OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (383)

La parábola del Buen Samaritano

Siglo VI

Rossano, Italia

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico

Homilía VIII: Sobre la mujer que concibe y da a luz. Sobre la lepra y su purificación

Segunda clase de lepra

6[1]. Hay una segunda especie de lepra: si “florece, dice (la Escritura), en la piel hasta cubrir toda la piel del cuerpo desde la cabeza hasta los pies, por cualquier lugar que el sacerdote inspeccione” (cf. Lv 13,12). Cuando, por tanto, cubra toda la piel del cuerpo, entonces el sacerdote lo declara puro de infección (cf. Lv 13,13). Pero “en cualquier día que aparezca en él un color vivo” (cf. Lv 13,14), de nuevo lo juzgará impuro, por eso, por el color vivo que apareció en él, que antes no tenía.

Sobre esto ciertamente también antes que yo dijeron que el color vivo indica el principio de vida que está en el hombre; el cual todavía no se encuentra en el alma si ha cometido algún pecado, no se le imputa, por causa de que, el que peca, no parece aún capaz de razón; en cambio, cuando la razón encuentre en él tiempo y lugar, si entonces hace algo contra la razón, se le verá con justicia culpable. Pero nosotros considerando más diligentemente lo que está escrito, pensamos que esto hay que entenderlo de quienes el frenesí, o el furor, o cualquier cosa del género, ha invadido y oprimido el juicio, y obran contra la razón. Por consiguiente, a éstos se los llama puros de la lepra, esto es inmunes de pecado, porque sus actos o movimientos no tienen juicio. Pero si por casualidad apareciera en él el color vivo, es decir fuera reparada en él la salud (del juicio), y después de esto hiciera algo contra la razón de derecho o de justicia, se dice que el pecado le es imputado, porque esa parte, que (es) el color vivo, esto es el juicio de la razón viviente, aparece en él.

Tercera especie de lepra

7[2]. Hay una tercera ley sobre los leprosos: “Cuando se hace una úlcera en la piel del cuerpo y en el lugar de la úlcera se encuentra una cicatriz blanca con rubor” (cf. Lv 13,18-19).

Pero la úlcera es causada cuando abunda en el cuerpo un humor sórdido y nocivo. Por tanto, así también se comprenden las úlceras en el alma, que brotan de los deseos impuros  y de los pensamientos sórdidos. Si acaso son curadas por la gracia de la fe y la remisión de los pecados, y el alma deviene sana, queda sin embargo la cicatriz y esa misma cicatriz no tiene un color semejante al del cuerpo, sino que es más blanca, se declara que hay lepra (cf. Lv 13,20). Porque también la concupiscencia es tan brillante y resplandeciente que, incluso para los que la ven de lejos, muestra los indicios de pecado que residen en ella, y quizá un pecado tal que conduce[3] a la muerte (cfr. 1 Jn 5,16); y por eso la cicatriz es descrita no sólo blanca, sino también roja (cf. Lv 13,19). Respecto a que dice que esa misma cicatriz se ve más hundida (cf. Lv 13,20), ciertamente es porque ésa mancha de pecado humilla y hace caer por tierra al alma.

Cuarto género de lepra

8[4]. Había una cuarta ley, donde se dice que “si en la piel se forma una quemadura por el fuego y después de esto, cuando la quemadura se sana, ella se hace luciente y blanca con rubor o ciertamente blanquecina, y se la ve más hundida que el resto de la piel: esto también se dice que es lepra, que ha brotado[5] sobre la quemadura” (cf. Lv 13,24. 25).

Por consiguiente, mira si no hay una quemadura en toda el alma que haya recibido alguna fecha ardiente del Maligno (cf. Ef 6,16); o si no hay algo quemado por el fuego que arde en el amor carnal; pues éstas son las quemaduras y los ardores del fuego. Pero también se padece aquella quemadura que se enciende por el deseo de la gloria humana, y que se inflama por los ardores de la ira o del furor. Si acaso un alma se cura de esas heridas por la fe , y después de recibida la curación, desprecia al que dijo: “He aquí que ya estás sano, no peques, no sea que te suceda algo peor” (Jn 5,14), comienza a presentar frutos del vicio antiguo, procedentes de la cicatriz, (y) la cicatriz no se iguala con la piel del resto del cuerpo, sino que está más abajo, y todavía mantiene aquel color que tenía en el tiempo de la lepra: su lepra ha reflorecido en la quemadura, y por eso es juzgado impuro por el sacerdote (cf. Lv 13,25).



[1] Fragmento griego: «“Y si la lepra cubre toda la piel del cuerpo desde la cabeza hasta los pies” (cf. Lv 13,12). Alguno de los antiguos entiende “la piel del cuerpo” como el hombre privado de razón. Entonces si no tiene razón (lit.: alma), haga lo que haga, no puede ser declarado culpable, teniendo condición de irracional. Pero si aparece la razón, es culpable. En cuanto a que “cubre toda la piel del cuerpo”, acaso muestra en sentido figurado que está oprimido por la locura y la tristeza; porque no está ayudado por la razón ni aparece la inteligencia, todo lo que hiciere o dijere no es pecado, sino carencia de inteligencia» (Origenes Werke…, pp. 404-405; cf. Procopio de Gaza, Comentario al Levítico, 13,12; PG 87,733-734).

[2] Fragmento griego: «“Cuando el cuerpo tiene una úlcera en su piel” (cf. Lv 13,18). Esta es una tercera ley sobre la lepra; “si una úlcera se cura y en el lugar se encuentra una cicatriz blanca” (cf. Lv 13,14). En efecto, así como en el cuerpo muchas son las causas de las heridas, así también en el alma, donde estuvieron las marcas de las heridas, si se encuentra “una cicatriz blanca” (cf. Lv 13,9) y leprosa, “roja” (cf. Lv 13,19), como “hundida” (cf. Lv 13,20), este género de herida humilla el alma» (Origenes Werke…, p. 405; cf. Procopio de Gaza, Comentario al Levítico, 13,18; PG 87,735).

[3] Lit.: sea (sit).

[4] Fragmento griego: «“Una quemadura de fuego” (cf. Lv 13,24). Considera si acaso no hay alguna quemadura en toda el alma que haya recibido “los dardos encendidos del Maligno” (cf. Ef 6,16), tales como el amor carnal y de la sangre por la mujer o los hijos. Como también la locura de la gloria y del dinero. Porque el alma abrasada está afectada por esos deseos. Y si fuera liberada de tales males y fuera hecha partícipe de la santidad (lit.: curación), no se igualaría al lugar en que era vista antes de dejar sus vicios, pero si se hunde (cf. Lv 13,25), por la Ley es considerada impura» (Origenes Werke…, pp. 405-406; cf. Procopio de Gaza, Comentario al Levítico, 13,24; PG 87,735-736).

[5] O: florecido (effloruerit).

El pasado 11 de abril falleció el querido P. Pedro Max Alexander, osb, luego de una larga convalecencia. Él era quien preparaba desde hacía bastante tiempo esta página de inicio. Cada domingo nos ofrecía toda la riqueza de sus conocimientos sobre los Salmos, ayudándonos a meditar el Salmo responsorial. Lamentablemente ya no podremos contar más con sus valiosos aportes. Por eso desde este domingo ocupa la página de inicio de nuestro sitio lo que anteriormente se publicaba en la sección "Obras de los Padres de la Iglesia".