OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (530)

Aparación de Jesús Resucitado en el lago de Tiberíades

Hacia 1250

Oxford, Inglaterra

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XIX (Nm 24,20-24)

Quinta y última profecía de Balaam

1.1. Tratamos de esta quinta y última visión de Balaam, acerca de la cual, como en las demás, suplicamos al Señor que no nos abandone hasta el fin (cf. Sal 76 [77],8; Lm 3,31)[1], para que podamos captar también en esta visión un sentido no lejano de la verdad.

Comienza, entonces, con estas palabras: «Y, al ver Balaam a Amalec, recibiendo su parábola, dijo: “Amalec es el principio de las naciones, y su descendencia perecerá”» (Nm 24,20). Me parece necesario buscar en las divinas Escrituras en qué lugares o en qué tiempo ha sido escrito el nombre de Amalec, y de qué estirpe desciende esta nación. Porque más fácilmente se reconocerá lo que se busca, si se aducen textos que se escribieron en torno al tema, sacados de muchos lugares. 

Amalec en el libro de Génesis

1.1a[2]. Así, en la lectura del Génesis (cf. Gn 14,1), donde cinco reyes se aliaron para someter a los cuatro reyes que reinaban en Sodoma (cf. Gn 14,2), después de algunos versículos, se refiere esto: “Y al regreso -dice-, llegaron a la fuente del juicio, esto es a Cadés, y mataron a todos los príncipes de Amalec y de los Amorreos que habitaban en Sasanthem” (Gn 14,7). Es en este pasaje donde, según recuerdo, aparece nombrado Amalec por vez primera.

Amalec en la lista de los hijos de Esaú

1.2. Pero quizás se pueda uno preguntar si tenemos dos pueblos del mismo nombre, ya que sin duda se refiere también un Amalec en el catálogo de los hijos de Esaú y de los jefes que descendieron de su misma estirpe. Porque está escrito: “Éstas son las generaciones de Esaú, padre de Edom, en el monte Seír. Y éstos son los nombres de los hijos de Esaú: Eliphás, hijo de Adás, esposa de Esaú, y Ragüel, hijo de Basemath, esposa de Esaú. Los hijos de Eliphás fueron: Temán, Sophar, Gothom y Cenes. Thamnás fue concubina de Eliphás, hijo de Esaú, y ella le engendró Amalec a Eliphás; y éstos son los hijos de Adás, mujer de Esaú” (Gn 36,9-12). Y un poco después: “Y éstos son -dice- los jefes de los hijos de Esaú. Hijos de Eliphás, que fue el primogénito de Esaú: el jefe Temán, el jefe Omor, el jefe Sophar, el jefe Cenes, el jefe Coré, el jefe Gothom, el jefe Amalec” (Gn 36,15-16). Este Amalec, poer consiguiente, fue hijo de Eliphás, primogénito de los hijos de Esaú, nacido de una concubina llamada Thamná. 

El significado alegórico de Amalec

1.3. Pero volvamos a la primera mención de Amalec, donde los que volvieron y llegaron a la fuente del juicio, que se llama Cadés, mataron a todos los príncipes de Amalec (cf. Gn 14,7). Cadés, en efecto significa “santificación” o “santo”. Amalec, en cambio, significa “el que devora[3] al pueblo” o “que desvía al pueblo”. Así, por tanto, los que vuelven hacia lo santo y se convierten a la santificación, matan y hacen perecer a Amalec, o sea, a aquel que devora al pueblo o desvía al pueblo. ¿Quién es el que aparta de Dios al pueblo, sino las potestades contrarias y las malignidades espirituales? ¿Quiénes son, entonces, los príncipes de éstas? Sin duda, aquellos principados contra los cuales están en lucha los santos. Porque sus combates son contra los principados, las potestades y los rectores de este mundo (cf. Ef 6,12); y no los podrían vencer sin convertirse a la santidad. 

El sometimiento a Amalec es funesto para el pueblo de Dios

1.4. Sin embargo, en esa misma santidad que es Cadés, se encuentra la fuente del juicio. Porque todo el que se convierte a la santidad tiene siempre ante sus ojos la fuente del juicio, puesto que mira al día del juicio y contempla con corazón purificado tanto las penas de los malos como las bienaventuranzas de los piadosos; y, haciendo esto, derriba y abate a todos los príncipes de los amalecitas. En cambio, aquellos que no se conviertan a Cadés, esto es, a la santidad y a la fuente del juicio, ni piensan en el futuro día del juicio, están sometidos a los príncipes de Amalec; este, en efecto, devora y consume a ese pueblo, y lo desvía de Dios. Basten estas cosas como referencia al primer Amalec.

El Señor combate contra Amalec de generación en generación 

1.5. Pero ahora veamos también lo de este otro Amalec, hijo de Eliphás, el primogénito de Esaú, el que le alumbró Thamnás, su concubina (cf. Gn 36,12). Su padre se llamaba Eliphás, que se traduce como “Dios me dispersó”, mientras su madre era Thamnás, que en primer lugar significa “degenerante”[4] y después se traduce como “promovida a la defección”[5], ya que quien ha sido engendrado por esos tales, necesariamente es enemigo de Israel, que devora o aparta al pueblo. Porque él fue el primero que en Rafidim entabló batalla a los hebreos salidos de Egipto en aquel entonces, cuando Moisés dijo a Jesús: «“Elígete hombres, sal y combate a Amalec mañana; y he aquí que yo estaré en la cumbre de la colina, y tendré en mi mano la vara de Dios”. E hizo Jesús como le había dicho Moisés, y luchó contra Amalec; y Moisés, Aarón y Ur subieron a la cima de la colina. Y sucedió que, cuando Moisés elevaba las manos, prevalecía Israel; pero cuando bajaba sus manos, se hacía fuerte Amalec» (Ex 17,8-12). Y un poco más adelante está escrito otra vez que «Jesús puso en fuga a Amalec y derrotó a su pueblo con la espada. Entonces dijo el Señor a Moisés: “Escribe esto para el recuerdo en el libro, y di al oído a Jesús que borraré por completo la memoria de Amalec de bajo el cielo”. Y Moisés construyó un altar y le puso de nombre: “El Señor es mi refugio”, y dijo: “Con mano secreta combatirá el Señor contra Amalec de generación en generación”» (cf. Ex 17,13-16). A partir de esto, has de comprender de modo más evidente lo que debe entenderse por Amalec, a quien Dios combate con mano oculta, esto es, invisible, de generación en generación (cf. Ex 17,16).

No mirar hacia atrás, sino lanzarse hacia delante

1.6. También en el Deuteronomio está escrito: “Recuerda cuánto te hizo Amalec en el camino, cuando saliste de Egipto, cómo se te enfrentó en el camino y cayó sobre tu retaguardia, sobre todos los que estaban agotados detrás de ti. Pero tú estabas hambriento y agotado, y no temiste a Dios” (Dt 25,17-18). Observa, por tanto, en estos pasajes cómo Amalec se enfrentó a Israel en el camino, aunque no le pudo cortar su cabeza, sino solo la cola, esto es, pudo alcanzar a los que estaban situados al final, los que iban de últimos y que no olvidaban lo que estaba atrás para proyectarse hacia lo que estaba delante (cf. Flp 3,13). Y por eso pienso que el Señor mandaba esto en los Evangelios, diciendo: “Nadie que ponga su mano en el arado y mire hacia atrás es apto para el reino de Dios” (Lc 9,62). Y con razón, porque si alguien se encuentra hacia atrás, en la retaguardia, lo cercenará Amalec.



[1] Debe recordarse que Orígenes comenzó a comentar las profecías de Balaam en la Hom. XIII,4, y que ya veía las muchas dificultades que entrañaba el texto (cf. SCh 442, p. 344, nota 1).

[2] Referencia que agrego a la ed. de SCh.

[3] El verbo ablingo en realidad significa lame, unta, frota.

[4] Degener, que también podría traducirse por: que degenera de su principio, vil, torpe.

[5] Lit.: defección conmovida o agitada (defectio commota).