OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (37)

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El sueño de los Magos
La presentación en el templo
Salterio
Primer cuarto del siglo XIII
Oxford (Inglaterra)
TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, A AUTÓLICO (continuación)

LIBRO SEGUNDO

Introducción

1.1. Hace unos días tuvimos una conversación, óptimo Autólico, en la que, preguntándome tú cuál era mi Dios, yo expuse sobre mí religión, prestando tú a veces oído a nuestro diálogo. Al despedirnos regresamos cada uno a nuestra casa en la mejor amistad, a pesar de que en un primer momento habías mostrado intransigencia hacia nosotros. En efecto, sabes y recuerdas que tomabas nuestra doctrina como locura. 2. Pero como posteriormente tú me has invitado, y a pesar de ser yo inexperto en el discurso, quiero también ahora por medio de este escrito demostrarte de la manera más estricta lo vano de tu esfuerzo y lo vacío del culto en el que estás atrapado, y al mismo tiempo, te haré patente lo verdadero a través de algunas historias que tú lees, aunque quizás no entiendes.

Las aberraciones del paganismo: la idolatría

2.1. Así pues, me parece ridículo que escultores, alfareros, pintores o fundidores modelen, pinten, esculpan, fundan y fabriquen dioses que no merecen ningún aprecio mientras los artistas los están haciendo, pero que, apenas han sido comprados por algunos y colocados en lo que llaman templo o en alguna casa, entonces no solamente quienes los compraron les ofrecen sacrificios, sino que los mismos fabricantes y vendedores acuden con devoción portando instrumental de sacrificios y libaciones para adorarlos y los tienen por dioses, sin tener en cuenta que son los mismos que cuando eran hechos por ellos, es decir, piedra, bronce, madera, color y otros tipos de materia. 2. En efecto, esto mismo les sucede a los que leen las historias y genealogías de los llamados dioses. Mientras leen sus nacimientos los consideran como hombres, pero luego los llaman dioses y les rinden culto, sin saber ni comprender que cuales leyeron que nacieron así es como fueron engendrados.

El antropomorfismo de los dioses paganos

3.1. Ahora bien, antes se encontraba numerosa descendencia de los dioses, si es que realmente nacían. Pero hasta ahora ¿dónde está la descendencia de los dioses? Pues, sí antes engendraban y nacían, es evidente que también ahora tendrían que nacer dioses engendrados. Si no es así, habría que admitir debilidad en ellos, pues, o envejecieron y por eso no engendran, o murieron y entonces ya no existen. 2. Porque si hubo dioses que engendraban, también tendrían que engendrar hasta ahora así como los hombres engendran. Es más, los dioses tendrían que ser más numerosos que los hombres, como dice la Sibila: “Si los dioses engendran y permanecen inmortales los dioses nacidos serían más que los hombres no habría lugar donde estar para los mortales” (Oráculos Sibilinos, fragmento 2).
   3. Porque si los hijos engendrados por los hombres, que son mortales y efímeros, se muestran hasta hoy y no cesan de ser engendrados hombres por lo cual se llenen las ciudades y aldeas y hasta los campos son habitados, ¿cuánto más no tendrían que engendrar y ser engendrados dioses que no mueren, según los poetas, de acuerdo con lo que dicen de la generación y nacimiento de dioses? 4. ¿Cómo es que antes el monte llamado Olimpo era habitado por dioses y ahora se encuentra desierto? ¿Por cuál motivo entonces moraba Zeus en el Ida y se sabía de su morada por Homero y los demás poetas, y ahora se ignora? 5. ¿Cómo es que no estaba en todas partes sino que se encontraba en un punto de la tierra? Porque, o bien descuidaba las otras partes, o bien era incapaz de estar en todas partes y proveer todas las cosas. Porque, por ejemplo, si estaba en Oriente no estaba en Occidente; si estaba de nuevo en Occidente no estaba en Oriente. 6. Es propio de Dios altísimo, omnipotente y existente Dios, no solo estar en todas partes, sino verlo todo y oírlo todo (cf. Homero, Odisea, 11,109), 7, y también no estar contenido en ningún lugar. Si no, el lugar que lo contuviera llegaría a ser más grande que él. Pues el continente es mayor que lo contenido. Dios, entonces, no es contenido sino que él mismo es el lugar de todas las cosas.
   8. ¿Por qué Zeus abandonó el Ida? Quizás se murió o no le gustaba ya aquel monte? ¿A dónde se fue? ¿A los cielos? Seguro que no. ¿Dirás entonces que fue a Creta? Sí. Su tumba se muestra allí hasta hoy. También dirás que se fue a Pisa, donde hasta hoy es famoso por las manos de Fidias. Pasemos ahora a los escritos de los filósofos y poetas.

Las contradicciones de los escritores paganos

4.1. Algunos estoicos niegan absolutamente que exista dios, o, si existe, dicen que el dios no se ocupa de nadie fuera de él mismo. En esto se puso totalmente de manifiesto la insensatez de Epicuro y de Crisipo. 2. Otros dicen que el azar está en todas las cosas, que el mundo es ingenerado y la naturaleza eterna, y aun se atrevieron a decir que no hay en absoluto providencia de dios, sino que el único dios es la conciencia de cada uno (cf. Menandro, Sentencias, 81). 3. Otros, a su vez, enseñan que es dios el espíritu que se extiende por todas las cosas. 4. Platón y los de su escuela reconocen que Dios es ingenerado, padre, hacedor de todas las cosas (cf. Platón, Timeo, 28 c 3; 27 d-c). También suponen que son ingenerados tanto Dios como la materia (cf. Plutarco, De animae procr., 1014 a-b; Albino [Alcinoo], Disdaskalikos, 9; Apuleyo, Dogmatae, 5,191), y afirman que ésta es coetánea de Dios. 5. Pero si Dios y también la materia son ingenerados, entonces según los platónicos Dios no es hacedor de todas las cosas, ni por cierto se manifiesta, de seguirlos, la monarquía de Dios. 6. Además, como Dios por ser ingenerado es también inalterable, de la misma manera la materia, si fuese ingenerada sería inalterable e igual a Dios. Porque lo generado es mutable y alterable y lo ingenerado es inmutable e inalterable.
   7. ¿Qué grandeza habría si Dios hiciera el mundo de materia preexistente? Pues también un hombre artesano, tomando una materia cualquiera hace de ella lo que quiere. Pero el poder de Dios se manifiesta en esto: el hacer lo que quiere del no ser, de modo que ningún otro sino Dios puede dar alma y movimiento. 8. En efecto, un hombre hace una imagen pero no puede dar palabra ni aliento ni sentido a lo hecho por él. Dios en cambio, más allá de lo que puede el hombre, hace un ser racional con aliento y sensibilidad. 9. Ahora bien, como en todas las cosas Dios es más poderoso que el hombre, así también lo es en hacer las cosas de lo que no es, en producir los entes que él quiere y como quiere.

Discordia de los filósofos y escritores paganos

5.1. Es discorde la opinión de filósofos y escritores. Pues mientras aquellos dicen tales cosas, se encuentra el poeta Homero que introduce con otro supuesto la génesis no solamente del mundo sino también de los dioses. Dice en efecto en algún lugar: "Al Océano, la génesis de los dioses y a la madre Tetis de donde son todos los ríos y la mar toda” (Homero, Ilíada, 14,201 [cf. 302] y 21,196).
   2. Pero hablando así no presenta a ningún dios. ¿Quién no sabe que el Océano es agua? Y si es agua, luego no es dios. Y Dios, si es el hacedor de todas las cosas como lo es, es por tanto creador del agua y de los mares.
   3. El mismo Hesíodo, no solamente explicó la génesis de los dioses sino del mismo mundo. Y habiendo dicho que el mundo es generado no tuvo fuerza para decir por quién. 4. Dijo además que son dioses Crono y, a partir de él, Zeus, Posidón y Plutón, y nos encontramos con que éstos fueron generados después del mundo. 5. Narra también que Crono fue combatido por su propio hijo Zeus, pues dice así: “Por la fuerza venciendo a su padre Crono, recto orden puso entre los inmortales y distribuyó los honores” Hesíodo, Teogonía, 73-74).
   6. Luego continúa hablando de las hijas de Zeus, a las que llama Musas; de quienes se presenta como suplicante, queriendo aprender de ellas de qué modo fueron generadas todas las cosas. Dice: “Salve hijas de Zeus, dénme el delicioso canto. Celebren el género de los bienaventurados inmortales que existen para siempre, los oriundos de la tierra, los del cielo estrellado, los de la noche oscura, o los criados por el salobre mar. Díganme cómo nacieron primero dioses y tierra y ríos, el mar infinito que hierve de olas, los astros brillantes y el cielo tendido por encima, cómo repartieron riqueza y distribuyeron honores y cómo ocuparon primero el Olimpo lleno de valles. Cuéntenme estas cosas, Musas, dueñas de moradas olímpicas desde el principio, díganme cuál de ellas existió primero” (Hesíodo, Teogonía, 104-110; 112-115).
   7. ¿Cómo sabían todo esto las Musas, habiendo sido engendradas después del mundo? ¿Cómo podían contarle a Hesíodo acontecimientos anteriores al nacimiento de su padre?

¿Quién produjo la materia y modeló el caos?

6.1. (Hesíodo) de alguna manera supone la materia y la hechura del mundo cuando dice: “Primero fue Caos y luego la tierra de ancho pecho; firme y perpetua sede de todos los inmortales que ocupan las cumbres del nevado Olimpo, el tenebroso Tártaro, profundidad de la tierra de anchos caminos, y también Eros, el más bello de los dioses inmortales, aliviador, que en el interior de todos los dioses y de todos los hombres domina la mente y el prudente consejo. Del Caos nacieron el Erebo y la negra Noche. 2. La Tierra primero engendró igual a sí al Cielo estrellado, para que la envolviera completamente, para que fuera por siempre firme sede de los beatos dioses. Engendró luego las altas montañas, agradables moradas de las divinas Ninfas, que habitan las quebradas de los montes. Y parió también al mar infecundo hinchado de olas, al Ponto, sin pasión amorosa; mas luego, acostada con el Cielo, parió al Océano de hondos torbellinos” (Hesíodo, Teogonía, 116-123; 126-133).
   3. Al decir todo esto, ni aun así declaró por quién fueron engendradas las cosas. Porque si en el comienzo fue Caos y preexistía cierta materia increada ¿quién entonces fue el que la dispuso, la organizó y la transformó? ¿O acaso la misma materia se estructuró y se ordenó a sí misma? Porque Zeus es engendrado mucho tiempo después, no solamente después de la materia sino del mundo y de multitud de hombres. Al igual que Crono, su padre. ¿O quien la hizo no fue más bien algo principal, digo Dios, el que también la puso en orden?
   4. Además se ve que en todos los casos habla tonterías y se contradice a sí mismo. Porque habiendo hablado de tierra, cielo y mar, quiere que de ellos hayan nacido los dioses, y de éstos, anuncia unos hombres terribles, parientes de los dioses, género de Titanes, Cíclopes y multitud de Gigantes (cf. Hesíodo, Teogonía, 139, 185, 207), dáimones (demonios o dioses) según los egipcios o vanos hombres como recuerda Apolónides, el que es apodado Horapio, en el libro “Semenuthi”, y en las demás historias suyas sobre el culto de los egipcios y sobre sus reyes.

Los dioses no pueden fundar familias humanas

7.1. ¿Para qué me voy a poner a hablar de los mitos de los griegos y de su inanidad? Plutón, que reina sobre la oscuridad, Poseidón, que se mete bajo el mar, se abraza con Melanipa y engendra un hijo antropófago. ¿Y qué de las tragedias que los escritores compusieron sobre los hijos de Zeus? Los mismos catalogan sus generaciones porque no nacieron dioses sino hombres. 2. Y el cómico Aristófanes en su escrito “Aves”, poniéndose a contar la creación del mundo, dijo que en los comienzos nació un huevo que era la constitución del mundo, al decir: “Lo primero la de alas negras poniendo un huevo” (Aristófanes, Aves, 695).
   3. Es más, Sátiro, al historiar las familias de los alejandrinos, comenzando por Filopátor llamado también Tolomeo, reporta a Dióniso como su progenitor; de ahí que Tolomeo establezca la primera tribu. 4. Así, pues, dice Sátiro: “De Dióniso y Altea, hija de Testio, nació Deianira; de ésta y de Heracles, hijo de Zeus, Hilo; de éste, Cleodemo; de este, Aristómaco; de éste, Témeno; de éste, Ciso; de éste, Marón; de este, Testio; de éste, Acoo; de éste Aristodamida; de éste, Cárano; de éste, Ceno; de éste, Tirimas; de éste, Perdicas; de éste, Filipo; de éste, Aéropo; de éste, Alcetas; de éste, Amintas; de éste, Bocro; de éste, Meleagro; de éste, Arsínoe; de ésta y de Lago, Tolomeo Soter; de éste y de Berenice, Tolomeo Filadelfo; de éste y de Arcínoe, Tolomeo Evergetes; de éste y de Berenice, hija de Magas, rey de Cirene, Tolomeo Filopátor. 5. Así consta el parentesco de los reyes de Alejandría con Dióniso. De ahí la tribu dionisíaca toma su división en familias: la altaida, de Altea, que fue mujer de Dióniso e hija de Testio; la deianírida, de la hija de Dióniso y Altea, y mujer de Heracles. De allí tienen también sus nombres las familias que descienden de ellos: la ariádnida, de la hija de Minos, mujer de Dióniso, hija enamorada de su padre, que se unió con Dióniso bajo <...>, de Primnio; la téstida, de Testio, el padre de Altea; la toántida, de Toante, hijo de Dióniso; la estafilia, de Estáfilo, hijo de Dióniso; la evénida, de Eunoo, hijo de Dióniso; la marónida, hijo de Marón, hijo de Ariadna y de Dióniso. Pues todos estos son hijos de Dióniso” (Fragmentos de los historiadores griegos, 3,631; ed. F. Jacoby, Berlin 1923-1930. El texto está corrompido).
   6. Todavía hay otras muchas denominaciones y se conservan hasta el presente, por ejemplo, los heraclidas, llamados así por Heracles, los apolónidas por Apolo, los posidonios por Poseidón, los diones y diógenes por Zeus.

Los poetas griegos se contradicen respecto de la providencia

8.1. ¿Para qué además voy a enumerar otras cuantiosas listas de sus nombres y genealogías? Pues de manera absoluta se engañan todos los escritores y poetas y los llamados filósofos, como también los que les prestan atención. No han compuesto sino mitos o, más bien, locuras sobre sus dioses; tampoco han demostrado que esos sean dioses y no hombres, unos borrachos, otros fornicadores, otros asesinos.
   2. En cuanto a la cosmogonía, expresaron cosas discordantes entre ellos y perversas. Primero, porque algunos declararon que el mundo es ingenerado, como anteriormente mostramos (cf. II,4,4-7), y los que dijeron que es ingenerado y que la naturaleza es eterna no siguen a quienes sostienen la doctrina de que ha sido hecho. Proclamaron estas cosas por conjetura y por concepciones humanas, no según la verdad.
   3. Algunos dijeron que hay providencia, otros disolvieron las doctrinas de éstos. Por ejemplo Arato dice: “Empecemos por Zeus a quien los varones nunca dejamos sin nombrar. Todas las calles están llenas de Zeus, y todas las plazas de los hombres, lleno está el mar y los puertos. Todos nos valemos de Zeus por doquier. Y es que somos generación suya. Propicio para los hombres señala la diestra favorable, despierta a los pueblos para el trabajo recordándoles la vida. Él nos dice cuándo el terrón es mejor para bueyes y asadas, nos dice cuándo las horas son oportunas ora para segar las plantas ora para lanzar cualquier semilla” (Arato, Phaenomena, 1-9).
   Ahora bien, ¿a quién vamos a creer, a Arato o a Sófocles que dice: “No existe para nada providencia, lo mejor es vivir al azar como cada uno pueda” (Sófocles, Edipo Rey, 878-879)?
   4. Homero, por su parte, no concuerda con él, pues dice: “Zeus ya aumenta ya disminuye la virtud para los hombres” (Homero, Ilíada, 20,242).
   Y Simónides: “Nadie sin dioses recibió virtud, ni ciudad ni mortal. Dios pleno de saber. Nada sin defecto hay en aquellos” (cf. Estobeo, Antología, 1,1,10).
   Igualmente Eurípides: “No hay nada para los hombres fuera de dios” (Eurípides, Fragmentos, 391).
   Y Menandro: “Luego nadie cuida de nosotros sino solo dios” (Menandro, Epitrepontes, 1092).
   Y otra vez Eurípides: “Cuando al dios le place salvarnos, nos da muchas ocasiones para la salvación” (Eurípides, Fragmentos, 1089).
   Y Testio: “Si el dios quiere te salvarías aunque navegues sobre una estera” (Eurípides, Fragmentos, 397).
   5. Diciendo millares de estas cosas se expresaron en contradicción con ellos mismos. Por lo menos Sófocles, que habla de improvidencia, en otro lugar dice: “El mortal no esquiva el golpe del dios” (Sófocles, Fragmento, 876).
   6. Además, por una parte introdujeron una multitud y por otra hablaron de monarquía; y ante ellos, quienes dicen que hay providencia, se contradicen afirmando la improvidencia. De aquí que Eurípides confiesa diciendo: “Nos esforzamos en muchas cosas por nuestras esperanzas, vanamente trabajando, sin saber nada” (Eurípides, Fragmentos, 391).
   7. Aun sin querer, admiten que no conocen lo verdadero. Dijeron lo que dijeron a través de demonios, inspirados e hinchados por ellos. Poetas tales, como Hornero y Hesíodo, inspirados según se dice por las Musas, hablaron por su imaginación y extravío: no por espíritu puro sino por uno embustero. 8. Esto se muestra con claridad en lo siguiente: hasta el presente, los endemoniados exorcizados en el nombre del Dios existente, confiesan que los espíritus mentirosos son demonios, los mismos que entonces influyeron sobre los poetas. 9. Sólo que, en cierta ocasión, algunos de éstos, recobrando la fuerza de su propia alma, dijeron cosas acordes con los profetas, como testimonio para ellos y para todos los hombres, acerca de la monarquía de Dios, del juicio y de las otras cosas que dijeron.

Los autores inspirados por Dios

9.1. Por su parte, los hombres de Dios, portadores de santo espíritu y hechos profetas, recibieron del mismo Dios inspiración y sabiduría, se hicieron discípulos de Dios, santos y justos. Por eso fueron considerados dignos de recibir la recompensa de convertirse en instrumento de Dios y poseedores de su propia sabiduría. Por esa sabiduría hablaron sobre la creación del mundo y sobre todas las otras cosas, y predijeron también pestes, hambres y guerras. 2. No fueron uno o dos sino muchos, según tiempos y oportunidades, tanto entre los hebreos como también entre los griegos la Sibila, y todos dijeron cosas armónicas y concordes entre sí, ya cosas acontecidas antes de ellos, ya acontecidas durante su tiempo, ya las que se están cumpliendo entre nosotros al presente. Por eso estamos persuadidos de que seguirá lo porvenir del mismo modo como se consumaron las cosas anteriores.

Las enseñanzas de los autores inspirados por Dios

10.1. En primer lugar nos enseñaron concordantemente que Él hizo todas las cosas del no ser. No hubo nada contemporáneo de Dios, sino que, siendo Él lugar para sí mismo, no teniendo necesidad alguna y existiendo antes de los siglos (cf. Sal 54,20), quiso hacer al hombre, por quien fuera conocido. Para éste pues preparó el mundo. Pues el que ha sido hecho es también indigente, mas el inengendrado de nada necesita.
   2. Teniendo, pues, Dios a su propio Verbo inmanente en sus propias entrañas, lo engendró con su propia sabiduría, emitiéndolo antes de todas las cosas (cf. Sal 44,2). 3. A este Verbo tuvo por ministro para lo que fuera hecho por él, y a través de él fueron creadas todas las cosas. 4. Éste se llama principio, porque gobierna y señorea sobre todas las cosas fabricadas a través de Él. 5. Éste, entonces, que es espíritu de Dios, principio y sabiduría y fuerza del altísimo (cf. Gn 1,1; Is 11,2-3; Lc 1,35; Jn 1,1; 1 Co 1,24; 2 Co 3,18), descendió sobre los profetas y habló por medio de ellos lo referente a la creación del mundo y a todas las demás cosas. 6. Porque no existían los profetas cuando el mundo se hacía, pero sí la Sabiduría de Dios que en él estaba y su santo Verbo que siempre le asistía. De ahí que diga Él por medio del profeta Salomón: “Cuando preparó los cielos yo le asistía y cuando afirmaba la tierra yo estaba a su lado disponiéndolos” (Pr 8,27a. 29-30). 7. Y Moisés, que vivió muchos años antes de Salomón, o mejor el Verbo de Dios que dijo a través de él como por un instrumento: “En el principio hizo Dios el cielo y la tierra” (Gn 1,1). Primero nombró el principio y la creación, luego presenta al mismo Dios, porque no hay que nombrar a Dios sin necesidad o en vano. Preveía la divina sabiduría el futuro, que algunos dirían tonterías y nombrarían multitudes de dioses que no existen. 8. Así pues, para que el Dios existente fuera conocido por sus obras, y que en su Verbo hizo Dios el cielo, la tierra y cuanto hay en ellos, dijo: 9. “En el principio hizo Dios el cielo y la tierra”. Luego, habiendo dicho su creación, nos manifestó: “La tierra era invisible e informe, tinieblas por sobre el abismo y el espíritu de Dios se cernía por sobre el agua” (Gn 1,2). 10. AI comienzo, la divina escritura enseña, de algún modo, que la materia fue hecha, hecha por Dios, de la que Dios hizo y fabricó el mundo.

Narración bíblica de “los seis días”

11.1. El principio de la creación es luz, por ser la luz la que hace manifiestas las cosas ordenadas. Por eso dice: «Dios dijo: “Hágase la luz”, » (Gn 1,3-4a). Evidentemente hecha buena para el hombre. 2. «Y puso separación entre la luz y las tinieblas. Llamó Dios día a la luz y llamó noche a las tinieblas. Y fue tarde y fue mañana, día uno. 3. Dijo Dios: “Hágase el firmamento en medio del agua, y sea el separador entre agua y agua”. Y así se hizo. E hizo Dios el firmamento y separó el agua que estaba encima del firmamento y el agua que estaba abajo del firmamento. Y llamó Dios al firmamento cielo y vio Dios que era bueno. Y hubo tarde y hubo mañana, día segundo. 4. Dijo Dios: “Reúnase el agua que está sobre el cielo en una sola reunión y aparezca la seca”. Y así se hizo. Se reunió el agua en sus reuniones y apareció la seca. A los conjuntos de agua llamó mares. Y vio Dios que era bueno. 5. Dijo Dios: “Brote la tierra hierba verde que esparce semilla según especie y según semejanza, y árboles frutales que producen fruto, cuya semilla está en ellos para semejanza. Y así se hizo. Y produjo la tierra hierba verde que esparce su semilla según especie y árboles frutales que dan fruto, cuya semilla está en ellos según especie, sobre la tierra. Y vio Dios que era bueno. Y hubo tarde y hubo mañana, día tercero. 6. Dijo Dios: “Háganse lumbreras en el firmamento del cielo, para alumbrar sobre la tierra y separar el día y la noche, y sirvan de señales para las estaciones, para los días y para los años, y sean para alumbrar en el firmamento del cielo, para brillar sobre la tierra”. Y así se hizo. 7. E hizo Dios los dos luminares grandes, el luminar mayor para presidir el día, y el luminar menor para presidir la noche y las estrellas. Dios los puso en el firmamento del cielo, para brillar sobre la tierra, y presidir el día y presidir la noche, y separar la luz y las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y se hizo tarde y se hizo mañana, día cuarto. 8. Dijo Dios: “Produzcan las aguas reptiles de almas vivientes y aves que vuelan sobre la tierra bajo del firmamento del cielo”. Y así se hizo. E hizo Dios los grandes cetáceos y toda alma de los animales que se arrastran, que produjeron las aguas según sus especies, y todo volátil alado según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y los bendijo Dios diciendo: “Crezcan y multiplíquense y llenen las aguas del mar, y las aves multiplíquense sobre la tierra”. Y se hizo tarde y se hizo mañana, día quinto. 9. Dijo Dios: “Produzca la tierra alma viviente según su especie, cuadrúpedos y reptiles y fieras de la tierra según su especie”. Y así se hizo. E hizo las fieras de la tierra según su especie y las bestias según su especie, y todos los reptiles de la tierra. Y vio Dios que era bueno. 10. Y dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y mande sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre las bestias y sobre toda la tierra y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra”. E hizo Dios al hombre, a imagen de Dios lo hizo, varón y hembra los hizo. Y los bendijo Dios diciendo: “Crezcan y multiplíquense, llenen la tierra y dominen sobre ella, y manden sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre todas las bestias y sobre toda la tierra y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra”. 11. Y dijo Dios: “Miren que les he dado toda la hierba de semilla que esparce su simiente que está sobre toda la tierra, y todo árbol que tiene en sí su fruto de simiente, para que les sirvan de alimento, y a todas las bestias de la tierra y a todas las aves del cielo y a todo reptil que repta sobre la tierra, que tiene en sí aliento de vida, toda hierva verde para alimento”. Y así se hizo. Y vio Dios todo lo que había hecho y, mira, era por extremo bueno. Y se hizo tarde y se hizo mañana, día sexto. 12. Y fueron acabados el cielo y la tierra y todo el ornato de ellos. Y acabó Dios en el día sexto las obras que hiciera y descansó en el día séptimo de todas las obras que hiciera. Bendijo Dios el día séptimo y lo, santificó, porque en él descansó de todas las obras que Dios comenzara a hacer» (Gn 1,4b–2,3).

La cosmología bíblica

12.1. Ahora bien, ningún hombre tiene el poder de desarrollar adecuadamente la exégesis y toda la disposición de los seis días (Hexamerón), ni siquiera por tener mil bocas y mil lenguas, ni por vivir mil años en esta pasajera vida (cf. Homero, Ilíada, 2,489). Ni siquiera así fuera capaz de decir algo digno de tales cosas, a causa de la soberana grandeza y la riqueza de la sabiduría de Dios que hay en esta descripción de los seis días. 2. Cierto que muchos escritores la han imitado y han querido hacer una narración sobre estas cosas; pero aunque tomaron su punto de partida de aquí, ya sobre la creación del mundo, ya sobre la naturaleza del hombre, no expresaron algo que tuviera una chispa digna de la verdad. 3. Las cosas dichas por los filósofos, narradores y poetas parecen dignas de crédito por el estilo embellecido; sin embargo, su discurso se muestra demente y vacío, porque está saturado de múltiples tonterías y ni por casualidad se encuentra en ellos algo de verdad. 4. Y sí parece que verbalizaron algo verdadero, se halla mezclado con el extravío. Así, como un veneno deletéreo mezclado con miel, con vino o con otra cosa hace que el conjunto sea dañoso e inútil, así se ve que la verborragia de ellos es inanidad y más bien daño para quienes se dejaran persuadir por ella. 5. Hablemos ahora sobre el día séptimo, como le llaman todos los hombres aunque la mayoría ignora el motivo. Porque lo que los hebreos llaman sábado, en griego se traduce hebdómada, como es llamada por todo el género de los hombres, sin que sepan la causa de llamarse así.
   6. Con respecto a lo que dice el poeta Hesíodo, que del Caos nació Erebo y la tierra y el Amor que, según él, domina a los dioses y hombres, su sentencia se manifiesta vana, fría y ajena a toda verdad. Un dios no puede dejarse vencer por el placer, cuando hasta los hombres templados se abstienen de todo placer vergonzoso y de toda concupiscencia.