OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (358)

El bautismo del Señor

1455

Evangeliario

Armenia

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico

Homilía IV: El sacrificio de reparación por el daño causado al prójimo

La ley del holocausto

6. Después de esto sigue: «Y habló, dice (la Escritura), el Señor a Moisés diciendo: “Ordena a Aarón y sus hijos diciendo: esta es la ley del holocausto. Este holocausto será sobre el fuego[1], sobre el altar, toda la noche hasta la mañana, y el fuego del altar arderá sobre el holocausto (y) no se extinguirá. El sacerdote vestirá una túnica de lino, y vestirá un paño de lino[2] alrededor de su cuerpo; tomará la víctima, que el fuego consumió en holocausto sobre el altar, y la pondrá al costado del altar. Y despojándose de su vestidura, se revestirá de otra vestidura, y arrojará la víctima, que ha sido quemada, fuera del campamento en un lugar puro. Y arderá el fuego sobre el altar sin extinguirse; el sacerdote quemará en él la leña por la mañana y dispondrá en él el holocausto, y colocará sobre él la grasa de salvación; y el fuego siempre arderá sobre el altar sin extinguirse”» (Lv 6,8-13 [6,1-6]).

Un fuego siempre encendido

Escucha que siempre debe haber fuego sobre el altar; y tú, si quieres ser sacerdote de Dios, según lo que está escrito: “Porque todos ustedes serán sacerdotes del Señor” (Is 61,6), también a ti, en efecto, se te dice: “Raza elegida, sacerdocio real, pueblo adquirido” (1 P 2,9). Por tanto, si quieres ejercer el sacerdocio de tu alma, que nunca se aparte el fuego de tu altar. Esto es también lo que manda el Señor en los Evangelios: “Que sus cinturas estén ceñidas y sus lámparas encendidas” (Lc 12,35). Siempre, entonces, estén encendidos para ti el fuego de la fe y la lámpara del conocimiento.

Las vestimentas sacerdotales. El lino: figura de la castidad

Pero también lo que dice el Señor en el Evangelio: “Estén ceñidas sus cinturas” (cf. Lc 12,35), es igualmente lo que ordena aquí el legislador: que el sacerdote se ciña un paño de lino y que así, depositada la ceniza antigua, renueve el fuego sagrado. Porque también nos falta decir: “He aquí que lo viejo ha pasado, y todas las cosas han sido hechas nuevas” (2 Co 5,17). En efecto, ceñirse con un paño de lino, o como se dice en otro lugar (cf. Ex 28,42; 39,28), usar calzones[3], (es) contener con el cinturón de la castidad la lujuria del flujo de la sensualidad[4]. Ante todo, porque el sacerdote que sirve en los altares divinos debe estar ceñido con la castidad, de otra manera no puede quitar lo antiguo e instaurar lo nuevo, a no ser que se haya revestido de lino. Sobre el lino a menudo ya se ha hablado, sobre todo cuando decíamos respecto de las vestiduras sacerdotales que esta especie[5] figura la castidad, porque el origen del lino proviene de la tierra, de modo que es concebido sin ninguna mezcla.

Pablo nos enseña a cambiar vestimentas en nuestro ministerio

Con todo, hay que observar que el sacerdote se reviste de una vestidura mientras está en el ministerio de los sacrificios, y de otra cuando se presenta al pueblo. Esto también hacía Pablo, el más sabio de los pontífices y el más docto de los sacerdotes. Quien, cuando estaba en la asamblea de los perfectos, como ubicado dentro del “Santo de los santos” (cf. Ex 30,29) y vistiendo la estola de la perfección, decía: “Entre los perfectos hablamos (sobre) la sabiduría, pero no la sabiduría de este mundo ni la de los príncipes de este mundo, que serán destruidos; sino que hablamos de la sabiduría de Dios, oculta en el misterio, que ninguno de los príncipes de este mundo conoció. Porque si la hubieran conocido jamás habrían crucificado al Señor de la majestad” (1 Co 2,6-8). Pero, sin embargo, después de esto, como “saliendo hacia el pueblo” (cf. Nm 11,24), cambia la estola[6] y se reviste de otra de cualidad muy inferior a aquella. ¿Y qué dice? “Consideré no saber nada, afirma, entre ustedes, excepto Jesucristo, y Éste crucificado” (1 Co 2,2). Ves, por tanto, de qué modo este doctísimo sacerdote, cuando está dentro, entre los perfectos, como en el Santo de los santos, utiliza la estola de la doctrina; pero cuando sale hacia los otros, que no pueden comprender, cambia la estola de la palabra y enseña las cosas inferiores: a unos les da a beber leche como a niños (cf. 1 Co 3,2. 1), a otros los alimenta con legumbres, como a enfermos (cf. Rm 14,2); pero a otros les prepara alimentos sólidos, esto es, a quienes “según su aptitud para recibirlos, tienen el sentido (moral) ejercitado para el discernimiento del bien y del mal” (Hb 5,14). Así, Pablo sabía cambiar las vestimentas, y utilizar una para el pueblo, (y) otra para el ministerio de los santos.

El Señor Jesús también utilizaba diversas vestimentas sacerdotales

Pero el mismo Pontífice de los pontífices y Sacerdote de los sacerdotes, nuestro Señor y Salvador, sobre quien el Apóstol dice que “es el pontífice de los bienes futuros” (9,11), escucha de qué modo fue el primero en hacer esto, dejando así a sus discípulos este (ejemplo) para imitar. El Evangelio refiere sobre Él y dice que: “Hablaba en parábolas a las multitudes, y sin parábolas no les hablaba, pero a sus discípulos se las explicaba aparte” (Mt 13,34; Mc 4,34). Ves de qué modo Él mismo enseña que el pontífice debe usar una vestimenta cuando se presenta a las multitudes, (y) otra cuando sirve a los sabios y perfectos (cf. 1 Co 2,6) en el santuario. De donde debemos desear y hacer en modo tal que Jesús no nos encuentre tan desprevenidos y tan atados por las cosas del siglo, que con las multitudes nos hable en parábolas, para que “viendo no veamos y escuchando no entendamos” (cf. Mt 13,13); sino que más bien seamos encontrados dignos de (estar) entre a quienes les dice: “A ustedes se les ha dado conocer los misterios del reino de Dios” (Mt 13,11).

La ley sobre las ofrendas para el Señor

7. Después de eso dice (la Escritura): “Esta es la ley del sacrificio, que los hijos del sacerdote Aarón ofrecerán ante el altar, en presencia del Señor. Separará un puñado[7] de flor de harina del sacrificio, con su aceite y con todo su incienso, que son para el sacrificio, y la depositará sobre el altar (como) ofrenda de suave olor, su (ofrenda) memorial para el Señor. Y lo que sobre lo comerán Aarón y sus hijos. Se comerá en (panes) ácimos, en el lugar santo, en el atrio del tabernáculo[8] del testimonio lo comerán. No se les cocinará con levadura; (es) la parte para ellos, que les doy de las ofrendas para el Señor; son (ofrendas) muy santas, como lo es (el sacrificio) por el pecado y el delito. Todos los varones sacerdotes comerán de él. Es una ley perpetua para sus descendientes sobre las ofrendas para el Señor. Todo el que las toque será santificado” (Lv 6,14-18 [6,7-11]).

La parte de la ofrenda destinada a los sacerdotes

En esto, que ha sido propuesto, se da ciertamente una ley del sacrificio y del culto divino[9] para los sacerdotes, para quienes se cree que honran a Dios o purifican al pueblo, o también se atiende a la causa del sustento necesario para los sacerdotes y los ministros. Porque se fija la medida de flor de harina para la ofrenda del sacrificio, que se denomina “la décima parte de un efa” (cf. Lv 6,20 [6,13]), sobre la que se derrama aceite y se pone encima incienso. Pero cuando llega al altar, el sacerdote -dice (la Escritura)- toma de ella un puñado, lo máximo que una mano pueda tomar, con el aceite, que le ha sido vertido, y el incienso, que le fue puesto encima, para que esa sea una ofrenda para Dios de suave olor. Lo demás, dice, quedará para que lo coman los sacerdotes; pero la ley transmite que se coma en un lugar santo, en el atrio del tabernáculo, para que así nada de eso fermente. Porque, dice, “esta (es) la parte que he dado a los sacerdotes, y estas son (ofrendas) muy santas”. Pero también quiere que se observe aquello otro: que sólo los varones coman, que ninguna mujer la toque. Agrega asimismo esto: que “quien la toque, será santificado” (cf. Lv 6,15 ss. [6,8 ss.]).

Sólo desde el Evangelio podemos comprender rectamente la Ley

Pero si ahora queremos requerir los detalles, de los que son “judíos en apariencia” (cf. Rm 2,28), de por qué razón aquello se dice de este modo o de aquel otro modo, nos satisfarán con una respuesta tajante, diciendo: Así lo ha querido el legislador, nadie discute con su Señor. Y por eso, renunciando a los demás (textos), sobre esta última palabra exigimos que digan cómo “todo el que toque la ofrenda de los dones sagrados, será santificado”. ¿Si un homicida la toca, o un impío, o un incestuoso, será santificado? Porque a nadie exceptúa, sino que dice: “Todo el que la toque será santificado” (cf. Lv 6,18 [6,11]). Supongamos entonces que todavía hoy subsistiera íntegro aquel templo, que se ofrecieran víctimas, se realizaran sacrificios, (y) en aquel templo hubiera entrado un malvado, un inicuo, un impuro, que encuentra las carnes presentadas para los sacrificios (y) las toca, ¿se le va a proclamar de inmediato santificado? Es seguro que de ningún modo ni la naturaleza de la cosa, ni la verdad de la religión aceptarían esto; y por eso para nosotros es necesario volver a las explicaciones evangélicas y apostólicas, para poder comprender la Ley. Puesto que si el Evangelio no hubiera quitado el velo del rostro de Moisés (cf. 2 Co 3,14), no se podría ver su rostro ni comprender su sentido[10]. Por tanto, mira cómo en la Iglesia de los apóstoles, los discípulos cuidan esas (prescripciones) que Moisés escribió, y sostienen también que ellas pueden ser cumplidas y que fueron escritas racionalmente[11]; pero los doctores de los judíos, siguiendo la letra, las hacen impracticables e irracionales.



[1] Concrematio. Otra traducción: sobre un brasero.

[2] Lit.: calzoncillo (campestre) de lino.

[3] O: calzoncillos, pantalones (femoralia; feminalia).

[4] Luxuriam fluxae libidinis. Opto por una trad. más literal que la ofrecida en la versión francesa: “el exceso del semen que fluye”.

[5] Es decir, el lino.

[6] Stola: vestidura sacerdotal, la estola.

[7] Lit.: una mano llena (plenam manum).

[8] O: tienda, carpa (tabernaculum).

[9] Observantia (cf. MACCHI, op. cit., p. 381).

[10] Nec sensus eius intellegi; es decir, el sentido que le dio a la Ley.

[11] O: con sentido espiritual (rationabiliter).