OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (249)

El Juicio final
Alrededor de 1450-1455
Posiblemente Gent, Bélgica

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO OCTAVO

Capítulo V: Contra el escepticismo

   La duda es destructiva

15.1. Y esta misma argumentación de la demostración es también la de la tercera cuestión. En verdad, algunos dicen que no es posible que existan varios principios de un único ser viviente. Ciertamente no es posible que un único ser viviente pueda tener varios principios homogéneos, pero no (es) absurdo si son distintos en los orígenes (o: en el origen).

15.2. “Contra los pirrónicos” (Crisipo, Fragmentos lógicos, 121). Si se dijere que la duda no es seguridad alguna, (es) evidente que comenzando desde esa misma [afirmación] en primer lugar se debe invalidar por ella misma.

15.3. O bien se concede que contiene (lit.: es) algo verdadero y se ha de mantener respecto a todo, o bien se establece que nada de lo que dice es verdadero, y entonces es manifiesto que tampoco ella misma habrá dicho antes la verdad.

15.4. Porque o bien ella misma dice la verdad o no dice la verdad. Pero si dice la verdad, da rehusando (algo) que es verdadero; pero si no dice la verdad, sigue siendo verdad lo que ha querido dejar eliminando.

15.5. Porque con ello se muestra que la duda destructora es falsa, manifestando que las cosas destruidas (son) verdaderas, como el sueño que dice que todos los sueños son falsos.

15.6. Porque siendo destructora de sí misma convierte en probativo (o: confirmativo) lo demás. Y, en resumen, si es verdadera, concluirá (lit.: hará) el principio a partir de ella misma, sin ser duda de ninguna otra cosa, sino en primer lugar de ella misma.

15.7. Además, si alguien aceptara que es hombre o que duda, es claro que no duda.

15.8. ¿Y cómo podría llegar al principio sobre la discusión si duda de todo? ¿Y cómo podría también responder a lo que se pregunta?

15.9. Sobre todo esto es manifiesto: que nada es dudoso, porque ciertamente también declara que duda; por eso, si también es necesario estar persuadidos sobre (si) hay que dudar de todo, primero hay que suspender esa duda (o: hay que detener esa duda primera); si hay que confiar en ella o no.

Sobre el “dogma” filosófico

16.1. Más aún, si lo verdadero es no conocer lo verdadero, tampoco hay que dar ese principio como verdadero por la misma razón. Pero si uno dijera que también es cuestionable el ignorar la verdad, por ello mismo concedería que lo verdadero puede ser conocido, con lo cual manifiesta que la duda sobre eso no es segura.

16.2. Una elección es una preferencia de verdades (lit.: dogmas) o, según algunos, una inclinación a muchas verdades que unas con otras encierran una coherencia (akolythían; consecuencia) recíproca y con los fenómenos que tienden a una vida correcta. Y el dogma es una comprensión lógica; pero la comprensión es un estado y un asentimiento de la mente.

16.3. No sólo los escépticos (= filósofos paganos y herejes), sino también cualquier dogmático suelen dudar en algunas cosas, bien por debilidad del conocimiento, por falta de vigor de las cosas o por la igualdad de fuerza de las razones.
   Los inicios y comienzos de las investigaciones en todos versan (o: están) sobre estas cosas.


Capítulo VI: Contra el escepticismo (continuación)

   La definición, la demostración y la división

17.1. Antes de las definiciones, demostraciones y divisiones (hay) que decir de qué manera se indica lo que se busca y ordenar claramente los [términos] homónimos y los sinónimos según sus significados.

17.2. Después hay que buscar si lo propuesto está relacionado con otras cosas o se toma por sí mismo, por encima de esas cosas, si es, qué es y qué le sucede; o también de esta manera: si es, qué es y por qué es.

17.3. Y para la contemplación de estas cosas contribuye el conocimiento de cada cosa individual y en conjunto, y sus antecedentes, diferencias y divisiones.

17.4. Ahora bien, la inducción conduce a la generalización y la definición, pero las divisiones son las especies, la esencia (lit.: lo que era ser) y lo indivisible (átomon; sinónimo de individuo); en cambio la contemplación de alguna manera [implica] la elección de sus (características) propias, y las distinciones (o: dudas, dificultades) (reportan) las diferencias y las demostraciones, y de forma distinta hacen crecer la contemplación y las consecuencias para ella. Pero de todo eso resulta la ciencia y la verdad.

17.5. De nuevo la suma (o: recapitulación) total de las divisiones genera una definición; porque (la acción de) definir puede darse antes y después de la división: antes cuando se admite o propone, después cuando se demuestra.

17.6. También por la sensación se resume (o: recapitula) lo universal desde lo particular. Puesto que la sensación es principio de la inducción, y el término (es) lo universal.

17.7. Ciertamente la inducción no demuestra lo que es (= esencia), sino si es o no es.

17.8. Pero la división establece lo que es, y la definición con la división enseña igualmente la esencia y lo que es, pero no si es, y la demostración (indica) claramente las tres cosas: si es, lo que es y por qué es. Pero existen algunas definiciones que abarcan la causa.

La acción de definir

18.1. Y dado que saber científicamente es conocer la causa, y las causas (son) cuatro: la materia, el movimiento, la especie y el fin, la acción de definir será cuádruple.

18.2. Así, se ha de tomar en primer lugar el género, en el que está lo más cercano de las cosas mencionadas anteriormente; después de eso la diferencia siguiente. Pero cuando la sucesión (o: continuidad) de las diferencias se corta y se divide se completa lo que era ser (= se reconoce la esencia).

18.3. No es necesario decir todas las diferencias de cada cosa, sino las de las especies.

18.4. El análisis y la síntesis geométricos son similares a la división y definición dialécticas, y desde la división nos colocamos por encima de lo más sencillo y original.

18.5. Así, por tanto, dividimos el género de la cosa buscada en las especies que existen en él; como, respecto del hombre dividimos el género ser vivo en las especies visibles, lo mortal e inmortal, y de esta manera, dividiendo siempre los compuestos que parezcan ser género en especies más sencillas (llegamos) a lo que no puede ser investigado ni tampoco admite ser dividido.

18.6. Porque dividiendo el ser vivo en mortal e inmortal, después el mortal en terrestre y acuático, y de nuevo el terrestre en volátil y pedestre, y lo mismo la especie más cercana a lo que se busca, y que encierra lo que se busca, dividiendo (y) separando llegamos a la especie más simple, que no contiene otra cosa sino sólo lo que se busca.

18.7. Porque de nuevo dividimos lo pedestre en racional e irracional. Y entonces, eligiendo las especies más cercanas al hombre (o: ser humano) que se adquieren por la división y reuniéndolas en una sola fórmula, damos la definición del hombre que es: un ser vivo mortal, terrestre, pedestre y racional.

La definición y la división

19.1. Por lo cual la división se presenta como disposición material para la definición, investigando la simplicidad del nombre, y (como) un artista y artesano, la definición, reuniendo y organizando, también presenta la gnosis del ser.

19.2. Las definiciones no son de las cosas mismas ni de sus apariencias, sino que tenemos nociones generales de los seres de las cosas que son, de cuyas nociones decimos que son las definiciones hermenéuticas que se formulan; porque las divisiones se originan de esas nociones.

19.3. Y de las divisiones, una separa en especie lo dividido como un género, otra separa en partes como un todo, y otra en accidentes.

19.4. Efectivamente, la división del todo en partes se concibe como lo más grande según la magnitud, pero la [división] en accidentes nunca se puede dividir en su totalidad, puesto que es también absolutamente necesario que cada uno de los seres tenga (su) esencia.

19.5. Por eso estas dos divisiones (son) inadmisibles, y sólo es admisible la separación (o: división) del género en especie, por la cual se caracteriza la identidad según el género y la diversidad según las diferencias particulares.

19.6. La especie siempre se contempla en una parte, pero no al revés; si una cosa es parte de otra, también eso será de su especie. Porque la mano es una parte del hombre (o: ser humano), pero no es una especie.

19.7. También el género existe en las especies; puesto que el ser vivo existe en el ser humano y en el buey, pero el todo no existe en las partes, porque el ser humano no reside (o: está) en los pies.

19.8. Por eso la especie es más importante que las partes, y todo lo que se afirma del género también se expresará de la especie.

Peligros de la ignorancia de la definición

20.1. Ciertamente lo mejor es dividir el género en dos especies o sino en tres. Así, las especies divididas más genéricamente se caracterizan por la identidad y la diversidad, y luego, divididas, son caracterizadas por los significados del género.

20.2. Porque cada una de las especies es esencia -como cuando afirmamos: los seres son corporales e incorporales-, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, estado (o: situación), posesión, actividad o pasividad.

20.3. Quien es conocedor de alguna cosa, también producirá una definición; como el que no puede encerrar y delimitar algo con una fórmula, no será jamás entendido en ello.

20.4. Y de la ignorancia de la definición también nacen muchos conflictos y sobrevienen los engaños.

20.5. Porque si el que sabe una cosa posee el conocimiento de ella según su mente y puede (indicar) claramente con la palabra lo que entiende, y la explicación de lo que concibe es una definición, es necesario que quien sabe una cosa pueda también dar la definición de la misma.

La definición de una esencia

21.1. Y en las definiciones se añade también la diferencia, que tiene la función de (ser) una (nota) característica en la definición. Así, por tanto, al añadir a la definición del ser humano la capacidad de reír (lit.: la risa), hace al conjunto un ser vivo racional, mortal, terrestre, pedestre, risible.

21.2. Porque las características propias de las cosas según su división son introducidas en la definición, pero no se muestra la naturaleza de esas mismas cosas.

21.3. De ahí que se afirme que la diferencia (o: la diversidad) es retribución de una propiedad. Y puesto que el que posee la diferencia se distingue de todos los demás, (porque esa) diferencia le pertenece a él solo y es cambiada de categoría (o: recriminada) en las definiciones de la cosa, necesariamente conviene asumir el primer género como principal y fundamental (o: subsistente).

21.4. Por consiguiente, en las definiciones más largas la cantidad de las especies descubiertas (lo son) por medio de las diez categorías [mencionadas; cf. VIII,20,2]; y en las más cortas lo principal que se toma de las especies más cercanas es lo que indica la esencia y la naturaleza de la cosa; pero [la definición] más corta es la que consta de tres [especies]: del género y de las dos especies más necesarias.

21.5. Esto se hace por brevedad. Así decimos que un ser humano es el ser vivo racional y que tiene capacidad de reír. Y lo resultante tiene que asumir de manera notable lo definido, o su virtud propia, o su obra propia y otras cosas semejantes.

21.6. En todo caso, cuando la definición trata de explicar la esencia de una cosa no puede ciertamente comprender con exactitud la naturaleza de la cosa, y la definición, por medio de las especies principales, hace manifiesta la esencia y en algún sentido contiene la esencia (en forma) de cualidad.