OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (241)

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“Si tuvieran fe,...
como una semilla de mostaza”
Hacia 1260
Folio manuscrito de una Biblia de bolsillo
París (?)
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SÉPTIMO

Capítulo XIV: Sobre las virtudes del gnóstico (conclusión)

   El gnóstico no es rencoroso y ora por sus enemigos conforme al mandamiento del Señor

84.1 Y estas cosas sobre el gnóstico también se habrían de decir en germen a los griegos de una manera muy breve. Pero hay que saber que si el fiel vive correctamente una o incluso dos de estas cosas, sin embargo no lo hace en todas a la vez ni ciertamente con la ciencia suma, como el gnóstico.

84.2. Y además, respecto a la impasibilidad (apatheía: ausencia de pasiones), por así decir, en nuestro gnóstico, con la que se alcanza la perfección del fiel que avanza mediante el amor “hacia el varón perfecto, a la medida de la madurez” (Ef 4,13), se asemeja a Dios (cf. Platón, Teeteto, 176 B) y deviene verdaderamente “igual a los ángeles” (Lc 20,36), se podrían aportar muchos otros testimonios de la Escritura, pero pienso yo que es mejor, por la prolijidad del discurso, diferir esa pretensión para los que quieran trabajar y elaborar la doctrina según el ordenamiento (de textos) seleccionados de las Escrituras.

84.3. Pero tan sólo recordaré uno de la manera más concisa, como para no dejar el tema sin examen alguno. Así, dice el divino Apóstol en la primera “Carta a los Corintios”: “Si alguno de ustedes tuviera un altercado con otro, ¿se atrevería a ser juzgado por uno de los [jueces] injustos y no por uno de los santos? ¿Acaso no saben que los santos juzgarán el mundo?” (1 Co 6,1-2), etc.

84.4. Al ser muy amplia la perícopa nosotros usaremos las expresiones importantes del Apóstol, y parafraseando con brevedad el discurso, presentaremos el contenido del pensamiento de lo expresado por el Apóstol donde traza la perfección del gnóstico.

84.5. Porque no sólo presenta al gnóstico en ser agraviado más bien que en agraviar, sino que también le enseña a no ser rencoroso (cf. 1 Co 6,7), no dando libertad para que rece contra el que le ha agraviado. Puesto que sabe que el Señor ha mandado claramente “rezar por los enemigos” (Mt 5,44; Lc 6,28).

84.6. Ahora bien, ciertamente afirma que pretender que el agraviado “sea juzgado por los injustos” (1 Co 6,1) no es otra cosa que aparentar corresponder y desear devolver por segunda vez mal por mal, lo cual es igualmente cometer también él mismo un agravio.

84.7. Pero al decir que algunos desean “ser juzgados por los santos” (1 Co 6,1) muestra a los que en la oración piden que la ambición (o: codicia, avidez) repercuta en los culpables y que los segundos (son) mejores que los primeros, aunque todavía no (sean) impasibles, para que sin ser en absoluto rencorosos, recen incluso por los enemigos (cf. Mt 5,44; Lc 6,28), según la enseñanza del Señor.

El gnóstico aspira a imitar a Dios perdonando siempre

85.1. Así, también es bueno que los que pasan hasta la fe sean sensatos desde su conversión. Porque si también la verdad parece tener por enemigos a los celosos, sin embargo ella no es enemiga declarada de nadie (cf. Dt 32,21; 1 Co 10,22).

85.2. “Porque Dios hace lucir su sol sobre justos e injustos” (Mt 5,45) y envió al mismo Señor a justos a injustos; así también el que se esfuerza por parecerse a Dios (cf. Platón, Teeteto, 176 B), sin rencor alguno en absoluto “perdona setenta veces siete” (Mt 18,22) -o sea, durante toda la vida, durante toda la evolución cósmica, significada en el número siete (o: en los períodos septenarios)-, obra honradamente en todo, aunque incluso alguno durante todo el tiempo de su vida carnal agravie al gnóstico.

85.3. Porque no sólo pretende [el Apóstol] que el virtuoso (o: el bueno) entregue a otros el juicio de los que lo han agraviado, sino también que el justo quiera pedir de los jueces el perdón de los pecados cometidos contra él, y con razón: si los que se esfuerzan por agraviar, aunque inciten hasta la muerte, asaltan lo externo y relativo al cuerpo, que no es lo característico del gnóstico.

85.4. Pero si alguien juzgara a los ángeles apóstatas (cf. 1 Co 6,3), ¿no se haría él mismo apóstata por aquella ausencia de maldad según el Evangelio (cf. Mt 5,44; Lc 6,28)?

85.5. Dice [el Apóstol]: “¿Por qué no soportan mejor el agravio? ¿Por qué más bien no se dejan expoliar? Al contrario, ustedes agravian y expolian” (1 Co 6,7-8), suplicando evidentemente contra los que pecan por ignorancia, y “expoliando” la clemencia (filantropía) y bondad de Dios en lo que pueden a aquellos contra los que rezan, y “esto (siendo) hermanos” (1 Co 6,8); y no se habla sólo de los [hermanos] de fe, sino también de los prosélitos (cf. Dt 28,43).

El gnóstico debe mostrar que posee grandeza de ánimo

86.1. Porque nosotros no sabremos nunca, si también el que ahora es enemigo declarado, mañana ha de creer. Por ello se infiere claramente que si no todos son hermanos, al menos a nosotros nos debe parecer que los otros lo son.

86.2. Pero ahora también el sabio reconoce que todos los hombres (son) obra del único Dios, y que han sido revestidos de una sola imagen (cf. Gn 1,26) sobre una única sustancia, aunque algunos se encuentren más obcecados (o: enturbiados, oscurecidos) que otros; también adora mediante las criaturas la actividad (o: energía) [creadora] y por ella a su vez la voluntad de Dios.

86.3. “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios?” (1 Co 6,9). Ciertamente peca el que devuelve mal por mal con hechos, con palabras o incluso con el pensamiento del querer, que, después de la educación de la Ley, el Evangelio determina con precisión (cf. Ga 3,24; Mt 5,28. 22).

86.4. “Y eso eran algunos” (1 Co 6,11), evidentemente como son ahora aquellos a los que no perdonan.

86.5. “Pero han sido lavados” (1 Co 6,11), no sencillamente como los otros, sino que con la gnosis se han desprendido de las pasiones animales (psíquicas), hasta parecerse en la medida de lo posible a la bondad de la providencia de Dios mediante la paciencia y la ausencia de maldad (o: rencor), haciendo que resplandezca lo mismo que el sol, “sobre justos e injustos” (Mt 5,45), la bondad de la palabra y de las obras.

86.6. Así, por tanto, el gnóstico debe perseguir eso mediante la grandeza de ánimo, o por la imitación del que es mejor. Pero hay una tercera razón (o: causa): “Perdona y serás perdonado” (Mt 6,14), como si el mandato obligara hacia la salvación por exceso de bondad.

86.7. “Pero han sido santificados” (1 Co 6,11); puesto que quien ha alcanzado ese estado consigue ser santo, ya que no cae de ninguna manera en pasión alguna. Al contrario, inmediatamente deviene santo como [si estuviera] ahora sin carne y por encima de esta tierra.

La Iglesia del Señor es un “coro espiritual y santo”

87.1. Por eso dice [el Apóstol]: “Han sido justificados en el nombre del Señor” (1 Co 6,11); por Él han sido hechos, por así decir, justos como Él, y han sido unidos “al Espíritu Santo” (1 Co 6,11), en la medida de lo posible.

87.2. ¿Acaso no dice: “Todo me está permitido, pero yo no me dejaré dominar” (1 Co 6,12), al hacer, pensar o decir (nada) contra el Evangelio? Y “los manjares para el vientre y el vientre para los manjares”, que Dios “destruirá” (1 Co 6,13); es decir, [destruirá] a los que piensan así y viven como si hubieran nacido para comer, pero no a los que de verdad comen consecuentemente para vivir y que se dedican principalmente a la gnosis.

87.3. Y ¿no dice que ésos son como carne del cuerpo santo? Pero la Iglesia del Señor (cf. Ef 1,22-23; Col 1,24) (es llamada) alegóricamente cuerpo (cf. 1 Co 6,15; 12,12; Rm 12,4), el coro espiritual y santo, del que sólo ellos llevan el nombre; pero los que no viven conforme al Verbo son la carne.

87.4. Pero “este cuerpo”, el espiritual, es decir la Iglesia santa, “no es para la fornicación” (1 Co 6,13), ni en manera alguna se ha de conciliar jamás con la apostasía del Evangelio en favor del modo de vida pagano.

El gnóstico debe ser perfecto como quiere el Padre

88.1. Porque fornica contra la Iglesia y contra “el propio cuerpo” (1 Co 6,18) quien se comporta en la Iglesia como un pagano, en las obras, en la palabra e incluso en el pensamiento mismo.

88.2. “Quien se une a la meretriz” (1 Co 6,16), a la actividad contraria a la Alianza, deviene otro cuerpo no santo, “en una sola carne” (Gn 2,24; 1 Co 6,16), en una vida pagana y con otra esperanza.

88.3. “Pero quien se une al Señor es un (solo) espíritu, un cuerpo espiritual” (1 Co 15,44); (es) otra clase de unión. Este (es) todo entero [su] hijo, hombre santo, impasible, gnóstico, perfecto, formado en la enseñanza del Señor y hecho próximo al Señor con obra, palabra y con su mismo espíritu, y recibirá aquella morada (cf. Jn 14,2) que está dispuesta para quien de esa manera se hace adulto (cf. Ef 4,13).

88.4. Es suficiente el ejemplo para quienes tienen oídos (cf. Mt 11,15). Puesto que no es necesario presentar en público el misterio, sino revelar lo suficiente como recuerdo para quienes participan de la gnosis; y éstos comprenden lo dicho por el Señor: “Sean perfectos como el Padre de ustedes” (Mt 5,48), perdonando totalmente los pecados, olvidando las ofensas (cf. Mt 6,12. 14) y viviendo en el estado de impasibilidad.

88.5. Porque como decimos perfecto médico o perfecto filósofo, así también, pienso yo, [decimos] perfecto gnóstico. Pero ninguno de éstos, por grandes que sean, recibe una semejanza con Dios. Puesto que no decimos impíamente, como los estoicos, que sea enteramente idéntica la virtud del hombre que la de Dios.

88.6. Pero, ¿no debemos ser perfectos como quiere el Padre? Porque es imposible e inasequible que uno devenga tan perfecto como lo es Dios. Pero el Padre quiere que nosotros lleguemos a ser irreprochablemente perfectos (cf. Mt 5,48) viviendo en la escucha (u: obediencia; ypakoé) al Evangelio.

88.7. Si, para completar lo que la frase dice, sobreentendemos lo que sugiere plenamente la perícopa, dejando (de comprender) lo que está reservado para los que pueden entender, conoceremos la voluntad de Dios y nos comportaremos piadosamente y a la vez con sentimientos magnánimos, conforme a la dignidad del mandamiento.