OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (38)

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Huida a Egipto
Matanza de los inocentes
Salterio
Primer cuarto del siglo XIII
Oxford (Inglaterra)
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, A AUTÓLICO

LIBRO SEGUNDO (continuación)

Hesíodo comienza la narración por lo inferior; Moisés por lo superior

13.1. Además, por comenzar a describir la producción de las cosas por las realidades terrestres de aquí abajo, su concepción es humana, pobre y completamente débil para referirse a Dios. El hombre, pues, siendo de abajo empieza a edificar desde la tierra, y no puede alterar el orden haciendo el techo sin haber puesto los cimientos. Pero el poder de Dios se muestra en esto, en que primero hace lo que produce del no ser, y según quiere. Porque lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios (Lc 18,27). 2. Por eso el profeta dijo haber sido primero la creación del cielo a modo de techo, con estas palabras: “En el principio hizo Dios el cielo” (Gn 1,1), es decir, el cielo fue hecho por el principio, como explicamos anteriormente. 3. Llama tierra a lo que tiene función de base y fundamento, abismo a la multitud de las aguas y habla de oscuridad en cuanto el cielo creado por Dios cubría como una tapa las aguas con la tierra; espíritu, llama al que se cernía sobre el agua y que Dios dio para vivificar la creación, como el alma del hombre, templando lo delicado con lo delicado (pues el espíritu es delicado y el agua es delicada), de modo que el espíritu alimente el agua, y el agua con el espíritu alimente la creación penetrándola por todas partes. 4. El único espíritu, ocupando el lugar de la luz, estaba en el medio del agua y del cielo, para que de esa manera no se comunicara la tiniebla con el cielo que está más cercano a Dios, antes de que Dios dijera: “Hágase la luz” (Gn 1,3). 5. Entonces el cielo, como una bóveda, contenía la materia en forma de bola. En efecto, otro profeta de nombre Isaías, ha hablado sobre el cielo diciendo: “Este es Dios que hizo el cielo como bóveda y lo tendió como tienda para ser habitada” (Is 40,22).
   6. Así pues, la ordenación de Dios, es decir su verbo, brillando como lámpara en habitación cerrada, iluminó la tierra bajo el cielo, mediante una creación fuera del mundo. Y a la luz, Dios le llamó día, a la oscuridad noche (Gn 1,5), porque ciertamente el hombre no hubiera sabido llamar día a la luz ni noche a la oscuridad ni a ninguna otra cosa, si no hubiera recibido los nombres del Dios que las hizo.
   7. Ahora bien, en los comienzos de la historia sobre la génesis del mundo, la escritura santa no ha hablado sobre este firmamento, sino sobre otro cielo que es invisible para nosotros, según el cual este cielo visible nuestro se llama firmamento. En él está recogida la mitad del agua, con la finalidad de que haya lluvia, tormentas y rocíos para la humanidad. La mitad del agua fue dejada en la tierra para los ríos, fuentes y mares. 8. Así pues, cuando el agua cubría la tierra, especialmente los lugares profundos, hizo Dios por su mismo verbo que el agua se congregara en un único lugar, y que se hiciera visible la seca, habiendo sido antes invisible. 9. Hecha la tierra visible, todavía era informe. Entonces Dios le dio forma y la adornó con toda clase de hierbas, semillas y plantas.

Las semillas, símbolo de la resurrección

14.1. Por lo demás, observa la diversidad, la variada hermosura y la cantidad que hay en estas cosas, y cómo por ellas se muestra la resurrección, para prueba de la futura resurrección de todos los hombres. Porque ¿quién no se maravillará al considerar cómo de una pepita de higo nace una higuera, o que de las demás semillas minúsculas crezcan árboles inmensos?
   2. Nos decimos también que el mundo tiene semejanza con el mar. Como el mar, si no fuera por la afluencia de los ríos y fuentes que le suministran alimento ya se hubiera secado hace tiempo por causa de su propia salinidad, de la misma manera el mundo ya hubiera fenecido a causa del mal y pecado que en él se multiplican, si no hubiera recibido la ley de Dios y los profetas, que hacen correr fuentes de dulzura, de misericordia, de justicia, y la enseñanza de los santos mandamientos de Dios.
   3. Y como en el mar hay islas que son habitables, regadas y fértiles, que tienen bahías y puertos para que tengan refugio los alcanzados por tormentas, de la misma manera Dios, al mundo atormentado y agitado por olas de pecado, le dio las congregaciones, llamadas iglesias santas, en las cuales, como en los puertos acogedores de las islas, están las enseñanzas de la verdad, en las que se refugian los que se quieren salvar, convertidos en amantes de la verdad y decididos a huir de la cólera y juicio de Dios. 4. Como a su vez hay otras islas que son rocosas, secas, estériles, con animales salvajes e inhabitables, para daño de navegantes y náufragos, en las que encallan las naves y en las que perecen los que allí descienden, de la misma manera existe la enseñanza del error, me refiero a la de las sectas (lit.: herejías), que destruyen a los que ingresan en ellas. 5. No se conducen según la palabra de la verdad, sino que, como piratas, una vez llenas las naves las encallan en los lugares mencionados para destruirlas, así ocurre con los que se extravían de la verdad y son destruidos por el error.

En el cuarto día, Dios creó las luminarias

15.1. En el cuarto día se hicieron las luminarias (cf. Gn 1,14). Como Dios sabe las cosas de antemano, conocía las tonterías de los vanos filósofos que habrían de decir, para eliminar a Dios, que las cosas de la tierra se producen a partir de los elementos. Entonces, para que la verdad quedara en evidencia, fueron creadas las plantas y semillas antes que los elementos, pues lo hecho posteriormente no puede producir lo que es hecho con anterioridad. 2. Estas cosas contienen la prueba y el símbolo de un gran misterio. En efecto, el sol es símbolo de Dios y la luna del hombre. Y como el sol difiere mucho de la luna en poder y gloria, así mucho difiere Dios de la humanidad; 3. y como el sol permanece lleno todo el tiempo sin padecer disminución, así Dios permanece perfecto todo el tiempo, lleno de todo poder y de saber, de sabiduría y de inmortalidad y de todos los bienes. La luna, en cambio, símbolo del hombre, perece cada mes y a su manera muere, y después vuelve a nacer y crece como prueba de la futura resurrección.
   4. Igualmente, los tres días que preceden a la producción de las luminarias son símbolo de la tríada de Dios y su Verbo y su Sabiduría. En cuarto lugar está el hombre, que necesita de la luz, de modo que hay Dios, Verbo, Sabiduría, Hombre. Por eso las luminarias fueron creadas en el cuarto día.
   5. La disposición de los astros refleja la economía y el orden de los justos y piadosos y de los que guardan la ley y los mandamientos de Dios. Los astros visibles y brillantes están para representación de los profetas, por eso permanecen sin desviación y no cambian de un lugar a otro. Los que están en segundo lugar en el brillo son símbolos del pueblo de justos. 6. Los que cambian y huyen de un lugar a otro, llamados también planetas, son también símbolo de los hombres que se apartan de Dios, abandonando la ley y sus disposiciones.

El quinto día

16.1. En el quinto día fueron hechos los animales de las aguas (cf. Gn 1,20-21), por los cuales y en los cuales se muestra la multiforme sabiduría de Dios. Porque ¿quién sería capaz de enumerar su cantidad y la inmensa variedad de sus especies? 2. Además, lo que fue hecho de las aguas fue bendecido por Dios, para que ello sirviera de prueba de la futura recepción, por parte de los hombres, del arrepentimiento y remisión los pecados por el agua y el baño de regeneración (cf. Tt 3,5), para todos los que se acercan a la verdad, renacen y reciben la bendición de Dios.
   3. Por otra parte, también los cetáceos y las aves carnívoras tienen semejanza con los avaros y transgresores. Así también, entre los anímales acuáticos y las aves que provienen de la misma naturaleza, algunos permanecen en lo que es conforme a la naturaleza, sin injuriar a los más débiles, y, por el contrario, guardan la ley de Dios y comen de las semillas de la tierra, otros de entre ellos transgreden la ley de Dios comiendo carne e injurian a los más débiles. De la misma manera los justos que guardan la ley de Dios no muerden ni injurian a nadie y viven santa y dignamente, mientras que los fraudulentos, asesinos y ateos se parecen a los cetáceos, fieras y aves carnívoras: a su manera se tragan a los más débiles.
   4. Por otra parte, la especie de los acuáticos y reptiles no posee nada propio, si bien participan de la bendición de Dios.

El sexto día

17.1. En el sexto día, aún haciendo Dios los cuadrúpedos, las fieras y los reptiles de tierra (cf. Gn 1,24-25), calla la bendición para ellos y reserva la bendición para el hombre, que había de hacer en el sexto día. 2. Al mismo tiempo los cuadrúpedos y fieras se convirtieron en símbolos de algunos hombres que desconocen a Dios y son impíos, que piensan cosas terrestres y no se convierten. 3. Porque los que se apartan de sus faltas y viven justamente, vuelan con el alma como aves pensando en las cosas de arriba y agradando a la voluntad de Dios (cf. Platón, Fedro, 246 b 7). 4. Los impíos, que desconocen a Dios, son semejantes a las aves que teniendo alas no pueden volar ni pueden remontarse a lo alto de la divinidad. Así, éstos se llaman hombres pero piensan cosas bajas y terrestres, cargados por sus pecados.
   5. En cuanto a las fieras, son animales llamados así porque son cazados, no porque desde el principio fueran hechos malos o venenosos, pues nada malo desde el principio es hecho por Dios, sino todas las cosas bellas y muy bellas (Gn 1,31), las mismas cosas que fueron llevadas al mal por el pecado del hombre. Siendo transgresor el hombre, ellas también transgredieron con él. 6. Como cuando el señor de la casa se porta bien, necesariamente los domésticos viven ordenadamente, pero si el señor peca, también los sirvientes pecan con él; de la misma manera, al pecar el hombre, que es el señor, también sus sirvientes pecaron con él. 7. Y cuando el hombre retorne, como antes, al acuerdo con la naturaleza y no obre el mal, también aquellos serán restablecidos en la mansedumbre del principio (cf. Is 65,25).

La enseñanza antropológica de los autores sagrados

18.1. En cuanto a la creación del hombre, su formación es inexpresable al modo humano, si bien la escritura sagrada contiene un sumario de su narración. Porque el hecho de que Dios diga: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra” (Gn 1,26), da a entender ante todo la dignidad del hombre. Pues habiendo hecho por su Verbo todas las cosas (cf. Jn 1,3), las consideró Dios accesorias y solo consideró que la creación del hombre era obra digna de sus propias manos. 2. Además, se encuentra Dios como si necesitara de ayuda al decir hagamos al hombre a imagen y semejanza. Pero a ningún otro dijo hagamos sino a su propio Verbo y a su propia Sabiduría. 3. Habiéndolo hecho y bendecido para que se multiplicara y llenara la tierra, sometió todas las cosas bajo su mano y servidumbre, y le ordenó se alimentara desde el principio de los frutos de la tierra, de las semillas, hierbas y plantas, y al mismo tiempo ordenó que los animales fueran comensales del hombre, de modo que ellos se alimenten de todas las semillas de la tierra.

El séptimo día

19.1. Así, acabado que hubo Dios en el día sexto el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, descansó el día séptimo de todas las obras suyas que hiciera (Gn 2,1-2). 2. Seguidamente recapitula así la escritura sagrada: “Este es el libro del origen del cielo y de la tierra, cuando fue el día en que Dios hizo el cielo y la tierra, y toda verdura del campo antes de nacer y toda hierba del campo antes de germinar, pues no había hecho llover Dios sobre la tierra, ni existía el hombre para trabajar la tierra” (Gn 2,4-5). 3. Con esto nos dio a entender que toda la tierra era regada en aquella ocasión por una fuente divina y no tenía el hombre necesidad de trabajarla, sino que la tierra brotaba todas las cosas espontáneamente según el mandato de Dios, para que no se fatigara el hombre trabajándola.
   4. Para mostrarnos la formación y que no pareciera un problema insoluble a los hombres haber dicho Dios “hagamos al hombre” (Gn 1,26) sin que su creación se hubiera manifestado, la escritura nos enseña diciendo: “Una fuente ascendía de la tierra y regaba toda la faz de la tierra, y formó Dios al hombre del polvo de la tierra y le insufló en su rostro aliento de vida y fue hecho el hombre alma viviente” (Gn 2,6-7). Por eso el alma es llamada inmortal por la mayoría (cf. Platón, Fedro, 245 c). 5. Y después de haber formado al hombre, Dios le escogió un lugar en las regiones orientales, distinguido por su luz, brillante por el aire más resplandeciente, con las plantas más hermosas, en el que puso al hombre.

Narración bíblica de la plantación del jardín

20.1. La escritura hace el relato de la sagrada historia de la siguiente manera: «Plantó Dios un jardín en Edén, al Oriente, y puso allí al hombre que formara. E hizo Dios brotar todavía de la tierra todo árbol, hermoso para ver y bueno para comer, y el árbol de la vida en medio del jardín y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 2. Y de Edén salía un río para regar el jardín y de allí se dividía en cuatro brazos. El uno se llama Pisón, éste es el que rodea toda la tierra de Evilat, donde se da el oro. El oro de aquella tierra es bueno, y allí se da también la piedra negra y la piedra ónix. El nombre del segundo río es Geón. Éste rodea toda la tierra de Etiopía. Y el tercer río es el Tigris, que corre frente a los asirios. Y el cuarto río es el Eufrates. 3. Tomó el Señor Dios al hombre a quien formara y le puso en el jardín para trabajarlo y guardarlo. Y le dio Dios mandato a Adán diciendo: “De todo árbol del jardín comerás; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, de muerte morirás”. 4. Y dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una ayuda como él”. Dios plasmó todavía de la tierra todas las fieras del campo y todas las aves del cielo, y las presentó a Adán. El nombre con que Adán llamó a toda alma viviente, éste es su nombre. Adán les puso nombres a todas las bestias a todas las aves del cielo y a todas las fieras del campo; pero para Adán no se halló ayuda semejante a él 5. Echó Dios sobre Adán éxtasis y sueño, tomó una de sus costillas y rellenó el hueco de carne; y construyó el señor Dios la costilla, que tomara de Adán, en mujer, y se la presentó a Adán. Y dijo Adán: “Esto sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”; esta, se llama mujer, porque del hombre fue tomada. Por eso, abandonará el hombre a su padre y a su madre y se juntará a su mujer y serán los dos una sola carne. Estaban los dos desnudos, Adán y su mujer, y no sentían vergüenza» (Gn 2,8-25).

La desobediencia del hombre

21.1. «Pero la serpiente era la más astuta de las fieras todas sobre la tierra, que el señor Dios hiciera. Y le dijo la serpiente a la mujer: “¿Cómo es que Dios dijo no coman de todo árbol del jardín?”. Dijo la mujer a la serpiente: “De todo árbol del jardín comemos, pero del fruto del árbol que está en medio del jardín, nos dijo Dios: No coman de él ni le toquen, para que no mueran”. Y dijo la serpiente a la mujer: “No morirán de muerte. Es que sabía Dios que el día en que comieren de él se les abrirán los ojos, y serán como dioses, conociendo el bien y el mal”. 2. La mujer vio que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos para ver y hermoso para entender, y tomando de su fruto, comió y dio a su hombre con ella, comieron y se les abrieron a los dos los ojos, se dieron cuenta de que estaban desnudos, tomaron hojas de higuera y se hicieron cinturones. 3. Y oyeron la voz del señor Dios, que se paseaba por el jardín después de mediodía, y Adán y su mujer se escondieron de la faz de Dios en medio del árbol del jardín. Llamó el señor Dios a Adán y le dijo: “¿Dónde estás?”. Le respondió Adán: “Oí tu voz en el jardín y temí, pues estaba desnudo y me escondí”. Dios le dijo: “¿Quién te anunció que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del único árbol que te mandé no comieras?”. Dijo Adán: “La mujer que me diste, ella me dio del árbol y comí”. Dijo Dios a la mujer: “¿Por qué hiciste eso?”. Y respondió la mujer: “La serpiente me engañó y comí”. 4. Dijo el señor Dios a la serpiente: “Porque hiciste eso, maldita tú entre todas las fieras de la tierra. Sobre tu pecho y sobre tu vientre caminarás, comerás tierra todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu semilla y la semilla suya. Esta te acechará a tu cabeza y tú le acecharás a su talón”. 5. Y dijo a la mujer: “Multiplicando multiplicaré tus tristezas y tu gemido; en tristeza darás a luz tus hijos, retornarás a tu hombre y él te dominará”. A Adán le dijo: “Porque oíste la voz de tu mujer y comiste del único árbol que te mandé no comieras, maldita la tierra en tus trabajos, en tristeza la comerás todos los días de tu vida, espinas y cardos te producirá y comerás la hierba del campo. En el sudor de tu rostro comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra donde fuiste tomado, porque tierra eres y a la tierra volverás”» (Gn 3,1-19).
   6. De esta manera se cierra el relato de la escritura santa sobre la historia del hombre y del jardín.

Dios no camina en el jardín, ni habla con voz humana

22.1. Ahora, pues, me dirás: “Tú dices que no se debe circunscribir a Dios en un lugar, y ¿cómo entonces dices que él caminaba en el jardín?”, escucha mi respuesta. 2. En efecto, el Dios y Padre de todas las cosas es inabarcable y no se encuentra en ningún lugar. Pues, no hay lugar de su descanso (Is 66,1). Pero su Verbo, por el que hizo todas las cosas, que es potencia y sabiduría suya, tomando el rostro del Padre y Señor del universo, fue Él que se presentó en el jardín en rostro de Dios y conversa con Adán. 3. Así pues la misma escritura divina nos enseña que Adán dijo haber oído la voz. ¿Qué otra voz es esta sino el Verbo de Dios, que es también su hijo? Y no como dicen los poetas y mitógrafos, que nacen hijos de un dios por copulación, sino como la verdad explica que el Verbo está siempre inmanente en el corazón de Dios. Pues antes de que algo se creara, a Éste tenía por consejero, como mente y pensamiento suyo que era. 4. Y cuando Dios quiso hacer cuanto había deliberado, engendró a este Verbo proferido, primogénito de toda creación (cf. Col 1,15), no vaciándose de su Verbo sino engendrando el Verbo, y conversando siempre con el Verbo. 5. De aquí que nos enseñan las sagradas escrituras y todos los inspirados por el espíritu, de entre los cuales Juan dice: “En el principio era el Verbo y el Verbo era ante Dios” (Jn 1,1a-b), mostrando que en los comienzos era Dios solo y en Él el Verbo. 6. Dice después: “Dios era el Verbo: todas las cosas fueron hechas por él y sin él nada se hizo” (Jn 1,1c-3). Siendo entonces el Verbo Dios y nacido de Dios, cuando el Padre de todas las cosas quiere lo envía a algún lugar, Él se hace presente, es escuchado y visto, enviado por el mismo, y se encuentra en un lugar.

Las consecuencias de la desobediencia para el hombre y la mujer

23.1. Así pues Dios hizo al hombre en el sexto día, pero manifestó su formación después del séptimo día, cuando hizo también el jardín, para que estuviera en un lugar mejor y en un sitio especial. Que esto sea verdad, lo muestran los mismos hechos. 2. Pues, ¿cómo no considerar los dolores que las mujeres sufren en el parto, y cómo después dejan el trabajo en el olvido, para que se cumpla el mandato de Dios que el género de los hombres crezca y se multiplique (Gn 3,16 y 1,28)? 3. ¿Cómo no considerar la condena de la serpiente, que nos resulta odiosa por su reptar sobre el vientre y comer tierra, para que también esto sea demostración de lo dicho anteriormente?

El hombre fue hecho ni del todo mortal ni completamente inmortal, sino capaz de ambas cosas

24.1. “Dios hizo brotar todavía de la tierra todo árbol, hermoso para ver y bueno para comer” (Gn 2,9). Porque en los comienzos sólo había lo que fue creado en el día tercero: plantas, semillas y hierbas. Pero lo del jardín nació con especial belleza y hermosura, como que se llama plantación plantada por Dios. 2. En cuanto al resto de las plantas, son semejantes a las que tiene el mundo. Pero los dos árboles, el de la vida y el de la ciencia, no los tiene otra tierra sino que están solamente en el jardín. 3. Que el jardín es tierra y que está plantado en la tierra, lo dice la escritura: “Plantó Dios un jardín en Edén al Oriente, y puso allí al hombre e hizo Dios brotar todavía de la tierra todo árbol hermoso para ver y bueno para comer” (Gn 2,8-9). Ahora bien, “con todavía de la tierra y al Oriente” la divina escritura nos enseña claramente que el jardín está bajo este cielo, bajo el que se hallan el Oriente y la tierra. El término Edén, en hebreo significa “delicia”.
   4. También indica que de Edén salía un río para regar el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro brazos (Gn 2,10-14). Dos de ellos, llamados Pisón y Geón, riegan las partes orientales, especialmente el Geón que riega toda la tierra de Etiopía, y que dicen que aparecen en Egipto con el nombre de Nilo (cf. Jr 2,18 [LXX]; Si 24,27). Los otros dos ríos, llamados Tigris y Eufrates, son bien conocidos por nosotros, pues se avecinan hasta nuestras regiones.
   5. Una vez que Dios puso al hombre en el jardín para que lo trabajara y guardara, como ya dijimos, le mandó comer de todos los frutos (cf. Gn 2,10-14), evidentemente también del árbol de la vida, y sólo del árbol de la ciencia le ordenó que no gustara (Gn 2,15-16). 6. Dios lo trasladó al jardín desde la tierra de la que había sido hecho, otorgándole una tendencia de progreso, para que, creciendo y llegando a ser perfecto y hasta declarado dios, subiera así al cielo, teniendo eternidad.
   7. Pues el hombre fue hecho intermedio, ni del todo mortal ni completamente inmortal, capaz de ambas cosas; así como su lugar el jardín, en cuanto a su belleza, fue hecho intermedio entre el mundo y el cielo. 8. Al decir “trabajar” no señala otro trabajo sino el de guardar el mandato de Dios, para no perderse a sí mismo al desobedecerlo, como en efecto se perdió por el pecado.

La desobediencia produce la muerte

25.1. El mismo árbol de la ciencia era bueno, y bueno era su fruto. Porque no fue el árbol el que trajo muerte, como algunos piensan, sino la desobediencia. Porque en el fruto no había otra cosa más que ciencia, y la ciencia es buena si se la usa apropiadamente. 2. Y es que por su edad, este Adán era todavía un niño y por eso no podía recibir de modo digno la ciencia. 3. Aun ahora, cuando nace un niño, no puede comer pan inmediatamente, sino que primero se alimenta de leche y después, conforme adelanta en edad, pasa al alimento sólido. De la misma manera ocurrió con Adán. Pues no fue por envidia, como piensan algunos, que Dios le prohibió comer de la ciencia. 4. Además quería probarlo, si era obediente a su mandato. Al mismo tiempo quería que el hombre permaneciera el mayor tiempo posible en su infancia, simple e inocente. Porque es cosa santa, no solamente ante Dios sino también ante los hombres, someterse a los padres en simplicidad y sin malicia. Y si los hijos deben someterse a los padres, ¿cuánto más al Dios y Padre del Universo? 5. Además, es indecoroso que los hijos pequeños tengan pensamientos por encima de su edad. Pues así como cada uno crece en la edad según un orden, así en el modo de pensar. 6. Por otra parte, si una ley manda abstenerse de algo y alguien no obedece, es evidente que no es la ley la que trae el castigo, sino la transgresión y la desobediencia. 7. Si un padre ordena a su propio hijo que se abstenga de ciertas cosas y no obedece al mandato paterno, es azotado y recibe castigos por causa de la desobediencia. Pero la cuestión aquí no son los golpes, sino que es la desobediencia la que se gana maltratos para el desobediente. 8. Así la desobediencia ganó para el primer formado que él fuera expulsado del jardín. No porque el árbol de la ciencia tuviera algo malo, sino porque el hombre, por la desobediencia, hizo proliferar el trabajo, el dolor, la tristeza, y al fin cayó bajo la muerte.