OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (245)

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Jesucristo llama a Zaqueo
Hacia 1170
Hildesheim, Alemania
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SÉPTIMO

Capítulo XVII: Sobre las herejías y la Iglesia

   Los inventores de las herejías tienen una llave falsa, que no abre la puerta principal; y son mistagogos del alma de los impíos

106.1. “Los alcanzados por los discursos impíos y que promueven a otros, sin emplear bien al mismo tiempo los discursos divinos, sino con falsedad” (Platón, Leyes, X,891 D), ni entran ellos mismos en el reino de los cielos, ni permiten a los que han engañado alcanzar la verdad (cf. Mt 23,13; Lc 11,52).

106.2. Pero tampoco ellos tienen la llave de entrada, sino una falsa y, como se suele decir habitualmente, una llave falsa con la que no abren la puerta principal (cf. Jn 10,1-9), como nosotros entramos mediante la tradición del Señor (cf. Mt 16,19); pero abriendo una puerta falsa, perforando a escondidas el muro de la Iglesia, franqueando la verdad, se establecen como mistagogos del alma de los impíos.

106.3. En efecto, puesto que han construido asambleas humanas posteriores a la Iglesia católica, no se necesitan muchas palabras.

106.4. Porque la enseñanza del Señor durante (o: conforme a) su venida, comenzada bajo el imperio de Augusto y de Tiberio César, se termina hacia la mitad del periodo de Tiberio, y la [predicación] de sus apóstoles, al menos hasta el ministerio de Pablo, termina bajo Nerón; pero los que inventaron las herejías han surgido bajo los tiempos del emperador Adriano y se alargaron hasta la mitad (de la época) de Antonino el Viejo, al igual que Basílides, aunque se atribuya como maestro suyo a Glaucias, el intérprete de Pedro, como se vanaglorian ellos mismos. Y del mismo modo también dicen que Valentín ha sido discípulo de Teodas (personaje que nos es desconocido); y éste había sido conocido de Pablo.

La Iglesia “antigua” es una y católica

107.1. Porque Marción, existiendo en la misma época que ésos, fue coetáneo a ellos, aunque era de más edad. Tras él Simón escuchó durante algún tiempo la predicación de Pedro (cf. Hch 8,9-24).

107.2. Siendo así las cosas, es evidente que las más antiguas herejías han provenido de la más anciana y verdadera Iglesia, y además las que han venido después en el tiempo han innovado falsificaciones.

107.3. Por cuanto se ha dicho pienso que resulta claro que la verdadera Iglesia es una, que es la realmente antigua, y en ella están inscritos los justos conforme a la intención [de Dios].

107.4. Puesto que Dios es uno, y uno es el Señor, también por eso lo más honorable es alabado en virtud de su unidad, al ser imitación del único principio. Ciertamente a la naturaleza del que es Uno se encuentra ligada la Iglesia única, que es obligada a desgajarse en muchas herejías.

107.5. Así, por esencia, por concepto, por principio y por preeminencia afirmamos que es una la Iglesia antigua y universal, constituida “en la unidad de la fe” (Ef 4,13) única, que existe según los propios Testamentos, o mejor, conforme al Testamento único, en (dos) tiempos distintos, que por voluntad del único Dios, por medio del único Señor, reúne a los que ya están inscritos, a los que Dios ha predestinado, al haber conocido que serían justos antes de la creación del mundo (cf. Rm 8,28; Ef 1,4-5).

107.6. Pero también la preeminencia de la Iglesia, lo mismo que el principio de su constitución, está de acuerdo con la unidad, estando por encima de todas las demás cosas y nada hay igual o semejante a ella.

Las denominaciones de las diversas herejías

108.1. Ciertamente esto [lo dejaremos] para más tarde. Pero entre las herejías hay algunas que son mencionadas por un nombre, como la de Valentín, la de Marción y la de Basílides, aunque se jacten de atraerse la gloria de Matías; porque como una ha sido la enseñanza de todos los apóstoles, lo mismo la tradición.

108.2. Pero otras [toman el nombre] del lugar, como los peráticos (= los que vienen de ultramar); otras, del pueblo, como la de los frigios (= Montano y sus discípulos); otras, del comportamiento, como la de los encratitas; otras, de doctrinas particulares, como la de los docetas y la de los hematitas; otras, de hipótesis o de personajes célebres, como la de los cainitas y los llamados ofitas; otras, por lo que practicaron con descaro y enfrentadas contra la Ley, como los llamados entiquitas entre los simonianos.

Capítulo XVIII: Conclusión del libro séptimo de los “Stromata”

   Interpretación alegórica de los animales puros e impuros

109.1. De modo que, por tanto, pondremos fin al discurso abriendo “para los aficionados a contemplar la verdad” (Platón, República, V,475 D-E) una pequeña ventana sobre la Ley sacrificial respecto a los animales puros e impuros, juzgando místicamente como impuros a los judíos vulgares (cf. Ex 1,7 LXX) [y] las herejías, en comparación con la divina Iglesia.

109.2. Porque ciertamente la Escritura declara (o: transmite) que los animales de pezuña partida y rumiantes son víctimas puras y aceptas para Dios (cf. Lv 11,3-7; Dt 14,6-8), como si los justos hicieran un viaje hacia el Padre y hacia el Hijo a través de la fe -puesto que ella es la estabilidad (de los animales) de pezuña partida-, “meditando día y noche las palabras de Dios” (Sal 1,2; Rm 3,2; cf. Nm 24,16) y recapacitando en el receptáculo didáctico del alma; a ese ejercicio gnóstico alude de manera alegórica la Ley (al hablar) del animal puro que rumia.

109.3. Pero los [animales] que no poseen ninguna de las dos características o sólo una, los define como impuros. Por ejemplo, los que rumian, pero no tienen pezuña partida, dan a entender a la mayoría de los judíos, que en verdad tienen en la boca los oráculos divinos (cf. Rm 3,2), pero no tienen fundados en la verdad la fe ni el camino que conduce al Padre mediante el Hijo.

109.4. Y de ahí que este género de criaturas (sea) resbaladizo, como si, al no poseer pe zuña partida, tampoco dispusiera del doble apoyo de la fe. “Porque -dice [la Escritura]- nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo revelare” (Mt 11,27; Lc 10,22).

109.5. Por otra parte, son igualmente impuros aquellos [animales] que tienen la pezuña partida, pero no rumian.

109.6. Porque éstos señalan a los herejes, que andan en el nombre del Padre y del Hijo, pero quedan extenuados al trabajar con delicadeza y al pulir con cuidado la claridad de las Escrituras, buscando también las obras de la justicia de modo muy general y no preciso, si es que también las persiguen.

Descubrir las contradicciones de las herejías no es fácil para los inexpertos

110.1. A estos tales dice el Señor: “¿Por qué me dicen Señor, Señor y no hacen lo que les digo?” (Lc 6,46). Y son totalmente impuros los que no son de pezuña partida ni rumiantes.

110.2. Dice Teognis: “Ustedes, habitantes de Megara, no son terceros ni cuartos, ni duodécimos, ni están en palabra o número alguno” (no se trata de Teognis sino de un oráculo de Apolo a los megarenses: Anthologia Palatina, 14,73).

110.3. “En cambio, sólo son como polvo que el viento dispersa por la faz de la tierra” (Sal 1,4) y “como gota de cántaro” (Is 40,15).

110.4. Tratadas a fondo estas cosas para nosotros y después de haber esbozado la figura de la ética como en resumen, y de haber diseminado desordenadamente, como prometimos, las chispas de las enseñanzas (o: dogmas) de la verdadera gnosis, como para que no sea fácil al no iniciado encontrar las sagradas tradiciones, abordemos lo referente a las promesas (realizadas).

Sobre los “Stromata”

111.1. Pero los “Stromata” en cierto modo se parecen, no a unos jardines arreglados con esmero, a esos en los que nacen las plantas en hilera para placer de la vista, sino más bien a un bosque (o: monte) umbroso y frondoso (o: espeso) en el que están plantados cipreses y plátanos, hiedra y laurel, juntamente con manzanos, olivos e higueras; la planta que da frutos está adrede mezclada juntamente con el árbol estéril, por causa de los que se atreven a substraer y robar los frutos en sazón; puesto que así (mi) escritura puede permanecer oculta.

111.2. Pero, a partir de los trasplantes y haciendo crecer (después) el fruto de cada estación, el agricultor adornará el jardín y hará el bosque agradable.

111.3. Ciertamente, los “Stromata” no pretenden ni la elegancia (del estilo) ni la de la redacción, porque deliberadamente no quieren tener un estilo griego, y diseminan las verdades (o: dogmas) ocultamente y no lo hacen según la Verdad, para que los dispuestos lectores, si los hay, sean laboriosos y busquen. Porque muchos y variados son los cebos para la variedad de los peces.

111.4. Y ahora, después de nuestro séptimo “Stromata”, haremos el discurso de lo que falta partiendo de otro principio.