OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (527)

Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

1220-1250

Salterio

Regensburg(?), Alemania

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XVIII (Nm 24,10-19)

¿Qué se entiende por “ciencia del Altísimo”?

3.1. Por eso me admira sobremanera que se haya escrito esto sobre Balaam, al que ni se le concedió poder decir lo que suele ser habitual en los profetas -Esto dice el Señor (cf. Jr 7,11 ss.)-, sino que dice: “Dijo Balaam, dijo el hombre verdadero vidente” (Nm 24,15). Pero entonces, ¿cómo habrá que aplicar esto sólo a Balaam, de suerte que conozca la ciencia del Altísimo (cf. Nm 24,16), cuando incluso enseñó al rey Balac cómo provocar el escándalo entre los hijos de Israel, de modo que comieran carnes inmoladas y fornicaran (cf. Nm 25,1-3)?, pues apenas acerca de los santos profetas o apóstoles encontrará alguien dicho que conozcan la ciencia del Altísimo. Aunque Pablo haya contado que había oído palabras inenarrables, que no es lícito al hombre decir (cf. 2 Co 12,4), sin embargo no ha afirmado que tuviera la ciencia del Altísimo. Por lo cual esmerémonos con más atención, por si Dios se digna revelarnos algo importante sobre esto. 

“Toda sabiduría procede de Dios”

3.2. En el libro que entre nosotros suele considerarse una de las obras de Salomón, y que se dice Eclesiástico, y para los griegos se llama Sabiduría de Jesús, hijo de Sírac, está escrito: “Toda sabiduría viene de Dios[1]” (Si 1,1). Esto quizás podríamos comprenderlo como si proviniera de Dios aquella sabiduría de este mundo, que se dice debe ser destruida (cf. 1 Co 2,6), y la de los príncipes de este mundo, y cualquiera otra que hubiera por la cual se recomendase la falsa ciencia, si no fuera porque en el mismo librito se dice en lo que sigue: “Porque no es la sabiduría una disciplina de mal” (cf. Si 19,22). Por lo cual ciertamente se enseña que toda disciplina que sostiene algo de falsedad, aunque parezca expresiva, verosímil y que difícilmente pueda destruirse, sin embargo de ninguna manera se le debe aplicar el título de ciencia a tal sabiduría. ¿Qué significa, entonces, lo que dice: “Toda sabiduría viene de Dios”?

Me parece que puede significar que todo saber que, o bien se considere imprescindible para la utilidad humana de cualquier oficio, o la ciencia de cualquier realidad, se diga sabiduría dada por Dios. Así está escrito en el libro de Job: “¿Quién dio a las mujeres la sabiduría de tejer y el arte del bordado?” (Jb 38,36 LXX)[2]. Pero también en el Éxodo: «Habló, dice, el Señor a Moisés, diciendo: “He aquí que llamé por su nombre a Besaleel, hijo de Urí, hijo de Or, de la tribu de Judá, y lo llené del espíritu divino de sabiduría, entendimiento y disciplina, para que tenga comprensión en todo trabajo y sea artífice para trabajar la plata y el oro, el bronce y la piedra preciosa y todo tipo de obra en orfebrería y en madera, para que trabaje en todas las obras que le he encomendado. Pero también a Elial, hijo de Ajisamaj, de la tribu de Dan; y he dado inteligencia en el corazón de todo (hombre) hábil, para que hagan todas las cosas que te he mandado”» (cf. Ex 35,30-35; 36,1; 31,1-6).

Toda ciencia proviene de Dios 

3.3. Considera, por consiguiente, a partir de todo esto, cómo viene del Señor la sabiduría del artífice, bien en el oro o en la plata o en cualquier otra materia, o también la sabiduría del tejedor, y advierte que, con todo derecho, puede decirse de éstos que su ciencia viene del Altísimo. Y si la ciencia del artífice se considera que viene del Altísimo, ¿cómo no será también la geometría, de la cual deriva esta ciencia que la Escritura llama arquitectura? También en Zacarías se habla de una cuerda de medir, con la cual el ángel mide Jerusalén (cf. Za 2,5-6), y por eso no me parece absurdo, si también esta ciencia se dice del Altísimo. ¿Qué diremos, también de la música, en la cual el sapientísimo David había alcanzado tan cumplida pericia y adquirido las disciplinas de toda melodía y de los ritmos, que en estas cosas encontrara sonidos por los cuales pudiese incluso calmar con el canto al rey, perturbado y atormentado por un espíritu maligno? (cf. 1 S 16,14-23). De ahí que no piense que haya alguien de recto sentido que niegue que en la ciencia de estas cosas toda sabiduría viene de Dios. Desde luego, acerca de la ciencia de la medicina, ni oso dudar, porque si alguna ciencia proviene de Dios, ¿cuál provendrá mejor de Él que la ciencia de la salud, en la cual se reconocen también las virtudes de las hierbas y las cualidades y diferencias de sus jugos?

El recto uso de la ciencia dada por Dios a los seres humanos

3.4. Luego, de todas estas cosas se concluye que también la ciencia de este Balaam, por la cual fue llamado de los montes de Mesopotamia desde el Oriente (cf. Nm 23,7), para que maldijera a Jacob, tenga sin duda los inicios y el origen en el Altísimo, y así le viene de Él el conocimiento, por el cual ha llegado a conocer la naturaleza de los animales, el movimiento de las aves o la diferencia de los sonidos; pero aquellas cosas que ha recibido para la ciencia de los bienes, las ha encaminado al uso de los males. A mi juicio sería semejante a que uno que haya aprendido la medicina y conociera las virtudes y las propiedades de las hierbas, remedios sin duda dadas por Dios a los hombres, quisiera revocar su propósito, y de toda esta ciencia que había recibido para la salud del cuerpo, la usara para el mal, y de médico se haga envenenador, procurando enfermedades en lugar de remedios, muerte en vez de salud.



[1] Lit.: es de Dios (a Deo est).

[2] Sobre este texto del libro de Job, cf. SCh 442, pp. 320-321, nota 1.