OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (599)

La crufixión de Jesucristo

Siglo XI

Libro sacramental

Ratisbona, Alemania

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué

Homilía VI: La nueva Pascua (Jos 5,7-15). El país de Jericó (6,1 ss.)

Introducción

Contra Jericó no se empuñan armas, sino solo las trompetas de los sacerdotes, y ante su sonido los muros se derrumban (§ 4.1). Esa ciudad representa todo lo que se relaciona con el mundo presente: la figura de Adán caído (cf. Gn 3,24-24), la ceguera de los hombres mundanos (§ 4.2). Y la salvación le llegará al sonido de las trompetas (§ 4.3). Porque nuestro Señor Jesucristo llegará al clamor de las trompetas, para destruir el mundo sumergido en el mal y para salvar a quienes creen en Él (§ 4.4).

Puesto que la meretriz ha dejado de serlo, es salvada y santificada en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu Santo de nuestro Dios (§ 4.5). Ella ha escapado de la ruina de Jericó por la sangre de Cristo, la cual salva a la universa Ecclesia (§ 4.6).

Texto

Jericó es destruida solo con el sonido de las trompetas

4.1. Pero qué sucede a continuación, veamos. Jericó es rodeada, hay que someterla. ¿De qué modo será sometida Jericó? No alzando la espada, ni levantando arietes, ni disparando flechas, sino que solamente se usarán las trompetas de los sacerdotes y esas murallas se derrumbarán (cf. Jos 6,20).

Sentido figurado de Jericó

4.2. Encontramos frecuentemente en las Escrituras que Jericó es presentada como figura de este mundo. Por ejemplo, en el Evangelio que dice: “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de los ladrones” (Lc 10,30). Sin duda, era figura de aquel Adán que fue expulsado del paraíso al exilio de este mundo (cf. Gn 3,23-24). Pero también los ciegos, que estaban en Jericó (cf. Mt 20,30), hacia los cuales fue Jesús para darles la vista. ¿No representan a quienes en este mundo la ceguera de la ignorancia oprimía, para los cuales vino el Hijo de Dios?

Al sonido de las trompetas resucitarán los muertos

4.3. Por tanto, esta Jericó, es decir este mundo, debe derrumbarse. Porque en los libros santos ya desde siglos se anunciaba su consumación. ¿Y cómo entonces se producirá esa consumación? ¿Con cuáles medios? Por las voces de las trompetas, dice (la Escritura). ¿Cuáles trompetas? Que Pablo te revele el misterio de este secreto. Escucha lo que él mismo dice: “La trompeta, afirma, sonará, y los que murieron en Cristo resucitarán incorruptos” (1 Co 15,52); y: “El Señor mismo a una orden, a la voz del Arcángel y (al sonido de) la trompeta de Dios, descenderá del cielo” (1 Ts 4,16). Entonces, por consiguiente, con las trompetas nuestro Señor Jesús vence a Jericó y la somete, de forma que solo la meretriz, y toda su casa, será salvada.

El Señor viene a hacer nuevas todas las cosas

4.4. Vendrá, por tanto, Jesús nuestro Señor, y llegará al sonido de las trompetas. Pero ya ahora oremos para que venga y destruya “el mundo en el que actúa el maligno” (1 Jn 5,19), y todas las cosas que están en el mundo, porque “todo lo que está en el mundo es concupiscencia de la carne y concupiscencia de los ojos” (1 Jn 2,16). Estas cosas, que las destruya ya, y que estas cosas las aniquile ya. Pero que salve a esa que recibió a los exploradores, la que recibiendo a los apóstoles con fe y obediencia los ubicó en las regiones superiores; que una y asocie esta meretriz con la casa de Israel.

Criaturas nuevas en Cristo y el Espíritu Santo

4.5. Pero ya no repitamos ni imputemos la antigua culpa. Antes fue meretriz, pero ahora ha sido unida a Cristo como una virgen casta a un único esposo. Escucha al Apóstol diciendo sobre ella: “He decidido esto: presentarlos a Cristo como una virgen casta a un único esposo” (2 Co 11,2). Era de ella misma que procedía aquel que decía: “Fuimos en otro tiempo necios, incrédulos, extraviados, sirviendo a variados deseos y voluptuosidades” (Tt 3,3). ¿Quieres todavía saber más, cómo la meretriz y no es meretriz? Oye aún a Pablo diciendo: “Y esto ciertamente fueron, pero han sido lavados, han sido santificados en el nombre de Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co 6,11).

Conclusión

4.6. Para que pudiera escapar, y no pereciera en Jericó, recibió el signo valiosísimo de la salvación de manos de los exploradores: “el cordón escarlata” (Jos 2,18). Puesto que por la sangre de Cristo la Iglesia universal es salvada, por el mismo Cristo Señor nuestro, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén (cf. 1 P 4,11).