OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (247)

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La destrucción de Jerusalén
Hacia 1415
París
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO OCTAVO

Capítulo III: Sobre la investigación y la demostración (continuación)

   La demostración más importante

5.1. Pero también todos los hombres admitirán igualmente la demostración, si es un discurso que procura la fe en las cosas dudosas (o: discutidas) a partir de las admitidas.

5.2. Y no sólo la de mostración, la fe y la gnosis, sino también la presciencia (= el conocimiento de los designios divinos: prógnosis) se dice que es de dos formas: una es científica y segura, pero la otra sólo relativa a la esperanza (cf. Platón República, VII,509 D-511; 533 E-534).

5.3. Ciertamente se llama demostración más importante a la que engendra la fe científica en las almas de los que aprenden, y la otra (es) apta para formar a la opinión; como también respecto al hombre, es realmente hombre el que posee una prudencia normal (o: una sensatez común), aunque sea salvaje y bestial. Así también ha dicho el cómico: “Un hombre es amable, si es (realmente) hombre” (Menandro, Fragmentos, 484).

5.4. Y (lo mismo) se diga sobre el buey, el caballo y el perro, según la buena o mala cualidad del animal. Porque mirando a la perfección del género llegamos a lo más importante de lo significado.

5.5. Así entendemos como médico al que no carece de las capacidades de la medicina y gnóstico a quien no le falta nada del conocimiento científico.

Deducción y silogismo

6.1. También una deducción (o: prueba: éndeixis) se diferencia del silogismo, puesto que lo deducido es indicativo de una sola cosa, (siendo) una e idéntica, como (del hecho) de que decimos que una mujer está encinta deducimos que no es virgen; pero en el silogismo se acepta una sola cosa que implica varias, como que la Pitonisa traiciona a los bizantinos, si sucedió o no, pero no se acepta una sola cosa en lo manifestado sino muchas.

6.2. Y ciertamente sacar una conclusión de [premisas] aceptadas es hacer un silogismo; pero sacar una conclusión de unas verdades es demostrar, de manera que existe una determinada síntesis probatoria: la ventaja de tomar premisas verdaderas para lo que se busca y la de llevar consigo la necesaria conclusión.

6.3. Pero si no aconteciera lo primero o con ello no se realizara lo segundo, no se demostrará, sino que se hará un silogismo.

6.4. Porque ciertamente el aportar una apropiada conclusión con sus premisas es tan sólo hacer un silogismo, pero que también cada una de las premisas sea verdadera no sólo (es) hacer un silogismo, sino también una deducción.

6.5. Pero concluir es, como también el nombre mismo lo manifiesta, encaminarse hacia el fin. Y sin duda el fin es lo que se busca en todo raciocinio y es lo que se llama conclusión.

6.6. Ningún raciocinio sencillo y elemental es denominado silogismo, aunque sea verdadero, sino que [el silogismo] es una muy pequeña síntesis de estos tres elementos: dos premisas y una conclusión.

5.7. Y por cierto, todas las cosas necesitan demostración aunque también algunas son creíbles por sí mismas.

Lo razonable y lo discutible

7.1. Pero, en el primer caso, si deducimos una demostración de cualquier [otra] demostración llegaremos a un proceso infinito y de esta manera destruiremos la demostración. En el segundo caso, si son creíbles por sí mismas, devienen principios de demostración. Precisamente los filósofos admiten como indemostrables los principios universales.

7.2. Si efectivamente hay demostración, es del todo necesario que exista primero algo creíble por sí mismo, que es lo que se llama principal e indemostrable. (Y) toda demostración remite en verdad a la fe indemostrable.

7.3. Pero puede que haya también otros principios de demostración más allá de la fuente de credibilidad (lit.: de la fe): lo que se manifiesta con evidencia ante los sentidos y la inteligencia.

7.4. Porque ciertamente lo que se encuentra ante los sentidos es sencillo e indisoluble, y lo que (se presenta) ante la inteligencia es sencillo y también lógico y lo principal; en verdad de [todo] ello origina una síntesis, pero no menos evidente, creíble y lógica que los principios.

7.5. Ahora bien... (laguna en el original griego), todos poseemos por naturaleza una capacidad innata propia de la razón que se ocupa de lo razonable (lit.: consecuente) y de lo discutible.

7.6. Por tanto, si se encuentra algún determinado raciocinio que desde lo creíble ya puede procurar la fe en lo que todavía no es creíble, diremos que ese mismo [raciocinio] es la esencia de la demostración.

7.7. Pero también se ha dicho que existen dos clases de fe y de demostración: una que sólo convence a las almas de los que escuchan, y [otra] la que produce ciencia.

7.8. En efecto, si alguien comenzare por las cosas evidentes a los sentidos y a la inteligencia, y después sacara la conclusión apropiada, (realizaría) verdaderamente una demostración; pero si comenzara sólo por las cosas opinables, ciertamente no principales, es decir no evidentes ni para los sentidos ni para la inteligencia, si sacara la conclusión apropiada, ciertamente haría un silogismo, pero no una demostración científica; ahora bien, si ni siquiera (saca) la [conclusión] apropiada, entonces no hace en absoluto un silogismo.

Demostración y análisis

8.1. Y la demostración se diferencia del análisis. Porque cada cosa que se demuestra se da a conocer mediante otra que se demuestra, que a su vez es demostrada por otra, hasta remontarnos (lit.: subir) en las que son creíbles por sí mismas porque son evidentes para los sentidos y para la inteligencia, que es lo que se llama análisis. Pero la demostración tiene lugar cuando desde lo principal uno alcanza lo que busca a través de todos (los pasos) intermedios.

8.2. Así, es necesario que el varón que practica la demostración ponga mucha atención respecto a la verdad como a las premisas y se despreocupe de los nombres, aunque alguien quiera llamarlos axiomas, proposiciones o premisas; y de igual manera debe poner también mucha atención respecto de las suposiciones de las que se saca una conclusión, y no preocuparse si alguien quisiera denominarlo raciocinio concluyente, conclusivo o silogístico.

8.3. Porque digo que quien hace una demostración debe observar en todo momento estas dos cosas: tomar premisas verdaderas y aportar la conclusión consecuente (= derivada con lógica de las premisas asumidas), que algunos denominan corolario: lo procurado con las premisas.

8.4. Para todo lo que se busca en cualquier cuestión (o: problema) son necesarias premisas diferentes, pero apropiadas a lo que se cuestiona, y lo cuestionado debe transcribirse necesariamente a un raciocinio, (y) este raciocinio conviene que sea admitido por todos.

8.5. Pero si se toman premisas que no son apropiadas a la cuestión (o: al problema) no es posible un buen resultado... (laguna en el texto griego), (y) con ello no se encuentra nada de todo lo desconocido de la cuestión, que es también lo que se llama la búsqueda de (su) naturaleza.

8.6. Por tanto, en todo lo que se busca hay algo conocido previamente -lo que se acepta absolutamente sin demostración como creíble por sí mismo-, que es lo que debe constituir el estímulo de su búsqueda (o: investigación) y el criterio de las cosas que parecen descubrirse.