OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (435)

Jesucristo bendice el universo

1494-1496

Liturgia de las Horas

París

Orígenes, Veintiocho homilías sobre el (libro) de los Números

Homilía III (Nm 3,5-39)

Los levitas

2.1. Pero oigamos lo que la palabra divina dice a Moisés. «Y habló, dice, el Señor a Moisés diciendo: “He aquí que yo he tomado a los levitas de en medio de los hijos de Israel, por cada primogénito, que abre la matriz de entre los hijos de Israel; serán sus rescates, y los levitas serán para mí. Porque mío es todo primogénito. Desde el día en que herí a todo primogénito en tierra de Egipto, santifiqué para mí todo primogénito de Israel; mío será desde el hombre hasta la oveja. Yo soy el Señor”» (Nm 3,11-13). Los levitas se asumen en lugar de los primogénitos, incluso sin ser primogénitos, puesto que Leví es el tercero, que nace de Lía (cf. Gn 29,34), el primero es Rubén, Simeón el segundo, el tercero Leví (cf. Gn 29,32-33); y se asumen como primogénitos éstos que por naturaleza no son primogénitos.

La disposición del corazón

2.2. ¿Acaso debemos creer que estas cosas han sido escritas inútilmente en la ley de Dios? ¿Esto no nos enseña que para Dios no se tienen como primogénitos aquellos que provienen de nacimiento corporal, sino esos que el mismo Dios declara que asume en el orden de los primogénitos, una vez que hubo examinado la disposición del espíritu[1]? Porque así, para Dios fue considerado primogénito Jacob, posterior en el nacimiento, y recibió las bendiciones de la primogenitura merced a la ceguera del padre, dispuesta por Dios (cf. Gn 27,1 ss.). En efecto, por la disposición del corazón, que estuvo clara ante Dios, también antes que nacieran en este mundo o realizaran algo de bueno o de malo (cf. Rm 9,11), dice sobre ellos el Señor: “Amé a Jacob, pero aborrecí a Esaú” (Ml 1,2-3). Los hijos de Leví no son, por tanto, primogénitos según la carne, sino que se toman por primogénitos, de modo que es más importante ser elegido primogénito que el nacer primogénito.

“De en medio de los hijos de Israel”

2.3. “He aquí, dice (la Escritura), que he tomado los levitas de en medio de los hijos de Israel” (Nm 3,12). Podría decir simplemente: “He tomado los levitas de los hijos de Israel”; ¿por qué será que añade de en medio de los hijos de Israel? ¿De qué medio, entonces? Leví es el tercero, como hemos dicho arriba, entre los hijos de Israel. Por consiguiente, desearía saber de qué medio se toman los levitas. Encuentro en las Escrituras que aquella bienaventurada sunamita, que había alimentado en algún tiempo al profeta, respondió con confianza al rey de Israel[2], que le quería conferir un beneficio y dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo” (2 R 4,8. 13). Pero con más amplitud y magnificencia veo escrito sobre nuestro Señor y Salvador en los evangelios lo que dijo Juan: “En medio de ustedes está uno que no conocen” (Jn 1,26). Pienso, por tanto, que aquel que nunca se haya inclinado hacia la derecha ni hacia la izquierda (cf. Nm 20,17), puede decirse que está en medio, que no ha cometido pecado ni ha sido encontrado engaño en su boca (cf. 1 P 2,22). Por eso, de quien siempre está firme se dice que se mantiene en medio; y, si alguno es su imitador, como todos los santos y aquella bienaventurada mujer, de la que hicimos mención más arriba, no se dice que esté firme, porque no puede suceder que no se incline alguna vez a la derecha o a la izquierda: “Porque nadie está limpio de mancha, aunque su vida fuera de un solo día” (Jb 14,4-5); sin embargo se dice que habita en medio del pueblo (cf. 2 R 4,13). Y los levitas, por consiguiente, se toman de en medio de los hijos de Israel (cf. Nm 3,12).

“Fijo y estable en medio”

2.4. Son, por tanto, levitas, los que no conocieron su derecha ni su izquierda, sino que, siguiendo a Moisés, esto es, siguiendo la Ley de Dios, no se ahorraron a su padre y a su madre (cf. Ex 32,27 ss.; Mt 10,37). Y tú, entonces, si, al llegarte la tentación, al sobrevenirte la ira del pecado, no te inclinas a derecha ni izquierda (cf. Nm 20,17), ni prevaricas la Ley de Dios, sino que te mantienes fijo y estable en medio, y no te inclinas ni doblas tu rodilla (cf. Rm 11,4) al pecado ni buscas la cabeza de un animal (cf. Ex 32,4 ss.), esto es, la imagen de una necedad[3], serás tomado de en medio de los hijos de Israel y serás colocado en el número de los primogénitos. Esto, por lo que está escrito: “Y tomaré a los levitas de en medio de los hijos de Israel” (Nm 3,12).



[1] “La disposición del espíritu, la buena voluntad. En el ámbito de la filosofía, en el lenguaje de Aristóteles (cf. Ética a Nicómaco, III,2,3) y en el de Plotino (cf. Enéadas, IV,3,12; IV,4,31), este propositum mentis es la proaíresis, la elección voluntaria por la cual los primogénitos han decidido seguir al Verbo” (SCh 415, p. 79, nota 2).

[2] El texto bíblico dice: «Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a la habitación de arriba y se acostó. Después dijo a Guejazí, su servidor: «Llama a esa buena sunamita». El servidor la llamó, y ella se presentó ante él. Eliseo dijo entonces a Guejazí: “Dile: Realmente tú te has desvivido por nosotros: ¿qué se puede hacer por ti? ¿Necesitas una recomendación para el rey o el jefe del ejército?”. Ella respondió: “Me siento muy bien donde estoy, en medio de mi gente”».

[3] “Alusión al becerro de oro” (SCh 415, p. 73, nota 2).