero ejército celestial ha lanzado gritos de júbilo ante el triunfo de Cristo sobre los principados y las potestades del enemigo (§ 3.2).

No hay que mezclar las realidades divinas con aquellas mundanas; ni hacer entrar a estas en el santuario (secretis) de la Iglesia (§ 4.1). No se debe llevar lo consagrado al anatema de Jericó a la Iglesia, porque así se mancha el campamento del Señor y se provoca la derrota del pueblo de Dios (§ 4.2).

La particular forma en que Rahab fue agregada a la casa de Israel, prefigura la llegada de los pueblos gentiles a la salvación que trajo Jesucristo (§ 5.1-3).

Texto

Fue poco lo explicado

3.1. Todavía, sin embargo, algo me agita sobre este pasaje: poco me parece haber explicado respecto a los gritos de alegría, cosas modestas dije sobre grandes realidades.

La victoria de Cristo sobre el mundo

3.2. Con la llegada de Jesús los muros de Jericó fueron derribados; con la llegada de mi Señor Jesús el mundo fue vencido. ¿Pero cómo fue derrotado el mundo? Yo quisiera saber más claramente y comprender más lúcidamente lo que se dice. Yo mismo, que les enseño, quiero aprender junto con ustedes, recibamos juntos (las enseñanzas) del maestro Pablo. Porque él mismo es symmyster[1] de Cristo, que puede enseñarnos de qué forma Cristo ha vencido al mundo. Escúchalo, por tanto, diciendo: “Lo que no era contrario, eso lo quitó de en medio clavándolo en su cruz; y despojó a los principados y potestades convirtiéndolos en espectáculo abiertamente, triunfando sobre ellos en el madero de la cruz” (Col 2,14-15). Comprendo por estas palabras que, viendo la lucha de Jesús, las virtudes celestiales hicieron resonar sus trompetas celestiales, una vez despojados de sus poderes los principados y potestades enemigos, “atado el fuerte y robadas sus pertenencias” (Mt 12,29); porque el príncipe de este mundo estaba vencido. Y el ejército celestial dio gritos júbilo por el triunfo de Cristo. Por tanto, verdaderamente bienaventurado es el pueblo de los gentiles, que conoció esta gran aclamación de alegría de los ejércitos celestiales, que aceptó y creyó en los misterios.

Consagrar al anatema

4.1. Pero veamos qué es lo que se indica en lo que sigue. Porque Jesús dijo: “Cuídense respecto de los que (es) anatema, no sea que deseen y tomen lo que es anatema, y hagan anatema al campamento de los hijos de Israel, trayendo la desgracia sobre ustedes y toda la asamblea de los hijos de Israel” (Jos 6,18). Y esto es lo que se significa con estas palabras: miren, que no tengan en ustedes nada mundano, ni costumbres mundanas, ni vicios, ni los subterfugios del siglo, llevándolos con ustedes a la asamblea. En cambio, sea anatema para ustedes toda conversación mundana. No quieran mezclar las cosas seculares con las divinas, ni introduzcan los negocios del siglo en el santuario de la Iglesia.

Nunca introducir el anatema en la asamblea cristiana

4.2. Esto es lo que también Juan hacer resonar con las trompetas de sus epístolas, diciendo: “No amen el mundo ni las cosas del mundo” (1 Jn 2,15). Y Pablo de forma semejante: “No se conformen, dice, a este mundo” (Rm 12,2). Porque quienes hacen esto aceptan el anatema. Pero también aquellos que por algún motivo introducen el anatema en las iglesias, cuando los cristianos celebran las solemnidades de los paganos. Quienes buscan en los cursos de los astros (el sentido de) las vidas de los hombres y sus acciones; consultan el vuelo de las aves y otras cosas similares, que practicaban en el siglo; esto es llevar el anatema de Jericó a la Iglesia y manchar el campamento del Señor, y provocar la derrota del pueblo de Dios. Pero asimismo hay muchos otros pecados por los cuales el anatema de Jericó es introducido en la Iglesia. Por medio de ellos el pueblo de Dios es vencido y reducido por sus enemigos. ¿No es esto mismo lo que nos enseña el Apóstol cuando dice: “Un poco de levadura corrompe toda la masa” (1 Co 5,6)?

Rahab salvada

5.1. Ahora veamos lo que sigue. Destruida Jericó, solo se salva la meretriz Rahab. Así está escrito sobre ella: “Y Rahab la meretriz y toda la casa de su padre, Jesús la dejó con vida, y fue agregada a la casa de Israel hasta el día de hoy” (Jos 6,25).

Hasta el día de hoy

5.2. Quiero preguntar a los Judíos y a esos que se dicen cristianos pero todavía se someten a la interpretación judaica de las Escrituras, cómo explican que “Rahab la meretriz haya sido agregada a la casa de Israel hasta el día de hoy[2]” (Jos 6,25). ¿Por qué se dice que Rahab fue agregada hasta el día de hoy? Pues es costumbre en las Escrituras santas expresarse así sobre las cosas que permanecen hasta el fin, o hasta fin de la vida (presente), o hasta el fin del mundo. Por ejemplo, donde dice: “Este es el padre de los Moabitas hasta el día de hoy” (Gn 19,37), lo cual significa hasta el fin del mundo. Y de nuevo, en el Evangelio, se dice: “Se difundió este rumor entre los Judíos hasta el día de hoy” (Mt 28,15), estos es hasta la consumación de los siglos.

Cómo fue “agregada” Rahab a la casa de Israel

5.3. ¿Pero por qué se dice que la mujer Rahab fue agregada a la casa de Israel hasta el día de hoy? ¿Se adscribirá a la madre la sucesión de la posteridad, de modo que parezca que conserva en la renovación de la descendencia? ¿O más bien hay que entender que aquella es agregada y asociada hasta el día de hoy al verdadero Israel? Y si quieres ver manifiestamente cómo Rahab es unida a Israel, considera cómo la rama de olivo se injerta en la raíz del buen olivo (cf. Rm 11,17), y comprenderás de qué forma estos, que son injertados sobre la fe de Abraham, Isaac y Jacob, legítimamente son llamados unidos y agregados a Israel hasta el día de hoy. Porque nosotros, (que venimos) de los gentiles, ramas de olivo silvestre, fuimos injertados en la raíz de aquellos. Los que antes vivíamos en la prostitución, adorando la madera y la piedra en vez de a Dios (cf. Dt 4,28), hemos sido agregados hasta el día de hoy, y hemos sido hechos, por nuestra fe en Cristo, (pueblo) de lo alto. En cambio, aquel pueblo que ha permanecido incrédulo es (pueblo) de abajo, según la profecía del Deuteronomio(cf. Dt 28,13). Por tanto, el que tiene en sí a Cristo, que es cabeza de todas las cosas, es puesto en el primer lugar (cf. Col 2,16-19). Pues quienes negaron a Cristo Jesús han sido colocado en último lugar (cf. Dt 28,13), y los que eran primeros, se han convertido en los últimos (cf. Mt 19,30).



[1] En griego: symmystes: alguien que está iniciado con otros; compañero de iniciación. En latín: symmysta: sacerdote de un mismo Dios; o iniciado en los mismos misterios. Cf. Laurence MOULINIER-BROGI, “Jalons pour une histoire du terme symmista, en La rigueur et la passion. Mélanges en l’honneur de Pascale Bourgain, Turnhout, Brepols, 2016, pp. 299-311.

[2] En la versión de la LXX: “Y Josué la hizo habitar (fecit vivere) hasta el día de hoy”. En esta homilía “hasta el día de hoy” indica la duración del mundo presente. Mientras que en las Homilías 14,2 y 21,1, significa hasta la consumación de los siglos (cf. SCh 71, pp. 206-207, nota 2).