OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (518)

La pesca milagrosa

Hacia 1327-1335

Biblia

Halkham, Inglaterra

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XVI (Nm 23,11-24)

“Cachorro de león y león”

8.1. Después de eso, dice: “He aquí un pueblo que se erguirá[1] como un cachorro de león, y que exultará como un león” (Nm 23,24). En esto me parece que se describe la confianza del pueblo creyente en Cristo, la libertad que tiene en la fe y el gozo que muestra en la esperanza. Se compara, en efecto, al cachorro de león, mientras tiende a la perfección, alegre y veloz; al león, en cambio, se le asemeja cuando ya ha alcanzado la perfección. Porque como el león y el cachorro de león no temen a ningún animal ni a ninguna bestia, sino que todas les están sometidas, así también para el perfecto cristiano, el que toma su cruz y sigue a Cristo (cf. Mt 16,24), el que puede decir: “El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo” (Ga 6,14), todas las cosas le están sometidas, todas (están) bajo sus pies. Desprecia, en efecto, y olvida todas las cosas que hay en el mundo, e imita a aquel que se denomina león de la tribu de Judá (cf. Ap 5,5) y cachorro de león (cf. Nm 23,24), así como también Él mismo es luz del mundo (cf. Jn 8,12), y ha concedido a sus discípulos el que también ellos fueran luz del mundo (cf. Mt 5,14), así también, al ser Él mismo león y cachorro de león, aplica también el nombre de león y de cachorro de león a los que creen en Él.

“Un pueblo se erguirá…”

8.2. Pero mira, puesto que evidentemente estas cosas no se afirman del que era entonces el pueblo, sino de éste que había de serlo en el futuro, porque dice: “He aquí que un pueblo se erguirá como un cachorro de león, y exultará como un león” (Nm 23,24). Dice que se erguirá, sí, el pueblo que será en el futuro. Porque si se refiriera a aquel al que veía, hubiera dicho, sin duda: he aquí un pueblo que se ha erguido como un cachorro de león. Pero es cierto que se dice de aquel pueblo sobre el cual está escrito en los Salmos: “Y anunciarán su justicia al pueblo que nacerá, lo que ha hecho el Señor” (Sal 21 [22],32). Es, por consiguiente, este pueblo cachorro de león mientras todavía “como los niños recién nacidos ansían la leche espiritual y pura[2]” (cf. 1 P 2,2); en cambio, es león exultante cuando, hecho varón, haya abandonado las cosas de niño (cf. 1 Co 13,11).

Necesidad de recurrir a “la dulzura de la alegoría”

9.1. “No dormirá hasta que devore la presa y beba la sangre de los heridos” (Nm 23,24). En estas palabras, ¿quién será hasta tal punto obstinado defensor de la narración histórica, quién se encontrará de tal modo bárbaro que, aterrado por el sonido de la letra, no se refugie por la necesidad misma en la dulzura de la alegoría? ¿Cómo, en efecto, este pueblo tan laudable, tan magnífico, sobre el cual la palabra (de la Escritura) hace tantos elogios, llegará hasta el extremo de beber la sangre de los heridos, cuando con tan fuertes preceptos el alimento de la sangre de los heridos está prohibido por Dios, de modo que también nosotros, que hemos sido llamados de entre las naciones, tenemos obligatoriamente el mandato de abstenernos, como de las carnes que se inmolan a los ídolos, también de la sangre (cf. Hch 15,29)?



[1] O: se levantará (exsurget).

[2] Lit.: sin engaño (sine dolo).