OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (340)

Jesús cura al sordomudo

Siglo XV

Viena, Austria

Orígenes, Trece homilías sobre el Éxodo

Homilía XIII: Sobre las cosas que se ofrecen para el tabernáculo (continuación)

Sentido espiritual del fuego 

4. Pero creo que hay que considerar esto: que, mientras que Moisés menciona simplemente las otras materias, sólo de la escarlata agrega “doble” y del lino fino “doblado” (cf. Ex 36,6). Examinemos, entonces, por qué ciertamente se mencionan simplemente las otras materias, con las que se indican los otros elementos, mientras que sólo a la escarlata, que simboliza al fuego, se la describe doble. Esto parece difícil de comprender y mucho más difícil de explicar. Sin embargo, en la medida en que Dios nos lo conceda, intentaremos explicarlo. Porque también es necesario decir algunas cosas y reservarse otras. Veamos, por tanto, por qué razón de la escarlata se dice doble. Este color, como ya hemos dicho, indica el elemento del fuego. Pero el fuego tiene una doble virtud: por una parte, ilumina; por otra, quema. Esto pertenece al sentido histórico; vayamos asimismo al sentido espiritual.

También en este (sentido) el fuego es doble; hay un fuego en este mundo y hay otro en el futuro. El Señor Jesús dice: “He venido a traer fuego a la tierra” (Lc 12,49), este fuego ilumina. Por otra parte, el mismo Señor dice a “los agentes de iniquidad” (cf. Lc 13,27) para el futuro: “Vayan al fuego eterno, que mi Padre ha preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25,41): aquel fuego quema. Sin embargo, este fuego que viene a traer Jesús, “ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (cf. Jn 1,9), pero tiene también algo que quema, como confiesan los que dicen: “¿Acaso no ardía nuestro corazón dentro de nosotros, cuando nos explicaba[1] las Escrituras?” (Lc 24,32). Por tanto, explicando las Escrituras quemaba al mismo tiempo que iluminaba. Pero no sé si también aquel fuego que quema en el mundo futuro, tendrá asimismo algo que ilumine. 

El fuego que quema e ilumina

 Por tanto, como hemos mostrado, la naturaleza del fuego es doble y por eso se nos manda que la escarlata se ofrezca duplicada. Veamos, entonces, cómo podemos nosotros ofrecer este fuego duplicado para el edificio del tabernáculo. Si eres doctor, construyes el tabernáculo edificando la Iglesia de Dios; por consiguiente te dice también a ti Dios lo que dijo a Jeremías: “He aquí, que puse mis palabras en tu boca como fuego” (Jr 5,14). Por ende, si al enseñar y edificar la Iglesia de Dios, sólo increpas, condenas, acusas, reprochas los pecados del pueblo, sin sacar de las divinas Escrituras una palabra de consolación, sin explicar nada de lo que resulta oscuro, sin abordar en absoluto el conocimiento de lo más profundo, ni abrir un poco la comprensión de lo más sagrado, ciertamente ofreces escarlata, pero no doble. Porque tu fuego solamente quema, pero no ilumina. Y a la inversa, si al enseñar abres los misterios de la Ley, examinas los arcanos de los misterios, pero no acusas al que peca, no corriges al negligente, no mantienes la severidad de la disciplina, ciertamente ofreces escarlata, pero no doble. Porque tu fuego sólo ilumina, pero no quema. Por tanto, “una ofrenda recta[2] y dividida rectamente” (cf. Gn 4,7), ofrece escarlata doble, para unir a la luz del conocimiento la pequeña llama de la severidad.

El lino fino doblado

5. Pero veamos ahora qué quiere (decir) también “el lino fino doblado” (cf. Ex 25,4). Puesto que también aquí se añade algo respecto a los otros elementos. Hemos dicho que el lino fino es figura de la tierra, que es nuestra carne. No quiere Dios que se ofrezca una carne bañada en el lujo y disoluta por los placeres, sino que se manda que esté mortificada y dominada. ¿Quién, entonces, es el que mortifica su carne? Seguramente aquel que dice: “Macero mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros, no sea yo mismo reprobado” (1 Co 9,27). Así, ofrecer un lino fino doblado es consumar la carne con la abstinencia, con las vigilias y la fatiga de las meditaciones.

Pelo de cabra

Se ofrece también pelos de cabras (cf. Ex 35,6). Está prescrito en la Ley ofrecer este tipo de ganado por el pecado (cf. Lv 4,23); el pelo es una cosa muerta, exangüe, inanimada. El que la ofrece muestra que en sí mismo el gusto por el pecado ya (está) muerto, y que el pecado ya no vive ni reina en sus miembros.

Pieles de carneros

Se ofrecen también pieles de carneros. Antes de nosotros, algunos también han visto en el carnero el símbolo del furor. Y puesto que la piel es indicio de un animal muerto, muestra que el furor ha muerto en quien ofrece al Señor pieles de carnero.

Sentido espiritual de los adornos recibidos de las mujeres

Después de esto dice: “Y todos los hombres de inteligencia bien dispuesta[3] recibieron de sus mujeres y trajeron piedras preciosas, pendientes, anillos, horquillas (para el pelo)[4] y brazaletes” (Ex 35,22).

Ves también aquí cómo ofrecen dones a Dios aquellos que ven con el corazón, que conciben en su corazón la capacidad de comprender, que tienen un espíritu atento y dedicado a la palabra de Dios. Éstos, por consiguiente, traen dones, y traen “pendientes, dice (la Escritura), piedras preciosas y brazaletes” de sus mujeres. Ya hemos dicho a menudo que la mujer, según el sentido alegórico es la carne, y el hombre, el sentido espiritual[5]. Estas mujeres que obedecen a sus maridos son buenas; buena es la carne que ya no se opone al espíritu, sino que le obedece y consiente; y por eso “si dos o tres de entre ustedes se ponen de acuerdo, todo lo que pidan se cumplirá para ustedes” (Mt 18,19), ha dicho el Señor.

Ofrecen, por tanto, pendientes de sus mujeres. Ves cómo se ofrece al Señor el oído. Pero también se ofrecen al Señor brazaletes; obras rectas y obras buenas, cumplidas por la carne. Estas cosas las ofrece al Señor el sentido espiritual. Se ofrecen también horquillas (para el pelo). Ofrece horquillas quien sabe discernir bien qué ha de hacer, qué debe evitar, qué es lo que agrada a Dios, qué lo que le desagrada, qué es justo, qué injusto. Éstas son las horquillas ofrecidas al Señor.

Las mujeres sabias y las mujeres necias

Por tanto, aquí las mujeres ofrecen pendientes al Señor porque son mujeres sabias. En efecto, dice (la Escritura), que vinieron mujeres sabias e hicieron todo lo necesario para los vestidos del pontífice (cf. Ex 35,25 ss.). Pero aquellas mujeres que ofrecieron sus pendientes para hacer un ternero (cf. Ex 32,3. 4) eran necias: “Apartaron su oído de la verdad para volverse a fábulas impías” (2 Tm 4,4); y por eso ofrecieron sus pendientes para hacer la cabeza del ternero. Pero también en el libro de los Jueces(cf. Jc 18) encontramos igualmente otro ídolo hecho con pendientes de mujeres. Por consiguiente, felices estas mujeres, feliz esta carne, que ofrece al Señor sus pendientes, sus brazaletes, sus anillos y todas las obras de sus manos cumplidas según los mandamientos del Señor.



[1] Adapariret: abría.

[2] O: justa (recte).

[3] Quibus visum est sensu.

[4] El latín dice: discriminalia (horquilla para la cabeza; cf. MACCHI, op. cit., p. 158).

[5] Rationabilis sensus: el sentido racional (o: la razón).