OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (258)

La presentación de Jesús en el templo

Hacia 1030-1040

Bendicional

Regensburg, Alemania

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, EXTRACTOS DE TEÓDOTO Y DE LA LLAMADA ESCUELA ORIENTAL EN EL TIEMPO DE VALENTÍN

Tercera sección: Extractos 43-65 (continuación)

   La tres naturalezas

54.1. A partir de Adán se engendran tres naturalezas: la primera es irracional, de la que era Caín (cf. Gn 4,1); la segunda es la racional (= proveniente del Verbo divino) y la justa, a la que pertenecía Abel (cf. Gn 4,2); y la tercera es la espiritual (pneumática), de la que era Set (cf. Gn 4,25).

54.2. Y (el hombre) terrestre es [creado] “según la imagen” (Gn 1,26a), pero (el hombre) psíquico es [creado] “según la semejanza” (Gn 1,26b) de Dios; y el hombre espiritual es [creado] aparte (= separadamente). De estas tres [naturalezas], aparte de los otros hijos de Adán, se ha dicho: “Éste es el libro de la generación de los hombres” (Gn 5,1).

54.3. Pero Set (era) espiritual, no pastor ni agricultor (cf. Gn 4,2), sino que da como fruto un. hijo, como los [seres] espirituales. Y a éste, que “confió en invocar el Nombre del Señor” (Gn 4,26a), que miraba hacia arriba (cf. Col 3,1) y cuya ciudadanía se encuentra en el cielo (cf. Flp 3,20), no lo contiene el mundo.

El cuarto elemento incorpóreo

55.1. Además de los tres elementos incorpóreos de Adán hay que poner un cuarto, el terreno: “las túnicas de piel” (Gn 3,21).

55.2. Ciertamente Adán no siembra ni a partir del espíritu ni tampoco desde lo que le fue insuflado (cg. Gn 2,7); puesto que ambos [elementos] son divinos y ambos son emitidos por medio de él, pero no por (acción) suya propia.

55.3. En cambio, su (elemento) material actúa (o: se mueve hacia) en la semilla y en la generación, como si estuviera mezclado (o: unido) con la semilla, y de cuya conexión (lit.: armonía) no puede separarse en la vida, ti.

La salvación conforme a las naturalezas

56.1. Según esto, nuestro padre Adán es “el primer hombre terreno (sacado) de la tierra” (1 Co 15,47).

56.2. Pero si también hubiera sembrado a partir del (elemento) psíquico y espiritual, como del material, todos [los hombres] serían iguales y justos, y en todos (estaría) la [misma] enseñanza. Por eso (son) muchos los [hombres] materiales, y no tantos los psíquicos; y escasos los espirituales.

56.3. Así, por tanto, el [hombre] espiritual se salva por naturaleza; el psíquico por su propia libertad, (porque) posee lo necesario para la fe y la incorruptibilidad, y también para la incredulidad y la corrupción, según su propia elección; pero el [hombre] material se pierde por naturaleza.

56.4. En verdad, cuando los psíquicos “sean injertados en el olivo” (Rm 11,24), para la fe y la inmortalidad, y participen de “la savia del olivo” (Rm 11,17) y cuando “hayan entrado los gentiles” (Rm 11,25), entonces “se salvará también todo Israel” (Rm 11,26).

56.5. E Israel significa alegóricamente el [hombre] espiritual, el que verá a Dios, el hijo legítimo del fiel Abrahán, el [nacido] de “la esposa libre” (Ga 4,23b), no el [hijo] “según la carne” (Ga 4,23a), el de la esclava egipcia (cf. Gn 16,1).

El paso de la esclavitud a la libertad

57.1. Por tanto, de las tres razas se engendra la formación del [elemento] espiritual, y la mutación (o: modificación) del [elemento] psíquico [que pasa] desde la esclavitud a la libertad.

La misión salvadora de Jesucristo

58.1. Después del reinado de la muerte (cf. Rm 5,12 ss.), que había hecho una gran y seductora promesa, pero que no engendraba más que un ministerio de muerte (cf. Rm 7,10), rehusando todo Principio y Divinidad, el gran Luchador, Jesucristo, asume con poder en sí mismo a la Iglesia: al (elemento) elegido y al llamado, al (elemento) espiritual que (procede) de la engendradora (= la Sabiduría), y al psíquico que (procede) de la economía [salvífica], y preservó y elevó (o: consagró) por igual lo que había asumido, y a través de ellos también a los que son consubstanciales:

58.2. “Puesto que si las primicias son santas, también la masa; (y) si la raíz es santa, también las ramas” (Rm 11,16).

La Encarnación

59.1. Ciertamente, desde el principio revistió la semilla a partir de la engendradora, no separándose, sino conteniéndola por su poder, según (es) formada poco a poco mediante la gnosis.

59.2. Y cuando llegó al Lugar, Jesús encontró a Cristo para revestirlo, predicado, anunciado por los Profetas y la Ley, siendo la imagen del Salvador.

59.3. Pero también este mismo Cristo psíquico, al que revistió, era invisible. Y el que venía al mundo era necesario que (fuera) visto, aprehendido (y) viviera como un ciudadano, también se sirvió de un cuerpo sensible.

59.4. Por tanto fue tejido (o: urdido) un cuerpo para Él a partir de una sustancia psíquica invisible; y [cuerpo] que llegó al mundo sensible por el poder de una disposición divina.

El origen del cuerpo del Señor

60.1. Ciertamente la expresión: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti” (Lc 1,35a) habla de la génesis del cuerpo del Señor; en cambio: “El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1,35b), indica la forma que Dios imprimió a ese cuerpo en la Virgen.

Sobre “la constitución” del Salvador

61.1. Por tanto, que Él mismo (fuera) otro distinto de (los elementos) que asumió es claro por lo que proclama: “Yo soy la Vida” (Jn 11,25), “yo soy la Verdad” (Jn 14,6), “el Padre y yo somos uno” (Jn 10,30).

61.2. Y (el elemento) espiritual, que asumió, y el psíquico, son manifestados de la siguiente manera: “El niño iba creciendo y progresaba en Sabiduría” (Lc 2,40. 52). En verdad, lo espiritual necesita de la Sabiduría, mientras que lo psíquico [necesita] de crecimiento.

61.3. Por las efusiones [salidas] de su costado (cf. Jn 19,34), [el Salvador] muestra que con esas efusiones las substancias se habían salvado, al devenir de pasibles en impasibles, con los efluvios de las pasiones.

61.4. Y cuando dice: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea rechazado, insultado y crucificado” (Mc 8,31; Lc 9,22; 18,32; 24,7; Mt 20,17), está claro que habla como sobre otro; evidentemente del pasible.

61.5. También dice: “En el tercer día iré delante de ustedes a Galilea” (Mt 26,32); porque Él precede a todas las cosas, y se refiere a que levantaría al alma salvada secretamente y que la restablecería (allá) donde ahora la precede.

61.6. Pero murió al apartarse el Espíritu, que descendió sobre Él en el Jordán (cf. Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22; Jn 1,32), se separó (de Él), no actuando por su propia cuenta, sino contraído (o: replegado; es decir, no por separación sino por reducción) para que también actuase la muerte. Por otro lado, ¿cómo iba a morir el cuerpo, estando presente en Él la vida? Porque de lo contrario, la muerte habría dominado al mismo Salvador, lo cual es inadmisible. Pero la muerte fue destruida (cf. Hb 2,14-15) por engaño.

61.7. Puesto que cuando el cuerpo murió y sobre él dominó la muerte, el Salvador, levantándose (contra) el rayo del poder que lo había alcanzado, destruyó la muerte y resucitó al cuerpo mortal, rechazando las pasiones.

61.8. Así, entonces, los [elementos] psíquicos son resucitados y salvados de esa manera; pero los espirituales, los que han creído, se salvan (o: son salvados) mejor que aquellos, habiendo recibido las almas como “un traje de bodas” (Mt 22,12).

El Cristo psíquico

62.1. El Cristo psíquico está sentado a la derecha del Demiurgo, como también lo dice David: “Siéntate a mi derecha” (Sal 109 [110],1) y lo que sigue.

62.2. Está sentado [allí] hasta la consumación (final), “para que vean al que traspasaron” (Jn 19,37). Lo que traspasaron (cf. Za 12,10; Ap 1,7) es lo que aparece: la carne del [Cristo] psíquico. “Porque no le quebrantarán ni un hueso” (Jn 19,36; cf. Ex 12,46; Nm 9,12; Sal 33 [34],21), dice [la Escritura]; lo mismo que sobre Adán, la profecía toma en sentido alegórico el hueso por el alma (cf. Gn 2,22-23).

62.3. Porque el alma de Cristo, (mientras) el cuerpo sufría, “se encomendó en las manos del Padre” (Lc 23,46). El elemento espiritual que está en el hueso, no es encomendado jamás, sino que Él mismo (= el Salvador) lo salva.

La Ogdóada

63.1. Ciertamente, el descanso de los [seres] espirituales (tiene lugar) en (el día) del Señor, en la Ogdóada, que es llamada Día del Señor, junto a la Madre, [y los espirituales] llevan las almas, las túnicas, hasta la consumación. Las otras almas fieles están junto al Demiurgo; pero, cuando llegue la consumación, también éstas pasarán a la Ogdóada.

63.2. Después, [tiene lugar] el banquete de bodas (cf. Mt 22,2-14), común a todos los salvados, hasta que todos sean iguales (lit.: igualados) y lleguen a conocerse unos a otros.

Hacia la boda espiritual

64.1. En consecuencia, los [seres] espirituales, una vez depuestas las almas, juntamente con la Madre que acompaña (o: cuida, lleva) al Esposo, acompañando también ellos a los [otros] esposos, a sus Ángeles, se introducen en la Cámara nupcial dentro del Límite, y se dirigen ante la vista del Padre, convertidos en Eones intelectuales, hacia la boda espiritual y eterna de la pareja.

La voz del Esposo

65.1. El presidente (o: maestresala; cf. Jn 2,9) del banquete y paraninfo de las bodas, el Amigo del Esposo, el que está delante de la cámara nupcial (cf. Jn 3,29a), al escuchar la voz del Esposo, se alegra mucho (lit.: se alegra con alegría; cf. Jn 3,29b).