OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (450)

El milagro de la moneda para el tributo al César

Hacia el año 1000

Evangeliario

Canterbury (?), Inglaterra

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía VI (Nm 11,16-25; 12,1-15)

Los dos pueblos

4.1. Pero en los siguientes versículos de la lectura que ha sido proclamada, se encuentra que «Moisés tomó por esposa una mujer etíope, y María y Aarón hablaron mal de Moisés por haber tomado a una etíope, y decían: “¿Acaso Dios habló sólo a Moisés?”. Y, dice (la Escritura), lo oyó el Señor» (Nm 12,1-3). Y, después de esto, les mandó salir al Tabernáculo del Testimonio, y allí, tuvo lugar un juicio, María se vuelve leprosa hasta el tiempo fijado, y entonces se la vuelve a llamar al campamento (cf. Nm 12,4-16).

Para explicarlo brevemente, digamos que María es figura del primer pueblo, mientras que Moisés, esto es, la ley del Señor, pasó a casarse con esta etíope, que ha sido congregada de entre los gentiles. Moisés, esto es, la ley espiritual, la recibe por esposa; y por haber hecho eso, María, que ahora es la sinagoga, se indigna y murmura a una con Aarón, o sea, con los sacerdotes y los fariseos. Por consiguiente, hasta el día de hoy aquella plebe critica[1] a Moisés, que está con nosotros, y le parece torpe que no enseñe entre nosotros la circuncisión de la carne (cf. Ef 2,11), ni la observancia del sábado ni los novilunios (cf. Col 2,16), ni los sacrificios sangrientos, sino que (nos) exhorte a la circuncisión del corazón (cf. Rm 2,29) y al abandono del pecado, y a la celebración de los días de fiesta con los ácimos de la sinceridad y de la verdad (cf. 1 Co 5,8), y a los sacrificios de alabanza (cf. Sal 49 [50],14), y ya no al sacrificio de animales sino de los vicios.

“Será restaurado su rostro”

4.2. Dios juzga, por tanto, sobre estos hechos, confirma las nupcias de la etíope y permite que Moisés libremente habite y repose con ella; en cambio, expulsa a María fuera del campamento (cf. Nm 12,14) y por eso la aleja todavía más del Tabernáculo del Testimonio, y echa también con ella a Aarón. Y además, María se vuelve leprosa (cf. Nm 12,10).

Mira ahora a aquel pueblo y observa cuánta lepra de pecado hay en él, cuánta tiniebla de la inteligencia, cuánta deformidad en la observancia, cuánta fealdad en el semblante[2]. Sin embargo, esta lepra no durará para siempre, sino que, cuando comience a cumplirse la semana del mundo, (María) volverá a ser llamada al campamento. Así, por consiguiente, al final del mundo, “cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, entonces también todo Israel se salvará” (cf. Rm 11,25), y entonces será cuando cesará la lepra del rostro de María; porque recibirá la belleza de la fe, acogerá el esplendor del conocimiento de Cristo y será restaurado su rostro, cuando haya un solo rebaño y un solo pastor (cf. Jn 10,16). Ante lo cual procede decir: “¡Oh grandeza de las riquezas y de la sabiduría y de la ciencia de Dios!” (Rm 11,33), que así “encerró a todos bajo el pecado, para tener misericordia de todos” (cf. Rm 11,32), en Cristo Jesús Señor nuestro, a quien (sea) la gloria por los siglos de los siglos. Amén (cf. 1 P 4,11).



[1] El verbo usado es derogo: deroga, anula, rebaja.

[2] Advertir que en la edición de SCh 415, faltan algunas frases del texto latino en esta parte, no así en la traducción francesa.