OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (573)

La tentación de Jesucristo

Hacia 1340

Schaffhauser, Suiza

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XXVII (Nm 33,1-49)

Quinta etapa: reposo en medio de las fatigas

11.1. “Salieron -dice (la Escritura)- de la amargura y llegaron a Elim. Elim es (un lugar) donde hay doce fuentes de agua y setenta[1] palmeras” (Nm 33,9). Después de las amarguras, después de la aspereza de las tentaciones, mira qué lugares tan deliciosos te reciben. No hubieras llegado a las palmeras si no hubieses soportado las amarguras de las pruebas, y no hubieras alcanzado la dulzura de las fuentes, si no hubieras superado antes tristezas y dificultades. No es que esto sea ya el final de este camino y la perfección consumada, sino que el Dios dispensador de las almas entremezcla en el mismo camino con las fatigas también algunos refrigerios, por los cuales el alma, recuperada y restaurada, vuelva dispuesta a afrontar las fatigas restantes.

Los Doce y los Setenta

11.1a[2]. Sin embargo, Elim se traduce por carneros. Los carneros son los adalides del rebaño. ¿Quiénes son, pues, los adalides de la grey de Cristo, sino los Apóstoles, que son también las doce fuentes? Cierto que nuestro Señor y Salvador no solamente eligió aquellos doce, sino también otros setenta, de ahí que esté escrito no solo doce fuentes, sino también setenta árboles de palmas; porque también éstos se denominan Apóstoles, como dice el propio Pablo, cuando trata de la resurrección del Salvador. “Se apareció, dice, a los Doce, después se apareció a todos los Apóstoles” (1 Co 15,5. 7). Con esto indica que hay otros Apóstoles, además de aquellos doce. Éste es tu consuelo, después de la amargura; éste tu descanso, después de la fatiga; ésta tu gracia, después de las pruebas[3].

Sexta etapa: observar sin temor

11.2. “Salieron de Elim y acamparon junto al Mar Rojo” (Nm 33,10 LXX). Observa que ya no entran en el Mar Rojo -basta con haber entrado una vez-, sino que ahora acampan junto al mar, para que vean el mar y observen las olas; no temiendo, sin embargo, su agitación y su ímpetu.

Séptima etapa: la visión, el discernimiento de espíritus

11.2a[4]. “Y salieron del Mar Rojo y acamparon en el desierto de Sin” (Nm 33,11). Sin se traduce por zarza o por tentación. Comienza, por tanto, ya a sonreír para ti la esperanza de los bienes. ¿Pero cuál es la esperanza de los bienes? El Señor apareció en la zarza y respondió a Moisés (cf. Ex 3,2), y después se hizo realidad el inicio de la visitación del Señor a los hijos de Israel. Mas no sin motivo también se traduce Sin por tentación, porque en las visiones suele darse también la tentación, ya que algunas veces el ángel de la iniquidad se transfigura en ángel de luz (cf. 2 Co 11,14). Y por eso hay que precaverse y actuar con prontitud, para discernir sabiamente la naturaleza de las visiones, como también Jesús el de Nave, cuando contempló una visión, sabiendo que había en ello una tentación, en seguida preguntó a aquel que se le había aparecido, y dijo: “¿Eres nuestro, o de los enemigos?” (Jos 5,13). Así, por consiguiente, el alma que progresa, cuando llega a un estado en que ya empieza a tener discernimiento de visiones, se comprobará que es espiritual, si sabe discernirlo todo (cf. 1 Co 2,15). Por eso, finalmente, entre los dones espirituales se menciona como uno de los dones del Espíritu Santo el discernimiento de los espíritus (cf. 1 Co 12,10).



[1] Sobre la cuestión de 70 o 72 palmeras, cf. la amplia explicación de SCh 461, pp. 316-317, nota 2.

[2] Referencia que agrego a la edición de SCh.

[3] O: tentaciones (tentamenta).

[4] Indicación añadida a la ed. de SCh. En cada ocasión que, en adelante, a una referencia numérica se le agrega una letra, se trata de suplementos que he implementado para lograr una mayor claridad en la lectura del texto.