OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (276)

La Santísima Trinidad

Hacia 1420

Liturgia de las Horas

Torino, Italia

Clemente de Alejandría (+ 215/216) [conclusión]

CPG 1381. Sobre la Pascua (De Pascha). Fragmentos.

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Sobre la Pascua[1]

25. Y en su tratado “Sobre la Pascua” [Clemente] confiesa que ha sido obligado por sus compañeros a confiar a la escritura, en provecho de los que vengan después, las tradiciones que él escuchó de los antiguos presbíteros, y recuerda a Melitón, a Ireneo y a algunos otros, de los cuales incluso cita pasajes (Eusebio de Cesarea, HE VI,13,9).

26. De este tratado hace mención Clemente de Alejandría en el suyo propio “Sobre la Pascua”, que él mismo dice haber compuesto por causa del escrito de Melitón (Eusebio de Cesarea, HE IV,26,4).

27. En verdad nuestros antepasados, muy expertos en (los libros) de los hebreos y de los griegos -digo: Isidoro, Jerónimo y Clemente-, aunque entendieron distintos comienzos de los meses por razón de la diversidad del lenguaje, no obstante coincidieron en la única y verdadera (lit.: ciertísima) razón de la Pascua, poniéndose de acuerdo en el día, en la luna y en el tiempo, con suma veneración respecto al día de la resurrección del Señor (Seudo Anatolio, Canon paschalis, 1; PG 10,210).

28. Pero también Clemente, el muy piadoso sacerdote de la iglesia de Alejandría, varón antiquísimo y no lejano de los tiempos apostólicos, en el discurso “Sobre la Pascua” enseña cosas parecidas, escribiendo así: Ciertamente en tiempos pasados el Señor comió con los judíos el sacrificio para celebrar la Pascua. Pero después de predicar que Él mismo era la Pascua, el Cordero de Dios (cf. Jn 1,29), como oveja llevada al matadero (cf. Is 53,7), en seguida enseñó a los discípulos el misterio de la figura (typoy) del [día] décimo tercero, a causa del cual le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos para comer la Pascua?” (Mt 26,17). Ciertamente en ese día también tenía lugar la consagración de los (panes) ázimos y la preparación previa de la fiesta. Por ello Juan en este mismo día, como si el Señor ya estuviera preparando a los discípulos, lavándoles los pies (cf. Jn 13,4-5), con razón escribe: “Nuestro Salvador padeció al día siguiente (cf. Jn 18,28), sacrificado por los judíos, siendo Él mismo la Pascua”. Y también esto: “En consecuencia, en el [día] décimo cuarto, cuando también sufrió, al alba los príncipes (de los sacerdotes) y los escribas lo ofrecieron a Pilato y no entraron en el pretorio para no mancharse, sino para poder comer la pascua libremente por la tarde (cf. Jn 18,28). Todas las Escrituras concuerdan con esta exactitud de los días y también el conjunto de los evangelios. También lo atestigua la resurrección; en efecto, resucitó al tercer día, que es el primero de las semanas de la recolección, en el que también estaba establecido presentar al sacerdote (un manojo) de gavillas (cf. Lv 23,10-11; Chronicon paschale; PG 92,81).

29. Del mismo [autor] “Sobre la Pascua”. Pienso que hay alguna clase de necesidad paradójicamente en que sea turbado y obligado [por Dios] el hombre al que quiere salvar por sí mismo con sólo que acepte lo señalado por el precepto (cf. Rm 7,8. 11). Ciertamente Dios no es violento, ni tampoco es un ser inanimado, (como) las estatuas, que acaba por reducir como una causa exterior la voluntad (o: la orden) del querer en el alma que se mueve espontáneamente (K. Holl, Fragmente vornicänischer Kirchenväter aus den Sacra Parallela, n. 307, Leipzig, Ed. J. C. Hinrichs, 1899, pp. 119-120 [Texte und Untersuchungen, 20,2]).

30. De Clemente, el autor de los “Stromata”, de su [tratado] “Sobre la Pascua”: Es imposible que los contrarios puedan juntarse entre sí y al mismo tiempo y en aquello mismo en lo que se oponen (K. Holl, Fragmente vornicänischer Kirchenväter aus den Sacra Parallela, n. 308, p. 120).

31. En efecto, el que se conoce a sí mismo es lugar y trono del Señor (K. Holl, Fragmente vornicänischer Kirchenväter aus den Sacra Parallela, n. 309, p. 120; PG 95,1305).

32. De Clemente en su [tratado] “Sobre la Pascua”: los huesos de los leones fueron golpeados, así como (se produce) el fuego de las piedras ardientes que lo encienden (K. Holl, Fragmente vornicänischer Kirchenväter aus den Sacra Parallela, n. 309, p. 120; PG 95,1584).

33. Esto mismo parece que considera Clemente de Alejandría en los [tratados] “Sobre la ley pascual”, cuando distinguiendo dice: Lo mismo que la imagen (de una persona), aunque no esté presente el arquetipo lleva consigo el mismo honor, y cuando la verdad se encuentra presente, la imagen se ilumina con ella y la semejanza aquella permanece aceptable, puesto que significa la verdad (Nicéforo de Constantinopla [+ 828], Refutatio et aversio deliramentorum, III,26; PG 100,416).

34. Incierto. Clemente, en el tratado “Sobre la Pascua”, afirma que la difusión de la lepra tiene en cierto modo la marcha y el camino expeditos (Nicéforo de Constantinopla, Catena in Octateuchum [Lv 13,22], I,1037).

35. “El cual libera a Jesús”. Así [dice] Ireneo en el tercer libro del Contra las herejías (III,16,8), y claramente lo dice Orígenes en el octavo libro de los Comentarios a [la Carta a] los Romanos (8,2), y también Clemente, el autor de los “Stromata”, en el tratado “Sobre la Pascua” (E. von der Goltz, Eine textkritische Arbei des 10. bez 6. Jahrhunderts, Leipzig, J. C. Hinrichs, 1899, p. 48 [Texte und Untersuchungen 17, NF II,4]).

 

CPG 1382. Canon eclesiástico (Canon ecclesiasticus. Katà ioydaizónton [= A los judaizantes]). Fragmentos.

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Canon eclesiástico[2]

36. Del presbítero Clemente de Alejandría en el [tratado] “Contra los judaizantes”: Salomón, hijo de David, en los libros de los Reyes, comprendiendo que la estructura del verdadero templo no sólo es celestial y espiritual, sino que también llevó el carnal, la que el Hijo y Señor de David pensó (lit.: estaba destinado a) edificar, para su misma venida, allí mismo determinó establecer como una ofrenda animada, referida a la Iglesia surgida por el consenso de la fe, según dice la expresión: “¿Acaso habitará Dios verdaderamente en la tierra entre los hombres?” (1 R 8,27; 2 Cro 6,18). Y habita en la tierra, porque se reviste de un cuerpo y pone su morada entre los hombres (cf. Jn 1,14) en unión y armonía con los [hombres] justos, construyendo y levantando un templo santo. Porque tierra (son) los [hombres] justos, todavía extendidos en derredor de la tierra; también son tierra, si se les compara con la grandeza de Dios. Esto es lo que no duda en afirmar el bienaventurado Pedro: “Y ustedes, como piedras vivas, son levantados como edificio espiritual, sacerdocio santo, con el fin de ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P 2,5). Y el Señor habita en un cuerpo divino que, circunscrito en un lugar de la tierra, consagró para sí mismo. «Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré. Los judíos contestaron: “¿En cuarenta y seis años ha sido construido este Templo y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero Él se refería al templo de su cuerpo» (Jn 2,19-21; Nicéforo de Constantinopla, Antirrhesis ineditus adversus Iconoclastas, en: Apparatus ad bibliotheca SS, Patrum, Paris, Joannem Anisson, t. I, col. 1334).

 

Otros fragmentos publicados en: Die griechischen christlichen Schriftsteller der ernsten drei Jahrhunderte, 17, pp. 203-215 y 219 ss.; y en FP n. 24, pp. 334-371 y 376 ss., son considerados por la CPG como dudosos o espurios (cf. CPG 1390-1399).



[1] Texto griego en: Clemens Alexandrinus. Dritter Band. Stromata Buch VII und VIII. Excerpta ex Theodoto. Eclogae Propheticae. Quis Dives Salvetur. Fragmente, Leipzig, J. C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1909, pp. 216 ss. (Die griechischen christlichen Schriftsteller der ernsten drei Jahrhunderte, 17); y en FP, n. 24, pp. 370 ss. En líneas generales, seguimos esta traducción castellana. El fragmento n. 24 corresponde a las comentarios, atribuidos a Clemente, a algunas epístolas del Nuevo Testamento, y que hemos salteado por ser dudosa su atribución.

[2] Texto griego en: Clemens Alexandrinus. Dritter Band. Stromata Buch VII und VIII. Excerpta ex Theodoto. Eclogae Propheticae. Quis Dives Salvetur. Fragmente, Leipzig, J. C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1909, pp. 218-219 (Die griechischen christlichen Schriftsteller der ernsten drei Jahrhunderte, 17); y en FP, n. 24, pp. 374 ss. En líneas generales, seguimos esta traducción castellana.