OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (579)

El ángel en el sepulcro anuncia a la santas mujeres:

"No está aquí. Ha resucitado".

1610

Isfahan, Irán

Orígenes (+ 253)

1420. Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué (In Iesu Nave homiliae XXVI [latine Rufino interprete])[1].

No se ha encontrado en Internet este texto en castellano, por lo que lo ofrecemos a continuación.

Orígenes, Veintiséis homilías sobre el (libro) de Josué[2]

Prefacio de Rufino[3] 

Dos afirmaciones principales nos ofrece Rufino en esta pieza retórica: 1) Orígenes pronunció estas homilías siendo ya anciano; 2) su traducción está dedicada a quien se la pidiera, el obispo Cromacio.

1. En los libros divinos se refiere que para la construcción del tabernáculo cada uno contribuyó según sus posibilidades (cf. Ex 35,21-33): los poderosos y los príncipes del pueblo con oro, plata, piedras preciosas; otros con objetos de bronce y madera, pero de la que no se pudre; algunos con escarlata, púrpura y lino fino; otros con lino para las vestimentas de los sacerdotes y las futuras estolas[4] de los pontífices. En cambio, los más pobres también ofrecían pieles (teñidas) de rojo y pelos de cabra, que no eran rechazados. Por eso se dice (en la Escritura) que Dios había llenado a Beselehel[5] con mucha sabiduría[6], para que, comprendiendo para qué usos eran aptos cada uno de esos dones, nada rechazara de lo que se ofrecía con devoción.

2. Porque también tú, Cromacio[7], para mí siempre un padre venerable, nos ordenas y mandas reunir de las riquezas y los bienes de los griegos algo para la construcción y edificación del divino tabernáculo. Así, he traducido del griego al latín, según mis débiles fuerzas, veintiséis homilías sobre Jesús Navé que Adamancio, ya anciano, pronunció en la iglesia de forma improvisada. Tú, en verdad el Beselehel de nuestro tiempo, juzga sobre estas ofrendas que presentamos: incluso si nada se encuentra de oro puro, que sirva para el altar, ni de plata, para hacer las bases de las columnas de la Iglesia o decorar sus capiteles, si no se puede encontrar entre ellas ninguna piedra preciosa para insertar en tu pectoral y adornar vuestro[8]pecho pontifical -en el que se encuentra el conocimiento de las realidades divinas-, al menos mira si no se mezcla algo de púrpura -belleza regia-, o de escarlata -sangre mística-; si nada imita la pureza del lino finísimo y la fortaleza del lino, y nada digno tiene de las sacerdotales vestimentas. Por último, (mira) si encuentras entre nosotros pieles (teñidas) de rojo, que (son) el pudor de la frente; o, en fin, si al menos hallas las pieles de cabra que cubren nuestra penuria, o con las que purificamos por la penitencia las faltas en que incurrimos. Todo esto, en consecuencia, pende de tu juicio. Si hay pasajes que pueden complacer, esto es cosa del autor; porque no creemos justo robar lo que otros prepararon con su trabajo y aplicarlo para nuestra alabanza. Pero si la fuerza del pensamiento exaspera por las palabras de un estilo inculto, esto ponlo a mi cuenta, o bien -perdona mi libertad de expresión- impútatelo a ti mismo, que pides a indoctos un trabajo que debería pedirse a eruditos.



[1] Continuamos con nuestra opción de respetar el orden propuesto por la Clavis Patrum Graecorum. Y dejamos de lado aquellas obras del Alejandrino que sólo han llegado hasta nosotros de modo fragmentario.

[2] Texto latino en: Origenes Werke. VII. Homilien zum Hexateuch in Rufins Übersetzung, ed. W. A. Baehrens. Zweiter Teil. Die Homilien zu Numeri, Josua und Judices, Leipzig, J. C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1921, pp. 286 ss. (Die griechischen christlichen Schriftsteller der ernsten drei Jahrhunderte, 30); y en Sources chrétiennes (= SCh), n. 71, Paris, Eds. du Cerf, 1960, pp. 90 ss. Adoptamos la numeración propuesta en la edición de SCh, pero introduciendo subdivisiones dentro de cada párrafo. Los subtítulos son propios.

[3] Agregamos los números de párrafo.

[4] O: vestiduras sacerdotales (stolae).

[5] Cf. Ex 35,30 ss. La LXX lee Beseleel y la Vulgata Beseleh Los nombres propios, salvo indicación en otro sentido, los translitero tal cual se encuentran en el texto latino de las Homilías.

[6] Lit.: toda sabiduría (omni sapientia).

[7] Se trata de Cromacio de Aquileya (+ 407), corresponsal de Rufino y de Jerónimo.

[8] Sobre el uso “intempestivo” de esta forma (vestrum), cf. la nota en SCh 71, p. 92.