OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (495)

Moisés transmite la Ley al pueblo

Hacia 840

Biblia

Moutier-Grandval, Suiza

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XIII (Nm 21,24-35 y 22, 1-14)

   II. Basán 

La letra y los sentidos espirituales

3.1. Pero, si queremos analizar todo, hemos de dejar a un lado la explicación de las cosas que se nos han proclamado sobre Balaam; cuya lectura es muy difícil, tanto que apenas podemos alcanzar el sentido de la historia misma y explicar su desarrollo. ¿Qué dificultad, por tanto, será para nosotros, la explicación de los sentidos espirituales, si incluso el primer aspecto de la letra está envuelto en tantas dificultades? Pero aunque nos invada el deseo de tratar sobre las realidades que son más oscuras, sin embargo no se deben omitir también esos (detalles) que se refieren a las intermedias.

Después que los hijos de Israel conquistaron las ciudades de los Amorreos, subieron también por el camino que conduce a Basán, donde estaba Og, rey de Basán (cf. Nm 21,33). Pero a éste ni siquiera se dignan enviarle legados, ni pedirle permiso para poder pasar por su tierra, sino que inmediatamente luchan contra él y le vencen, tanto a él como a su pueblo (cf. Nm 21,35).

Cortar las realidades deshonestas de nuestras vidas 

3.2. Veamos, por tanto, qué cosa es Basán. Basán significa “desvergüenza”[1]; por consiguiente, con razón ni se envían legados a esta nación ni se solicita el paso por su tierra. Porque ningún tránsito debe haber para nosotros, ningún acceso a la desvergüenza, sino que desde el principio, en seguida, debe atacarse y evitarla de todos los modos posibles. Respecto de Og, que se dice rey de Basán, significa “obstáculo”. Este puede representar la figura de todas las cosas carnales y materiales, ante las cuales el alma detenida en su amor y deseo, se excluye y separa de Dios. Contra éstos, entonces, se prescribe hacer la guerra, de modo que no dejen -dice (la Escritura)- vivo ni uno de ellos (cf. Nm 21,35), puesto que no conviene que los hijos de Israel dejen vivo a ninguno en el reino de la desvergüenza y de la deshonestidad[2]; por el contrario, conviene a la fuerza israelítica cortar y suprimir las realidades deshonestas[3], y reedificar en el alma las piadosas, y plantar las honestas y religiosas.

Las obras de deshonestidad deben eliminarse por completo 

3.3. Sobre el reino de Sijón, no está escrito que no se deje ninguno vivo ni tampoco del reino de Moab; porque quizás tengamos necesidad de alguno de ellos y precisemos de algunos para las luchas y ejercicios de esta vida; “de otro modo, habríamos debido salir de este mundo” (cf. 1 Co 5,10). Sin embargo, respecto de Basán, esto es, de la desvergüenza, no necesitamos absolutamente nada, no debemos dejar nada de ella, debe excluirse todo: las obras de la deshonestidad deben derribarse todas, puesto que en nadie puede ser honesto lo que es deshonesto.



[1] Turpitudo, que también podría traducirse por obsceno o deshonesto.

[2] Dedecorus.

[3] Lit.: desvergonzadas (turpia).