OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (255)

El bautismo de Cristo

Hacia 1180

Salterio

Fécamp, Francia

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, EXTRACTOS DE TEÓDOTO Y DE LA LLAMADA ESCUELA ORIENTAL EN EL TIEMPO DE VALENTÍN

Primera sección: Extractos 1-28 (conclusión)

   Distinciones de los valentinianos entre los seres espirituales y los psíquicos

21.1. Los valentinianos dicen que la mejor emanación de la Sabiduría se encuentra expresada en: “A imagen de Dios les creó, macho y hembra los creo” (Gn 1,27), los masculinos que (son) la elección, y los femeninos que (son) la vocación. Ciertamente [los valentinianos] llaman a los masculinos seres angélicos, y a los femeninos, que (son) ellos mismos, semilla superior (o: especial, diferente).

21.2. Lo mismo (sucede) también con Adán: el elemento masculino permaneció en él, pero toda la semilla femenina fue quitada (o: suprimida, destruida) de él y se convirtió en Eva (cf. Gn 2,22), de la que (derivan) los seres femeninos (= hombres espirituales o elegidos), como de aquel [Adán] los masculinos (= los ángeles espirituales).

21.3. Ahora bien, los elementos masculinos son colocados después del Verbo; pero los femeninos, haciéndose hombres, se unen a los Ángeles y llegan al Pléroma. Por eso se dice que la mujer se cambia en varón y la Iglesia de aquí abajo en Ángeles.

Afirmaciones erróneas sobre Jesús y los ángeles

22.1. Y cuando el Apóstol [Pablo] dijo: “De otro modo, ¿qué alcanzarán los que se bautizan por los muertos?” (1 Co 15,29a). Porque, dice (= Teódoto?), han sido bautizados por nosotros los Ángeles, de los que somos parte.

22.2. Pero nosotros somos cadáveres, como que hemos sido enterrados en esta existencia (o: naturaleza, constitución); en cambio los elementos masculinos (= ángeles) están vivos, no participando de esta existencia.

22.3. “Si los muertos no resucitan, ¿para qué somos bautizados?” (1 Co 15,29b). Por lo tanto, nosotros nos levantamos, como ángeles (cf. Lc 20,36), restituidos a los elementos masculinos; los miembros [femeninos] con los miembros [masculinos], para la unidad (cf. Ga 3,28).

22.4. Pero los que se bautizan por nosotros, que estamos puertos -dicen- son los Ángeles, que se hacen bautizar para levantarnos a nosotros, (para) que podamos tener el Nombre y no seamos impedidos por el Límite y la Cruz de entrar en el Pléroma.

22.5. Por eso también, en la imposición de las manos, dicen al fin: “Para redención angélica” (Ireneo, Adversus haereses, I,21,3); es decir, la que también tienen los Ángeles, para que obtenga la redención quien haya sido bautizado en el mismo Nombre en el que también haya sido bautizado su Ángel.

22.6. Pero en el principio fueron bautizados los Ángeles con la redención del Nombre que descendió sobre Jesús en (forma) de paloma (cf. Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22; Jn 1,32-33) y lo redimió.

22.7. Y también Jesús, para avanzar por medio de la Sabiduría, tuvo necesidad de redención, para no ser retenido por el Pensamiento deficiente en el que había sido colocado, como dice Teódoto.

Cada uno conoce al Señor en la medida de sus posibilidades

23.1. Los valentinianos llaman a Jesús el Paráclito, porque vino repleto de Eones, como que procedía del Todo.

23.2. Porque Cristo, abandonando a la Sabiduría que lo había emitido y entrando en el Pléroma, pidió auxilio a la Sabiduría que había dejado fuera, y por la buena voluntad de los Eones Jesús es emitido [como] Paráclito para el Eón transgresor (lit.: dejado de lado; se refiere a la Sabiduría). Y como tipo del Paráclito, Pablo devino Apóstol de la resurrección (cf. 1 Co 15,12-13; Rm 1,3-4).

23.3. Inmediatamente después de la pasión del Señor, también él fue enviado a predicar. Por eso también predicó al Salvador según dos aspectos: engendrado y pasible en razón de los de la izquierda (= plan salvífico para los psíquicos), puesto que, pudiendo conocerle, según esa figura (cf. 1 Co 1,23), le veneran (o: le temen); y según lo espiritual, proviniendo del Espíritu Santo y de la Virgen (cf. Lc 1,35), como le conocen los Ángeles de la derecha (= los espirituales).

23.4. Porque cada uno conoce al Señor a su manera, y no todos de igual forma. “Los ángeles de estos pequeños ven el rostro del Padre” (Mt 18,10), [los] de los elegidos, de los que formarán parte de su misma herencia y perfección.

23.5. Y, sin duda, el rostro es ahora también el Hijo, y es también la parte comprensible del Padre que contemplan quienes son enseñados por medio del Hijo. Y lo demás del Padre es desconocido[1].

Sobre el Espíritu Santo y la Iglesia

24.1. Los valentinianos dicen que el espíritu excelente que poseían los profetas para su ministerio, fue derramado sobre todos los [fieles] de la Iglesia (cf. Jl 3,1; Hch 2,17; 10,45); por eso los signos del Espíritu, curaciones y profecías, se cumplen por medio de la Iglesia.

24.2. Pero no saben que el Paráclito, que ahora actúa continuamente en la Iglesia, es de la misma esencia y fuerza que el que actuaba con continuidad en el Antiguo Testamento.

Generación (génesis) y regeneración (anagénnesis)

25.1. Los (discípulos) de Valentín han definido al ángel como Verbo que tiene un mensaje del Ser. Pero también llaman “logoi” a los Eones, con el mismo nombre que el Verbo.

25.2. Los Apóstoles -dice [Teódoto]- han substituido (o: cambiado, transformado) a los doce signos del zodiaco; puesto que, como la generación está dirigida por éstos, así también la regeneración (= bautismal) está presidida por los Apóstoles.

Lo visible e invisible en Jesús según Teódoto

26.1. Lo visible de Jesús (era) la Sabiduría y la Iglesia de las semillas superiores, que se equiparon (o: vistieron) por medio del elemento carnal, como dice Teódoto; [pero] el elemento invisible es el Nombre, que es el Hijo Unigénito.

26.2. Por ello, cuando [Jesús] dice: “Yo soy la Puerta” (Jn 10,7), quiere decir que ustedes, los que son de la semilla superior, podrán llegar hasta el Límite donde yo estoy.

26.3. Pero también cuando Él mismo entra, asimismo la semilla entra con Él en el Pléroma, reunida (cf. Mt 3,12; Lc 3,17; Jn 4,36) e introducida a través de la puerta.

El alma humana puede acceder a la gnosis del Verbo

27.1. El sacerdote, entrando en el interior del segundo velo, deposita (la placa) de metal junto al altar del incienso; y él mismo entra en silencio, teniendo grabado el Nombre en el corazón (cf. Hb 9,3-7; Lv 8,9; 16,3-4; Ex 26,31; 28,36; 37,25); así indica el abandono del cuerpo que, al igual que la placa de oro, es puro y ligero mediante la purificación como el abandono del cuerpo del alma, en el que estaba grabado el signo (gánoma: esplendor) de la piedad, por el cual los Principados y las Potestades han reconocido al que se encuentra rodeado por el Nombre.

27.2. Es abandonado este cuerpo, la placa de metal que se ha vuelto ligera, en el interior del segundo [velo], en el mundo inteligible, que constituye el segundo velo de todo el universo, y que está junto al altar del incienso, junto a los Ángeles que son los ministros de las oraciones llevadas a lo alto (cf. Sal 140 [141],2).

27.3. Y el alma, desnuda de la fuerza de la conciencia, como cambiada en un cuerpo poderoso (o: fuerte), pasa a los seres espirituales, convertida en algo realmente lógico (= transformada de alguna manera en Lógos) y sacerdotal, como si fuera animada, por así decirlo, directamente (o: inmediatamente) por el Verbo, lo mismo que los Arcángeles devienen los sumos sacerdotes de los Ángeles y también los Primocreados lo (son) de esos [Arcángeles].

27.4. Pero, ¿dónde hay un sano criterio escrito o de enseñanza sobre que esa alma que ha llegado a ser pura, sea también digna de ver a Dios “cara a cara” (1 Co 31,2; cf. Mt 5,8)?

27.5. En todo caso, superando la enseñanza angélica y el Nombre enseñado por escrito, [el alma] llega a la gnosis y a la comprensión de las realidades; de ningún modo es ya esposa, sino ya convertida en Verbo, y permanece (o: se detiene, se hospeda, se aloja) con el Esposo, juntamente con los Primollamados y los Primocreados, amigos (cf. Jn 15,15) [del Verbo] por amor, hijos (cf. Jn 13,33) por la enseñanza y la obediencia (o: escucha), y hermanos (cf. Rm 8,29; Hb 2,11) por el común nacimiento.

27.6. De donde, ciertamente se refiere a la economía (salvífica) el llevar encima la placa metálica y el aprender la gnosis; pero (se refiere) al poder [de Dios] (cf. 1 Co 1,24) el hacer que el hombre sea portador de Dios, siendo movido directamente por el Señor y que devenga como su cuerpo.

Afirmaciones de los discípulos de los gnósticos Basílides y Valentín

28.1. Los (discípulos) de Basílides dicen que “Dios castiga hasta la tercera y cuarta generación a los desobedientes” (Dt 5,9; cf. Nm 14,18), según las reencarnaciones. En cambio, los seguidores de Valentín dicen que los tres lugares se refieren a los de la izquierda, pero que la cuarta generación (indica) la semilla de ellos. “Y tengo misericordia por mil generaciones” (Dt 5,10) [se refiere] a los de la derecha.



[1] Es posible que estos dos párrafos (en cursiva) no sean de Clemente sino de los gnósticos.