OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (533)

San Juan inspirado por el Espíritu Santo

Hacia 1147

Evangeliario

Cambrai, Francia; o Canterbury, Inglaterra

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XIX (Nm 24,20-24)

La venida de Cristo pondrá fin al poder de los demonios

4.1. Después de esto, Balaam concluyó el discurso de su profecía con estas (palabras), diciendo: «Y recibiendo su parábola, dijo: ¡”Oh!, ¡oh!, ¿quién vivirá cuando haga esto Dios? Y saldrá de las manos de los Quititas, que afligirán a Asur y afligirán a los Hebreos, y ellos mismos también perecerán”» (Nm 24,23-24). Porque, cada vez que se dice (en la Escritura) que Balaam habla en parábolas, crea en el lector una prevención, no sea que en las cosas que se dicen, lo entienda expresado no como una parábola sino según la letra. 

Dice, por tanto: “¡Oh!, ¡oh!, ¿quién vivirá cuando haga Dios esto?” (Nm 24,23). Aquí alude no a esta vida común, sino a aquella que es según Dios, y esto es lo que dice, que, “cuando todas estas cosas tengan lugar, cuando se yerga una estrella de Jacob y se alce un hombre de Israel, anulará a Amalec y echará a perder su descendencia” (cf. Nm 24,17), esto es, cuando venga Cristo y destruya el culto de los ídolos y someta el poder de todos los demonios, ¿quién será aquel tan dichoso, tan feliz, que vea eso?, o sea, ¿que sienta, entienda y crea que esas cosas Dios las ha hecho así?

Los creyentes afligirán a los demonios

4.2. “Y saldrán de las manos de los Quititas y afligirán a los Asirios” (Nm 24,24). Quititas se traduce por “castigo del final”. Éstos, entonces, que se convirtieron al Señor y, adoctrinados por Cristo, huyen del castigo que vendrá para los impíos al final del mundo, afligirán a los Asirios; esto es, los que están puestos en combate por la piedad, bajo cuyos pies pulverizará Dios a Satanás (cf. Rm 16,20), ellos mismos afligirán a los Asirios, o sea, a la nación de los demonios. “Caminarán sobre serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo” (cf. Lc 10,19), y los afligirán. 

No se llega a la tierra prometida sin luchas y combates

4.3. “Y afligirán a los Hebreos, y éstos perecerán igualmente” (Nm 24,24). Hebreos se traduce por “transeúntes”. Este mismo pueblo, por tanto, es llamado también hebreo, porque pasa de Egipto a la tierra prometida, de las tinieblas a la luz (cf. Hch 26,18), de la muerte a la vida (cf. Jn 5,24). Pero, que no podrá lograr estas cosas, como hemos dicho, sin lucha ni sin gran combate, como puesto en lucha, que o bien aflige, o es afligido; o bien hiere al adversario, o es herido él por el adversario. Afligen, por tanto, también los propios Asirios a los Hebreos, esto es, al pueblo de Dios, como son afligidos por ellos; pero éstos, o sea, los Asirios, cuando esto hicieren y cuando gastaren todas sus fuerzas para afligir a los Hebreos, inmediatamente también ellos perecerán. Así por consiguiente: “Y afligirán a los Hebreos y ellos mismos perecerán igualmente”, no hay que entenderlo como si igualmente con los Hebreos perecerán también los Asirios; sino que igualmente, esto es, inmediatamente después de que ellos hayan logrado afligir a los Hebreos, también ellos mismos perecerán, porque la palabra griega pariter (igualmente), equivale a statim (inmediatamente).

Perecerán el diablo y sus ángeles

4.4. Esto, por consiguiente, será el final de todo, para que también Asur, al que eran entregados los que delinquían del pueblo de Dios, o por la destrucción de la carne, para que fuese salvado el espíritu (cf. 1 Co 5,5), o para que aprendieran a no blasfemar (cf. 1 Tm 1,20), él mismo también perecerá, a manos de aquel que tiene poder para echar a perder en la gehenna (cf. Lc 12,5). Porque se les dice por el justo Juez (cf. 2 Tm 4,8): “Vayan al fuego eterno, que preparó Dios para el diablo y sus ángeles” (cf. Mt 25,41). Allí, entonces, perecerá entonces Asur.

¿Podrá ser buscado o encontrado Asur?

4.5. Verdaderamente se perdió alguna vez una de las cien ovejas, pero, dejadas las noventa y nueve en los montes, descendió el Buen Pastor a este valle nuestro, valle de lágrimas, y buscando, la encontró, y, llevada sobre sus hombros, la devolvió y juntó al número de las que permanecían a salvo en los lugares más altos (cf. Mt 18,12; Sal 83 [84],7; Lc 15,4-5). Sin embargo, este Asur, que se dice perecerá al final de todo, no sé si alguna vez podrá ser buscado o encontrado, puesto que no perece por error, sino por una decisión[1], ni (es) arrastrado por una caída, sino endurecido por obstinación. Y lo que está escrito: “Yo mataré y haré vivir, conduciré al infierno y sacaré de él” (cf. Dt 32,39; 1 S 2,6), no sé si se referirá a todos en general o solo a aquellos a los que la seducción del diablo condujo a la muerte. 

Conclusión de la homilía

4.6. Sobre esta última profecía de Balaam, también, según nuestras fuerzas, hemos dicho estas cosas que, según la dificultad de los lugares, nos agradó explicar más bien con estilo exegético que retórico. Y ¿qué importa mientras que todo se diga para edificación y todo se haga para gloria de Dios, que es bendito por los siglos de los siglos. Amén (cf. Rm 1,25)?



[1] Lit.: juicio (iudicio).