OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (39)

Bautismo.jpg
Bautismo de Jesús
Tentación en el desierto
Salterio
Primer cuarto del siglo XIII
Oxford (Inglaterra)
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, A AUTÓLICO

LIBRO SEGUNDO (conclusión)

El hombre será puesto nuevamente en el jardín en la resurrección

26.1. También Dios otorgó un gran beneficio al hombre, el que no permaneciera para siempre en pecado, sino que lo expulsó del jardín, a semejanza en cierto modo de un destierro, para que en un tiempo determinado pagara el pecado mediante el castigo, y así, educado, fuera otra vez llamado. 2. De ahí que formado el hombre en este mundo, a modo de misterio se escribe en el Génesis (cf. Gn 2,8 y 2,15), como si hubiera sido puesto dos veces en el jardín. Para que esto se cumpliera, una vez fue puesto allí; la segunda se cumpliría con la resurrección y el juicio. 3. Y no sólo esto sino que, como un vaso después de formado, si tuviere un defecto se lo vuelve a fundir o a modelar para que resulte nuevo e íntegro, así sucede también con el hombre por la muerte, virtualmente se lo hace pedazos para que se encuentre sano en la resurrección, es decir, limpio, justo e inmortal. 4. En cuanto a que Dios llame y diga: “Adán, ¿dónde estás?” (Gn 3,9), no lo hacía Dios porque ignorara, sino por ser magnánimo le daba oportunidad de arrepentimiento y de confesión.

Dios hace al hombre capaz de mortalidad e inmortalidad

27.1. Pero .se nos dirá: ¿No fue hecho el hombre mortal por naturaleza? De ninguna manera. Entonces, ¿inmortal? 2. Tampoco decimos eso. Pero se dirá, ¿entonces no fue hecho nada? Tampoco decimos eso. Porque por naturaleza no fue hecho ni mortal ni inmortal. Si desde el principio le hubiera creado inmortal, le hubiera creado dios. Por otra parte, si le hubiera creado mortal, hubiera parecido ser Dios causa de su muerte. 3. Entonces no lo creó inmortal ni mortal, sino, como anteriormente dijimos, capaz de ambas cosas: si se desplaza hacia las cosas de la inmortalidad guardando el mandamiento de Dios, recibirá de él la inmortalidad como premio y llegaría a ser dios; pero si se inclina hacia las cosas de la muerte desobedeciendo a Dios, sería él mismo la causa de la muerte. 4. Pues Dios creó al hombre libre y dueño de sí. 5. Así pues, lo que el hombre se ganó por su negligencia y desobediencia, Dios se lo regala ahora por su propia filantropía y misericordia, cuando el hombre le obedece. 6. Así como desobedeciendo se atrajo el hombre la muerte, de la misma manera, obedeciendo a la voluntad de Dios, el que quiera puede ganarse para sí la vida eterna. 7. Pues Dios nos dio la ley y mandamientos santos, y todo el que los cumpla puede salvarse y alcanzada la resurrección heredar la incorrupción (cf. 1 Co 15,50).

Dios creó a Adán y a Eva contemporáneamente

28.1. Expulsado Adán del jardín, así fue como conoció a Eva su mujer, que Dios había creado de su costilla, para ser su mujer. Y esto no porque no pudiera formar a su mujer individualmente, sino porque Dios sabía de antemano que los hombres habrían de nombrar multitud de dioses. 2. Presciente como es, y viendo que el error nombraría, a través de la serpiente, multitud de dioses inexistentes -porque aunque hay un único Dios, ya desde entonces el error meditaba en diseminar multitud de dioses al decir: “Serán como dioses” (Gn 3,5)-, y para que no se supusiera que un dios creó al varón y otro a la mujer, hizo a los dos justamente. 3. Más aún, para mostrar el misterio de la monarquía que corresponde a Dios, hizo Dios a la mujer al mismo tiempo, para que se diera mayor benevolencia hacia ella.
   4. Ahora bien, después que Adán dijera a Eva: “Esto si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn 2,23), profetizó además diciendo: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una carne” (Gn 2,24). 5. Lo mismo que efectivamente se muestra cumplirse en nosotros mismos. Porque ¿quién casado legítimamente no desprecia a su madre y a su padre, a toda la parentela y a todos los familiares, unido y atado a su mujer, a la que favorece por encima de todo? De ahí que con frecuencia algunos han padecido hasta la muerte por sus propias esposas.
   6. A esta Eva, por haberse extraviado desde el principio por la serpiente y haberse convertido en introductora del pecado, el demonio maléfico, llamado también Satanás, que fuera el que le había hablado a través de la serpiente, le invoca llamándola; “¡Eva!”, cuando actúa hasta el presente en los hombres poseídos por él. 7. El demonio es llamado también dragón, por haberse escapado de Dios, habiendo sido un ángel en los comienzos. 8. Mucho habría para decir sobre éste; de ahí que ahora pasemos por alto su explicación, y más habiendo tratado el tema en otro lugar.

Caín y Abel

29.1. «Al conocer Adán a su mujer Eva, esta concibió y parió un hijo, por nombre Caín. Y dijo: “He tenido un hombre por Dios”. Dio a luz por segunda vez un hijo, por nombre Abel, que comenzó a ser pastor de ovejas, mientras Caín cultivaba la tierra» (Gn 4,1-2). 2. Ahora bien, la historia de ellos es extensa, y también la disposición de la exégesis. Por ello, el mismo libro titulado “Génesis del Mundo”, puede ilustrar a los estudiosos de la historia más rigurosamente.
   3. Como Satanás viera que Adán y Eva no sólo vivían sino que también engendraban hijos, llevado de la envidia por no haber sido capaz de darles muerte y como viera que Abel era agradable a Dios (Gn 4,4-5), obrando sobre su hermano llamado Caín hizo que este hermano matara a Abel (Gn 4,8). 4. De este modo tuvo principio la muerte en este mundo, abriéndose camino hasta el presente en todo el género humano.
   5. Mas Dios, misericordioso como es y queriendo ofrecer a Caín, como antes a Adán, una oportunidad de arrepentimiento y confesión, dijo: «“Abel, ¿dónde está tu hermano?”. Y Caín, en rebeldía contra Dios respondió diciendo: “No sé. ¿Acaso soy yo guardián de mi hermano?”». 6. Entonces irritado Dios contra él dijo: “¿Por qué has hecho esto? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Y ahora, maldito tú de la tierra, que se abrió para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Gimiendo y temblando estarás en la tierra” (Gn 4,9-11. 12b). 7. Por eso desde entonces temerosa la tierra no recibe sangre de ningún hombre, ni de animal alguno. Así se hace evidente que no es ella la culpable, sino el hombre transgresor.

Descendencia de Set y origen de las ciudades

30.1. El mismo Caín tuvo entonces un hijo de nombre Enoc. Y edificó una ciudad a la que llamó con el nombre de su hijo Enoc (Gn 4,17). 2. Desde entonces tuvo principio la edificación de ciudades, y esto antes del diluvio, no como miente Homero diciendo: “No se había construido todavía ciudad de míseros hombres” (Homero, Ilíada, 20,216-217).
   3. A Enoc le nació un hijo de nombre Gaidad. Que engendró al llamado Meel, y Meel a Matusala, y Matusala a Lamec. Lamec tomó para sí dos mujeres, cuyos nombres eran Ada y Sela (Gn 4,18-19). Desde entonces tuvo principio la poligamia y también la música. 4. A Lamec le nacieron tres hijos, Obel, Jubal, Tobel. Entonces Obcl se convirtió en varón que vive en tiendas pastando animales, Juval es el que inventó el salterio y la cítara, Tobel se hizo herrero, forjador de bronce y de hierro (Gn 4,20-22). 5. Hasta aquí llega el catálogo de la descendencia de Caín; por lo demás la semilla de su genealogía queda en el olvido, por haber matado a su propio hermano.
   6. En lugar de Abel concedió Dios a Eva concebir y parir un hijo, que fue llamado Set (Gn 4,25), de quien viene el resto del género humano hasta el presente. 7. A los interesados y estudiosos sobre la totalidad de las generaciones, es fácil mostrárselas por las santas escrituras. También, como hemos dicho anteriormente (II,28,8), en parte hemos tratado en otra obra el orden de las genealogías, en el libro primero “Sobre las historias”.
   8. Todas estas cosas nos las enseña el santo Espíritu, el que viene a través de Moisés y de los demás profetas, de tal manera que en lo que respecta a los escritos de nosotros, adoradores de Dios, se muestra que no solamente son más antiguos sino también más verdaderos que los de todos los escritores y poetas. 9. Así, algunos sostienen la tontería de que fue Apolo el inventor de la música, otros que Orfeo inventó la música tomándola del canto de las aves. Pero es evidente que su discurso es vacío y vano. En efecto, ellos existieron muchos años después del diluvio. 10. En lo referente a Noé, que por algunos es llamado Deucalión (cf. Filón de Alejandría, Sobre los premios y castigos, 23; Legum allegoriae, 3,77; Sobre Abraham, 27; Quaestiones et solutiones in Genesim, 1,87; Justino, 2 Apología, 6,2), lo hemos tratado en el libro que hemos mencionado, y si te place, tú mismo puedes tenerlo.

Ciudades que se edificaron después del diluvio

31.1. Después del diluvio se dio nuevamente principio a las ciudades y reyes del modo siguiente. La primera ciudad fue Babilonia, después Orec, Arcat y Calana en la tierra de Senaar. Tuvieron un rey por nombre Nehrod. De ellos salió uno por nombre Asur, de donde toman el nombre los asirios. Nehrod edificó las ciudades de Nínive, Roboón, Calac y Dasén, ésta entre Nínive y Calac. Nínive fue en los comienzos una gran ciudad. 2. Otro hijo de Sem, hijo de Noé, por nombre Mestrain, engendró a los Luduim, a los llamados Enemiguim, a los Labieim, a los Neftalim, a los Patrosonim y a los Caslonim, de donde salió Filistiim (Gn 10,10-14). 3. De los tres hijos de Noé, de sus realizaciones y genealogía, hicimos un catálogo en el libro previamente citado (cf. II,28,8). Ahora recordaremos las cosas omitidas sobre ciudades y reyes, así como los sucesos de cuando había un solo labio y una sola lengua. Antes de que se dividieran las lenguas, existieron las ciudades antes mencionadas. 4. Y cuando estaban por dividirse, por propia por cuenta y no según Dios, decidieron edificar una ciudad y una torre cuya cúspide llegara hasta el cielo, y así darse a sí mismos un nombre de gloria (Gn 11,4). 5. Como se atrevieron hacer una obra tan grande contra la decisión de Dios, Dios les derrumbó la ciudad y arrasó la torre. Desde entonces separó las lenguas de los hombres dándole a cada uno un dialecto diverso (Gn 11,7-8).
   6. Así lo indicó la Sibila, al anunciar la ira que habría de venir al mundo (Oráculos Sibilinos, 8,1). Dijo: “Cuando del Dios grande se cumplan las amenazas, que fulminó contra los mortales que construían la torre, en la región de Asiria. De una voz eran todos, y quisieron subir al cielo estrellado. Al punto el inmortal impuso gran necesidad a los aires. Entonces los vientos la gran torre elevada derribaron y produjeron contienda entre mortales. Apenas caída la torre, las lenguas de los hombres se dividieron en muchos dialectos de mortales...” (Oráculos Sibilinos, 3,97-103; 3,105; 8,5). Y lo que sigue.
   7. Esto sucedió en tierra de Caldeos (Gn 11,31). En la tierra de Canaán hubo una ciudad por nombre Carrán. En estos tiempos, el primer rey de Egipto fue Faraón, que se llamó también Necaot, según los egipcios. Y así fueron los demás reyes en adelante. 8. En la tierra de Senaar, entre los llamados caldeos, el primer rey fue Arioc. Después de éste, otro fue Elasar (cf. Gn 14,1) y después de éste Codolagomor, rey de Elam, y después de este Targal, rey de los pueblos que se llaman asirios (Gn 14,1). 9. Otras cinco ciudades hubo en la parte de Cam, hijo de Noé. La primera, la llamada Sodoma, luego Gomorra, Adama, Sebón y Balac, llamada también Segor. 10. Los nombres de sus reyes son estos: “Balas rey de Sodoma, Himor rey de Seboín, Balac rey de Segor, la que también se llama Balac” (Gn 14,2). 11. Estos estuvieron sometidos a Codolagomor, rey de los asirios, durante doce años, y en el año trece se separaron de Codolagomor. Y así sucedió que los cuatro reyes de los asirios hicieron la guerra contra los cinco reyes (Gn 14,3-4). Este fue el principio de las guerras sobre la tierra. 12. “Y derrotaron a los gigantes Caranaín y juntamente con ellos a naciones fuertes, a los Ommeos en la misma ciudad y a los Correos en los montes llamados Seir, hasta la ciudad llamada Terebinto de Farán, que está en el desierto” (Gn 14,5-6).
   13. En aquel mismo tiempo había un rey justo, de nombre Melquisedec, en la ciudad de Salem, la que se llama ahora Hierosólima. Este fue el primero de todos los sacerdotes de Dios altísimo, y de este tomó el nombre la ciudad de Jerusalén (Gn 14,18), la que antes hemos llamado Hierosólima. Después de éste, se ve que hubo sacerdotes por toda la tierra. 14. Después de él reinó Abimelec en Gerara, luego otro Abimelec. Luego reinó Efrón, apodado también Queteo (Gn 20,2; 26,1).
   15. Estos son los nombres de los que por primero llegaron a ser reyes. Los demás reyes de los asirios, que vinieron muchos años después, quedaron en silencio en los registros. De los tiempos más recientes respecto de nosotros se recuerdan los que fueron reyes, de los asirios, Teglafasar, después de éste Salamanasar, después Senacarim. Triarca de éste fue Adramalec el Etíope (cf. 2 R 17,4 [LXX]), que reinó también en Egipto. Si bien estas cosas, en comparación con nuestros libros, son del todo recientes.

La población de la tierra

32.1. De aquí pues pueden juzgar las historias los estudiosos y amantes de la antigüedad, a ver si es reciente lo que decimos nosotros con los santos profetas. Porque en los comienzos eran pocos los hombres que existían en la tierra de Arabia y de Caldea, y después de la división de sus lenguas comenzaron paulatinamente a multiplicarse y crecer sobre toda la tierra. 2. Así, algunos se inclinaron a habitar el Oriente, otros las partes del gran continente (Europa; cf. Estrabón, Geographica, 4,42,5) y las del norte, de modo que se extendieron hasta la Bretaña en las regiones árticas, otros hacia la tierra de Canaán, llamada también Judea y Fenicia, y a las partes de Etiopía, Egipto y Libia, y a las partes llamadas tórridas y también hasta las regiones que se extienden al Occidente; los restantes habitaron los lugares desde la costa y de Pamfilia, el Asia, la Hélade, la Macedonia, y más allá Italia, y las llamadas Galias, Españas y Germanias, de modo que ahora la misma tierra está toda ocupada por habitantes. 3. Así pues, como desde el principio el poblamiento de la tierra por los hombres se había hecho de modo triple, en el Oriente, en el Mediodía y en Occidente, las restantes partes de la tierra fueron habitadas posteriormente en cuanto aumentaba el número de los hombres.
   4. Sin considerar estas cosas, los escritores quieren afirmar que el mundo es esférico y comparable con un cubo (cf. Aristóteles, De caelo, 285 a 32; Empédocles, B, 96; ed. H. Diels – W. Kranz, Zürich 71972). Pero ¿cómo pueden decir verdad en esto, cuando ignoran la creación del mundo y su poblamiento? 5. Aumentando y creciendo paulatinamente los hombres sobre la tierra, como hemos dicho, del mismo modo fueron también habitadas las islas del mar y las demás regiones.

Comparación de las dos historias

33.1. Ahora bien, ¿quién de los llamados sabios o poetas o historiadores fue capaz de decir la verdad en estas cosas, cuando son ellos muy posteriores e introducen una multitud de dioses, los cuales nacieron también después de muchos años de que existieran las ciudades, que son posteriores a los reyes, a los pueblos y a las guerras? 2. Deberían, por tanto, haber recordado todo, aun lo sucedido antes del diluvio, y tanto los profetas de los egipcios y caldeos como los otros escritores deberían haberse expresado con precisión sobre el origen del mundo, la creación del hombre y sobre los acontecimientos que siguieron, si es que hablaban por espíritu divino y puro, y si es que era verdad lo que ellos anunciaban. Deberían preanunciar no solamente lo ya pasado o lo presente, sino también las cosas que han de ocurrir en el mundo. 3. En ello se muestra que todos los demás están en el error y que solo los cristianos poseemos verdad, como que somos enseñados por el Espíritu santo, que nos ha hablado por los santos profetas y que nos anuncia todo de antemano.

Dios dio a la humanidad una ley y los profetas de la verdad para salvarla

34.1. Por lo demás, trata de escrutar con devoción las cosas de Dios, es decir, lo que ha sido dicho por los profetas, a fin de que, comparando lo que nosotros decimos y lo que dicen los otros, puedas encontrar la verdad. 2. Que ante ellos mismos los nombres de los llamados dioses aparecen como nombres de hombres, como señalamos más arriba (cf. I,9,1), lo demostramos con las mismas historias que escribieron. 3. Las imágenes de aquellos, que hasta el día de hoy son continuamente modeladas, son ídolos, obra de manos de hombre (Sal 113,12; cf. I,1,2). A tales adora la multitud de hombres vanos, mientras rechazan al hacedor y artífice del universo que nutre todo aliento, dejándose convencer por las vanas doctrinas que les vienen del error trasmitido por la insensata opinión de los padres. 4. En cambio, Dios padre y creador del universo no abandonó la humanidad, sino que le dio una ley y envió santos profetas para anunciar y enseñar al género humano, a fin de que cada uno de nosotros fuera temperante y reconociera que hay un solo Dios. 5. Ellos nos enseñaron también a abstenernos de la ilícita idolatría, del adulterio, del asesinato, de la fornicación, del robo, de la avaricia, del falso juramento, de la ira y de toda lascivia e impureza, y que todo lo que el hombre quiere que no le hagan a él, no se lo haga él a nadie (cf. Mt 7,12; Tb 4,15), y así, el que practique la justicia escape a los castigos eternos y se haga digno de la vida eterna que viene de Dios.

La enseñanza moral de los profetas

35.1. Ahora bien, la ley divina no solo prohíbe adorar a los ídolos sino también a los elementos, al sol, a la luna y a los demás astros; y rendir culto al cielo o a la tierra, al mar o a las fuentes o a los ríos (cf. Ex 20,5; Dt 4,19; 5,9). Se debe adorar al único Dios existente y hacedor del universo, en santidad de corazón y sincero pensar. 2. Por eso dice la ley santa: “No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, no desearás la mujer de tu prójimo” (cf. Dt 5,17-20; Ex 20,13-17). Y lo mismo, los profetas. 3. Salomón nos enseñó que no pequemos ni por señas, diciendo: “Que tus ojos miren recto y que tus párpados guiñen lo justo” (Pr 4,25).
   4. Oseas, que es también profeta, dice sobre la monarquía de Dios: “Este es el Dios de ustedes, el que afirmó el cielo y fundó la tierra, cuyas manos mostraron todo el ejército del cielo, y no los mostró para que ustedes marcharán tras ellos” (Os 13,14 [LXX]).
   5. El mismo Isaías dice: “Así dice el Señor Dios, el que afirmó el cielo y puso los fundamentos de la tierra y de lo que hay en ella, dio el aliento al pueblo que está en ella y espíritu a los que la pisan: este es el Señor su Dios” (Is 42,5-6a). 6. Y nuevamente por el mismo: “Yo, dice, hice la tierra y al hombre sobre ella, yo con mi mano afirmé el cielo” Is 45,12). 7. Y en otro capítulo: “Este es su Dios, el que preparó las cimas de la tierra, no tendrá hambre ni se fatigará, ni hay investigación de su pensamiento” (Is 40,28). 8. De igual modo Jeremías dice: “El que hizo la tierra por su fuerza, levantó el orbe con su sabiduría, y en su pensamiento tendió el cielo y multitud de agua en el cielo, reunió las nubes del extremo de la tierra, hizo relámpagos para la, lluvia y sacó vientos de sus tesoros” (Jr 10,12-13).
   9. Es evidente cuántas cosas armónicas y concordes dijeron todos los profetas, al expresarse con único y mismo espíritu sobre la monarquía de Dios, la génesis del mundo y la creación del hombre. 10. Más aun, también sufrieron dolores de parto, llorando por el género ateo de los hombres y humillaron a los que se creen sabios por sus errores y el endurecimiento de su corazón. 11. Así dice Jeremías: “Todo hombre se hizo necio por su ciencia, se avergonzó todo fundidor de oro por sus obras de orfebrería, en vano el batidor de plata bate moneda, no hay aliento en ellos, en el día de la visitación perecerán” (Jr 10,14-15; 6, 29). 12. Lo mismo dice David: “Se corrompieron y se hicieron abominables en sus ocupaciones; no hay quien obre benignidad, no hay ni uno solo. Todos se han desviado, todos a una se han vuelto inútiles” (Sal 13,1. 3). 13. Igualmente Habacuc: «¿De qué le sirve al hombre lo que graba, pues grabó una imaginación engañosa? ¡Ay del que dice a la piedra “levántate” y a la madera “ponte derecha”» (Ha 2,18-19). Del mismo modo hablaron los otros profetas de la verdad.
   14. ¿Para qué hacer la enumeración de la multitud de profetas, que fueron muchos y dijeron infinitas cosas armónicas y concordantes? Porque los que quieran pueden encontrarse con lo que ellos han dicho, para conocer con precisión lo verdadero y no extraviarse por el razonamiento y el intento vanos. 15. Estos fueron pues los profetas de los hebreos, de que hemos hablado, hombres sin letras, pastores e ignorantes.

Concordancia con la Sibila

36.1. La Sibila, que fue profetisa entre los griegos y entre las demás naciones, al principio de su profecía increpa al género humano diciendo: “Hombres mortales y de carne, que son nada, ¿cómo tan aprisa se exaltan, sin mirar el término de la vida y no tiemblan, ni temen a Dios que los vigila, altísimo conocedor que todo lo mira, testigo de todo, creador que todo alimenta, que dulce espíritu en todo infundió y lo hizo guía de todos los mortales? 2. Un Dios impera solo, inconmensurable, increado, omnipotente, invisible, y el que solo todo lo mira, mientras él no es visto por carne mortal alguna. Pues ¿qué carne puede al celestial y verdadero Dios inmortal mirar con los ojos, que mora en lo alto? Ni ante los rayos del sol frente a frente pueden pararse los hombres nacidos mortales, varones que están en sus huesos, venas y carnes. 3. Reverencien al que es realmente uno, al guía del mundo, el único que ha sido para lo eterno y desde lo eterno. Autogénito, increado, que todo por siempre domina, que distribuye juicio a todos los mortales en luz común. 4. De su mal querer recibirán la justa paga, porque dejando de glorificar al Dios verdadero, eterno, y de sacrificarle las sacras hecatombres, hicieron sacrificios a los demonios del Hades. 5. En orgullo y locura caminan y, la senda derecha y recta dejando, se han desviado y por espinas y por estacadas andan errantes. Cesen ya, mortales vanos, de errar entre sombras por entre la negra noche oscura, y abandonen la sombra de la noche y aferren ya la luz. Éste es el que a todos aparece claro, el que no yerra. Vengan, no sigan la sombra y las tinieblas por siempre. 6. Miren que sobre todo brilla la dulce luz del sol. Sepan poniendo sabiduría en sus pechos: Dios es uno, el que envía lluvias, vientos y temblores, relámpagos, hambrunas, pestes y fúnebres lutos, nevadas y hielos. ¿Para qué narrar cada cosa? Guía el cielo y domina la tierra: Él existe” (Oráculos Sibilinos, fragmento 1; cf. Apócrifos del Antiguo Testamento, tomo III; ed. A. Diez Macho, Madrid 1982, pp. 393-394).
   7. Contra los nacidos que se llaman , dijo: “Y si en absoluto lo que ha nacido se corrompe, no puede de muslos de varón y de matriz ser formado un dios. Sino solo el único Dios está sobre todas las cosas, el que hizo el cielo y el sol, las estrellas y la luna, la tierra fértil y las olas hinchadas del Ponto, las altas montañas y las perennes corrientes de las fuentes, 8. Él engendró la incontable multitud de peces fluviales, Él alimenta la vida de los reptiles que se mueven por la tierra, y las variadas aves, de gorjeos y sonora voz, de dorado plumaje, de canto claro, que turban con sus alas el aire. 9. En las selvas del monte puso el género de las fieras, y sometió todas las bestias a nosotros, mortales, y de todas ellas estableció un conductor por Dios creado, pues al hombre sometió inmensa variedad de cosas que no pueden apreciarse. 10. Pues ¿qué carne mortal puede comprender todas estas cosas? Sólo puede saber quien al principio las hizo, el inmortal, el creador y eterno, que el éter habita, el que a los buenos buena paga les ofrece y con creces, y a los malos e injustos les reserva amargura y furia, guerra y pestes, dolores y lágrimas. 11. Hombres, ¿por qué engreídos en vano se desarraigan? Avergüéncense por hacer dioses a comadrejas e insectos. ¿No es locura y rabia que quita el sentido, si dioses hay que roban los platos y se llevan las ollas? En lugar de morar en el cielo, dorado y florido, comido se ve de polilla y cubierto de espesas telas de araña. 12. Adoran, insensatos, a serpientes, gatos y perros, y dan culto a las aves, a reptiles y fieras del campo, y a estatuas de piedra y a imágenes hechas a mano, y montones de piedra en los caminos, a todo esto dan culto y a mil vanidades más, que solo nombrar es vergonzoso. Son dioses que conducen al engaño a hombres sin consejo, de cuya boca veneno mortal se derrama. 13. Pero el que es vida y perenne luz incorruptible, a los hombres felicidad más dulce que la dulce miel derrama. Ante éste solo debe inclinarse la frente, y entrar en la senda de los signos piadosos. 14. Abandonando todo esto, la copa llena de castigo puro, abundante, cargado, sin mezcla ninguna, cayeron todos en demencia y espíritu loco, y aun no quieren despertar y venir a una mente sensata, y conocer a Dios rey, el que codo lo mira. Por ello una llama de fuego abrasador ha de venirles, y en su ardor serán abrasados por continua eternidad avergonzados de sus falsos e inútiles ídolos. 15. Pero los que honren al Dios verdadero y perenne, heredarán vida el tiempo eterno habitando el jardín como huerto agradable, y comiendo el dulce pan que viene del cielo estrellado” (Oráculos Sibilinas, fragmento 3; cf. ed. A. Diez Macho, pp. 394-395).
   16. Ahora bien, es evidente que esto es verdadero, provechoso, justo y digno de amarse por todos los hombres, y que quienes obran mal necesariamente recibirán los castigos según merezcan sus obras.


Concordancia con los textos poéticos

37.1. También algunos de los poetas, como dándose oráculos a sí mismos, dijeron estas mismas cosas, dando testimonio de que serán castigados los que obren injustamente. 2. Esquilo dijo: “El que causa el sufrimiento tiene que padecerlo también” (fragmento dudoso, citado por Estobeo, Antología, 1,3,24; Orión, Florilegio, 6,6).
   3. Y el mismo Píndaro dijo: “El que actúa conviene que también padezca” (Píndaro, Nemea, 4,31-32).
   4. Así también Eurípides: “Soporta cuando sufres, pues obrando gozaste. 5. Es ley tratar mal al enemigo apenas lo capturas” (Eurípides, Fragmentos, 1090 y 1091).
   6. Y de nuevo el mismo: “Tratar mal a los enemigos, creo, es tarea de varón” (Eurípides, Fragmentos, 1092).
   7. De la misma manera Arquíloco: “Una cosa grande entiendo, al que me trató mal responderle con males terribles” (Arquíloco, Fragmentos, 126).
   8. Sobre que Dios ve todas las cosas y que nada se le oculta, que siendo magnánimo aguarda hasta que deba juzgar, sobre esto dijo Dionisio: “El ojo de la Justicia mira como a través de un rostro afable pero ve todo siempre” (Dionisio Trágico, Fragmentos, 5).
   9. Que ha de venir el juicio de Dios y que los males han de tomar repentinamente a los malvados, eso lo señaló Esquilo diciendo: “El mal llega a los mortales con paso ligero, según el pecado que transgrede lo lícito. 10. Ves a la Justicia muda, y no la ves; si duermes, si marchas o si te sientas. Ladera sigue de cerca, a veces de lejos. 11. No oculta la noche al que obra mal. Si algo terrible haces piensa que alguien lo ve” (Esquilo, Fragmentos, 22; cf. Estobeo, Antología, 1,3,26-27. 28. 29).
   12. ¿Acaso no habla así también Simónides? “No hay mal inesperado para el hombre; en poco tiempo dios todo lo transforma” (autor desconocido).
   13. De nuevo Eurípides: “Nunca fortuna de hombre malo ni riqueza excesiva se debe darlos por firme, ni el género de los injustos, pues el tiempo, que de nadie ha nacido, hace patentes las maldades de los hombres”(Eurípides, Fragmentos, 303).
   14. Y también Eurípides: “No falta inteligencia a la divinidad, sino que tiene entendimiento de los juramentos mal hechos y de quienes quedaron obligados” (Eurípides, Ifigenia en Áulide, 394-395).
   15. Y Sófocles: “Si cosas terribles hiciste, cosas terribles debes padecer” (Sófocles, Fragmento, 877).
   16. Ahora, sea sobre un juramento injusto, sea sobre otra desviación cualquiera, que Dios ha de tomar examen, de alguna manera lo dijeron con antelación ellos mismos; también sobre la conflagración del mundo, queriendo o sin querer, dijeron cosas consecuentes con los profetas, a pesar de ser muy posteriores y de haber robado estas cosas de la ley y los profetas.

El juicio y el castigo. Exhortación final

38.1. ¿Qué importa si fueron posteriores o anteriores? Al fin y al cabo dijeron cosas consecuentes con los profetas. Sobre la conflagración, el profeta Malaquías predijo: “He aquí que viene el día del Señor como horno ardiente y abrasará a todos los impíos” (Ml 3,19); 2. e Isaías: “Vendrá la ira del Señor como granizo que cae con violencia y como agua que arrastra hacia el valle” (Is 30,27. 30. 28).
   3. Así pues la Sibila, los demás profetas y hasta los poetas y los mismos filósofos hablaron manifiestamente sobre la justicia, el juicio y el castigo. También sobre la providencia, que Dios cuida de nosotros no sólo mientras estamos vivos sino también al estar muertos, si bien lo dijeron contra su voluntad, convencidos por la verdad. 4. Entre los profetas, Salomón dijo sobre los muertos: “Habrá cura para la carne y cuidado para los huesos” (Pr 3,22a). 5. Lo mismo también David: “Se regocijarán los huesos humillados” (Sal 50,10b). 6. De acuerdo con ellos habló también Timocles, diciendo: “Para los muertos, el dios benigno es misericordia” (Timocles, Fragmento, 31).
   7. Así los escritores que hablaron de multitud de dioses retornaron a la monarquía, los que sostuvieron que no hay providencia, afirmaron la providencia, los que dijeron que no hay juicio, reconocieron que habrá juicio, y los que negaron que haya sensación después de la muerte, lo confesaron después. 8. Homero que afirma: “El alma como sueño se marchó volando” (Homero, Odisea, 11,222), dice en otro lugar: “El alma, volando desde los miembros, descendió al Hades” (Homero, Ilíada, 16,856; 22,362). Y además: “Entiérrame cuanto antes para cruzar las puertas del Hades” (Homero, Ilíada, 23,71).
   9. En cuanto a los otros, que tú has leído, pienso que conoces perfectamente de qué modo hablaron. Todas estas cosas las entenderá todo el que busca la sabiduría de Dios y que a Él agrada mediante fe, justicia y buenas obras. 10. Dijo pues uno de los profetas antes mencionados, de nombre Oseas: “Quién será sabio y sabrá estas cosas, quién sapiente y conocerá? Porque los caminos del Señor son rectos y los justos ingresarán en ellos; los impíos desfallecerán en ellos” (Os 14,10). 11. Es pues necesario que el que quiere saber aprenda. Procura entonces que nos encontremos más asiduamente y así, oyendo de viva voz, aprendas con exactitud lo verdadero.