OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (548)

La parábola de la torre (la construcción de la torre de Babel)

Hacia 1320-1340

Biblia

París

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XXIII (Nm 28,1–29,39)

Tercera festividad: la Neomenia

5.1. La tercera festividad se llama el día de la Neomenia, en el cual se ofrece una víctima (cf. Nm 28,11). Neomenia quiere decir luna nueva[1]. Es, por consiguiente, esta festividad, cuando se cambia la luna. Pero se dice nueva cuando se acerca mucho al sol y hace con él estrecha conjunción, de modo que se esconda bajo su claridad. Pero quizás parezca extraño, incluso superfluo, que la ley divina prescriba esto. ¿Qué le aprovecha, en efecto, a la religión el observar la fiesta de la luna nueva, esto es, cuando se hace conjunción con el sol y se le une? Estas cosas, si se consideran según la letra, parecerán no tanto religiosas cuanto supersticiosas. Pero lo sabía el Apóstol Pablo, porque de estas cosas no habla la Ley ni mandó el Espíritu Santo aquel rito que parece era observado por los judíos. Y por eso decía a aquellos que recibieron la fe de Dios: “Por tanto, que nadie los juzgue en lo tocante a la comida o bebida o en cuestión del día de fiesta o de la Neomenia o Sábado, que son sombras de las realidades futuras” (Col 2,16-17). Si, por tanto, sombra de las cosas futuras es el Sábado, sobre el cual hemos explicado según nuestras posibilidades, y la Neomenia es sombra de las realidades futuras, es cierto que también las demás festividades son, de modo semejante, sombra de las realidades futuras.

La Neomenia espiritual

5.2. Pero ahora tratemos[2] sobre la Neomenia. Hemos dicho que se llama festividad de la Neomenia cuando comienza a cambiar la luna y se acerca mucho al sol y en estrecha conjunción. El Sol de Justicia (cf. Ml 4,2 [3,20]) es Cristo: si a éste la luna, esto es, su Iglesia, que se llena de su luz, estuviese unida y se adhiriera del todo a Él, de modo que, según la palabra del Apóstol, “quien se une al Señor se hace un solo espíritu con Él” (1 Co 6,17), entonces celebra la fiesta de la Neomenia; porque entonces se hace nueva, cuando rechaza el hombre viejo y se reviste del nuevo, que fue creado según Dios (cf. Ef 4,24), y así celebrará con justicia[3] la solemnidad de la innovación, que es la fiesta de la Neomenia.

Y finalmente llega un momento en que la luna no puede verse ni contemplarse por miradas humanas. Porque cuando el alma entera se haya unido al Señor y se haya entregado totalmente al esplendor de su luz, y no piense en absoluto nada terreno, ni busque agradar a los hombres, sino que, vuelta sutil y espiritual (cf. Sb 7,22. 23), se abandone[4] toda entera a la luz de la sabiduría, toda entera al calor del Espíritu Santo. ¿Cómo puede ser vista por los hombres o ser captada por miradas humanas? Puesto que el hombre animal no puede entender y discernir al hombre espiritual (cf. 1 Co 2,14). Y por eso celebrará dignamente el día de la fiesta, e inmolará al Señor una víctima de la Neomenia, en cuanto renovada por el Señor.

La solemnidad de la Pascua: cuarta festividad

6.1[5]. En cuarto lugar se pone entre las festividades de Dios la solemnidad de la Pascua, en cuya fiesta se inmola un cordero. Pero mira tú el verdadero cordero, el Cordero de Dios, el cordero que quita el pecado del mundo (cf. Jn 1,29), y di que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado (cf. 1 Co 5,7). Coman los judíos las carnes del cordero en sentido carnal; pero nosotros comamos la carne del Verbo de Dios, porque Él mismo dijo: “Si no comen mis carnes no tendrán vida en ustedes” (Jn 6,52).

6.2. Esto que decimos[6], son las carnes del Verbo de Dios, a condición, sin embargo, que no presentemos el alimento como si fuera legumbres para enfermos (cf. Rm 14,2) o leche para niños (cf. Hb 5,12). Si hablamos cosas perfectas, sólidas (cf. Hb 5,14), fuertes, les damos a comer las carnes del Verbo de Dios. Porque cuando se profiere un discurso místico, cuando se profiere un discurso dogmático y sólido, repleto de fe en la Trinidad, cuando, removido el velo de la letra (cf. 2 Co 3,16), se abren los misterios de la ley espiritual del siglo futuro, cuando, arrancada de la tierra la esperanza del alma, se proyecta hacia los cielos y se coloca en las realidades que el ojo no vio ni el oído oyó ni al corazón del hombre subieron (cf. 1 Co 2,9; Is 64,3 [Vulgata 4]; Jr 3,16), todas estas cosas son las carnes del Verbo de Dios. El que puede nutrirse de éstas con perfecta inteligencia y con el corazón purificado, ése inmola verdaderamente el sacrificio de la festividad de la Pascua y celebra el día de fiesta con Dios y con sus ángeles.



[1] El término griego neomenía se traduce por luna nueva o novilunio.

[2] Lit.: veamos (videamus).

[3] Merito, que puede traducirse por: con razón, dignamente, con justo título.

[4] Lit.: se enajene (mancipaverit).

[5] Modificamos, en este párrafo 6, la numeración de la ed. de SCh.

[6] Hoc quod modo loquimur (lo que de esto modo hablamos).