OBRAS DE LOS PADRES DE LA IGLESIA (222)

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La última Cena
Hacia 1414
Breviario
Châteauroux, Francia
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, STROMATA

LIBRO SEXTO

Capítulo XVI: Exégesis espiritual del decálogo (continuación)

   El día de descanso

138.1. El séptimo día es, por tanto, proclamado [día] de descanso (cf. Gn 2,2), preparando con la abstinencia del mal el día principal, el de nuestro verdadero descanso, que es también en verdad el primer nacimiento de la luz (cf. Gn 1,3-5), en el que se contempla todo y todo se recibe en herencia.

138.2. Desde ese día brilla para nosotros la primera sabiduría y la gnosis; porque la luz de la verdad (es) luz verdadera, sin sombra, espíritu del Señor se distribuye sin división entre los santificados mediante la fe, asumiendo función (o: el lugar) de lámpara para el conocimiento de los seres.

138.3. Ahora bien, siguiéndolo toda la vida nos hacemos impasibles, y (eso) es descanso.

138.4. Por eso también Salomón dice que, antes del cielo, de la tierra y de todas las cosas, fue creada por el Omnipotente la sabiduría (cf. Pr 8,22-25), cuya participación -digo según poder no según sustancia- enseña a conocer catalépticamente (= de manera comprensiva; facultad de comprender por la inteligencia) lo divino y de lo humano.

138.5. Llegando a este punto también hay que recordar otras cosas, porque el discurso ha venido sobre la hebdómada y a la ogdóada. Porque la ogdóada puede ser principalmente una hebdómada, y la hebdómada una héxada según la apariencia; también ésta [ogdóada] podría ser realmente sábado, pero la hebdómada está [caracterizada] por los trabajos.

138.6. Porque la creación del mundo (lit.: cosmogonía) es terminada en seis días; el movimiento del sol de una vuelta a otra se completa en seis meses, (y) durante uno de estos períodos caen las hojas, pero en el otro germinan las plantas y las semillas alcanzan la perfección.

Sobre el número seis

139.1. Y también dicen que el embrión se perfecciona exactamente en el sexto mes, es decir, a los ciento ochenta y dos días y medio, como refiere el médico Polibio en el [libro] “Sobre (los fetos) de ocho meses”, y el filósofo Aristóteles en el [tratado] “Sobre la Naturaleza”.

139.2. Así, los pitagóricos, pienso yo, a partir del origen del mundo según el profeta, consideran perfecto el número seis, y lo llaman el número mediano y matrimonio (= por ser generado), por estar en medio de lo recto, es decir, del diez y del dos; porque aparece alejado de ambos.

139.3. Como el matrimonio entre varón y mujer engendra, así el seis es engendrado del impar tres, llamado número varón, y del par dos, considerado como mujer; porque dos por tres generan el seis.

139.4. Por otra parte, éstos son los movimientos más generales, por los que se produce toda la generación, arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda, adelante y atrás.

Sobre el número seis (continuación)

140.1. Por la misma razón también piensan [los pitagóricos] que el número siete no tiene madre y (es) estéril, interpretando así el sábado y alegorizando la idea del descanso, durante el cual “ni ellos tomarán mujer ni ellas marido” (Mt 22,30; Mc 12,25; Lc 20,35). Puesto que el siete no es producto (lit.: no recibe generación) de ningún número por otro, ni combinado con otro resulta un número dentro de la década.

140.2. A la ogdóada la llaman cubo, al añadir a la esfera inmóvil las siete (esferas) de los siete planetas, mediante los cuales tiene lugar el gran año, un determinado periodo para el cumplimiento de las promesas (cf. Is 61,1-2; Lc 4,19).

140.3. De esta manera el Señor, habiendo subido cuatro al monte (= el Señor y tres apóstoles; cf. Mt 17,1-8), llega a ser sexto (= los anteriores más Moisés y Elías), y es rodeado con una luz espiritual, manifestando su poder en la medida que podían verlo los elegidos, cuando la voz, séptima, lo proclama Hijo de Dios, para que los convencidos por Él encuentren descanso (cf. Lc 9,32), y Él, que es insigne (epísemon), mediante la generación revelada por la héxada, aparece en realidad ogdóada: Dios que revela (su) poder en (una pobre carne), contado como hombre, pero oculto en lo que realmente era.

140.4. Porque en la serie de los números está clasificado también el seis, pero la clasificación sucesiva de las letras lo considera insigne y no (se usa) en la escritura.

Dios nunca cesa de hacer el bien

141.1. Sobre los números mismos se salva en el orden cada unidad incluso la hebdómada y también la ogdóada; pero respecto al número de las letras la sexta es la zeta y la séptima la eta.

141.2. Ahora bien, intercalado, no sé cómo, la letra (o: grafía) del insigne [epísemos], si seguimos así [la numeración], el siete viene a ser la sexta [letra] y el ocho la séptima.

141.3. Por eso, también se dice que el hombre fue hecho en el sexto día (cf. Gn 1,27. 31), deviniendo fiel al que es signado (epísemos; marcado con una señal distintiva), como (si) en seguida recibiera el descanso de la heredad del Señor.

141.4. Algo semejante muestra también la hora sexta de la economía del Salvador, por la que el hombre ha sido perfeccionado (hora sexta: cf. Mt 27,45; Mc 15,33; Lc 23,44; todo se ha cumplido: cf. Jn 19,30).

141.5. Ciertamente, siete son los espacios en una serie de ocho, y seis los intervalos que aparecen en una serie de siete.

141.6. Porque también (existe) aquella otra expresión, cuando la hebdómada glorifica a la ogdóada y “los cielos trasmiten a los cielos la gloria de Dios” (Sal 18 [19],2). Los tipos [= las figuras visibles] (de los cielos) son los sonidos (o: palabras; elementos fonéticos) de nuestras letras.

141.7. Así también el mismo Señor es llamado “alfa y omega, principio y fin” (Ap 21,6); “por quien todo fue hecho y sin Él no se hizo nada” (Jn 1,3). Por tanto, el descanso de Dios no es, como algunos conciben (= los gnósticos valentinianos), que Dios dejara de obrar. Porque, siendo bueno, si cesara alguna vez de hacer el bien, cesaría también de ser Dios, lo cual no está permitido decirlo.

El orden de la creación

142.1. Y permanecer en descanso (cf. Gn 2,2) es disponer que el orden de los seres se conserve inalterable durante todo el tiempo, y que cada una de las criaturas ponga término al antiguo desorden.

142.2. Puesto que las creaciones en los distintos días se sucedieron con perfecto orden, como si todos los seres hubieran de recibir la dignidad del creado anteriormente, (porque) creados al juntos por el pensamiento, no tienen sin embargo la misma dignidad. A pesar de que el génesis de cada cosa se hace visible con (un sonido) de voz, la creación mencionada se ha hecho [toda] al mismo tiempo. Porque había que nombrar algo en primer lugar.

142.3. Por eso se profetizaron unas cosas primero y después otras segundas, cuando todas las cosas habían nacido a la vez de una sola sustancia semejante y por un solo poder. Yo pienso, en efecto, que (uno) es el querer de Dios en unidad de identidad.

142.4. ¿Y cómo podría hacerse en el tiempo la creación, cuando también el tiempo fue hecho juntamente con las cosas?

Y también el universo entero de todos los animales y plantas se mueve asimismo en hebdómadas.