OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (461)

El Bautismo de Jesucristo

Hacia 1300

Biblia

Eiopía

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía IX (Nm 17,1-28 LXX)

La virtud que resplandece en comparación con la falta de méritos

1.6. Pero también, en eso que hemos leído, cada uno de los justos parece más resplandeciente ante Dios, por comparación con los otros. Y así está escrito acerca de Noé que era justo y perfecto en su generación (cf. Gn 6,9). En lo cual se muestra que no es totalmente perfecto, sino que había sido perfecto en su generación, y por comparación con los otros fue declarado justo. Del mismo modo pienso también sobre Lot; en efecto, cuanto más los sodomitas cada día se iban haciendo peores, tanto más justo aparecía él (cf. Gn 13,13). Pero también en este mismo libro, que tenemos en las manos, una vez que hubieron vuelto los que habían inspeccionado la tierra, y que diez de éstos habían inducido a la desesperación al pueblo (cf. Nm 13,31-33), con palabras amedrentadoras, en cambio que los dos restantes, esto es Caleb y Jesús[1] (cf. Nm 14,6-9), anunciaron buenas nuevas y exhortaron al pueblo a permanecer en su propósito, no fue tanto su confesión cuanto el miedo de los compañeros, lo que les confirió por parte de Dios un mérito inmortal. Ni tampoco resplandecería tan magníficamente en ellos la fuerza del ánimo, si no padecieran los diez restantes el torpe temor de la cobardía.

Integridad requerida a los ministros de Dios

1.7. Y hemos dicho esto sobre los braseros de los que son condenados, los cuales se mandan fijar al altar, que, por comparación con los (méritos) de los inferiores, los de los justos aparezcan más resplandecientes, para que, a la vez, se dé ejemplo a la posteridad, no sea que invada a alguien, por la presunción de un espíritu soberbio, que el don[2] del pontificado no le fue dado por Dios, sino que ceda ante aquel al que no ha elegido ni la ambición humana, ni el favor corrupto, ni la generosidad reprobable ha sustituido, sino que haya accedido con la conciencia de (sus) méritos y la voluntad de Dios[3].

El relato de la sedición del pueblo

2.1. Después de esto se refiere: «Y murmuraron los hijos de Israel contra Moisés y Aarón, diciendo: “Han matado al pueblo del Señor”. Y sucedió que cuando se precipitó la asamblea contra Moisés y Aarón, huyeron en seguida al Tabernáculo del Testimonio. Pero a este la nube lo cubrió, y apareció la majestad del Señor. Y entraron Moisés y Aarón hasta el umbral del Tabernáculo del Testimonio» (Nm 17,6-8).

El beneficio de las persecuciones

2.2. Hasta el momento no hemos leído que la nube haya cubierto el Tabernáculo y que haya aparecido la majestad del Señor y que haya recibido dentro de la nube a Moisés y Aarón, solo ahora, cuando se levantó contra ellos el pueblo y los quiso apedrear (cf. Nm 14,10). Aprendamos de esto qué grande es la utilidad de las persecuciones para los cristianos, cuánta gracias se confieren, cómo se hace Dios defensor de ellos, con cuánta abundancia se derrama el Espíritu Santo. Entonces, en efecto, está presente la máxima gracia del Señor, cuando se pone en movimiento la crueldad de los hombres, y entonces tenemos paz con Dios, cuando los hombres nos hacen soportar guerras por la justicia. “Porque donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5,20).

No recibimos la gloria de Dios sin lucha

2.3. Los cubrió, por consiguiente, la nube del Tabernáculo ; se precipitó la asamblea sobre Moisés y Aarón, y apareció la gloria del Señor (cf. Nm 17,7). Aunque sean grandes Moisés y Aarón por el mérito de su vida (cf. Ex 11,3), aunque sean ilustres por las virtudes del ánimo, no podría sin embargo aparecérseles la gloria de Dios si no se hallaran en las persecuciones, en las tribulaciones, en los peligros e incluso en el umbral de la misma muerte. Y tú, por tanto, no pienses que pueda aparecérsete la gloria del Señor si duermes y estás ocioso. ¿O acaso en estas (dificultades) no mereció conseguir la gloria de Dios el Apóstol Pablo? ¿Acaso no cuenta que, más que todos los otros, “estuvo en tribulaciones, en necesidades, en cárceles, tres veces golpeado con varas, una vez fue lapidado, tres veces sufrió naufragios, (afrontó) peligros del mar, peligros de los ríos, peligros de los ladrones, peligros de los falsos hermanos?” (cf. 1 Co 11,23 ss.). Todo esto, cuanto más abunda, tanto más confiere la gloria de Dios a los que lo soporten pacientemente.



[1] Transliteración del griego de la LXX: Iesoys, pero que agrega: el de Nun.

[2] U: oficio (munus).

[3] “Alusión a las intrigas que rodeaban las elecciones episcopales y que a menudo afectaron a Orígenes…” (SCh 415, p. 232, nota 1).