OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (40)

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El profeta Isaías
Leccionario de Siegburg
Segundo cuarto del siglo XII
Siegburg (Alemania)
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, A AUTÓLICO

LIBRO TERCERO

Introducción

1.1. Teófilo a Autólico, salud.
   Puesto que los escritores gustan escribir multitud de libros por vanagloria, unos sobre dioses, guerras y cronologías, otros sobre mitos inútiles y demás esfuerzos vanos, en los que tú te has ejercitado hasta hoy sin vacilar en soportar dicha carga, y como, aunque conversas con nosotros, todavía sigues sosteniendo que es insensata la palabra de la verdad, pensando que nuestras escrituras son recientes y nuevas; por esto yo tampoco vacilaré, Dios mediante, en recapitular para ti la antigüedad de nuestros escritos, presentándote una breve memoria, de tal manera que no vaciles en leerla y reconozcas así la tontería de los demás autores.

Vanidad de los autores griegos

2.1. Los escritores deberían haber sido testigos oculares de los acontecimientos narrados o haber sido informados con exactitud por quienes los vieron. Porque los que escriben cosas infundadas de alguna manera golpean el aire.
   2. ¿Qué le aprovechó a Homero haber escrito sobre la guerra de Troya y haber engañado a muchos, o a Hesíodo el catálogo de la “Teogonía” de los que él llama dioses? ¿Y qué de los trescientos sesenta y cinco dioses de Orfeo, a los que al fin de su vida rechaza al decir en sus “Testamentos” que existe un solo dios? 3. ¿Qué le aprovechó a Arato la esferografía del círculo cósmico, como a los que dijeron cosas semejantes a las suyas, que no sea haber alcanzado ante los hombres una gloria del todo injusta? ¿Qué cosa verdadera han dicho? 4. ¿Qué le aprovecharon sus tragedias a Eurípides, a Sófocles y a los demás compositores de tragedias? ¿O las comedias a Menandro, a Aristófanes y a los demás cómicos? ¿Qué a Herodoto y Tucídides sus historias? ¿Qué a Pitágoras sus templos y las columnas de Hércules? ¿Qué a Diógenes la filosofía cínica? ¿Qué a Epicuro su doctrina de que no hay providencia? ¿Qué a Empédocles enseñar el ateísmo? ¿Qué a Sócrates jurar por el perro, por el ganso, por el plátano y por el fulminado Asclepio, y por los demonios que invocaba? 5. ¿Para qué murió voluntariamente y qué premio esperaba recibir después de la muerte? 6. ¿Qué le aprovechó a Platón la educación según su propuesta o a los demás filósofos sus doctrinas de cuyo enorme número no voy a presentar ahora un inventario? Esto decimos para demostrar lo inútil y ateo de su pensamiento.

Las inmoralidades de los dioses

3.1. Todos éstos, amantes de una gloria vacía y vana, ni conocieron ellos mismos lo verdadero ni exhortaron a otros hacia la verdad. Las mismas cosas que dijeron los acusan, pues han hablado contradictoriamente y la mayoría de ellos disolvieron sus propias doctrinas. No sólo se refutaron entre ellos, sino que algunos a veces invalidaron las doctrinas propias, por lo que su fama terminó en el deshonor y la locura, pues son condenados por los inteligentes.
   2. En efecto, si antes hablaron de dioses, después enseñaron el ateísmo; si sobre la génesis del mundo, al último dijeron que todo es por el azar, y si antes se referían a la providencia, después dogmatizaron que el mundo no tiene providencia. 3. ¿Qué más? ¿Acaso cuando intentaron escribir sobre la santidad, no terminaron enseñando a practicar la impureza, la fornicación y el adulterio, y hasta introdujeron las impudicias más abominables? Ellos proclaman que son sus dioses los primeros que practicaron las uniones inconfesables y las comidas sacrílegas. 4. ¿Quién no canta a Crono como devorador de sus hijos, a Zeus, hijo suyo, como el que se traga a Metis (cf. Hesíodo, Teogonía, 889-890 y 899-900) y el que prepara abominables comidas para los dioses, en las que dicen que les sirve un tal Hefesto, un herrero rengo? (cf. Homero, Ilíada, 1,570-600. 607). ¿Y también a Hera, su propia hermana, que no solamente se casa con Zeus, sino que comete obscenidades con boca impura?. Supongo que tú conoces las demás gestas que de él cantan los poetas. 5. ¿Para qué además enumerar lo referente a Poseidón, a Apolo, a Dionisio y a Heracles, o lo referente a Atenea, amante del seno, y a la desvergonzada Afrodita, habiendo tratado de ello más específicamente en otro libro? (cf. I,9-10?).

Las calumnias contra los cristianos

4.1. Tampoco habría necesidad de que nosotros refutáramos todas estas cosas si no te viera ahora dudando sobre la palabra de la verdad. Y es que siendo prudente, soportas con gusto a los tontos. Si así no fuera, no te hubieras dejado influenciar por los discursos vacíos de hombres ignorantes ni persuadir por rumores prejuiciosos cuando bocas ateas que falsamente nos calumnian, a nosotros que somos religiosos y que nos llamamos cristianos, dicen que tenemos a nuestras mujeres como propiedad común a todos, que nos unimos promiscuamente, más aún, que mantenemos uniones carnales con nuestras propias hermanas, y, lo más ateo y salvaje de todo, que nos alimentamos de carnes humanas. 2. Ellos dicen también que nuestra palabra ha sido anunciada recientemente, y que no tenemos nada para decir para demostración de nuestra verdad y enseñanza, dicen que nuestra palabra es locura. 3. Yo me maravillo especialmente por ti, que eres tan diligente en otras cosas e investigas todos los asuntos, a nosotros nos escuchas con descuido. Tú, que cuando puedes, no vacilas en pasar la noche en bibliotecas.

Son los griegos quienes enseñan el canibalismo

5.1. Ahora bien, ya que has leído tanto, ¿qué te parecieron las cosas que contienen los libros de Zenón, de Diógenes y de Cleantes, que enseñan la antropofagia, que los padres sean cocinados por sus propios hijos y que se los coman, y que si alguno se niega a comer o rechaza alguna parte de la abominable comida, hay que comerse al que no come? 2. Más aun, se ha encontrado la expresión más atea, la de Diógenes, que enseña que los hijos deben llevar a sus propios padres para ser sacrificados y comérselos (cf. Diógenes Laercio, Vitae, 6,73). 3. ¿Y qué más? ¿No narra el historiador Herodoto cómo Cambises degolló a los hijos de Harpago y cocidos los sirvió a su padre para que los comiera (cf. Herodoto, Historias, 1,119)? 4. Cuenta además que entre los hindúes los padres son comidos por sus hijos (cf. Herodoto, Historias, 3,99).
   5. ¡Qué enseñanzas ateas, de los que estas cosas transcriben o más bien las enseñan! ¡Qué impiedad y ateísmo! ¡Qué inteligencia la de aquellos que filosofan tan escrupulosamente y que profesan la filosofía! Porque los que han propalado estas doctrinas llenaron el mundo de impiedad.

La pederastia y la promiscuidad es recomendada por los griegos

6.1. También respecto de acciones impúdicas hay acuerdo casi completo entre los que se extraviaron en el coro de la filosofía. 2. En primer lugar Platón, que según parece es el que ha filosofado con mayor seriedad entre ellos, expresamente legisla, por así decir, en el primer libro de “República” (cf. Platón, República, 457 c-d; se trata del libro V), que las mujeres han de ser comunes para todos, utilizando el modelo del hijo de Zeus (cf. Homero, Ilíada, 13,450; Odisea, 19,178), legislador de los cretenses, de modo que, con este pretexto, los nacimientos de ellos sean numerosos y los que estuvieren tristes fueren consolados con estos tratos (cf. Platón, República, 460 b). 3. El mismo Epicuro, juntamente con su enseñanza de ateísmo, recomienda copular con madres y hermanas, sin considerar las leyes que lo prohíben. 4. Porque Solón legisló sobre este asunto con claridad, que los hijos sean engendrados legalmente del esposo y que no nazcan de adulterio, no sea que se honre como padre al que no es padre y se deshonre al que es padre no sabiéndose que es padre. 5. Tales prácticas así están prohibidas por otras leyes de romanos y griegos.
   6. ¿Por qué motivo, entonces, Epicuro y los estoicos proponen las ideas de las uniones de hermanos y de pederastia, enseñanzas de las que han llenado bibliotecas, para que desde niño se aprenda la unión ilegítima? 7. ¿Por qué además he de detenerme tratando estos asuntos, cuando ellos mismos han atribuido cosas semejantes a los que llaman dioses?

Las contradicciones de los escritores griegos

7.1. Después de decir que existen dioses, los mismos los reducen a nada. Porque algunos dijeron que se componen de átomos, o que vuelven a los átomos, o dicen que los dioses no tienen un poder superior al de los hombres. 2. Platón, después de decir que los dioses existen, quiere que estén compuestos de materia (cf. Aecio, Placita, 1,17,31; Platón, Timeo, 41 a). 3. Pitágoras, que tanto sudó sobre la cuestión de los dioses llevándola para arriba y para abajo (cf. Sexto Empírico, Contra los matemáticos, 9,367), en última instancia define la naturaleza y afirma que todas las cosas existen por azar (cf. Aecio, Placita, 1,17,18). Que los dioses no cuidan para nada de los hombres. 4. ¡Cuántas cosas adujo Clitómaco, el académico, sobre el ateísmo! 5. Y qué no dijeron Critias y Protágoras de Abdera, el cual sentencia: “No puedo decir nada sobre ellos, ni si los dioses existen ni explicar cómo son, pues hay muchas cosas que me lo impiden” (cf. Sexto Empírico, Contra los matemáticos, 9,51). 6. Sería excesivo para nosotros mentar las cosas de Evhémero, el más ateo (cf. Sexto Empírico, Contra los matemáticos, 9,17; Aecio, Placita, 1,7,1). Porque, después de haberse atrevido a decir muchas cosas sobre los dioses, termina negando en absoluto que existan dioses, y más bien quiere que todas las cosas sean administradas por el azar. 7. Acaso Platón, que tantas cosas expresó sobre la monarquía de Dios y sobre el alma del hombre, diciendo que el alma es inmortal, ¿no se encuentra luego en contradicción consigo mismo al afirmar que las almas transmigran a otros hombres y que las de algunos hasta pasan a animales irracionales (cf. Platón, Fedón, 106 b 1-2; Fedro, 82 a-b; 248 c-249 b)? 8. ¿Cómo no ha de aparecer terrible y sacrílega esta doctrina a los que tienen inteligencia, que el que antes era hombre sea después lobo, perro, asno u otro animal irracional? 9. Consta que Pitágoras dijo tonterías semejantes a éstas, además de rechazar la providencia.
   10. Ahora bien, ¿a cuál de ellos vamos a creer? ¿Al cómico Filemón que dijo: “Los que honran al dios tienen bellas esperanzas de salvación” (cf. Fragmento 181; ed. T. Koch, Leipzig Teubner 1884), o a los antes citados Evhémero, Epicuro, Pitágoras y a los demás que niegan que exista religión y que destruyen la providencia? 11. Porque sobre dios y la providencia dijo Aristón: “Ánimo, pues, que el ayudar a todos los justos es costumbre del dios, y a éstos especialmente. Porque si no hubiera una retribución preparada para los que viven como se debe, ¿para qué ser piadoso? 12. Así debiera ser; pero veo con claridad que los que eligen vivir piadosamente experimentan adversidades, y que los que no buscan sino su propio interés tienen un pasar más honorable que nosotros. 13. En el presente. Pero hay que mirar más lejos y aguardar a la transmutación de todas las cosas. No es como aquella opinión maligna entre algunos enraizada, inútil para la vida, que si hay cambio es por azar o que domina lo fortuito. Así creen que tienen todas estas cosas a favor de su propia suerte los malvados. Pero hay un premio para los que viven santamente. Y para los malos un condigno castigo. Porque nada ocurre fuera de providencia” (Fragmenta comicorum graecorum, 1,IX-X; ed. A. Meineke, Berlin 1839).
   14. Las cosas que dijeron los otros, de algún modo la mayoría, sobre dios y la providencia, puede verse cuan discorde entre ellos es lo que dijeron. Pues algunos rechazaron por completo a dios y a la providencia, otros en cambio pusieron a dios y reconocieron que todo lo ordena por providencia. 15. El oyente y lector inteligente, pues, debe atender con cuidado a lo expresado conforme a Similo, cuando dice: “Es costumbre llamar poetas por igual a los exagerados por naturaleza y a los buenos, y es preciso diferenciar” (Comicorum Graecorum Fragmenta, 2,444; ed. G. Kaibel, Berlin 1899).
   16. De la misma manera también Filemón, en algún lugar: “Es malo un oyente necio sentado, pues por su ignorancia no se reprende a sí mismo” (Fragmento, 143; ed. cit.).
   17. Es necesario, entonces, atender y comprender lo que se dice, examinando críticamente lo dicho por los filósofos y demás poetas.

Aberraciones de los dioses paganos

8.1. Porque habiendo negando la existencia de los dioses los mismos después la reconocen, y afirman que realizan abominables acciones (cf. III,3,6). En primer lugar de Zeus, los poetas cantan con versos melodiosos sus acciones indecentes. 2. ¿Y no indica Crisipo, el gran propalador de tonterías, que Hera se unió a Zeus por su impura boca (cf. III,3,4)? 3. ¿Para qué he de enumerar las impudicias de la llamada madre de dioses, o de Zeus Lacial, sediento de sangre humana, o de Atis el mutilado, o de Zeus llamado Trágico, que según dicen se quemó su propia mano y ahora es venerado como dios por los romanos? 4. Hago silencio sobre los templos de Antínoo y los de los otros así llamados dioses. Tales historias producen la risa de los inteligentes. 5. Los que filosofan de esta manera son convictos de ateísmo por sus propias doctrinas, y también de promiscuidad y de uniones ilícitas. Es más, en sus escritos se encuentra antropofagia, y son los dioses que ellos veneran los primeros que realizaron tales acciones.

El credo de los cristianos

9.1. Nosotros también confesamos a Dios, pero uno, el creador, hacedor y artífice de todo este mundo, sabemos que todo se gobierna por providencia, pero de la suya sólo, y hemos aprendido una ley santa, pero tenemos como legislador al Dios existente, que nos enseña la práctica de la justicia, la piedad y la obra del bien.
   2, Sobre la piedad dice: “No habrá para ti otros dioses fuera de mí. No te fabricarás ídolo ni imagen alguna de cuanto hay arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni cuanto en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás, porque yo soy el señor Dios tuyo” (Ex 20,3-5).
   3. Sobre obrar el bien, dijo: “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra que te doy, yo el señor tu Dios” (Ex 20,12).
   4. Y sobre la justicia: “No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no levantarás falso testimonio contra tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni codiciarás su casa, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni bestia alguna suya, ni cuanto sea de tu prójimo” (Ex 20,13-17). 5. “No torcerás el juicio del pobre al juzgarle, te apartarás de toda palabra injusta, no matarás al inocente y justo, no justificarás al impío ni aceptarás dones, pues los dones ciegan los ojos de los que ven y destruyen las palabras justas” (Ex 23,6-8).
   6. Ahora bien, Moisés, servidor de Dios, fue ministro de esta divina ley, para todo el mundo pero principalmente para los hebreos, que se llaman también judíos, a los que al principio había reducido a servidumbre el rey de Egipto, siendo ellos simiente justa de hombres piadosos y santos, Abrahán, Isaac y Jacob. 7. Acordándose Dios de ellos, por medio de Moisés obró maravillas y milagrosos prodigios; los libró y sacó de la tierra de Egipto, conduciéndolos a través del llamado desierto. A ellos estableció en tierra de Canaán, posteriormente llamada Judea, les dio la ley y les enseñó todo esto. 8. Ahora bien, los diez capítulos de esta ley grande y admirable (cf. Dt 4,13), válida para toda justicia (cf. Mt 3,15), son éstos que arriba hemos mencionado.

Los judíos residentes en Egipto recibieron la Ley

10.1. Los judíos se hicieron residentes en la tierra de Egipto, siendo por estirpe hebreos de la tierra de Caldea -pues por aquél tiempo se produjo un hambre que los obligó a emigrar a Egipto para comprar granos, donde con el tiempo se establecieron, cosa que les ocurrió según la predicción de Dios- habiendo entonces habitado en Egipto durante cuatrocientos treinta años, y cuando Moisés se aprestaba a sacarlos al desierto (cf. Gn 15,13), Dios les enseñó por medio de la ley, diciendo: “No atribularás al extranjero, porque ustedes conocen el alma del extranjero, porque extranjeros fueron en la tierra de Egipto” (Ex 23,9).

Dios mandó profetas para exhortar a la conversión

11.1. Habiendo sido desobedecida por el pueblo la ley que Dios le había dado, y por ser Dios bueno y misericordioso, no queriendo que perecieran, además de darles la ley después les envió profetas de entre sus hermanos para que les enseñaran y recordaran las cosas de la ley, y para llevarlos al arrepentimiento y que no pecaran más. 2. Pero si se obstinaban en su malas acciones, les predijeron que serían sometidos a todos los reinos de la tierra (cf. Ba 2,4), y que así les ha sucedido es ya evidente.
   3. Sobre el arrepentimiento dice el profeta Isaías, a todos en general pero especialmente al pueblo: “Busquen al Señor y al encontrarle invóquenlo Y cuando se haya acercado a ustedes, el impío abandone sus caminos y el varón inicuo sus consejos, y regrese hacia el Señor su Dios, y tendrá misericordia porque largamente cancelará sus pecados” (Is 55,6-7). 4. Otro profeta, Ezequiel, dice: “Si el inicuo se convierte de todas las iniquidades que hizo y guarda mis mandamientos y hace mis justificaciones, vivirá con vida, no morirá y no habrá memoria de cuantas iniquidades hizo, sino que por la justicia que hizo vivirá, porque no quiero la muerte del inicuo, dice el Señor, sino que regrese de su mal camino y que viva” (Ez 18,21-23). 5. También Isaías: “Conviértanse los que deliberan consejo profundo e inicuo, para que sean salvados” (Is 31,6; 45,22). 6. Y otro, Jeremías: “Retornen al Señor su Dios, como el vendimiador a su cesta, y recibirán misericordia” (Jr 6,9).
   7. Muchas cosas, o mejor infinitas, se dicen sobre el arrepentimiento en las santas escrituras, pues siempre quiere Dios que el género de los hombres retorne de todos sus pecados.

La justicia

12.1. Además también sobre la justicia, de la que ha hablado la ley, se ve que tanto los profetas como los evangelios dicen cosas consecuentes, porque todos ellos inspirados por el espíritu han hablado con un único espíritu de Dios. 2. Isaías, pues, dice así: “Quiten las maldades de sus almas, aprendan a hacer el bien, busquen el juicio, liberen al ofendido, juzguen para el huérfano y hagan justicia a la viuda” (Is 1,16-17). 3. Y el mismo todavía: “Desata, dice, toda atadura de injusticia, rompe los lazos de los contratos violentos, envía a los heridos con perdón, destruye toda escritura injusta, parte con el hambriento tu pan y deja entrar en tu casa a los pobres sin techo. Si ves a un desnudo, vístele, y no desprecies a los de tu propia sangre. Entonces se alzará tu luz matinal y tus curaciones se levantarán con premura y tu justicia caminará precediéndote” (Is 58,6-8). 4. De la misma manera Jeremías: “Deténganse, dice, en los caminos, miren y pregunten cuál es el camino bueno del Señor nuestro, y caminen por él, y encontrarán descanso para sus almas” (Jr 6,16); “juzguen justo juicio, porque en esto está la voluntad del Señor su Dios” (Za 7,9 y Jr 9,24). 5. De modo semejante dice también Oseas: “Guarden el juicio y acérquense al Señor su Dios, el que afirmó el cielo y fundó la tierra” (Os [LXX] 12,7; 13,4). 6. Y otro, Joel, dijo acorde con ellos: “Reúnan al pueblo, santifiquen la congregación, reciban a los ancianos, junten a los niños que maman de los pechos. Salga el esposo de su cámara nupcial y la esposa de su lecho, rueguen con instancia al Señor su Dios, a fin de que se compadezca de ustedes, y él cancelará sus pecados” (Jl 2,16; 1,14; cf. Is 43,25). 7. Y otro, Zacarías, de la misma manera: “Esto dice el Señor omnipotente: juzguen juicio de verdad y hagan cada uno misericordia y compasión con su prójimo, no opriman a la viuda, al huérfano y al extranjero, no guarden rencor en sus corazones contra su hermano, dice el Señor omnipotente” (Za 7,9-10).

La pureza

13.1. En cuanto a la pureza, no sólo nos enseña la palabra santa a no pecar de obra, sino tampoco de pensamiento, a no concebir en el corazón ningún mal para otro, ni desear la mujer de otro al mirarla con los ojos. 2. En efecto, Salomón que fue rey y profeta, dice: “Que tus ojos miren recto y que tus párpados guiñen lo justo; haz sendas rectas para tus pies” (Pr 4,25-26; cf. II,35,3). 3. Más estrictamente la voz evangélica enseña sobre la castidad diciendo: “Todo el que mira a la mujer ajena para desearla ya adulteró con ella en su corazón” (Mt 5,28). 4. “Y el que se casa”, dice, “con la que fue repudiada por su esposo, comete adulterio, y el que repudia a la mujer, fuera del caso de fornicación, le hace cometer adulterio” (Mt 5,32). 5. Salomón dice además: “¿Echará alguien fuego en su vestido y su vestido no arderá? ¿Caminará alguien sobre brasas encendidas y no se quemará los pies? Así, el que se acerque a una mujer casada no será inocente” (Pr 6,27-29).

Amor al prójimo

14.1. En cuanto a que nosotros seamos benevolentes, y no sólo, como algunos suponen, con los de nuestro propio pueblo, el profeta Isaías dijo: «Digan a los que los odian y los abominan: “Son nuestros hermanos”. Así será glorificado el nombre del Señor, y sea visto en la alegría de ellos» (Is 66,5). 2. Y el Evangelio: “Amen”, dice, “a sus enemigos y rueguen por los que los calumnian. Pues si aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? Eso también lo hacen los bandidos y los cobradores de tributo” (Mt 5,44. 46).
   3. A los que hacen el bien les enseña a no gloriarse, para no buscar el agrado de los hombres. “No sepa”, dice, “tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha” (Mt 6,3). 4. También nos manda la divina palabra someternos a los magistrados y autoridades, y orar por ellos (cf. Rm 13,1), a fin de llevar una vida quieta y tranquila (cf. 1 Tm 2,1-2). 5. Y enseña a dar todo a todos: a quien honor, honor; a. quien temor, temor; a quien tributo, tributo; no deber nada a nadie, sino sólo amar a todos (cf. Rm 13,7-8).