OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (299)

El Juicio final

Hacia 1460

Brujas, Bélgica

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Génesis

Homilía XIII: Los pozos de Isaac

Sobre los pozos que excavó Isaac y rellenaron los filisteos

1. Siempre encontramos los habituales trabajos de los patriarcas respecto a los pozos[1].

Isaac y los filisteos

He aquí, en efecto, que la Escritura refiere que Isaac, después que “el Señor lo bendijo y él se hizo muy grande” (cf. Gn 26,12. 13), emprendió una gran obra. Empezó, dice, a excavar pozos, “pozos que habían excavado sus servidores en tiempos de su padre Abraham, pero que los filisteos habían obstruido y llenado de tierra” (Gn 26,15. 18). Por tanto, primero “habitó junto al pozo de la visión” (Gn 26,11), e, iluminado por el pozo de la visión, comenzó a abrir otros pozos, y no, en primer lugar, pozos nuevos, sino los que había excavado su padre, Abraham.

Y, cuando excavó un primer pozo, dice (la Escritura): “Los filisteos lo envidiaron” (Gn 26,14). Pero él no se dejó disuadir por sus celos y no cedió a la envidia, sino que “de nuevo, dice (la Escritura), excavó los pozos que habían excavado los servidores de su padre Abraham y que los filisteos habían obstruido después de la muerte de su padre Abraham; y les puso aquellos mismos nombres que les puesto su padre” (Gn 26,18). Excavó, por tanto, los pozos que había excavado su padre y que, por la maldad de los filisteos, habían sido llenados de tierra. Cavó también otros nuevos en el valle de Guerar, pero no él mismo, sino sus servidores, «y encontró allí, dice (la Escritura), un pozo de agua viva. Pero los pastores de Guerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo que el agua era suya; y llamó al pozo “Iniquidad”, porque se habían comportado inicuamente con él» (Gn 26,19-20). Pero Isaac se alejó de su maldad y «cavó otro pozo y también riñeron por él, dice (la Escritura), y le dio el nombre de “Enemistad”. Y se alejó de allí y de nuevo cavó otro pozo y ya no riñeron por él, y lo llamó “Amplitud”, diciendo: “Porque ahora Dios nos ha dilatado y nos ha hecho crecer sobre la tierra”» (Gn 26,21-22).

La profundidad de los misterios de los pozos

Con razón el santo Apóstol, considerando la grandeza de los misterios, dice en cierto lugar: “¿Y quién es capaz de [penetrar] estas cosas?” (2 Co 2,16). De modo semejante -o mejor, de modo muy disímil, tanto cuanto le somos inferiores-, también nosotros, viendo tan gran profundidad en los misterios de los pozos, decimos: “¿Y quién es capaz de [penetrar] estas cosas?”. ¿Quién, en efecto, podría explicar dignamente los misterios de estos pozos tan (profundos y) de los hechos referidos a los pozos, si no invocamos al Padre de la Palabra viviente y Él mismo no se digna poner la palabra en nuestra boca (cf. Ef 6,19), para que de estos pozos tan abundantes y numerosos podamos sacar un poco de “agua viva” (cf. Gn 26,19; Jn 4,10) para ustedes, los sedientos?

El nuevo Isaac

2. Hay, por tanto, pozos, excavados por los servidores de Abraham, pero que los filisteos habían llenado de tierra. Isaac empieza por limpiar estos. Los filisteos odian las aguas y aman la tierra; Isaac ama las aguas, busca siempre los pozos, limpia los viejos, abre nuevos.

Mira a nuestro Isaac que “se ofreció como víctima por nosotros” (cf. Ef 5,2), viene al valle de Guerar, que significa “cerca” o “barrera”; viene, dice, para “destruir en su carne el muro de separación que está en medio, la enemistad” (cf. Ef 2,14); viene a quitar el cerco, esto es, el pecado, que nos separa de Dios, la barrera que se interpone entre nosotros y las virtudes celestiales, para “hacer de los dos uno solo” (Ef 2,14) y devolver a los montes, (llevándola) “sobre sus hombros”, a la oveja que se había perdido, restituyéndola a las otras “noventa y nueve que no se habían perdido” (cf. Mt 18,12; Lc 15,6).

Luego este Isaac, nuestro Salvador, cuando llega a ese valle de Guerar, quiere en primer lugar excavar aquellos pozos que habían excavado los servidores de su Padre, es decir, quiere renovar los pozos de la Ley y los profetas, que los filisteos habían llenado de tierra.

Los nuevos filisteos

¿Quiénes son estos que llenaron los pozos de tierra? Sin duda los que ponen en la Ley un sentido terreno y carnal y cierran la puerta al (sentido) espiritual y místico, de modo que ni beben ellos ni dejan beber a los demás. Escucha a nuestro Isaac, el Señor Jesús, que dice en los Evangelios: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, que se han llevado la llave del saber, y ni han entrado ustedes mismos ni han dejado entrar a los que querían!” (Lc 11,52; Mt 23,13). Por tanto, estos que habían llenado de tierra los pozos “que habían excavado los servidores de Abraham” (cf. Gn 26,15. 18), son los que enseñan la Ley de modo carnal y ensucian las aguas del Espíritu Santo; poseen los pozos no para sacar agua, sino para poner tierra en ellos. Tales son los pozos que Isaac empieza a excavar.

Y veamos cómo los excava.

La forma en que excava los pozos el nuevo Isaac

Cuando los servidores de Isaac, que son los Apóstoles de nuestro Señor, atravesaban -dice (la Escritura)- los sembrados en sábado, “arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se las comían” (cf. Lc 6,1). Entonces, en efecto, esos que habían llenado de tierra los pozos de su Padre le decían: “He aquí que tus discípulos hacen en sábado lo que no está permitido” (Mt 12,2). Pero Él, para excavar su inteligencia terrena, les dice: “¿No han leído lo que hizo David, cuando tuvo hambre él y los que estaban con él, cómo entró en (casa) del sacerdote Abiatar y comió él y sus servidores los panes de la proposición, que no estaba permitido comer sino sólo a los sacerdotes?” (Mt 12,3-4). Y añade esto: «Si comprendieran lo que significa: “Quiero misericordia y no sacrificios”, nunca habrían condenado a los inocentes» (Mt 12,7; Os 6,6). Pero ellos, ¿qué replican a estas cosas? Entran en litigio con sus servidores y dicen: “Este hombre que no guarda el Sábado no es de Dios” (Jn 9,16). Este es el modo en que Isaac excavó los pozos “que habían cavado los servidores de su Padre” (Gn 26,18).

Todo el Antiguo Testamento anuncia a Cristo

Servidor de su Padre fue Moisés, quien excavó los pozos de la Ley; servidores de su Padre fueron David, Salomón y los profetas, como así también lo fueron los que escribieron los libros del Antiguo Testamento, que la interpretación terrena y sórdida de los judíos llenó (de tierra). Como (nuestro) Isaac quería limpiar (esa interpretación) y mostrar que todo lo que habían dicho “la ley y los profetas” (cf. Mt 5,12; Jn 15,46), lo habían dicho de Él, los filisteos disputaban con Él. Pero se alejó de ellos. No podía, en efecto, permanecer con esos que no querían tener agua en los pozos, sino tierra; y les dijo: “He aquí que la casa de ustedes se les ha quedado desierta” (Mt 23,38).

Significado espiritual de los pozos nuevos

Entonces, Isaac, o más bien sus servidores, también excavaron pozos nuevos. Servidores de Isaac son Mateo, Marcos, Lucas, Juan; servidores suyos son: Pedro, Santiago, Judas; servidor suyo el apóstol Pablo; todos los que excavaron pozos en el Nuevo Testamento. Pero también por estos (pozos) se disputaban aquellos que “saben sobre las cosas terrenas” (cf. Flp 3,19) (y) no soportan que se descubran cosas nuevas, ni que se purifiquen las antiguas. Desaprueban los pozos evangélicos, se oponen a los (pozos) apostólicos. Y porque se oponen a todo, litigando en todo, se les  dice: “Puesto que se han hecho indignos de la gracia de Dios, por esto ahora iremos a los gentiles” (cf. Hch 13,46; 18,6).



[1] El simbolismo de los pozos, ampliamente desarrollado en esta homilía, no se presenta aquí de improviso. Es uno de los temas que caracterizan la obra de Orígenes... Las ideas expresadas por medio de tales imágenes son siempre las mismas: los pozos representan la Escritura o, en ocasiones -por deslizamiento de la misma imagen-, el alma que se aplica a ella; la perfección espiritual se hace depender de la excavación asidua de los mismos (SCh 7 bis, pp. 310-311).