OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (295)

La resurrección de Cristo. Las mujeres en el sepulcro

Hacia 1216-1220

Leccionario siríaco

Mosul, Irak

Orígenes, Dieciséis homilías sobre el Génesis

Homilía XI: Abraham desposa a Queturá. Estancia de Isaac junto al pozo de la visión

   La edad de Abraham en su segundo matrimonio

1. El santo Apóstol nos proporciona siempre ocasiones para descubrir el sentido espiritual y muestra a los [cristianos] diligentes los signos, poco numerosos, aunque indispensables, para que se reconozca en todo que “la Ley es espiritual” (cf. Rm 7,14).

Y él mismo, hablando en cierto lugar sobre Abraham y Sara, dice: “Sin vacilar, dice, en su fe, [Abraham] no consideró que su cuerpo estaba ya muerto, puesto que tenía casi cien años, ni que el seno de Sara (fuese) estéril” (Rm 4,19). Por tanto, (es) de este (hombre) de quien él dice que estaba muerto en el cuerpo, dado que tenía cien años, y que había engendrado a Isaac más por la potencia de la fe que por la fecundidad de su cuerpo. Ahora la Escritura refiere que tomó una mujer de nombre Queturá y que engendró de ella muchos hijos cuando tenía alrededor de ciento treinta y siete años (cf. Gn 25,1 ss.). Está escrito, en efecto, que Sara, su mujer, tenía diez años menos que él (cf. Gn 17,17) y que murió a los ciento veintisiete años (cf. Gn 23,1), lo que indica que Abraham tenía más de ciento treinta y siete años cuando tomó a Queturá por mujer.

Interpretación alegórica: la sabiduría, esposa de Abraham

¿Qué, entonces? ¿Pensamos que en tan gran patriarca perduraron durante todo este tiempo los estímulos de la carne? ¿Y del que se dijo que estaba ya muerto a los movimientos naturales, hay que considerarlo ahora redivivo a los atractivos de la carne? ¿O, como ya lo dijimos muchas veces, los matrimonios de los patriarcas están indicando algo místico y sagrado, como también (lo indica) aquel que decía de la sabiduría: “Yo decidí tomarla por esposa” (Sb 8,9)?

Sin duda, Abraham ya entonces pensó algo semejante y, precisamente porque era sabio, sin embargo, por eso mismo sabía que no hay límites para la sabiduría (y) que ni la vejez pone término al aprendizaje. Porque el que acostumbra a contraer matrimonio en el modo que hemos indicado más arriba, es decir, el que suele estar unido a la virtud, ¿cuándo puede cesar de un matrimonio de este tipo? Y la muerte de Sara hay que entenderla como la consumación de la virtud. Pero el que tiene la virtud consumada y perfecta, es necesario que siempre se dedique a algún estudio; a este estudio la palabra divina le llama “su esposa”.

La descendencia espiritual

Yo pienso que (es) por esto por lo que, en la Ley, el célibe y el estéril están sujetos a la maldición; dice, en efecto: “Maldito el que no haya dejado descendencia en Israel” (cf. Dt 7,14; 25,5-10). Si estas (palabras) se consideran dichas de la descendencia carnal, todas las vírgenes de la Iglesia parecen puestas bajo la maldición. Y qué digo: ¿las vírgenes de la Iglesia? El mismo Juan, “mayor que el cual ninguno hubo entre los nacidos de mujer” (cf. Mt 11,11), y muchos otros santos, no dejaron descendencia según la carne, puesto que ni siquiera se dice de ellos que hayan estado casados. Pero es cierto que dejaron una descendencia espiritual e hijos espirituales y que todos tuvieron por esposa a la sabiduría; como también Pablo, que “engendraba hijos por medio del Evangelio” (cf. 1 Co 4,15).

Luego Abraham, ya viejo y con un cuerpo carente de vigor, tomó por mujer a Queturá. Yo pienso que, por el motivo anteriormente expuesto, es mejor casarse cuando el cuerpo está muerto, cuando “están mortificados los miembros” (cf. Col 3,5); porque nuestros sentidos están más capacitados para recibir la sabiduría cuando “llevamos la muerte de Cristo en nuestro cuerpo” (cf. 2 Co 4,10) mortal.

El buen olor de Cristo

Finalmente, Queturá, [la mujer] con la que el anciano Abraham contrae ahora matrimonio, significa thymíama, es decir, incienso o buen olor. Puesto que también él mismo decía como Pablo: “Somos el buen olor de Cristo” (2 Co 2,15). Pero veamos cómo alguien deviene “buen olor de Cristo”. El pecado es una cosa fétida; por eso, los pecadores son comparados a los puercos (cf. Mt 8,30), que se revuelcan en los pecados como en un estiércol fétido. Y David, en cuanto pecador arrepentido, dice: “Mis heridas se infectaron y supuran” (Sal 37[38],6).

2. Por tanto, si alguno de ustedes no lleva ya ningún olor de pecado, sino el olor de la justicia y la suavidad de la misericordia; si alguien orando “sin cesar” (cf. 1 Ts 5,17) ofrece continuamente al Señor el incienso, y dice: “Que mi oración se dirija a ti como el incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como sacrificio vespertino” (Sal 140[141],2), ése ha tomado por mujer a Queturá.

Interpretación espiritual de la poligamia de los patriarcas

Así pienso, por tanto, que se explican con mayor dignidad y decoro las bodas de los ancianos y las uniones de los patriarcas contraídas ya al final de sus vidas, en una edad vacilante; así estimo necesarias las enumeraciones de los hijos que procrearon. Porque para tales nupcias y para semejante progenie son más aptos los viejos que los jóvenes; puesto que, cuanto más agotado está uno en la carne, tanto más robusto estará en la virtud del alma y tanto más apto para los abrazos de la sabiduría. Así también, de un hombre justo como Elcaná se refiere en las Escrituras que tenía dos mujeres al mismo tiempo (cf. 1 S 1,2 ss.); una se llamaba Peninná y la otra Ana, es decir, la conversión y la gracia. Y se dice que tuvo hijos, primero de Peninná, esto es, de la conversión, y después de Ana, que es la gracia.

La Escritura, en efecto, designa simbólicamente los progresos de los santos mediante los matrimonios. De ahí que también tú, si quieres, puedas ser esposo en un matrimonio de este género; por ejemplo, si practicas voluntariamente la hospitalidad, parecerá que la has tomado por esposa; si a ésta añades el cuidado de los pobres, parecerá que has tomado una segunda mujer; y si unes a ti la paciencia, la mansedumbre y las demás virtudes, parecerá que has tomado tantas esposas cuantas virtudes goces.

De aquí, por tanto, deriva que muchos patriarcas tuviesen simultáneamente varias esposas. De otros, la Escritura recuerda que, habiendo muerto las primeras, han tomado otras por esposas (cf. Gn 16,3; 25,1). Con ello se indica figuradamente que algunos son capaces de ejercitar muchas virtudes al mismo tiempo, otros no pueden dar inicio a las que siguen si antes no han llevado a perfección las primeras. Por esto se dice que Salomón, a quien el Señor había dicho: “Sabio como tú no lo hubo antes de ti, ni lo habrá después de ti” (cf. 2 Cro 1,12; 1 R 3,13), tuvo contemporáneamente muchas mujeres (cf. Ct 6,8; 1 R 11,1). Porque el Señor le había dado una prudencia tan abundante “como la arena del mar” (cf. Gn 22,17) para juzgar a su pueblo “con sabiduría” (cf. 2 Cro 1,11), por eso podía practicar muchas virtudes al mismo tiempo.

Las mujeres extranjeras, figura de las ciencias profanas

Si, ciertamente más allá de las enseñanzas de la Ley de Dios, tocamos también algunas disciplinas que parecen venir del exterior, del siglo -como, por ejemplo, la erudición de las letras o el arte de la gramática, como la geometría o la aritmética, o como también la dialéctica-, y todas estas, buscadas afuera, las reconducimos a nuestras enseñanzas y las asumimos para la defensa de nuestra ley, entonces parecerá que hemos tomado por mujeres a extranjeras o incluso a “concubinas” (cf. Ct 6,8; 1 R 11,1. 3). Y si, a propósito de estas uniones, podemos, mediante la disputa, la discusión y la refutación de los contradictores, convertir a algunos a la fe, y si, superándolos con sus propios métodos y artes, los persuadimos a acoger la verdadera filosofía de Cristo y la verdadera piedad de Dios, entonces parecerá que hemos engendrado hijos de la dialéctica o de la retórica como de una extranjera o concubina.

Así, por tanto, la vejez no excluye a nadie de (contraer) tales nupcias o de procrear tales hijos; muy al contrario, esta casta progenie conviene más a la edad madura.

Es así como ahora Abraham, avanzado en años y, como dice la Escritura, “anciano y colmado de días” (cf. Gn 24,1), toma a Queturá por mujer.

Sobre la descendencia de Abraham 

Pero de los hechos referidos por la historia no debe escapársenos cuáles y de qué (género) son las generaciones surgidas de esta (unión). Porque, si nos acordamos de éstas, podremos aprender más fácilmente lo que se dice en las Escrituras sobre los diversos pueblos. Por ejemplo, como cuando se dice que Moisés tomó por mujer a la hija de Jetró, sacerdote de Madián (cf. Ex 2,21), se descubre que Madián es hijo de Queturá y de Abraham (cf. Gn 25,2); conocemos, por tanto, que la mujer de Moisés era del linaje de Abraham y que no era una extranjera. Pero también, cuando la Escritura menciona a la “reina de Cedar” (cf. Jr 30,23), hay que saber igualmente que Cedar desciende de la misma estirpe de Queturá y de Abraham (cf. Gn 25,13). Pero también en las generaciones de Ismael encontrarás cosas semejantes. Si examinas diligentemente estas (generaciones), recogerás en ellas muchos datos históricos que permanecen escondidos a los demás.

Pero nosotros, entretanto, dejando estas cosas para otro momento, aceleremos la marcha hacia lo que sigue del relato.