OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (248)

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Cristo en majestad
Hacia 1180
Beato de Liébana:
“Comentario al Apocalipsis”
San Pedro de Cardeña, Burgos, España
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO OCTAVO

Capítulo IV: Sobre la investigación y la demostración (conclusión)

   El método de la investigación

9.1. Así, por tanto, toda búsqueda se soluciona desde una gnosis preexistente. Pero es posible que la gnosis preexistente de todo lo que se busca a veces sea simplemente de la esencia, pero que su actividad sea desconocida, de igual manera que desconocemos la actividad de las piedras, de las plantas y de los animales, o de los accidentes (o: las características), de las virtualidades (o: capacidades, aptitudes) o, por decirlo sencillamente, de las posibilidades de su esencia.

9.2. Y alguna vez puede conocerse algo de esas capacidades, accidentes o algo de ellas, como las concupiscencias y pasiones del alma, pero se desconoce y se busca la esencia.

9.3. No obstante, en muchas ocasiones, al proponerse nuestra inteligencia en sí misma todas estas cosas, la búsqueda es sobre qué principio (fundamenta) tales esencias.

9.4. Porque, teniendo en el pensamiento las nociones de ambas cosas, de la esencia y de la actividad, así comenzamos la búsqueda (o: investigación).

9.5. Y es posible que conozcamos las actividades y esencias al mismo tiempo, (pero) que desconozcamos lo que las esencias experimentan.

9.6. Ciertamente, éste es el método de la búsqueda: puesto que hay que empezar por conocer los problemas.

9.7. Porque muchas veces engaña la forma de la expresión y confunde y perturba la mente, de modo que no es fácil descubrir las diferencias; como, por ejemplo, si el feto es o no un ser vivo.

9.8. Por tanto, teniendo el nombre del ser vivo y el de feto, buscamos si el feto es un ser vivo, si en la esencia del feto se da el poder moverse y si también tiene la capacidad de sentir.

9.9. De esta manera la búsqueda es sobre la actividad y experiencia (lit.: pasividades, accidentes) de la esencia previamente conocida.

Sobre el ser viviente

10.1. A continuación habrá que preguntar al contradictor a qué denomina ser vivo (o: viviente). Porque hacer esto es lo más importante, tan pronto como vemos que ese mismo nombre es utilizado para diversos (usos). También se debe examinar si lo significado por la denominación es discutido o admitido por todos.

10.2. Porque si dijere que llama ser vivo a lo que crece y se alimenta, preguntaremos nuevamente otra vez si también llama seres vivientes a las plantas, y entonces, al decir que sí, (es) necesario demostrar ya que el feto crece y también se alimenta.

10.3. Porque Platón también llama seres vivientes a las plantas, aunque sólo participen de “la tercera clase de vida” (Timeo, 77 B), de la concupiscible. Pero Aristóteles piensa que las plantas participan de una vida vegetativa y nutritiva, pero no considera apropiado hablar de seres vivos (cf. De anima, II,2,413 b 7; II,3414 a 33; III,9,432, a 29). Porque únicamente considera digno de llamar ser viviente al que participa de la otra vida, la sensitiva.

10.4. Tampoco los estoicos llaman vida a la capacidad vegetativa.

10.5. Pero si el contradictor negare que las plantas son también seres vivientes, le demostraremos que se contradice a sí mismo. Porque el que define ser vivo al que se alimenta y crece, pero también niega que una planta sea un ser viviente, no parece decir otra cosa que lo que se alimenta y crece es un ser viviente y también que no (es) un ser viviente.

10.6. Diga, por ende, qué quiere aprender, si aumenta y se alimenta lo que hay en el vientre, si participa de cierta sensación o del movimiento impulsivo.

10.7. Porque ciertamente, según Platón, la planta tiene vida y es un ser viviente, aunque para Aristóteles de ninguna manera es un ser vivo, puesto que le falta lo sensitivo, aunque tenga vida; por lo tanto para él un ser viviente es una sustancia (oysía) animada sensitiva.

10.8. Pero según los estoicos la planta ni tiene vida ni es un ser vivo, porque el ser viviente es el que (tiene) sustancia animada.

Sobre los procedimientos de investigación

11.1. Así, por tanto, si el ser vivo es el (que tiene) vida (o: el animado), pero vida de naturaleza sensitiva, entonces es claro que el ser vivo es sensitivo.

11.2. Ahora bien, si el que busca es preguntado sobre si el feto es un ser vivo, y dijera que llama ser vivo a lo que se alimenta y crece, tiene la respuesta. Pero si afirmara que es eso lo que busca, si es sensitivo y se mueve o también su movimiento es conforme a un impulso, en seguida aparece claramente la investigación del problema, sin que permanezca ya equívoco sobre el nombre.

11.3. Pero si no respondiere a lo que se pregunta (y) no quisiere decir qué es lo que piensa o a qué se refiere el nombre de ser vivo al hacer la pregunta, sino que nos anima a nosotros mismos a hacer distinciones, se conocería que es un aficionado a la discusión.

11.4. Pero habiendo dos procedimientos, uno por preguntas y respuestas, y otro por exposición (continuada), si rechaza el primero, habrá de escuchar a todo lo que nosotros planteemos referente a la cuestión. Después, una vez que hayamos terminado, podrá entonces en su turno tratar sobre cada uno de los puntos.

El modo de formular las preguntas en la investigación

12.1. Si comenzase a interrumpir la investigación con preguntas, es claro que no quiere escuchar.

12.2. Pero si eligiese ciertamente contestar, hay que preguntarle antes de nada a qué cosa atribuye el nombre ser viviente, y una vez que haya contestado a esto, nuevamente hay que preguntar qué entiende por feto o lo que (se encuentra) en el vientre, si quiere entender que seres vivos (son) también los no plasmados aún o el esperma mismo que ha sido depositado en el vientre, o únicamente los bien articulados y ya plasmados (o: modelados), llamados embriones.

12.3. Y cuando haya respondido también a esto, entonces es necesario después concluir inmediatamente y exponerle la enseñanza.

12.4. Pero si quisiera que nosotros hablemos sin que él mismo responda, que escuche. Puesto que tú no quieres decir en qué sentido dices lo que has propuesto -porque así yo no habría establecido un discurso sobre significados, sino que examinaría las cosas en sí mismas-, reconoce que eso que has hecho es como si hubieras propuesto si el perro es un ser vivo.

12.5. Porque con razón si yo preguntara: ¿de qué perro se trata? Y puesto que hablaré inmediatamente (de los perros) de la tierra, de los marinos y de los astros celestiales (= se refiere a diversas realidades que llevan idéntico nombre: mamíferos domésticos, peces seláceos y constelaciones), pero también de Diógenes y de los otros. Porque yo no adivinaría acerca de cuál preguntas, acerca de todos o de alguno.

12.6. Así, lo que has de hacer más tarde, aprender sobre lo que preguntas, dilo claramente.

12.7. Pero si cambias de parecer sobre los nombres, es claro a todos que el feto mismo es [mero] nombre, porque no es un ser vivo ni una planta, sino un nombre un sonido, un cuerpo, un ente, un algo, o cualquier (lit.: toda) cosa mejor que un ser viviente. Y si eso es lo que has propuesto, [ya] tienes la contestación.

Necesidad de hacer distinciones en la investigación

13.1. Pero ni siquiera lo significado por el nombre “feto” es un ser vivo, sino que eso es incorporal, un enunciado, una expresión, una cosa, un pensamiento o todo más que un ser vivo.

13.2. Otra sería la naturaleza del ser vivo. Porque evidentemente se ha demostrado cuál es la naturaleza de la cosa misma que se busca, y me refiero al embrión. Otra cuestión es la referente a los significados del nombre “ser vivo”.

13.3. Así, por tanto, si tú dices que un ser viviente es el que posee la capacidad de sentir y moverse mediante un impulso, yo digo que un ser vivo no es simplemente el que se mueve por un impulso y siente.

13.4. Porque también puede dormir o no sentir cuando lo que siente no está presente; pero ciertamente la capacidad de ponerse en movimiento es una señal natural de un ser vivo.

13.5. Porque así, de esto se da a entender primeramente si el feto ya tiene capacidad de sentir o moverse por un impulso, que es lo propuesto para considerar; y, en segundo lugar, si el feto podrá sentir o moverse por un impulso alguna vez, (pero) nadie busca el significado de lo que es evidente.

13.6. Pero lo que se buscaba es si el embrión es un ser vivo o todavía un vegetal, y después se tomó el término de ser viviente como una palabra para hacerlo claro.

13.7. Pero al descubrir que también lo que siente y se mueve por un impulso (es) diferente del ser no vivo, nuevamente lo distinguimos de las cosas análogas (o: parecidas, paralelas), diciendo que una cosa es tener capacidad de algo, puesto que todavía no es sensitiva ni se mueve, pero lo será alguna vez; y otra, es tener ya esa actividad, la cual está ya actuando o puede actuarse, pero se encuentra en reposo o durmiendo.

13.8. Y esto es lo que se busca. Porque el embrión no puede llamarse ser vivo por el hecho de alimentarse, que eso es lo propio de los que se privan de la esencia de la búsqueda, y de los que ponen su mente en otras circunstancias (o: accidentes).

La investigación necesita de la demostración

14.1. Y algo común en la investigación de cualquier cosa es la demostración, la cual es un razonamiento que hace creíble una cosa deducida de otras.

14.2. Pero es necesario tratar con confianza lo buscado a partir de otras cosas y hace falta que sea admitido y reconocido por el que aprende.

14.3. Pero el principio de todas estas cosas es la realidad ante los sentidos y la inteligencia. Así, de todas esas cosas se compone la primera demostración, que desde aquí llega nuevamente a otra cosa que no es menos creíble que la anterior; ciertamente no puede ser denominada primera, porque no se concluye de las primeras proposiciones.

14.4. Siendo tres las clases de las cosas buscada, se ha expuesto la primera, pero digo que -conocidas las esencias- se desconoce [todavía] lo referente a sus actividades y experiencias; la segunda era la variedad de cuestiones (o: problemas) por la que todos conocemos las actividades y experiencias (o: pasividades), pero ignoramos la esencia, como en qué parte del cuerpo reside la facultad hegemónica del alma.