OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (30)

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Cristo
Hacia 1240
Inicio de una oración al Santo Rostro
St. Albans, Inglaterra
Melitón de Sardes (segunda mitad del siglo II) [continuación]

CPG 1093- Fragmentos

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No hemos hallado estos fragmentos publicados en Internet, motivo por el cual los ofrecemos a continuación.

(1-2) Apología de Melitón a Antonino(1)

[4] «En el librito dirigido al emperador cuenta Melitón que, bajo éste, se dieron contra nosotros cosas tales como éstas:
[5] “Porque esto jamás había ocurrido; ahora se persigue al linaje de los adoradores de Dios, afectados en Asia por nuevos edictos. Efectivamente, los desvergonzados acusadores (sicofantes) y amadores de lo ajeno, tomando pie de las prescripciones, andan robando abiertamente, y de noche y de día expolian a los que nada malo cometieron”.

[6] Y después de otras cosas dice:
   “Y si esto se hace porque tú lo has mandado, bien hecho está, porque nunca un emperador justo podría querer algo injustamente, y nosotros soportamos con gusto el honor de tal muerte. Una sola petición, sin embargo, te dirigimos: que tú mismo examines primero a los causantes de semejante rivalidad y juzgues con justicia si son dignos de muerte y de castigo, o bien de quedar salvos y tranquilos. Pero si no proceden de ti esta determinación y este nuevo edicto -que ni siquiera para enemigos bárbaros sería conveniente-, con mayor razón te pedimos que no nos abandones, indiferente en semejante latrocinio público”.

[7] A lo dicho añade aún estas palabras:
   “En efecto, nuestra filosofía alcanzó primeramente su plena madurez entre los bárbaros, pero habiéndose extendido a tus pueblos bajo el gran imperio de tu antepasado Augusto, se ha convertido, sobre todo para tu reinado, en un buen augurio. Porque desde entonces la fuerza de los romanos ha crecido en grandeza y esplendor; de ella has venido tú a ser el heredero deseado y lo seguirás siendo con tu hijo, si proteges a la filosofía que se crió con el Imperio y comenzó a la vez que Augusto, y a la que tus antepasados incluso honraron al par que a las otras religiones.
   [8] La prueba mayor de que nuestra doctrina floreció para bien junto con el Imperio felizmente comenzado es que, desde el reinado de Augusto, nada malo ha sucedido, antes al contrario, todo ha sido brillante y glorioso, según las plegarias de todos.
   [9] Entre todos, solamente Nerón y Domiciano, persuadidos por algunas personas malévolas, quisieron calumniar a nuestra doctrina; y ocurre que de ellos derivó, por costumbre irracional, la mentira calumniosa contra tales personas.
   [10] Pero tus piadosos padres enmendaron la ignorancia de aquéllos, habiendo reprendido por escrito muchas veces a cuantos se atrevieron a hacer innovaciones acerca de los cristianos. Entre ellos se destaca tu abuelo Adriano, que escribió a muchas y diferentes personas, incluido el procónsul Fundano, gobernador de Asia; también tu padre, incluso en los tiempos en que todo lo administrabas junto con él, escribió a las ciudades sobre no innovar nada acerca de nosotros. Entre esos escritos se encuentran los dirigidos a los habitantes de Larisa, a los de Tesalónica, a los de Atenas y a todos los griegos.
   [11] En cuanto a ti, que, sobre todo acerca de estos asuntos tienes su misma opinión y hasta mucho más humana y filosófica, estamos persuadidos de que realizarás todo cuanto te pedimos”» (HE IV,26,4-11).


(3) Eclogae (Extractos)

[12] «En los Extractos por él escritos, el mismo Melitón, al comenzar el prólogo hace un catálogo de los escritos admitidos del Antiguo Testamento, catálogo que es necesario reproducir aquí. Escribe así:
[13]   “Melitón a su hermano Onésimo: salud. Puesto que muchas veces, valiéndote de tu celo por la doctrina, has podido tener para ti extractos de la Ley y de los Profetas acerca del Salvador y de toda nuestra fe; más aún, puesto que has querido saber de los libros antiguos con toda exactitud cuántos son en número y cuál es su orden, yo he puesto mi diligencia en hacerlo, sabiendo tu celo por la fe y tu afán de saber acerca de la doctrina, ya que, en tu lucha por la salvación eterna y en tu ansia de Dios, prefieres eso más que todo.
[14] Así, pues, habiendo subido a Oriente y llegado hasta el lugar en que se proclamó y se realizó, una vez informado con exactitud de los libros del Antiguo Testamento, los he ordenado y te los envío. Sus nombres son: cinco de Moisés: Génesis, Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio; Jesús de Navé, Jueces, Rut; cuatro de los Reyes, dos de los Paralipómenos; Salmos de David; Proverbios de Salomón, o también Sabiduría; Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Job; de los profetas, Isaías, Jeremías, los doce en un solo libro, Daniel, Ezequiel; Esdras. De estos libros saqué yo los Extractos que distribuí en seis libros”» (HE IV,26,12-14).

(4) Sobre la Pascua

«Al comenzar, pues, el libro “Sobre la Pascua” (Melitón) indica el tiempo en que lo compuso, en estos términos: “Bajo el procónsul de Asia Servilio Paulo, tiempo en que Safaris (un obispo) sufrió martirio, hubo en Laodicea una gran disputa acerca de la Pascua, que precisamente caía en aquellos días, y se escribió esto”» (HE IV,26,3).

(5) Acerca del diablo y del Apocalipsis de Juan(2)

«Melitón de Asia, al menos, dice que “él (Absalóm) [cf. 2 S 15-17] es figura del diablo que se ha erigido contra el reino de Cristo”. Habiendo evocado solamente esto, él (Melitón) no acabó el pasaje» (Orígenes, Ad Ps. 3, ins.; PG 12,1120 A).

(6) Sobre la Encarnación de Cristo

«En el tercer libro Sobre la Encarnación de Cristo, Melitón... responde así (a Marción):
   “Para quienes tienen inteligencia no hay ninguna necesidad de establecer, a partir de las acciones realizadas por Cristo después del bautismo, la verdad y la realidad de su alma y de su cuerpo, de (su) naturaleza (semejante) a la nuestra. Porque las acciones realizadas por Cristo después del bautismo y, sobre todo, los milagros ponían de manifiesto su divinidad escondida en la carne y el mundo era testigo de ellos. Efectivamente, ya que Él era Dios y a la vez hombre perfecto, Él mismo nos dio a conocer sus dos substancias: su divinidad por los milagros realizados en el trienio posterior al bautismo, su humanidad durante los treinta años anteriores al bautismo, en los que ocultaba los signos de su divinidad por las imperfecciones propias de la carne, si bien es Dios verdadero desde la eternidad”» (Anastasio el Sinaita, La Guía, cap. XIII; PG 89,228 D-229 B).

(7) Sobre la Pascua (CPG: De passione)

«De Melitón, obispo de Sardes, (sacado) del libro para la pasión: «Dios ha padecido por la mano de Israel”» (Anastasio el Sinaita, La Guía, cap. XII; PG 89,197 A).

(8a) De los escritos de Ireneo y Melitón

“Porque ¿quién desconoce los libros de Ireneo, de Melitón y de los restantes libros que proclaman a Cristo Dios y hombre?”… (HE V,28,5).

(8b) Sobre el bautismo

[1] «¿Cuál es el oro o la plata o el cobre o el hierro que no es bautizado con agua una vez que ha sido purificado por el fuego? El uno para volverse brillante por la coloración? el otro para acerarse por el temple. Toda la tierra es lavada por las lluvias y por los ríos, y después de lavada es labrada en buenas condiciones. De modo semejante también la tierra de Egipto una vez lavada por el río crecido (el Nilo) hace aumentar el trigo, llena la espiga, produce el céntuplo gracias al lavado beneficioso. Y hasta el mismo aire es lavado también por las gotas de lluvia que caen de lo alto. Invitada por el viento promotor del agua, también es lavada la madre de las lluvias, de muchas flores, cuando curva ríos desde las aguas superiores.
[2] Si quieres ver que los seres celestiales son bautizados, vuélvete ahora al lado del océano y allí te mostraré un espectáculo nuevo: el mar ampliamente desplegado, el mar sin límites, el abismo insondable, el océano inmensurable, el agua pura, el baptisterio del sol, el lugar donde se vuelven a encender los astros, el baño de la luna: aprende de mí de una manera fidedigna cómo se bañan misteriosamente.
[3] Montado sobre el carro de caballos de fuego, el sol completa el curso del día. Por el movimiento del curso toma el aspecto de fuego y brilla como una antorcha. Inflama el ámbito de su carrera: cuando se le ve más de cerca, es como si consumiera a la tierra con diez relámpagos fulminantes. Intimidado, desciendo ahora hacia el océano. Igual que una esfera de cobre, cargada en su interior de fuego, centelleante de luz, se sumerge en agua fría, resonando ampliamente y resplandeciendo por su luminoso brillo; y sin embargo su fuego interior no se extingue, sino que brilla de nuevo hermoso. Así ocurre con el sol. Inflamado como un relámpago, se lava completamente en agua fría sin extinguirse, ya que posee un fuego que no se adormece. Lavado en un bautismo misterioso, se alegra enormemente, teniendo como alimento el agua. Siendo único y el mismo, para los hombres el sol se eleva como nuevo; intensificado por el abismo, purificado por el baño. Ha expulsado las tinieblas de la noche y ha engendrado al día luminoso. Imitando el curso del sol, el movimiento tanto de los astros como de la luna actúa (evoluciona) naturalmente. Como buenos discípulos, luna y astros se bañan en el baptisterio del sol. En efecto, los astros, por tener una luz pura, persiguen con la luna los rastros del sol.
[4] Ahora bien, si el sol se lava con los astros y la luna en el océano, ¿por qué Cristo no se lavará también en el Jordán? Él, rey de los cielos y jefe de la creación, sol del oriente, que se apareció tanto a los muertos en el Hades, como a los mortales en el mundo; Él, el único sol que viene del cielo».

(9-11) De obras inciertas

(9) «Porque ha sido atado como un carnero (cf. Gn 22,9) -dice acerca de Nuestro Señor Jesucristo- y ha sido esquilado como oveja y ha sido conducido como un cordero (cf. Is 53,7), y ha sido crucificado como una oveja, y llevó el madero sobre sus espaldas, conducido para ser inmolado como Isaac por su padre (cf. Gn 22,6). Pero Cristo padeció, Isaac, en cambio, no padeció, porque era figura de Cristo que padecería. Pero habiendo venido a ser la figura de Cristo, inspira a los hombres admiración y espanto. Se podía efectivamente contemplar un misterio inaudito: un hijo conducido por su padre a la montaña para ser inmolado, hijo al que colocó, con los pies atados, sobre el leño del sacrificio, después de haber preparado cuidadosamente lo que era necesario para su inmolación. E Isaac calló, atado como un carnero, sin abrir la boca y sin pronunciar palabra. Sin temer al puñal, ni aterrarse ante el fuego, ni entristecerse por el sufrimiento, animosamente, era la figura del Señor. Estaba, pues, Isaac colocado en medio, atado como un carnero, y a su vera Abrahán, el puñal desenvainado, sin avergonzarse de asesinar a su hijo (cf. Gn 22,6-10)».

(10) «En lugar de Isaac, el justo, apareció un carnero para ser inmolado, para que Isaac sea desligado de sus ataduras (cf. Gn 22,13). Por su inmolación él rescató a Isaac; asimismo también el Señor nos salvó por su inmolación; atado nos liberó y enviado a la muerte nos rescató».

(11) «En efecto, el Señor era el cordero a la manera del carnero que vio Abrahán aprisionado en el zarzal de Sabec (cf. Gn 22,13). Pero el zarzal designaba la cruz, y aquel lugar Jerusalén, y el cordero al Señor “atado” para ser inmolado».

(12) Fragmento sobre Gn 22,13

«La expresión “aprisionado por los cuernos” (Gn 22,13), el sirio y el hebreo la traducen por “colgado”, indicándose así más claramente la cruz. En cambio el vocablo “carnero” corresponde exactamente. Efectivamente, no se dice “cordero”, joven, como Isaac, sino “carnero”, adulto, como el Señor. Lo mismo que el zarzal de Sabec, es decir “del perdón”, indicaba la santa cruz, así también Ezequiel (cf. Ez 47,3) hacía el final llamó "agua del perdón” a la que prefigura al santo bautismo. Dos medios, en efecto, son los que proporcionan el perdón de los pecados: el martirio por Cristo y el bautismo».

(13) Sobre el alma y el cuerpo

«“He aquí por qué el Padre envió desde el cielo a su Hijo incorporal: para que, una vez que se hubiera encarnado en el seno de una virgen y hubiera nacido hombre, vivificara al hombre y conjuntara sus miembros que habría dispersado la muerte dividiendo al hombre”.
Y posteriormente:
“La tierra tembló y sus fundamentos se tambalearon, el sol huyó y los elementos se derribaron (cf. Mt 27,51. 54; Lc 23,44), el día se transformó, porque no pudieron soportar que su Señor estuviera colgado de un madero. Y la creación, horrorizada y turbada, gritó: ‘¿Qué misterio inaudito es éste? El Juez es juzgado y permanece inmutable; el Invisible es visto y no se ruboriza; el Incomprensible es tomado y no se indigna; el Inconmensurable es medido y no lo rehusa; el Impasible padece y no se venga; el Inmortal muere y no responde una palabra; el Celestial es sepultado y lo tolera. ¿Qué misterio nuevo es éste?’. La creación se sobrecoge de estupor. Cuando el Señor resucitó de entre los muertos y pisoteó a la muerte, ató al fuerte y libró al hombre, entonces la creación entera comprendió que por el hombre el Juez había sido juzgado, el Invisible había sido visto, [el Incomprensible había sido tomado], el Inconmensurable había sido medido, el Impasible había padecido, el Inmortal había muerto, y el Celestial había sido sepultado. En efecto, nuestro Señor, habiendo nacido hombre, ha sido juzgado para que dispensara su misericordia; ha sido atado para que salvara; ha sido tomado para que aliviara; ha padecido para que tuviera compasión; ha muerto para que vivificara; ha sido sepultado, para que resucitara».

(14) Sobre la cruz

«Esta es la razón por la que ha venido a nosotros. Esta es la razón por la cual, siendo Él incorporal, se tejió un cuerpo de nuestra naturaleza. Quien ha sido visto como cordero, ha quedado como pastor; quien ha sido considerado como esclavo (cf. Flp 2,7), no ha renunciado a su dignidad de Hijo; ha sido llevado por María y se ha revestido del Padre; pisando la tierra y llenando el cielo, apareciendo como un niño y sin engañar en cuanto a la eternidad de su naturaleza, revistiéndose de un cuerpo (cf. Flp 2,7) y sin destruir la simplicidad de la naturaleza divina; visto pobre y no se despojó de sus riquezas (cf. 2 Co 8,9), necesitando, en cuanto hombre, de alimento, y sin dejar de alimentar, en cuanto Dios, al mundo (cf. Mt 6,26); revistiéndose de la figura de esclavo (cf. Flp 2,7) y sin cambiar su semejanza con el Padre. Él era todo por su naturaleza inmutable. Estaba en pie ante Pilatos (cf. Mt 27,2s.) y estaba sentado con su Padre; estaba fijado en el madero y sostenía el universo».

(15) Sobre la fe

«Hemos seleccionado de la Ley y de los Profetas aquello que ha sido predicho acerca de Nuestro Señor Jesucristo a fin de que demostremos a vuestra caridad que él es inteligencia perfecta, el Verbo de Dios que ha sido “engendrado antes del lucero de la mañana” (cf. Sal 109,3). Él es el Creador [con el Padre], el autor del hombre, que era “todo en todo” (cf. 1 Co 15,28): patriarca en los patriarcas, Ley en la Ley, príncipe de los sacerdotes en los sacerdotes, jefe en los reyes, profeta en los profetas, príncipe de los  ángeles en los ángeles, Verbo en la palabra, Espíritu en los espíritus, Hijo en el Padre, Dios en Dios, rey por los siglos de los siglos. Porque Él fue en Noé piloto, Él quien condujo a Abrahán, Él quien con Isaac fue atado, Él quien con Jacob fue extranjero, Él quien con José fue vendido, Él quien con Moisés fue caudillo, Él quien dio la Ley al pueblo, Él quien con Josué hijo de Nun dividió la heredad, Él quien en David profetizó y quien en los profetas predijo sus sufrimientos, Él quien se encarnó en una Virgen, Él quien nació en Belén, Él quien, en el pesebre, fue envuelto en pañales, Él quien fue visto por los pastores, Él quien fue alabado por los ángeles, Él quien fue adorado por los magos, Él quien fue señalado por Juan, y fue bautizado en el Jordán, Él quien fue tentado en el desierto, Él quien fue encontrado Señor, Él quien congregó a los Apóstoles, Él quien predicó el reino, Él quien curó a los paralíticos, Él quien limpió a los leprosos, Él quien dio la luz a los ciegos, Él quien resucitó a los muertos, Él quien fue visto en el templo, Él quien no fue creído por el pueblo. Él quien fue entregado por Judas, Él quien fue apresado por los sacerdotes, Él quien fue conducido a Herodes, Él quien fue juzgado por Pilatos, Él quien en su carne fue atravesado por los clavos, Él quien fue suspendido en un madero, Él quien fue sepultado en la tierra, Él quien resucitó de la mansión de los muertos, Él quien se apareció a los Apóstoles, Él quien fue elevado a los cielos, Él quien está sentado a la diestra del Padre que lo ha glorificado. Este es el descanso de los difuntos, el que encuentra a los perdidos, la luz de quienes están en las tinieblas, el redentor de los cautivos, el guía de los extraviados, el refugio de los afligidos, el pastor de quienes se salvan, el esposo de la Iglesia, el conductor de los Querubines, el príncipe del ejército de los ángeles, Dios de Dios, Hijo del Padre, Jesucristo, rey por los siglos. Amén».

(16) Sobre el día domingo (De die dominica)
   No se ha podido acceder a la edición de este texto, por lo que no podemos ofrecer su traducción.

(17) Himno

“¡Alaben al Padre con un himno, santos!
¡Canten en honor de la Madre (= la Iglesia), vírgenes!
Cantamos himnos, exultamos (nosotros) los santos.
Han sido exaltadas, esposas y esposos,
Porque han encontrado a su esposo, Cristo.
Beban el vino (mejor: en alabanza), esposas y esposos”.
(1) La CPG 1093, de la que son los números entre paréntesis, titula este fragmento: Apología ad Marcum Aurelium. La fuente principal para la lista y el texto de la mayor parte de dichos fragmentos es Eusebio de Cesarea (+ 339), Historia Eclesiástica (=HE), IV,26. Para el texto de la Apología seguimos la traducción de Argimiro Velasco Delgado, op, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (texto griego, versión española, introducción y notas), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002 (segunda impresión), pp. 254 ss. (BAC 612); y también la de: J. Ibáñez Ibáñez y F. Mendoza Ruiz, Melitón de Sardes. Homilía sobre la Pascua, Pamplona, Eds. Universidad de Navarra, 1975, pp. 226 ss. (Biblioteca de Teología).
(2) En adelante seguimos a: J. Ibáñez Ibáñez y F. Mendoza Ruiz, op. cit., pp. 234 ss.