OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (240)

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El rico banqueteando y Lázaro en la puerta
Lázaro muere y su alma es llevada al cielo
Hacia 1510-1520
Gante o Malinas, Bélgica
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SÉPTIMO

Capítulo XIII: Sobre las virtudes del gnóstico (continuación)

   El gnóstico es caritativo y perdona

81.1. [El gnóstico] jamás se acuerda de quienes han pecado contra él, sino que perdona. Por eso también suplica justamente, diciendo: “Perdónanos, porque también nosotros perdonamos” (Mt 6,12; Lc 11,4).

81.2. Porque esto es también una de las cosas que Dios quiere: no desear nada con concupiscencia, no odiar a nadie; puesto que todos los hombres son obra de una única voluntad.

81.3. Y, ¿acaso nuestro Salvador no quiere que el gnóstico sea “perfecto como el Padre celestial” (Mt 5,48), es decir a Él mismo, que afirma: “Vengan aquí, hijitos, escuchen de mi el temor del Señor” (Sal 33 [34],12), y no quiere que (el gnóstico) ya no necesite del auxilio de los ángeles (cf. Sal 90 [91],11; Mt 4,6), sino que se haga digno de recibir [esa ayuda] directamente de Él, y tenga la custodia de Él mismo por medio de la obediencia (o: docilidad)?

81.4. Éste (gnóstico) reclama del Señor, y ya no suplica. Y sobre los hermanos necesitados, el gnóstico en persona no pedirá siquiera solicitará sobreabundancia de riquezas para repartir, sino que suplicará para aquellos el recurso de lo que necesiten.

81.5. Porque así es como el gnóstico da (o: regala) también a los necesitados la plegaria y la ofrece sin que se sepa y sin ostentación (cf. Mt 6,6) mediante su oración.

81.6. Ciertamente, pobreza, enfermedad y pruebas semejantes (lit.: de esas) muchas veces se encuentran (o: producen) como advertencia y corrección de los errores pasados, y como llamada de atención de las cosas futuras.

81.7. (El gnóstico), al suplicar el alivio para aquellos [hermanos], al igual que tiene el privilegio de la gnosis, realiza personalmente la beneficencia, no por vanagloria, sino por el hecho mismo de ser gnóstico, deviniendo instrumento de la bondad de Dios.

El gnóstico es “theophoro” (portador de Dios) y “theophoroymenos” (es llevado por Dios)

82.1. Pero se dice en las “Tradiciones” que el apóstol Matías decía continuamente que “si el vecino del elegido peca, ha pecado el elegido; porque si éste se comportara como ordena el Verbo, también el vecino consideraría su [tenor de] vida, y hasta el extremo de no pecar” (Tradiciones de Matías, fragmentos, 3).

82.2. ¿Qué diremos entonces sobre el gnóstico? “¿No saben -dice el Apóstol- que son templo de Dios?” (1 Co 3,16). Luego, (el gnóstico) es divino y también santo; portador de Dios y llevado por Dios.

82.3. Así la Escritura, al presentar el pecado como algo extraño, vende los transgresores (lit.: prisioneros) a los extranjeros (Jc 2,11-14; 4,2; 10,7; Is 50,1; Ba 4,6), cuando dice: “No mires a la mujer ajena con pasión” (Mt 5,28; cf. Pr 5,20; 6,24-25; 7,5; 23,23), dice abiertamente que el pecado es extraño y contrario a la naturaleza del templo de Dios (cf. 1 Co 3,16).

82.4. Pero hay un templo grande, como la Iglesia, y otro pequeño, como el hombre que conserva (o: salva) la semilla de Abrahán (cf. Jn 8,33. 37; Ga 3,16. 29). No deseará, por tanto, ninguna otra cosa quien tiene a Dios como descanso.

82.5. Así, dejando todo lo que estorba y abandonando toda la materia que lo distrae (lit.: que lo enorgullece), [el gnóstico] surca el cielo con la ciencia, penetrando las naturalezas espirituales, y alcanza todo principado y potestad de los tronos supremos (cf. Ef 1,21; 6,12; Col 1,16), tendiendo sólo a aquello que únicamente conoció.

82.6. Uniendo la paloma con la serpiente (cf. Mt 10,16), vive a la vez perfectamente y con buena conciencia, mezclando fe con esperanza, esperando ansiosamente el futuro.

82.7. Porque se da cuenta del don (o: regalo) que ha recibido deviniendo digno de haberlo alcanzado, y pasando de la esclavitud a la filiación adoptiva (cf. Rm 8,15), realiza además lo relativo (lit.: lo que sigue) a la ciencia -“conociendo a Dios, o mejor, siendo conocido por Él” (Ga 4,9)- , porque muestra las obras dignas de la gracia. Porque las obras siguen a la gnosis como la sombra al cuerpo.

El gnóstico da gracias a Dios y admira la creación

83.1. Con razón, por tanto, no se inquieta por nada de lo que pueda suceder, ni desconfía de nada de lo que conforme a la economía (salvífica) sucede para su bien (o: su utilidad), ni siquiera se avergüenza de morir, sintiéndose con la conciencia pura para mirar fijamente a las potestades, purificado, por así decir, de todas las impurezas del alma, y puesto que sabe muy bien que lo mejor para él tendrá lugar después del éxodo [de esta vida].

83.2. Por ello jamás antepone su placer y provecho a la economía (salvífica), ejercitándose él mismo por medio de los mandamientos para devenir en todo agradable al Señor y loable al mundo, ya que todo está bajo (el poder) del único Dios todopoderoso. “El hijo de Dios -dice [la Escritura]- vino a lo suyo y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11).

83.3. También por eso en el uso de los bienes mundanos no sólo da gracias y admira la creación, sino que también recibe alabanzas, utilizándolos como conviene (cf. 1 Co 7,31), puesto que para él el objetivo es traspasar la contemplación mediante la actividad gnóstica y conforme a los mandamientos.

83.4. De ahí que recibiendo mediante la ciencia el viático de la contemplación y abrazado con magnanimidad a la grandeza de la gnosis, progresa hacia la santa remuneración después del éxodo [de esta vida] (cf. Hb 11,5).

83.5. Porque ha escuchado el salmo que dice: “Rodeen a Sión, cérquenla, informen (o: describan) sobre sus torres” (Sal 47 [48],13). Se da a entender, creo yo, que los que han recibido con profundidad al Verbo serán altos como torres y permanecerán firmes en la fe y la gnosis.