OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (475)

Aparición de Cristo resucitado a los apóstoles

1197

Biblia

Pamplona, España

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía XI (Nm 18,8-32)

Los ácimos de los bienes futuros

1.6. Por consiguiente, cuando llego a este lugar, en el que se ha escrito sobre la Pascua, en aquella oveja corporal debo entender que está la sombra de los bienes futuros (cf. Ex 12,5), y pensar que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado (cf. 1 Co 5,7). De modo semejante encontrarás también lo escrito sobre los ácimos (cf. Ex 12,8) y demás observancias de los días de fiesta. Y porque todo esto se escribe en la Ley bajo el título de ley, porque la Ley se designa por la sombra actual los bienes futuros, debo buscar cuáles son los ácimos de los bienes futuros, y encuentro que me dice el Apóstol: “Para que celebremos la fiesta, no con levadura vieja ni con el fermento de la malicia y de la maldad, sino con los ácimos de la sinceridad y la verdad” (1 Co 5,8).

La ley de la circuncisión

1.7. Pero sobre la circuncisión también está escrito: “Esta es la ley de la circuncisión”[1]. Dado que la circuncisión se incluye bajo el título de ley, y la Ley es sombra, busco qué sombra de bienes futuros contiene la circuncisión, no sea que Pablo me diga a mí, puesto en la sombra de la circuncisión: “Porque, si se circuncidan, Cristo no les aprovechará de nada (cf. Ga 5,2), y la circuncisión no es aquella (que se hace) manifiesta en la carne, ni es judío quien lo es manifiestamente en la carne, sino quien es judío en lo oculto; y la circuncisión del corazón está en el espíritu, no en la letra: su alabanza no viene de los hombres, sino de Dios (Rm 2,28-29)”. Estas cosas, que, como dice el Apóstol, no hay que observarlas en absoluto según la letra, encontrarás que casi todas se incluyen en el libro de Moisés, bajo el título de Ley.

No hay que buscar la alegoría cuando la letra nos instruye y edifica

1.8. En cambio en aquel lugar en que dice: “No matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás” (Rm 13,9; cf. Ex 20,13-17; Dt 5,17-21), y lo que sigue del mismo género, no encontramos que les haya antepuesto el título de ley, sino que estos parecen más bien mandatos; y por eso para los discípulos del Evangelio no se anula esta Escritura, sino que se cumple (cf. Mt 5,17), porque, como dije, no el mandato, sino la ley, se dice que tiene la sombra de los bienes futuros; y por eso estas cosas han de ser cumplidas por nosotros según la letra. Lo mismo en otro lugar: “Seguir, dice,  rectamente lo que es recto” (cf. 1 Tm 6,11). ¿Qué necesidad hay de buscar la alegoría en estas cosas, cuando edifica también la letra?

Prescripciones de la Ley que pueden mantenerse según la letra y que permiten asimismo buscar en ellas la alegoría

1.9. Mostramos, por tanto, que hay algunas prescripciones que no es necesario cumplir en absoluto según la letra de la Ley, y hay otras que no debe de ningún modo cambiar la alegoría, sino que han de observarse tal y como las Escrituras las formulan. Ahora quiero indagar si hay otras que pueden mantenerse según la letra, y que sin embargo ha de buscarse en ellas también la alegoría. Y ver si podemos fortalecer estas afirmaciones con la autoridad apostólica y evangélica.

Ejemplo de una lectura de la Ley desde Cristo y desde el Apóstol

1.10. Está escrito en la Ley: “Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una sola carne” (Gn 2,24). El que estas (palabras) contengan misterios alegóricos, lo afirma Pablo, cuando en su epístola, al poner ese mismo ejemplo, dice: “Este es un gran misterio, y yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5,32). Que también es necesario cumplir esto según la letra, lo enseña el mismo Señor y Salvador, diciendo: «Está escrito: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una sola carne. Por consiguiente, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” » (cf. Mt 19,5-6). Y muestra que hay que observar estas cosas también según la letra, cuando añade: “Así, entonces, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. También en otro lugar, donde el Apóstol dice que “Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre” (Ga 4,22), ¿quién duda que esto debe mantenerse según la letra? En efecto, lo cierto es que Isaac, el de Sara, e Ismael, el de Agar, fueron hijos de Abraham (cf. Gn 21,3; 16,15). Sin embargo, el Apóstol le añade: “Estas cosas son alegóricas” (Ga 4,24), y las convierte en dos testamentos, y llama a la descendencia de Sara -considerando que los engendró para la libertad- los hijos del Nuevo Testamento, mientras que a la descendencia de Agar -considerando que los engendró para la esclavitud (cf. Ga 4,24. 26)- los llama hijos de la Jerusalén terrestre.

Los tres géneros de prescripciones que hallamos en el AT

1.11. Hemos demostrado, creo yo, con la autoridad de la Divina Escritura, que hay algunas cosas escritas en la Ley de las que absolutamente procede huir y precaverse de que no sean observadas según la letra por los discípulos del Evangelio, mientras que otras, en cambio, deben mantenerse en todo como están escritas; otras, finalmente, tienen sin duda cierta verdad según la letra, pero reciben también, de modo útil y necesario, el sentido alegórico.



[1] Este texto no se encuentra en la Sagrada Escritura. Pero la circuncisión es presentada como una ley en Gn 17,9-14, y Pablo la ubica dentro de la ley en Rm 2,17-28 (cf. SCh 442, p. 18, nota 1).