OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (36)

Magos.jpg
Los Magos con Herodes
Adoración de los Magos
Salterio
Primer cuarto del siglo XIII
Oxford (Inglaterra)
Teófilo de Antioquía (+ después de 180)

Información:



1107- Tres libros a Autólico (Ad Autolycum libri III)

No se ha encontrado en Internet este texto en castellano, por lo que lo ofrecemos a continuación.


TEÓFILO DE ANTIOQUÍA, A AUTÓLICO(1)

LIBRO PRIMERO

Introducción

1.1. Boca ingeniosa y hablar elegante traen placer y alabanza, para gloria vana, a los hombres despreciables que tienen el entendimiento corrompido (cf. 2 Tm 3,8). El que ama la verdad, en cambio, no atiende a palabras adornadas sino que examina la realidad del discurso, qué es y de qué clase es. 2. Y ya que tú, amigo mío, me increpaste con palabras vacías vanagloriándote de tus dioses de piedra y de madera, forjados y fundidos, modelados y pintados, que ni ven ni oyen, pues son ídolos, obra de manos de hombre (Sal 113,12; 134,15-17), y además me llamas cristiano como si llevara un nombre malvado, entonces yo confieso que soy cristiano, llevo este nombre amado por Dios con la esperanza de ser útil para Dios (cf. Flm 11). 3. Porque no ocurre en realidad cerno tú piensas, que sea difícil el nombre de Dios, sino que, quizá por ser tú inútil para Dios, piensas de Dios de esta manera.

Condiciones morales para el conocimiento de Dios

2.1. Porque si me dices: “muéstrame a tu Dios”, yo te respondería: “muéstrame a tu hombre y yo te mostraré a mi Dios”. Enséñame, en efecto, los ojos de tu alma que vean y los oídos de tu corazón que oigan. 2. Porque así como los que ven con los ojos del cuerpo reconocen las cosas de la vida y de la tierra, y disciernen juntamente sus diferencias, por ejemplo, entre luz y oscuridad, entre blanco y negro, entre lo deforme y lo bello, entre lo rítmico y medido y lo arrítmico y fuera de compás, entre lo desmesurado y lo truncado, y lo mismo respecto de lo audible, cuales los sonidos agudos, bajos y suaves, de la misma manera ocurre con los oídos del corazón y los ojos del alma en cuanto a su capacidad de ver a Dios. 3. Dios, en efecto, es visto por quienes son capaces de mirarle en cuanto tienen abiertos los ojos del alma. Porque todos tienen ojos, pero algunos los tienen con cataratas y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean deja de brillar la luz del sol, más bien, que los ciegos busquen la causa en sí mismos y en sus ojos. También tú, hombre, tienes los ojos de tu alma con cataratas por tus pecados y por tus malas obras.
   4. Como espejo brillante, así debe el hombre tener pura su alma; apenas el orín cubre el espejo, ya no se puede ver en él el rostro del hombre. De la misma manera, apenas el pecado entra en el hombre ya no puede éste contemplar a Dios. 5. Muéstrate, pues, a ti mismo, si no eres adúltero, si no eres fornicador, sí no eres ladrón, si no eres fraudulento, si no eres rapaz, si no eres homosexual, si no eres insolente, si no eres agresivo, si no eres irascible, si no eres envidioso, si no eres arrogante, si no eres altanero, si no eres pendenciero, si no eres avaro, si no desobedeces a tus padres, si no vendes a tus hijos. Porque Dios no se manifiesta a quienes realizan estas acciones si antes no se purifican por completo de toda mancha (cf. 2 Co 7,1).
   6. Porque todas estas cosas te ensombrecen como cuando una astilla se mete en tus ojos y ellos no pueden fijarse en la luz del sol. De la misma manera, hombre, las impiedades te ensombrecen y así no puedes mirar a Dios.

Trascendencia de Dios

3.1. Me dirás entonces: “tú que ves, explícame la forma de Dios”. Escúchame hombre: la forma de Dios es inefable e inexpresable y no puede ser vista por los ojos carnales. Por gloria, es inabarcable; por grandeza, es incomprensible; por altura, es inconcebible; por fuerza, es incomparable; por sabiduría, nadie le enseña; por su bondad, es inimitable; por su beneficencia, es inenarrable. 2. Si le llamo luz, me refiero a su obra; si le llamo verbo, nombro su principio; si le llamo intelecto, nombro su pensamiento; si le llamo espíritu, nombro su hálito; si le llamo sabiduría, nombro su generación; si le llamo fuerza, nombro su poder; si le llamo potencia, nombro su actividad; si le llamo providencia, nombro su bondad; si le llamo reino, nombro su gloria; si le llamo señor, le digo juez; si le llamo juez, le digo justo; si le llamo padre, le digo todo; si le llamo fuego, nombro su ira.
   3. Me dirás ¿es que Dios se encoleriza?, sin duda. Se aíra contra los que obran mal, y es bueno, amable y misericordioso con los que le aman y temen. Él es educador de los piadosos y padre de los justos; él es juez y el que castiga a los impíos.

El soberano dominio de Dios

4.1. No tiene principio, porque es increado; inmutable, porque es inmortal. Se llama Dios por haber dispuesto todas las cosas sobre su propia firmeza, y del verbo theein, que significa correr, es decir mover, producir, alimentar, proveer, conducir y vivificar todas las cosas. 2. Es señor, porque señorea sobre todas las cosas; padre, porque es antes que todas las cosas; artífice y hacedor, porque él es el creador y hacedor de todas las cosas; altísimo, porque él está sobre todas las cosas; omnipotente, porque él domina todas las cosas y las abarca. 3. Porque las alturas de los cielos y las profundidades de los abismos y los confines de la tierra habitada están en sus manos y no hay lugar de su descanso (Is 66,1). 4. Los cielos son obra suya, la tierra es su hechura, el mar es su criatura, el hombre es su formación y su imagen; el sol, la luna y las estrellas son elementos suyos, producidos para ser signos de los tiempos, de los días y de los años (Gn 1,14), para ayuda y servicio de los hombres. 5. Así Dios hizo todo del no ser al ser, a fin de que por sus obras se conozca y comprenda su grandeza.

El conocimiento de Dios por sus obras

5.1. Como el alma no se ve en el hombre por ser ella invisible para los hombres, aunque el alma se conoce por el movimiento del cuerpo, así también Dios, que no puede ser visto por los ojos humanos, se ve y se conoce por su providencia y por sus obras. 2. De la misma manera que cuando uno ve en el mar un barco que se prepara, se marcha y retorna al puerto, evidentemente piensa que hay a bordo un piloto que lo conduce, así también hay que pensar que existe el Dios piloto de todas las cosas, aunque no se lo contemple con los ojos carnales, dado que él es inabarcable. 3. Si el sol, que es el último de los elementos, no puede ser mirado directamente por el hombre a causa de su extraordinario calor y potencia, ¿con cuánta más razón no le será imposible al hombre mortal contemplar cara a cara la gloria inexpresable de Dios? 4. De la misma manera que una granada, que contiene una corteza que la rodea y dentro muchas cavidades y compartimientos separados por membranas, y muchos granos que habitan dentro de ella, así también toda la creación está envuelta por el espíritu de Dios, y el espíritu que envuelve, junto con la creación, está envuelto por la mano de Dios. Ahora bien, como el grano de la granada que habita en su interior no puede ver lo que está fuera del envoltorio, porque está adentro, lo mismo ningún hombre puede ver a Dios, pues está recubierto por la mano de Dios juntamente con toda la creación. 5. Así también, aunque no todos vean a un rey terreno, se cree que existe porque se conocen sus leyes, y ordenanzas, sus ministros, sus oficiales y sus imágenes. ¿Y tú no quieres conocer a Dios por sus obras y sus poderes?

El conocimiento de Dios por sus obras

5.1. Como el alma no se ve en el hombre por ser ella invisible para los hombres, aunque el alma se conoce por el movimiento del cuerpo, así también Dios, que no puede ser visto por los ojos humanos, se ve y se conoce por su providencia y por sus obras. 2. De la misma manera que cuando uno ve en el mar un barco que se prepara, se marcha y retorna al puerto, evidentemente piensa que hay a bordo un piloto que lo conduce, así también hay que pensar que existe el Dios piloto de todas las cosas, aunque no se lo contemple con los ojos carnales, dado que él es inabarcable. 3. Si el sol, que es el último de los elementos, no puede ser mirado directamente por el hombre a causa de su extraordinario calor y potencia, ¿con cuánta más razón no le será imposible al hombre mortal contemplar cara a cara la gloria inexpresable de Dios? 4. De la misma manera que una granada, que contiene una corteza que la rodea y dentro muchas cavidades y compartimientos separados por membranas, y muchos granos que habitan dentro de ella, así también toda la creación está envuelta por el espíritu de Dios, y el espíritu que envuelve, junto con la creación, está envuelto por la mano de Dios. Ahora bien, como el grano de la granada que habita en su interior no puede ver lo que está fuera del envoltorio, porque está adentro, lo mismo ningún hombre puede ver a Dios, pues está recubierto por la mano de Dios juntamente con toda la creación. 5. Así también, aunque no todos vean a un rey terreno, se cree que existe porque se conocen sus leyes, y ordenanzas, sus ministros, sus oficiales y sus imágenes. ¿Y tú no quieres conocer a Dios por sus obras y sus poderes?

El conocimiento de Dios en su creación

6.1. Considera, hombre, sus obras: la sucesión de las estaciones según los tiempos, los cambios de los aires, el ordenado curso de los elementos, la ordenada carrera de los días y las noches, de los meses y los años, la diferenciada hermosura de las semillas, plantas y frutos, la variadísima producción de animales cuadrúpedos, aves, reptiles y peces ya de río ya de mar, 2. el sentido dado a los mismos anímales para engendrar y nutrirse, no para provecho propio sino para provisión del hombre, la providencia con que Dios prepara alimento para toda carne, la sumisión que él ordenó para que todas las cosas estuvieran sometidas a la humanidad, 3. las corrientes de las fuentes dulces y de los ríos perennes, la provisión de rocíos, lluvias y tormentas según las estaciones, el variadísimo movimiento de los cielos, el lucero de la mañana, que sale para anunciar la venida del luminar perfecto, la conjunción de Pléyade y Orión, Arturo y el coro de los otros astros que marchan en el círculo del cielo, a todos los cuales puso nombres propios la multiforme sabiduría de Dios.
   4. Este es el Dios solo que hizo de las tinieblas luz (Jb 37,15), que extrae luz de sus tesoros, despensas del viento cálido, tesoros del abismo, y las costas de los mares, los tesoros de nieve y granizo; el que junta las aguas en los tesoros del abismo y que junta la tiniebla en sus tesoros y extrae de sus tesoros la luz dulce, deseable y grata; 5. que conduce nubes desde las extremidades de la tierra, y que multiplica relámpagos para la lluvia; que envía el trueno para asustar anunciando de antemano el estruendo del trueno con el relámpago, para que no expire al alma repentinamente turbada; 6. y también modera la fuerza desatada del relámpago, que baja de los cielos, para que no abrase la tierra, pues si el relámpago desarrollara todo su poder, abrasaría la tierra, y lo mismo el trueno, destruiría cuanto hay en ella.

Dios ha creado el mundo por su Verbo y su Sabiduría

7.1. Este Dios mío es el señor de todas las cosas, el que solo tendió el cielo (Jb 9,38) y estableció la extensión de lo que está bajo el cielo, el que conturba la profundidad del mar y hace resonar sus olas (Sal 64,8), el que domina su fuerza y calma la agitación de sus olas (Sal 88,10), el que fundó la tierra sobre las aguas y dio su espíritu que la alimenta, cuyo soplo vivifica todo, y si él retuviera el espíritu cabe sí, todo desfallecería.
   2. Por él hablas, hombre, de este espíritu respiras, y tú lo ignoras. Esto te acontece por la ceguera de tu alma y la obstinación de tu corazón. Pero si quieres, puedes curarte. Encomiéndate al médico y él punzará los ojos de tu alma y de tu corazón. 3. ¿Quién es el médico? El Dios que cura y vivifica por el Verbo y la Sabiduría. Dios hizo todas las cosas por su Verbo y Sabiduría. En su verbo fueron afirmados los cielos y en su espíritu toda la fuerza de ellos (Sal 32,6). Poderosísima es su sabiduría. Dios afirmó la tierra en la sabiduría, preparó los cielos en su pensamiento, en su sentido se rasgaron los abismos, las nubes derramaron rocío (Pr 3,19-20).
   4. Si entiendes estas cosas, hombre, viviendo en pureza, santidad y justicia, puedes ver a Dios. Antes que nada, antepón en tu corazón la fe y el temor de Dios, y entonces comprenderás estas cosas. Cuando depongas lo mortal y vistas la incorrupción, entonces verás dignamente a Dios. Pues Dios resucitará tu carne mortal junto al alma; y entonces, hecho inmortal, verás al inmortal, si es que ahora crees en él; y entonces, reconocerás que hablaste de él injustamente.

La resurrección. La fe

8.1. Pero tú no crees que los muertos resuciten. Cuando suceda, entonces creerás, quieras o no quieras. Y tu fe se contará como incredulidad si no crees ahora. 2. Pero ¿por qué no crees? ¿O es que no sabes que la fe precede a todas las cosas? ¿Qué agricultor puede cosechar si antes no confiara la semilla a la tierra? ¿Quién puede atravesar el mar si antes no se confiara a la nave y al piloto? ¿Qué enfermo puede curarse si antes no se confía al médico? ¿Qué arte o ciencia puede alguien aprender si antes no se entrega y confía al maestro? Entonces, si el agricultor cree en la tierra, el navegante en el navío y el enfermo en el médico, ¿tú no quieres confiarte a ti mismo a Dios, de quien tienes tantas prendas? 3. Primeramente, porque te hizo del no ser al ser. Pues si ni tu padre ni tu madre existían antes, mucho menos existías tú, entonces. Y te plasmó de una substancia húmeda, de una gota mínima y pequeña que tampoco existía antes. Y así te introdujo Dios en esta vida. 4. Además, crees que son dioses las estatuas hechas por hombres y que hacen maravillas ¿y no crees en el Dios que te hizo y que puede hacerte otra vez?

Los dioses de los paganos son hombres deificados

9.1. Los nombres de los dioses que dices venerar son nombres de hombres muertos. 2. Y aun estos, ¿quiénes y qué tales fueron? ¿No se ve que Crono come niños y devora a sus propios hijos? 3. Y si incluso hablaras de su hijo Zeus, aprende cuáles fueron sus propias acciones y conducta. En primer lugar, en el Ida fue alimentado por una cabra y, según los mitos, la mató y despellejó para hacerse un vestido. 4. En cuanto a sus otras acciones, como su unión con la hermana, adulterios y pederastía, mejor lo cuentan Homero y los demás poetas. 5. Para qué además ponerme yo a hacer el catálogo de sus hijos, Heracles, que se quema a sí mismo, Dionisio, borracho y loco, Apolo, que teme y huye de Aquiles, enamora a Dafne y no se entera del destino de Jacinto. También está Afrodita, que fue herida, y Ares, estrago para los mortales, y, en fin, el suero que mana de estos pretendidos dioses (cf. Homero, Ilíada, 5,336-342 y 455).
   6. Decir estas cosas es todavía moderado frente al encuentro de un dios desmembrado, el llamado Osiris, del que cada año se celebran misterios como si se perdiera y se encontrara, buscado miembro a miembro, pero ni se sabe si se pierde ni se muestra que se encuentre. 7. Tampoco voy a hablar de Atis castrado, o de Adonis errante por la selva, herido por un jabalí mientras cazaba, ni de Asclepio fulminado, ni de Serapis, que llega a Alejandría huyendo de Sínope, ni de la escita Artemisa, también ella fugitiva, asesina, cazadora, enamorada de Endimión. Pues bien, no somos nosotros los que decimos estas cosas sino que las proclaman sus escritores y poetas.

Los egipcios adoran animales y los griegos estatuas

10.1. ¿Para qué además ponerme a catalogar la multitud de animales que veneran los egipcios: reptiles, animales domésticos y salvajes, aves, peces de río y hasta la vasija de los pies y los ruidos vergonzosos? 2. Y si también mencionaras a los griegos y a las demás naciones, ellos veneran piedras, leños y otros materiales, representaciones, como ya dijimos, de hombres muertos. En Pisa encontramos a Fidias, que hace el Zeus Olímpico para los eleos, y para los atenienses la Atenea Acropolitana.
   3. Ahora, yo te preguntaré a ti, hombre, cuántos Zeus existen. Porque, en primer lugar, se le llama Zeus al Olímpico, luego Zeus Latino, Zeus Casio, Zeus Fulmíneo, Zeus Propátor, Zeus Nocturno, Zeus Cívico, Zeus Capitolino. 4. Y también Zeus hijo de Crono, que fuera rey de los cretenses, que tiene su sepulcro en Creta. A los otros quizás no se los consideró dignos de sepultura. 5. Y si también nombraras a la madre de los llamados dioses, que se aparte de mi boca la mención de sus acciones (no nos es permitido nombrar siquiera tales cosas) como también las acciones con que sus fieles la veneran, como los tributos e impuestos que ellos y sus hijos pagan al emperador.
   6. No son dioses sino ídolos, como anteriormente hemos dicho, obras de manos de hombres y demonios impuros. Que terminen siendo como ellos los que los fabrican (Sal 113,16) y los que en ellos ponen su esperanza.

La actitud hacia el emperador

11.1. Por ello, más bien honraré yo al emperador, no adorándole, sino rogando por él. Adoro al dios que es Dios existente y verdadero, sabiendo que el emperador ha sido hecho por él. 2. Me dirás entonces, ¿por qué no adoras al emperador? Porque no ha sido hecho para ser adorado sino para que se lo honre con el honor legítimo. Pues, en efecto, no es dios sino hombre, establecido por Dios, no para ser adorado sino para juzgar justamente. 3. De alguna manera Dios le ha confiado una administración; y así como él mismo no quiere que se llamen emperadores a quienes son sus subordinados, pues el nombre de emperador es suyo propio y a ningún otro le corresponde llamarse tal, de la misma manera a nadie corresponde ser adorado sino a solo Dios.
   4. Por lo tanto, hombre, estás completamente errado. Honra al emperador con afecto hacia él, subordinándote a él, orando por él. 5. Haciendo esto haces la voluntad de Dios. Pues la ley de Dios dice: “Honra hijo mío a Dios y al rey, y a ninguno de ellos seas desobediente, pues repentinamente harán pagar a sus enemigos” (Pr 24,21-22).

El nombre de cristiano

12.1, En cuanto a burlarte de mí llamándome cristiano, no sabes lo que dices. Primero, porque ungido significa agradable y provechoso y no digno de burla. 2. ¿Qué nave puede ser provechosa y salvarse si no se la unge primero? ¿Qué torre o casa está bien construida y es provechosa si no se la unta? ¿Qué hombre al ingresar a esta vida o al convertirse en atleta no se unge con óleo? ¿Qué producto o qué ornato puede tener buena forma si no se lo unge y se lo lustra? 3. Además, el aire como toda la tierra que está bajo el cielo, de alguna manera es ungido con luz y espíritu. ¿Y tú no quieres ser ungido por el óleo de Dios? Por ello nosotros nos llamamos cristianos, porque somos ungidos con el óleo de Dios.

Imágenes de la resurrección en la naturaleza

13.1. Pero en cuanto a tu negación de la resurrección de los muertos, tú dices: “muéstrame al menos uno que haya regresado de los muertos y viéndolo, creeré”. Primero, ¿qué importancia tiene el que creas lo que has visto suceder? 2. Además, crees que Heracles vive después de quemarse a sí mismo y que Asclepio resucitó después de haber sido fulminado. ¿Y no crees lo que Dios te dice? Tal vez, aun mostrándote un muerto resucitado y viviente tampoco lo creas. 3. Dios te muestra numerosos indicios para que le creas. Si quieres, considera la terminación de las estaciones, días y noches, cómo mueren y cómo resurgen. 4. ¿Y no ocurre acaso una resurrección con las semillas y frutos, y ello para utilidad de los hombres? Toma el ejemplo del grano de trigo o de las otras semillas, una vez que se le echa en tierra, primero muere y se disuelve, luego resucita y se convierte en espiga (cf. Jn 12,24; 1 Co 15,36). 5. Y la naturaleza de los árboles y plantas ¿no es así que según la ordenación de Dios produce sus frutos desde lo oculto o invisible según las estaciones? 6. Es más, hay veces que un gorrión u otro pájaro traga una semilla de manzano o de higuera o de otra clase, va hacia alguna altura rocosa o sepulcro y defeca la semilla que había sido tragada y había pasado por tanto calor, prende y echa raíces como un árbol. 7. Todo esto hace la sabiduría de Dios para demostrar a través de estas cosas que Dios es poderoso para realizar la resurrección universal de todos los hombres65.
   8. Y si quieres contemplar una maravilla más admirable aun, que sucede para demostración de la resurrección, no solamente de las cosas terrenas sino de las del cielo, considera la resurrección de la luna que ocurre cada mes, cómo se consume, muere y resurge nuevamente. 9. Escucha además la obra de la resurrección que acontece en ti mismo, aunque tú, hombre, la ignores. Quizás alguna vez, cayendo enfermo, has perdido tus carnes, la fuerza y la forma, pero, alcanzado por la misericordia de Dios y curado, nuevamente recuperaste tu cuerpo, tu forma y tu fuerza. 10. Y así como no supiste a dónde se fueron tus carnes al desvanecerse, tampoco conoces de dónde vinieron cuando regresaron. Pero dirás: “de los alimentos y líquidos convertidos en sangre” (cf. Alejandro de Afrodisia, Problemata, 1,118,14-16). Bien, pero también esto es obra de Dios: así lo ha producido y ningún otro.

La experiencia personal de Teófilo

14.1. No seas incrédulo, pues, sino cree (cf. Jn 20,27). Tampoco yo creía que esto habría de suceder, pero ahora, tras haberlo considerado, lo creo; y porque al mismo tiempo accedí a las escrituras sagradas de los santos profetas, quienes, por el espíritu de Dios predijeron las cosas que ya pasaron del modo en que pasaron, las cosas presentes del modo en que suceden y las cosas futuras en el mismo orden en que se consumirán. Teniendo, pues, prueba de las cosas sucedidas después de haber sido preanunciadas, no soy incrédulo sino creo, obedeciendo a Dios. Si quieres, sométete a Él también tú, creyendo en Él; no sea que por no creerle ahora, seas persuadido entonces con pena entre tormentos eternos.
   2. Habiendo sido predichos estos tormentos por los profetas, los poetas y filósofos que vinieron después robaron esto de las escrituras santas con el fin de otorgarle autoridad a sus doctrinas. De cualquier manera también ellos predijeron los castigos que habrían de venir contra los impíos e incrédulos, de modo que todos quedaron atestiguados y así nadie pudiera decir: “no lo oímos ni lo sabíamos”.
   3. Si quieres, lee tú también con respeto las escrituras proféticas y ellas te guiarán con más claridad para escapar a los castigos eternos y alcanzar los bienes eternos de Dios. 4. Pues el que dio boca para hablar y formó oídos para oír e hizo ojos para ver, examinará todas las cosas y juzgará con justicia, retribuyendo a cada uno según su mérito. 5. A los que por perseverancia en las buenas obras busquen la incorrupción, les regalará vida eterna, alegría, paz, descanso y plenitud de bienes, que ni ojo vio ni oído oyó ni llegó a corazón de hombre (cf. Is 64,3; Jr 3,16; 1 Co 2,9). 6. A los incrédulos y burlones, a los que desobedecen a la verdad y obedecen a la injusticia, después de involucrarse en adulterios, fornicaciones, actos de homosexualidad, avaricia y sacrílegas idolatrías, para éstos habrá ira e indignación, tribulación y angustia, y por fin, el fuego eterno se apoderará de ellos.
   7. Ya que me replicaste, amigo, “muéstrame tu dios”, este es mi Dios y te aconsejo que le temas y le creas.
(1) Básicamente, reproducimos la versión publicada en la colección “Fuentes Patrísticas”: Teófilo de Antioquía. A Autólico. Introducción, texto griego, traducción y notas de José Pablo Martín, Madrid, Ed. Ciudad Nueva, 2004, pp. 60 ss. (Fuentes Patrísticas 16). Cf. Padres Apostólicos y Apologistas Griegos (S. II). Introducción, notas y versión española por Daniel Ruiz Bueno, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002, pp. 1433 ss. (BAC 629); Théophile d’Antioche. Trois livres a Autolycus. Texte grec établie par G. Bardy. Traduction de Jean Sender. Introduction et notes de Gustave Bardy, Paris, Eds. du Cerf, 1948, pp. 58 ss. (Sources Chrétiennes 20).