OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (57)

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Crucifixión
Siglo XIV
Evangelio de Smbat Sparapet
Ereván, Matenadaran
Armenia
ORÁCULOS SIBILINOS (continuación)

LIBRO XI (IX)

Introducción

(1) Mundo poblado de hombres por doquier esparcidos, grandes murallas, (2) ciudades incontables y pueblos innumerables (3) de Oriente, Occidente, Mediodía y Norte, (4) repartidos en toda clase de lenguas y reinos: (5) acerca de ustedes voy ahora a anunciar los peores vaticinios, (6) porque después que el diluvio cayó sobre los primeros hombres (7) y el Omnipotente en persona aniquiló con abundantes aguas la quinta generación, (8) creó entonces una sexta raza (9) de incansables hombres, los cuales, dejándose llevar contra el cielo, (10) edificaron una torre hasta una indecible altura; (11) entonces se diversificaron sus lenguas; sobre ellos vino a precipitarse la cólera (12) de Dios altísimo y se derrumbó la enorme torre; (13) y ellos se lanzaron entonces a una funesta disputa entre sí (cf. Gn 11,1 ss.). (14) Es entonces cuando existió la décima generación, (15) después de que se produjeron estos hechos: la tierra se iba dividiendo toda (16) en hombres de diverso origen y en variadas lenguas, (17) cuyo número diré y con los acrósticos (18) de la letra inicial los denominaré y así aclararé su nombre.

Los egipcios

(19) Egipto será la primera en recibir poder real, (20) extraordinario y justo. Luego muchos hombres, (21) que impondrán sus decisiones, tomarán sucesivamente en ella el mando; (22) pero luego reinará un hombre terrible, poderoso lancero; (23) su nombre tendrá la letra del acróstico (24) y enarbolará su espada contra los hombres piadosos; (25) grande será el signo de su dominio (26) en la tierra de Egipto, país que, logrando así gran fama, (27) proporcionará alimento entonces a las almas víctimas del hambre. (28-29) El juez que es asimismo prisionero alimentará al Oriente y a la raza de hombres asirios; y su nombre (30) has de saber (que está señalado) con la medida del décimo número. (31) Pero cuando las diez plagas desde el cielo luminoso (32) caigan sobre Egipto, entonces de nuevo te gritaré así:
(33) ¡Ay de ti, Menfis, ay, gran reino! (34) A tu numeroso pueblo lo aniquilará el mar Eritreo. (35) En el momento en que abandone la llanura rica en frutos de perdición (36) el pueblo de las doce tribus, siguiendo el mandato del Inmortal, (37) entonces el propio Dios soberano dará la ley a los hombres. (38) Después reinará sobre los hebreos un gran rey aguerrido, (39) que recibirá su nombre de la arenosa Egipto, (40) varón de falsa patria tebana; una terrible serpiente defenderá a Menfis, (41) y (así) en las guerras tendrá abundante protección.

Los persas y los asirios

(42) Cuando el ciclo del reinado llegue a la duodécima década, (43) en la decimoséptima centena de años, (44) cuando falten otros cinco, entonces surgirá el poderío de Persia. (45) Y entonces la oscuridad caerá sobre los judíos y no escaparán * al hambre y la peste insoportables en aquel día.
(46) Pero cuando reine un persa y deje el cetro (47) el hijo de su nieto, cuando se complete un ciclo (48) de sólo cinco tétradas de años, las superarás, (49) cumplirás cien (veces) nueve y pagarás todas tus culpas. (50) Entonces, Persia, serás entregada como servidora a los medos, (51) destruida a golpes mediante violentas contiendas.
(53) Al punto sobre los persas y asirios caerá la desgracia, (54) y sobre todo Egipto, Libia y los etíopes, (55) carios, panfilios y todos los demás mortales. (56) Entonces entregará el poder real a sus nietos, (57) que de nuevo aniquilarán a las razas, (58) arrebatando a la tierra entera abundante botín sin compasión. (59) Entonarán sus lúgubres trenos en señal de duelo los persas junto al Tigris. (60) Egipto regará con sus lágrimas una gran extensión de tierra.
(61)Entonces a ti, país de Media, te causará muchos males (62) el opulento (varón) nacido en la India, hasta que pagues todos (63) los crímenes que antes cometiste con impúdico ánimo.
(64) ¡Ay de ti, pueblo medo! Después estarás al servicio (65) de los etíopes más allá del país de Meroe. (66) Cumplirás desde el comienzo siete años sobre otros cien acumulados, (67) desdichada, y someterás al yugo tu cuello.
(68-69) Y entonces, a continuación, surgirá el aguerrido soberano indio de tez oscura y cana cabellera, que traerá numerosas desgracias (70) sobre el Oriente mediante violentas contiendas; (71) y te ultrajará, te causará más daño que nadie. (72) Pero cuando cumpla el vigésimo y el décimo año de reinado, (73-74) e incluso siete sobre el décimo, todos los pueblos se sentirán aguijoneados por el poder real y proclamarán la libertad, (75) al dejar la esclavitud por tres años. (76) Pero de nuevo llegará y todos los pueblos pondrán otra vez su cuello (77) bajo el yugo del poderoso, igual que antes (78) estuvieron al servicio del rey, y de buen grado se someterán a él. (79) Habrá una gran paz por todo el mundo.

El reinado de Artajerjes (?)

(80) Entonces el rey de los asirios será un gran hombre, que los gobernará (81) y persuadirá a todos de que expresen, de acuerdo con su sentir, (82) cuanto Dios les ordenó según la ley; entonces se estremecerán ante él (83) todos los reyes, los que adornan su cabello con puntas, (84) espantosos e imponentes, altivos, de aspecto formidable, (85) serán sus esclavos por voluntad de Dios poderoso. (86) Porque logrará persuadir a todos los seres con su palabra y a todos someterá, (87-88) y él mismo edificará con todo su poder un templo de Dios grande y un grato altar, y rechazará a los ídolos; (89-90) cuando reúna a las tribus, a la generación paterna y a sus hijos pequeños, los introducirá como habitantes en un recinto. (91) Tendrá el nombre del número doscientos, (92) mostrará los signos de la decimoctava letra. (93) Pero cuando su dominio haya durado dos décadas (94) y además cinco años, al llegar al límite de su vida, (95) existirán tantos reyes como tribus de mortales, (96) fratrías, ciudades, islas, (97) continentes de bienaventurados y fructíferas tierras. (97) Sin embargo, uno solo será el rey soberano de esos hombres; (98) ante él se apartarán muchos reyes altivos (100) y a él, a sus hijos y a sus nietos, rodeados de prosperidad, (101) les darán tributos a causa de su poder real. (102) Por ocho décadas de décadas y sobre ellas seis mónadas (103) de años reinarán y hasta el final estarán en su apogeo. (104) En el momento en que llegue la vigorosa fiera con el violento Ares, (105) también entonces en ti, tierra real, la cólera crecerá.
(106) ¡Ay de ti, tierra de Persia! ¡Cuántos caudales (107) de sangre guerrera acogerás cuando llegue a ti aquel (108) hombre de violento ánimo; entonces volveré a lanzarte estos gritos!

Los romanos

(109) Pero cuando Italia engendre un gran prodigio para los mortales, (110) el balbuceo de los niños junto a la fuente impoluta, (111) hijos de la fiera comedora de ovejas en su cueva sombría,(112) los cuales, al hacerse hombres, sobre siete poderosas colinas (113) derribarán a muchos de ánimo impúdico, (114) ambos con la cifra cien, cuyo nombre mostrará (115) la señal grande de los sucesos futuros, entonces en las siete colinas (116) edificarán fuertes muros y a ambos lados de éstas provocarán gravosa guerra; (117) pero entonces de nuevo se producirá una revuelta de hombres (118) originada en torno a ti, gran tierra de bellas espigas, (119) Egipto altiva; y de nuevo volveré a gritar así; (120) además darás acogida en tu casa a una gran conmoción, (121) y de nuevo conocerás una revuelta de tus propios hombres.

La guerra de Troya. Eneas

(122) Ahora por ti, desdichada Frigia, me lamento con dolor, (123) pues llegará tu conquista desde la Hélade, domadora de caballos, (124) y una guerra terrible por sus duras contiendas. (125) Troya, te compadezco, pues desde Esparta llegará la Erinia (126) a tu morada fundida con destructivo astro (127) y, ante todo, te impondrá fatigas, penalidades, lamentos y llantos, (128) una vez que inicien la batalla hombres dotados de buenos conocimientos, (129) héroes de los helenos, caros a Ares, con mucho los mejores. (130) De ellos uno solo será rey, vigoroso lancero; (131) por su hermano sobrevendrán los peores acontecimientos. (132) Pero ellos a su vez destruirán las célebres murallas de la Troya Frigia; (133) cuando en el curso de dos veces cinco años (134) dé el Cronos cumplimiento a las criminales acciones de guerra (135) y, de improviso, el engaño de madera oculte a los hombres, (136) y lo reciba en sus rodillas sin percatarse (137) de que es una trampa preñada de helenos, la de las graves cuitas. (138) ¡Ay a cuántos recibirá Hades en una sola noche (139) y cuánto botín del muy llorado anciano (140) se llevará! Pero lograrán una fama que no envejecerá entre los venideros. (141) El gran rey, hombre del linaje de Zeus, tendrá el nombre (142) que corresponde a la primera letra; éste, después de lograr el retorno, (143) será entonces cuando caiga en manos de una engañosa mujer. (144) Reinará, descendiente del linaje y la sangre de Asáraco, (145) un ilustre hijo de héroes, hombre vigoroso y fuerte. (146) Llegará, tras la destrucción de Troya con ingente fuego, (147) desterrado de su patria por causa de la terrible contienda de Ares. (148) Al llevar sobre sus hombros a su anciano progenitor (149) y sosteniendo a su hijo con su mano, realizará un piadoso acto, como es de ley, (150) a la vez que observará quién quebró el ímpetu del fuego del (151) incendio de Troya y, de prisa entre la multitud, (152) atravesará lleno de temor la tierra y el horrible mar. (153) Tendrá un nombre trisílabo, pues la letra inicial (154) no revela como insignificante a este excelente varón. (155) Y entonces levantará la poderosa ciudad de los latinos. (156) En el decimoquinto año, cuando perezca en las profundidades del mar (157) entre sus aguas, hallará el límite de la muerte. (158) Pero ni siquiera muerto le olvidarán los pueblos de los mortales, (159) porque reinará su linaje después sobre todos, (160) hasta el Éufrates y el Tigris por en medio de los ríos (161) de la tierra de los asirios, por la que se extendieron los partos. (162) Así será en el futuro, cuando todo esto suceda.

Homero, Virgilio (?)

(163) Un anciano varón volverá a existir, sabio cantor, (164) a quien todos llaman el más sabio entre los mortales, (165) con cuya noble inteligencia el mundo entero se educará, (166) puesto que el contenido de sus escritos estará lleno de vigor y reflexión, (167) y con habilidad, unas veces de una forma, otras de otra, compondrá indecibles poemas, (168) con dominio de mis palabras, cantos y versos; (169) porque él será el primero que despliegue mis libros y (170) luego los ocultará y ya no los mostrará a los hombres (171) hasta que le llegue el límite de la dañina muerte, el final de la vida.

Jerjes (?)

(172) Pero cuando se cumpla lo que dije, (173) los helenos volverán a combatir entre sí; (174) los asirios, los árabes, los medos portadores de aljabas, (175) los persas, sicilianos y lidios se levantarán, (176) así como los tracios, los bitinios y los que habitan junto a las corrientes del Nilo, en (177) el país de hermosas espigas. (178) Dios imperecedero llevará sobre todos ellos el tumulto del combate. Pero, con gran espanto, (179) llegará de improviso un hombre asirio, bastardo etíope, (180) con ánimo de fiera: partirá por la mitad todo el istmo, (181) para observar, y atravesará el mar para ir contra todos. (182) Entonces te ocurrirán muchos acontecimientos, Hélade infiel.
183 ¡Ay de ti, infortunada Hélade! ¡Cuánto te has de lamentar! (184) En el curso de ochenta y siete años (185) te convertirás en un luctuoso despojo de una terrible guerra de todas las tribus.

Filipo

(186) Entonces caerá de nuevo sobre la Hélade la calamidad de los macedonios, (187) y destruirá a Tracia entera. Y vendrá la contienda de Ares (188) sobre las islas, continentes y gobernantes amantes de la guerra. (189) Estará en la vanguardia, y su nombre tendrá (190) la letra que significa diez veces cincuenta. (191) Tendrá un destino fugaz en su mandato, pero dejará el mayor reino (192) en una ilimitada extensión de tierra. (193) Por su parte, él perecerá muerto por un lancero mal intencionado, (194) cuando crea vivir en calma como nadie.

Alejandro Magno. La derrota de Darío III (333-331 a. C.)

(195) Después reinará un aguerrido hijo de éste, (196) el de la primera letra, pero será el fin de su linaje. (197) Todos por igual dirán que no es verdadero hijo de Zeus ni de Amón (198) y así forjarán de él la imagen de bastardo del Cronos; (199) arrasará las ciudades de muchos hombres; (200) en Europa hará crecer la espiga de una terrible calamidad: (201) él causará terrible afrenta a la ciudad de Babilonia (202) y a todas las tierras que el sol contempla (203) en el Oriente y sólo él recorrerá con sus naves el mundo.
(204) ¡Ay de ti, Babilonia, serás esclava en las ceremonias de triunfo, (205) tú, que fuiste llamada señora! Contra Asia viene Ares, (206) viene sin duda y degollará a muchos hijos tuyos. (207) Enviarás a tu hombre de linaje real, (208) que lleva el nombre del número cuatro, con la lanza luchador (209) y terrible arquero, junto con fuertes guerreros. (210) Entonces en medio de cilicios y asirios harán presa (211) el hambre y la guerra; y los reyes aguerridos (211) provocarán por ambos bandos el terrible levantamiento de la discordia que el ánimo corroe. (212) Pero tú huye del rey... y déjale, (213) no quieras quedarte, ni seas servil. (215) Porque un terrible león se lanzará sobre tí, una fiera devoradora de carne cruda, (216) agreste, ajeno a la justicia, cubiertos sus hombros con un manto. (217) Huye el hombre fulminador. Mal yugo alcanzará a Asia (218) y la tierra volverá a beber lluvia de abundante sangre.

Alejandría. Muerte de Alejandro Magno

(219-220) Pero cuando Ares Peleo funde la gran ciudad de Egipto dadora de prosperidad, y reciba de él su nombre, (221) encontrará su destino y su muerte, traicionado con engaño por sus compañeros... (222) porque cuando deje a los indos y venga a Babilonia, (223) bárbara muerte le destruirá en su mesa.

Los sucesores de Alejandro Magno

(224) Reinarán después otros, uno por cada tribu, reyes devoradores (225) del pueblo, orgullosos y nada fiables (226) durante pocos años; pero un valiente aguerrido, (227) que arrancará los tallos de toda Europa hasta dejarla desnuda, (228) desde el momento en que la tierra entera beba la sangre de todas las tribus, (229) abandonará la vida tras poner fin a su propia persona. (230) Pero existirán otros reyes, dos veces cuatro hombres (231) del linaje de éste, cuyo nombre será para todos el mismo.

Grandeza de Alejandría

(232) Entonces será Egipto una novia con poder (233) y la gran ciudad del caudillo macedonio, (234)la soberana Alejandría, ilustre nodriza de ciudades (235) que resplandece por su belleza, será la única metrópoli. (236) Que dirija entonces Menfis sus reproches a los poderosos. (237) Habrá una profunda paz por todo el mundo, (238) la tierra de negro suelo tendrá entonces más frutos.

Los judíos bajo el reinado de los Tolomeos (?)

(239) Entonces a los judíos les llegará la desgracia y no escaparán (240) al hambre ni a la peste insoportables en ese día, (241) sino que a muchos muertos recibirá la del negro suelo, (242) la de hermosas espigas, la del nuevo mundo, la divina tierra.

Egipto durante el reinado de los Tolomeos. Cleopatra III (107 a. C. ?) y Cleopatra VII

(243) Ocho reyes de la pantanosa Egipto (244) llenarán la cifra de treinta y tres años, (245) más otros doscientos. Pero no se extinguirá el linaje (246) de todos ellos, sino que al menos una raíz brotará, (247) femenina, calamidad para los mortales, traidora de su propia realeza. (248) Mas ellos, por su maldad, cometerán contra sí malvadas acciones (249) después y se destruirán mutuamente; (250) golpeará el purpúreo descendiente al progenitor guerrero (251) y él mismo, aun antes de plantar otro retoño, se verá privado de su hijo; (252) pero volverá a florecer después una raíz (253) por sí misma y el linaje de éste será una rama colateral, (254) porque será reina del país que está junto a las corrientes del Nilo, (255) que penetra en el mar por las bocas de siete salidas. (256) Su grato nombre llevará la cifra veinte; (257) reclamará inmensas cantidades y todos los tesoros que reúna (258) serán de oro y plata; el engaño, sin embargo, le vendrá (259) de sus propios hombres. Entonces de nuevo te llegarán a ti, bienaventurada tierra, (260) guerras, luchas y matanzas.

Ascensión de Roma. La dinastía Julia

(261) Pero cuando muchos gobiernen sobre Roma floreciente, (262) no por cierto elegidos de los bienaventurados, sino tiranos, (263) que llegarán a estar al mando de millares y decenas de millares, (264) también las asambleas legales las regirán los vigilantes y magnos (265) césares [cónsules] con su cotidiana inquisición. (266) El último de éstos que gobierne será el que tiene en su nombre el número diez, (267) y caerá a tierra extendiendo sus miembros (268) en terrible guerra herido por varón enemigo; (269) los hijos de Roma le llevarán con sus propias manos (270) y le darán piadosa sepultura; sobre él levantarán un monumento (271) en prueba de su amistad y para honrar su memoria. (272) Sin embargo, cuando llegues al final de la duración del año (273) en el que cumplirás dos veces trescientos y dos veces diez (274) desde que tu fundador, el hijo de la fiera, gobernó, (275) ya no existirá un dictador que tenga su mandato medido, (276) sino que el soberano y rey se convertirá en un ser divino.

Marco Antonio y Cleopatra

(277) Has de saber, Egipto, que entonces irá contra ti un rey; (278) llegará con certeza temible Ares de casco empenachado, (279) y entonces te alcanzará a ti la posterior conquista, (280) porque terribles y feroces por su violencia (281) serán las maléficas guerras alrededor de las murallas del país. (282) Tú misma, tras soportar luctosos sufrimientos en las guerras, superiores a los de los recién heridos, (283) huirás desdichada; y después llegarás al lecho (284) del hombre temible: tu final es el matrimonio compartiendo su lecho. (285) ¡Ay de ti, mal casada doncella! Entregarás tu poder real (286) al rey romano y pagarás todos los actos (287) que antes cometiste en atrevidas guerras; (288) entregarás todas tus tierras como dote al poderoso hombre, (289) incluso hasta las de Libia y sus hombres de piel oscura. (290) Pero ya no serás viuda y cohabitarás con un león, (291) devorador de hombres y temible guerrero luchador. (292) Entonces, desdichada, desaparecerás de la vista de todos los hombres, (293) puesto que los dejarás con impúdico ánimo. (294) Te recibirá en vida un monumento circular, resonante tumba, (295) adaptado con vigas a la parte superior, (296) de complicada arquitectura, y te llorará una gran multitud, (297) y el rey dejará escapar por ti terribles lamentaciones.

Egipto bajo el dominio del imperio romano

(298) Y entonces Egipto, la muy sufrida, será sierva, (299) ella que durante muchos años obtuvo triunfos contra los indos; (300) tendrá una esclavitud vergonzosa y mezclará sus lágrimas con un río, (301) el fructífero Nilo, porque, poseedora de riquezas (302) y de gran cantidad de toda clase de bienes, nodriza de ciudades, (303) criará a una raza, que come corderos, (304) de hombres terribles. ¡Ay, de cuántas fieras te convertirás en sierva y pasto! (305) Tú, Egipto, la muy próspera, que impusiste tu ley a los pueblos, (306) tú que antes incluso te enorgulleciste de tus grandes reyes, (307) tú serás esclava de los pueblos, infortunada, por causa de aquel pueblo, (308) al que antes, por su piedad, arrastraste a un gran sufrimiento (309) hecho de fatigas y lamentos; sobre su cuello pusiste el arado (310) y con lágrimas mortales regaste los campos. (311) Por eso Dios soberano imperecedero, que habita en el cielo, (312) te destruirá él mismo entera y te empujará, a la lamentación; (313) pagarás por cuantas acciones ilícitas antes cometiste (314), y por último te percatarás de que ha llegado sobre ti la cólera de Dios.

Conclusión a modo de epílogo del presente libro

(315) Yo, por mí parte, iré a Pitón y a la bien fortificada Panopea; (316) allí todos me designarán como la verdadera (317) adivina cantora de oráculos, aunque alguno habrá que me llame (318) mensajero de ánimo enloquecido; pero una vez que éste penetre en el conocimiento de mis libros, (319) no hay peligro de que vacile, y conocerá todo lo futuro y lo presente (320) a partir de nuestros versos; entonces (321) ya nadie llamará a la poseída por los dioses adivina que entona oráculos de la fuerza del destino.
(322) Pero ahora, señor, detén mi muy ansiada voz; (323) aparta tu aguijón, la voz divina verdadera (324) y la terrible locura, y concédeme un canto placentero.