OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (448)

La parábola de los viñadores homicidas

Hacia 1030-1050

Evangeliario

Echternach, Luxemburgo

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía VI (Nm 11,16-25; 12,1-15)

Sobre un vástago de Jesé reposará el Espíritu de Dios

3.2. Por consiguiente, en todos los que profetizaron se posó el Espíritu Santo. Sin embargo, en ninguno de ellos reposó como en el Salvador. Por lo cual está escrito sobre Él: “Saldrá un vástago de la raíz de Jesé y subirá de su raíz una flor. Y reposará sobre Él el Espíritu de Dios, Espíritu de sabiduría y entendimiento, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de piedad; y lo llenará el Espíritu del temor de Dios” (Is 11,1-3). Pero quizás diga alguno: nada nos has mostrado escrito sobre Cristo superior al resto de los hombres; porque así como de los otros se dijo que reposó sobre ellos el Espíritu, así también se dijo del Salvador: “Reposará sobre Él el Espíritu de Dios” (cf. Is 11,2). Pero mira que sobre ningún otro se dice que el Espíritu de Dios descansase con esta fuerza septuplicada, por lo cual sin duda aquella misma sustancia del Espíritu divino, que, al no poder (mostrarse) con un solo nombre, se expone con diversos vocablos, profetiza que “descansará sobre un vástago que procederá de la estirpe de Jesé” (cf. Is 11,1).

Sobre Cristo descendió y permaneció el Espíritu Santo

3.3. Tengo también otro testimonio por el cual puedo enseñar que en mi Señor y Salvador descansó el Espíritu de modo eximio y muy diferente de lo que se refiere en los otros. Porque dice Juan Bautista sobre Él: «Quien me envió a bautizar con agua, me dijo: “Sobre quien veas al Espíritu descendiendo y reposando sobre Él, ése es”» (Jn 1,33). Si dijera: Espíritu descendiendo y no añadiera: y reposando sobre Él, no parecería que hubiera nada superior a los otros. Pero añade: y permaneciendo en Él, para que se diera en el Salvador este signo, que en ningún otro puede mostrarse; puesto que de ningún otro se ha escrito que permaneciera en Él el Espíritu Santo.

Jesucristo es superior a todos los profetas, porque Él no cometió pecado

3.4. Y que nadie piense[1] que en esto rebajo a los profetas, saben ellos que no los rebajo prefiriendo a mi Señor Jesucristo respecto de ellos. Porque recuerdan cada uno sus palabras, y encuentran que sobre ningún otro está dicho que: “No cometió pecado ni se encontró engaño en su boca” (1 P 2,22). Puesto que es el único que no cometió pecado, por eso sólo en Él descansó y permaneció el Espíritu Santo. En efecto, si Él mismo es de quien se dice algo singular y eximio, lo que arriba dijimos, que no cometió pecado, consta que todos los otros estuvieron bajo el pecado. Si estuvieron todos, necesariamente también los profetas. ¿Y cómo decimos que en el momento del pecado permaneciera en ellos el Espíritu Santo?

Los profetas no están exentos de pecado

3.5. O si te parece imposible que los profetas, después de que recibieran el Espíritu Santo, pudieran pecar, retornemos a este mismo Moisés, al que tenemos en las manos, que es el mayor y más eximio de los profetas. Él escribe sobre sí y da testimonio de que él mismo pecó, al decir: “Escúchenme, incrédulos: ¿acaso de esta piedra produciremos agua para ustedes?” (Nm 20,10). Porque con estas palabras no santificó al Señor en el agua de la contradicción (cf. Nm 20,12), esto es, no confió en la fuerza de Dios, y dijo que “Dios es poderoso para sacarles agua de esa piedra” (Nm 20,10), pero como por fragilidad de cierta desconfianza, respondió diciendo: ¿Acaso podremos sacar agua para ustedes de esta piedra? Puesto que en estas palabras el Señor le computa pecado, es cierto que, al decirlas, no las profirió (movido) por el Espíritu Santo, sino (movido) por el espíritu del pecado. Y si, por el testimonio de la Escritura, se muestra que un profeta tan grande como Moisés ha tenido alguna vez en sí el Espíritu de Dios y alguna vez no lo ha tenido, o sea, en tiempo de pecado, es cierto que también debemos mantener respecto de los otros profetas una forma semejante.



[1] O: y que nadie me argumente (et ne quis me putet).