OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (352)

El Juicio final

1480-1484

Gradual

Budapest, Hungría

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Levítico

Homilía III: Sobre los sacrificios de expiación en casos especiales

Sobre lo puro y lo impuro

3. Después de esto se promulga otra ley: “Toda persona que tocare alguna cosa impura o un cadáver de un animal[1] impuro, incluso sin darse cuenta, queda manchado, o si tocare una inmundicia (de hombre), de toda impureza con la que se manche” (Lv 5,2-3), y lo que sigue. Esto que, sin duda, se observa entre los judíos es muy indigno e inútil. ¿Por qué tienen como impuro lo que se toca, por ejemplo, un animal muerto o el cuerpo de un hombre difunto? ¿Y si fuera el cuerpo de un profeta, de un patriarca o también el cuerpo del mismo Abraham? ¿Y si tocare los huesos, quedará impuro? ¿Y si toca los huesos de Eliseo, que resucitaron a un muerto (cf. 2 R 13,21)? ¿Será impuro aquel que los tocare, y los huesos del profeta lo harán impuro, incluso al mismo a quien le resucitaron de los muertos? Mira qué inconveniente sea esta interpretación judía.

Pero nosotros veamos primero qué es tocar y cuál sea el contacto que hace impuro, y cuál sea el contacto que hace puro. Dice el Apóstol: “Es bueno para el hombre no tocar mujer” (1 Co 7,1). Este contacto es impuro; puesto que está aquello que dice el Señor en el evangelio: “Si alguien mira a una mujer con concupiscencia, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,28). Porque su corazón ha tocado el vicio de la concupiscencia y su alma se ha hecho impura. Por tanto, si alguien toca alguna cosa de este modo, es decir, o por la concupiscencia de una mujer, o por la codicia del dinero, o por cualquier otro deseo del pecado, (esto es) un tocar[2] impuro y estar manchado. Por consiguiente, te es necesario, si tienes tal contacto, saber cómo ofrecer un sacrificio, como lo recordamos más arriba, para que puedas purificarte. ¿Quieres que te muestre cuál es la persona que por un contacto impuro (cf. Lv 5,2) también se hizo impura, y después por un contacto puro se hizo pura? Aquella “que padecía hemorragia y había gastado todo su fortuna en médicos sin poder obtener mejora alguna” (Mc 5,25-26; Lc 8,43); había caído en esa (situación) por la impureza del pecado. Porque había tocado el pecado, por eso recibió el flagelo en la carne. Pero después que, llena de fe, “tocó el borde del manto de Jesús, cesó el flujo de sangre” (cf. Lc. 8,44; Mc 5,27. 28-29); y de repente quedó limpia, la que antes por tanto tiempo vivió impura. Y cuando de ese modo tocó al Señor y Salvador, Él mismo dijo: “¿Quién me tocó. Porque yo sentí una fuerza que salía de mí” (Lc 8,45. 46), sin duda aquella fuerza que curó a la mujer y la purificó[3]. Así, hay que entender que si alguien tiene contacto con el pecado, sale del pecado mismo una fuerza como maligna, que hace impuro a quien la toque; y esto es realmente haber tocado lo impuro. Una explicación semejante también hay que ofrecer[4] sobre el cadáver de un hombre, o sobre el cadáver de una oveja pura o impura (cf. Lv 5,3. 2). Puesto que es tocar el cadáver de un hombre seguir o imitar a un muerto en sus pecados. Pero si se requiere (presentar) las diferencias de cada uno (de esos contactos), examinémoslos uno por uno.

No tocar un cadáver humano

De un cadáver humano, como dijimos más arriba, podemos afirmar aquello que el Apóstol dice a los Corintios: “Les escribí, dice, en la carta, que no frecuenten a los fornicarios; no a todos los fornicarios, o avaros, o rapaces, o que sirven a los ídolos; de otro modo deberían salir de este mundo. En realidad les escribí que no frecuenten a quien se le llama hermano, (pero es) un fornicario, o un avaro, o sirve a los ídolos, o (es) un calumniador, o un borracho, o un rapaz, con alguien así no deben comer” (1 Co 5,9-11). Por tanto, esto es tocar un cadáver humano, ofrecerse simplemente como socio de un banquete de aquel por quien Cristo se hizo hombre y que de nuevo está muerto por el pecado[5]. Pero también de aquella viuda, sobre la cual dice el Apóstol, “que se ha entregado a los placeres, que aunque vive está muerta” (1 Tm 5,6), se puede decir que es un cadáver humano.

Cadáveres de animales

Pero también se deben buscar los cadáveres de animales que, a pesar de todo, están en la Iglesia. Si los más simples, que nada hacen con prudencia, se revuelcan asimismo en las sordideces de los pecados, a estos, si se los sigue o se los toca con la mano[6], como arriba lo expusimos, se toca cadáveres de animales. Que en la Iglesia hay también animales, escucha cómo lo dicen los Salmos: “Hombres y animales, (Tú) los salvarás, Señor” (Sal 35 [36],7). Por tanto, esos que se complacen en el estudio de la palabra de Dios y en la doctrina espiritual[7], son llamados hombres. En cambio, los que viven sin este género de estudio y no buscan los ejercicios de la ciencia, permaneciendo, sin embargo, fieles, con razón son llamados animales, pero (animales) puros. Porque así como algunos son hombres de Dios, otros también (son) ovejas de Dios. Puesto que está escrito que Moisés no era oveja de Dios, sino “hombre de Dios” (cf. Dt 33,1). Y Elías no era oveja de Dios, sino “hombre de Dios”; porque así lo dice sobre sí mismo: “Si soy un hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta (compañeros)” (2 R 1,10). ¿Pero quieres oír sobre las ovejas de Dios? Se dice por el profeta: “Mis ovejas son ovejas santas, dice el Señor” (cf. Ez 34,31). Y de nuevo el Salvador dice en el Evangelio: “Mis ovejas oyen mi voz” (Jn 10,27). Y no creo que dijera sobre los hombres: escuchan mi voz los hombres, sino esto: el que tenga oídos para oír, oiga (cf. Mt 11,15), al modo que las ovejas oyen la voz, y los hombres oyen su palabra. Por consiguiente, estas son animales puros por causa de Cristo, mas cadáveres por el pecado. A las cuales si alguien las toca, esto es, si las sigue en el pecado, se hace impuro. Y si alguien del mismo modo toca un cadáver de hombre, es decir, que viviendo primero según la razón y dedicándose a la palabra de Dios, después cae en el pecado, si alguien le sigue o imita, toca un cadáver humano y deviene impuro.

Sobre las fieras capturadas

Pero también si se toca una fiera capturada se deviene impuro (cf. Lv 5,2). ¿Qué es una fiera? ¿Un león o un lobo, que ataca a los hombres y a los animales? Creo que fiera es aquella sobre la cual dice el apóstol Pedro: “El diablo, el adversario de ustedes, como un león rugiente, da vueltas buscando a quien devorar. Resístanle firmes en la fe” (1 P 5,8-9). Y de nuevo, aquellos sobre los que dice el apóstol Pablo: “Porque entrarán, después de mi partida, lobos rapaces que no respetarán el rebaño” (Hch 20,29). Por tanto, si ves una de esas fieras capturadas, no la sigas, no la toques, para que no te hagas impuro tú también.

Las impurezas que realmente hay que evitar

Además, hay asimismo otros animales impuros cuyos cadáveres (está) prohibido tocar. Animales impuros son los hombres que están fuera de Cristo, en los cuales no hay ninguna razón ni religión. Por consiguiente, de todos esos si ves los cadáveres (cf. Lv 5,2), el legislador te dice que no los toques, ni te manches, ni los tomes con (tus) manos. Estas son las impurezas que necesariamente se deben evitar. Pero rechazar el contacto con un hombre o un cuerpo muerto, al que más bien se le debe dar sepultura religiosa, esas son fábulas judías (cf. Tt 1,14) y perjudiciales, “tienen ciertamente la apariencia de piedad, pero reniegan de su fuerza” (2 Tm 3,5).

Por tanto, la primera ley dada sobre la impureza es: si alguien fue testigo de algún juramente o delito y no lo denuncia (cf. Lv 5,1), por esto en cierto modo se hace impuro, (puesto que) él mismo se hace socio del pecado. La segunda ley prohíbe tocar alguna cosa impura o un cadáver (cf. Lv 5,2).



[1] Lit.: iumentum (animal de carga o de tiro).

[2] O: contacto.

[3] Lit.: la hizo pura (fecerat eam mundam).

[4] Dicendum est.

[5] In peccatis est mortuus.

[6] Lit.: se los toca con el tacto (tangat eo tactu).

[7] Rationabilis instituti.