OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (478)

El apóstol y evangelista san Juan

Siglo XVI

Evangeliario

Etiopía

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XI (Nm 18,8-32)

Otra lectura espiritual de primogénitos, primicias y diezmos

3.5. Pienso, por otra parte, que cada uno de los doctores, por el hecho de que enseña y predica e instruye a los oyentes, parece cultivar el campo de aquella Iglesia a la que enseña, esto es, los corazones de los creyentes. Tiene, por tanto, también él el fruto de su cultivo, y entre estos frutos encuentra, sin duda, alguno elegido y principal, a quien ofrecer como primicias, y encuentra también a quienes ofrecer como primogénitos y a otros como diezmos. Y, si no parece temerario ir más adelante en tales cosas, pueden quizás considerarse primogénitos aquellos hombres de quienes está escrito que no se mancharon con mujeres, porque permanecieron vírgenes (cf. Ap 14,4), o puede decirse también sobre los mártires. Por primicias pueden entenderse asimismo las vírgenes de la Iglesia; y por diezmos a quienes, después de haber estado casados, hayan vivido en continencia y en castidad.

El juicio de los ángeles y de los hombres

4.1. Pero, como empezamos a hablar de las primicias de los ángeles, que hemos dicho debían ser ofrecidas por estos de los cultivos de mano humana, y de allí pasamos a los Apóstoles en segundo lugar y después a cada uno de los doctores, volvamos ahora al principio de las cosas que habíamos comenzado a tratar. Entonces, cada uno de los ángeles estará presente en el juicio, en la consumación de los siglos, llevando consigo a aquellos a los que ha dirigido, a los que ha ayudado, a los que ha instruido, en lugar de los cuales siempre ha visto el rostro del Padre, que está en los cielos (cf. Mt 18,10). Y pienso que allí tendrá lugar también la indagación para saber si el ángel estuvo ausente del cultivo de los hombres, o si la desidia humana no respondió en absoluto dignamente al cultivo angélico. Habrá, por consiguiente, también al respecto un juicio de Dios acerca de si las muchas caídas de la vida humana provienen de alguna negligencia de los espíritus servidores, que son enviados para servicio y ayuda en favor de los que alcanzan la heredad de la salvación (cf. Hb 1,14), o bien de la desidia de los que son ayudados por aquellos.

La colaboración de los ángeles en la evangelización

4.2. Si esto es así, habrá también, entonces, entre ángeles y hombres, un juicio de Dios, y quizás serán juzgados algunos con Pablo y serán confrontados sus trabajos y sus frutos, que proceden de la multitud de los creyentes. Y probablemente se encuentre (Pablo) incluso superior en fatigas a ciertos ángeles, y por eso precisamente decía: “¿O no sabéis que juzgaremos a los ángeles?” (1 Co 6,3). No es que Pablo mismo juzgue a los ángeles, sino que la obra de Pablo, que realizó con la evangelización y a favor de las almas de los creyentes, juzgará a algunos: no a todos, en efecto, sino a algunos de los ángeles. Y por eso quizás también Pedro, fijándose en esto, decía: “Hacia él desean mirar también los ángeles” (1 P 1,12), aunque también los Apóstoles mismos se valen de los ángeles como ayudas para realizar el oficio de su predicación y llevar a cabo la obra de la evangelización. Así, se decía en los Hechos de los Apóstoles que había sido el ángel de Pedro el que había llamado a la puerta (cf. Hch 12, 13. 15). Del mismo modo, por tanto, se entiende que haya también un ángel de Pablo, como lo hay de Pedro, y otro de todos y cada uno de los Apóstoles, por el rango o los méritos, los cuales ocupan necesariamente los principales papeles en los trabajos y en la enseñanza, bien de los Apóstoles bien de los restantes doctores que vinieron después de ellos, y llevan a la era del Señor el fruto de las almas que progresaron gracias a ellos, junto con los que con ellos han colaborado. Sucederá, por consiguiente, en la recogida de los frutos, o sea, en la elección de los creyentes, que, por ejemplo, el que haya sido principal y eximio de aquella Iglesia, lo ofrecerá aquel ángel como primicias, y el que (haya sido) incluso superior de aquella iglesia, lo ofrecerá aquel ángel como primogénito.