OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (244)

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Parábola del fariseo y el publicano
Hacia 1200
Fragmento de un Salterio (?)
Noroeste de Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SÉPTIMO

Capítulo XVI: Sobre las herejías (conclusión)

   El gnóstico obedece al Señor y a las Sagradas Escrituras

101.1. Así, por tanto, se ve claramente que los que tienen ciencia no afirman fuertemente [argumentos] sobre lo que saben y que los que presumen sobre lo que se imaginan saber, cuando se trata de afirmar categóricamente [algo] sin demostración.

101.2. Por eso se desprecian y se burlan unos de otros, y sucede que el mismo pensamiento que para unos es ciertamente lo más estimado, para otros es condenado como locura.

101.3. Sin embargo, nosotros hemos aprendido que una cosa es el placer, que debe ser atribuido a los gentiles, pero otra cosa la disputa, que debe adjudicarse preferentemente a las herejías, otra la alegría, que se debe aplicar a la Iglesia, y otra también el gozo, que debe restituirse al verdadero gnóstico.

101.4. Y como si uno se aproximara a Iscómaco, le haría agricultor; si a Lampis, un navegante; si a Caridemo, un estratega militar; si a Simón, un jinete; si a Pérdix, un comerciante; si a Cróbilo, un cocinero; si a Arquelao, un bailarín; si a Homero, un poeta; si a Pirrón, un aficionado a las disputas; si a Demóstenes, un orador; si a Crisipo, un dialéctico; si a Aristóteles, un físico; y si a Platón, un filósofo; así también, el que obedece al Señor y se adhiere (o: se conforma, u obedece) a la profecía (= Sagrada Escritura) comunicada por Él, finalmente acaba siendo, a imagen del Maestro, un dios que peregrina corporalmente (= hijo de Dios o bienaventurado; cf. Empédocles, Fragmentos, 31B112,4).

101.5. Así, de esta altura caen quienes no siguen a Dios por donde Él guía; pero guía según las “Escrituras divinamente inspiradas” (2 Tm 3,16).

101.6. Ciertamente, siendo innumerables la cantidad de cosas que hacen los hombres, puede afirmarse que dos son el principio de todo pecado: la ignorancia y la debilidad -pero ambas dependen de nosotros, cuando no queremos aprender o dominar la concupiscencia-. Y ciertamente, por (culpa) de una no se juzga con rectitud; por la otra no se poseen los juicios para proceder consecuentemente con rectitud.

101.7. Porque quien tiene engañada la facultad de conocer no podrá actuar (bien), aunque pueda realizar perfectamente lo que haya ideado, y aunque tenga fuerza para juzgar lo que conviene, no se mostrará a sí mismo irreprochable, permaneciendo débil en las obras.

La finalidad del gnóstico en esta tierra es doble

102.1. Consecuentemente, se conceden dos géneros de educación en relación a cada uno de esos pecados; para una, la gnosis y la demostración visible del testimonio de las Escrituras; para la otra, la ascesis conforme a la razón educada desde la fe y el temor. Y ambas [formas de educación] progresan simultáneamente (o: crecen juntas) hasta el amor perfecto.

102.2. Porque el fin del gnóstico es doble en esta tierra, creo yo; por una parte la contemplación científica, y por otra la práctica. ¡Ojalá, por tanto, los herejes, aprendiendo también de estas notas recordatorias (memorias; ypómnema), sean sabios y se conviertan a Dios todopoderoso!

102.3. Pero, si como “las serpientes sordas que no escuchan el encanto” (Sal 57 [58],5-6; cf. Protréptico, 6,3) de lo que se ha dicho ciertamente de nuevo, pero muy antiguo, deben ciertamente ser educados por Dios, soportando las admoniciones paternas antes del juicio, y avergonzarse hasta el arrepentimiento; pero que no se expongan al juicio general precipitándose a sí mismos por culpa de una insolente desobediencia.

102.4. Porque existen también algunas correcciones parciales, que se llaman castigos, en las que incurren muchos de los nuestros que, dando un mal paso, se deslizan fuera del pueblo del Señor.

102.5. Pero como los niños son castigados por el maestro o por el padre, así también nosotros (lo somos) por la Providencia. Pero Dios no se venga -porque la venganza es la retribución del mal-; sin duda, castiga en aras del bien común y particular para los castigados.

102.6. He ofrecido estas cosas queriendo disuadir a los que aman aprender de la inclinación a las herejías. Y me he servido de estas palabras deseando vivamente que ellos cesen en su ignorancia superficial, en su necedad, en el desánimo, o como se quiera llamar, pero también intentando disuadir y conducir a la verdad a los que no (son) absolutamente incurables.

Las Sagradas Escrituras han sido divinamente inspiradas

103.1. Porque hay personas que por principio no aceptan escuchar a quienes exhortan hacia la verdad. Y empiezan a decir tonterías, lanzando palabras blasfemas contra la verdad, concediéndose a sí mismos saber las cosas más trascendentes, sin aprender, sin investigar, sin esforzarse, sin descubrir la coherencia. Uno debería compadecerse de ellos más que odiarlos por esa misma distorsión.

103.2. Pero quien pueda curarse, debe ser capaz de soportar, como fuego o hierro, la franqueza de la verdad que corta y cauteriza las falsas opiniones de aquellos, teniendo atentos los oídos del alma.

103.3. Ahora bien, esto será posible si, hostigados (o: presionados) por la pereza no rechazan la verdad, o la ambición de la gloria no les obliga a innovar.

103.4. Porque ciertamente (son) indolentes los que, procurándose de las divinas Escrituras las demostraciones apropiadas a las Escrituras mismas, eligen la argumentación improvisada y favorable a sus placeres.

103.5. Y desean la gloria los que por medio de argumentos ajenos falsifican deliberadamente lo conectado con las palabras divinamente inspiradas, transmitido por los bienaventurados apóstoles y maestros, a la vez que ellos se oponen a la tradición divina con enseñanzas humanas para consolidar su herejía.

103.6. Porque en verdad, entre tan importantes varones, lo digo según la gnosis de la Iglesia, por ejemplo, ¿qué es lo que han aportado (o: dejado atrás) Marción, Pródico y otros semejantes que no marcharon por el camino recto?

103.7. Porque no fueron superiores en sabiduría a los varones que les precedieron (= los apóstoles y sus sucesores), como para descubrir algo por encima de las verdades que aquellos dijeron; por el contrario, hubiera sido mejor para ellos, si se hubieran contentado con aprender lo transmitido previamente [por aquellos].

La enseñanza del Señor es nuestro alimente y bebida espiritual

104.1. Entonces, sólo nuestro gnóstico, envejecido en esas mismas Escrituras (y) salvando la versión apostólica y eclesiástica de las verdades, vive en la más completa observancia (u: ortodoxia) respecto del Evangelio (cf. 2 Tm 2,15); si tratara de encontrar argumentaciones, es enviado hacia lo alto por el Señor para descubrirlas en la Ley y los profetas.

104.2. Porque, pienso yo, que la vida del gnóstico no es otra cosa que obras y palabras consecuentes con la tradición del Señor.

104.3. Pero, “la gnosis no (es) de todos” (1 Co 8,7). Dice el apóstol: “No quiero que ignoren, hermanos, que todos estuvieron bajo la nube y participaron del alimento y bebida espirituales” (1 Co 10,1. 3-4), para demostrar con claramente que no todos los que escuchan al Verbo pueden entender la grandeza de la gnosis con hechos y palabras.

104.4. Por eso también añade: “Pero no se complació en todos ellos” (1 Co 10,5). ¿Quién? El que dijo: “¿Por qué me llaman Señor y no hacen la voluntad de mi Padre?” (Mt 7,21; cf. Lc 6,46) Es decir, la enseñanza del Salvador, que es para nosotros alimento espiritual y bebida que no conoce la sed (cf. Jn 4,14), “agua de vida” (Jn 4,14; Ap 21,6; 22,17) gnóstica.

104.5. Ciertamente -afirman- la gnosis se ha dicho que hincha (cf. 1 Co 8,1). Nosotros les decimos: posiblemente la gnosis aparente se diga que hincha, si uno interpreta la expresión (en el sentido) de enorgullecerse.

104.6. Pero si, como también es más probable, la voz del Apóstol indica pensar con grandeza y verdad, ciertamente queda resuelta la dificultad; y confirmamos lo dicho siguiendo a las Escrituras.

Toda la Ley se recapitula en el amor al prójimo

105.1. “La sabiduría ensalzó a sus propios hijos” (Si 4,11), dice Salomón. Porque sin duda el Señor no introdujo humo en la cabeza de los adolescentes durante su enseñanza, sino confianza en la verdad y que tengan pensamientos elevados en la gnosis transmitida mediante las Escrituras, dispuestos a despreciar lo que arrastra hacia el pecado; eso significa la expresión “ensalzó”, porque la sabiduría planta una generosidad en los hijos que aprenden lo que ella enseña.

105.2. Así dice el Apóstol: “También conoceré no la palabra de los hinchados, sino el poder” (1 Co 4,19), [por ver] si comprenden las Escrituras (cf. Lc 24,45) con grandeza de alma (o: elevación de ideas) -lo cual es verdadero; y nada hay más grande que la verdad-. Porque ahí reside el poder de los hijos hinchados de la sabiduría.

105.3. Es como si dijera: yo sabré si tienen una gran elevación de miras justamente sobre la gnosis. Puesto que, según David: “Dios es conocido en la Judea” (Sal 75 [76],2), es decir, en los israelitas gracias a su profundo conocimiento.

105.4. Porque Judea se interpreta: confesión pública (exomológesis). Con razón ha dicho el Apóstol: «No fornicarás, no robarás, no desearás, y cualquier otro mandamiento se recapitulan en esta norma (o: palabra): “Amarás al prójimo como a ti mismo”» (Rm 13,9).

105.5. Porque no es necesario, como hacen los seguidores de las herejías, adulterar la verdad ni robar el canon de la Iglesia, complaciendo a las propias concupiscencias y ambiciones con engaño de los prójimos, a los que es necesario amar más que cualquier cosa para enseñarles a que permanezcan en relación con la verdad misma.

105.6. Por cierto, se ha dicho con claridad: “Anuncien entre los gentiles sus normas de conducta” (Sal 9,12), para que los que han oído antes no sean condenados, sino para que se conviertan. Pero quienes “han engañado con sus lenguas” (Sal 5,10; cf. 13 [14],3; Rm 3,13), ya tienen escritos los castigos.