OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (441)

Jesús y la mujer cananea

Siglo X

Evangeliario

Reichenau, Alemania

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía V (Nm 4,1-49)

Sobre lo que está escrito: “No exterminen de su tribu el clan de Caath” (Nm 4,18).

1.1. Respondiendo a Moisés y a Aarón, dice el Señor: “No exterminen de su tribu el clan de Caath de en medio de los hijos de Leví; sino hagan con ellos de este modo, para que vivan y no mueran cuando se acerquen al Santo de los Santos” (Nm 4,18. 19), y lo demás. En primer lugar, entendamos las cosas que se refieren según la letra, y así, con la ayuda del Señor, ascendamos de la entendimiento literal a la comprensión espiritual.

Sentido literal del texto: “el orden de la historia”

Entiende, por tanto, en primer lugar, en la misma colocación del tabernáculo del Testimonio; comprende también el Santo de los Santos, que por medio de un velo se separa del Santo (cf. Ex 26,33-34; Nm 4,20), y que no le es lícito contemplar a ningún hombre, sino sólo a los sacerdotes. Después de esto, entiende cómo, cuando llegó el momento en que los hijos de Israel (tuvieron que) mover el campamento, se desmonta el Tabernáculo, y Aarón y sus hijos sacerdotes cubren cada cosa con sus cubiertas y velos dentro del Santo de los Santos; y, dejándolas cubiertas en el mismo lugar en el que estaban (cf. Nm 4,15), introducen a los hijos de Caath, que están destinados a este oficio, y hacen que ellos levanten sobre sus espaldas todas aquellas cosas que la mano sacerdotal había cubierto. Y por eso dice el Señor: “No exterminen de su tribu a la gente de Caath” (Nm 7,9), como si por tal motivo hubiesen de exterminarlos, si tocaran desnudas y sin velo las cosas del Santo de los Santos, que no sólo (no pueden) tocar, sino que ni siquiera mirar si no están cubiertas.

“El esplendor del misterio”

1.2. Si comprendiste lo que contiene el orden de la historia, sube ahora al esplendor del misterio y contempla la luz de la ley espiritual, si el ojo de tu mente es puro. Si hay alguien de entre los que sirven a Dios, digno de percibir las realidades divinas y ver los misterios que los demás son menos capaces de contemplar, ése debe ser comprendido (como) Aarón o los hijos de Aarón, que pueden penetrar en las realidades a las que a los otros no (les) es factible acceder. Por tanto, si alguien es así, sólo a él le está abierta el Arca de la Alianza (cf. Ex 25,10-30; Hb 9,4 ss.); ése ve la urna que contiene el maná, ése tiene en cuenta y entiende el propiciatorio; ése percibe los dos Querubines y la santa mesa, el candelabro de la luz y el altar del incienso (cf. Hb 9,5); ése considera y entiende espiritualmente estas realidades, es decir, el que se aplica a la palabra de Dios y a los misterios de la sabiduría, y vaca sólo en Dios en el santuario. Sepa bien aquel a quien estas cosas se revelan y confían para ser penetradas con mirada espiritual, que no es prudente que las abra y muestre a aquellos a los que no es lícito sean desveladas, sino que debe cubrir cada una de ellas y, cubiertas, entregarlas a los otros menos capaces, para que las lleven sobre los hombros y las pongan sobre sus nucas (cf. Nm 7,9). Cuando, en efecto, doctores ciertamente eruditos y perfectos, por medio de palabras místicas, prescriben obras al pueblo, y la gente ejercita y cumple lo que se le manda, aunque no comprende la razón de las cosas que se les mandan, ¿qué otra cosa se hace sino llevar cubiertos y velados dije a mi pensamiento sobre los hombros (los objetos) del Santo de los Santos?